Ansiedad, fobia, depresión… ¿Qué factor puede estar detrás de buena parte de los trastornos psicológicos? Igual que otras ciencias, la psicología también ha intentado una fórmula universal que sea potencialmente capaz de explicar todos los trastornos psicológicos.

Imagina dos vasos: en uno hay cinco canicas y en el otro veinte. Ahora, visualiza una jarra de agua llenando esos vasos. Como es de esperar, el primero recibirá más cantidad de líquido que el segundo, puesto que este último se desbordará al instante al tener más elementos colapsando su interior. Esta pequeña metáfora nos viene bien para comprender lo que sucede con nuestra carga de estrés.

Si desde pequeños estamos expuestos a situaciones adversas, de adultos nos costará más manejar las dificultades cotidianas. El cerebro está sobrecargado, llevamos con nosotros una cuota elevada de desgaste emocional y de estrés agudo. En cambio, la persona que haya tenido una infancia y una adolescencia plácidas, seguras y nutritivas emocionalmente, lo más probable es que manejen los problemas con más facilidad.

El modelo de diátesis-estrés se relaciona con esta misma idea. Según este enfoque, la mayoría de los trastornos psicológicos se explican por dos variables: nuestra predisposición y nuestra experiencia con el estrés. Esto explicaría por qué algunos somos más vulnerables o más resilientes a las situaciones desafiantes.

El origen de nuestros sufrimientos: el modelo de diátesis-estrés

El modelo de diátesis-estrés es una propuesta, una idea que parte de la psiquiatría y la psicopatología. Fue en 1960 cuando el psicólogo clínico Paul Meehl formuló este enfoque para intentar comprender el origen de varias afecciones mentales. Ejemplo de ello serían los trastornos de ansiedad, las fobias, la depresión o los trastornos de la conducta alimentaria.

Ahora bien, ¿qué propone exactamente esta teoría? Dicha formulación defiende que la etiología de buena parte de los trastornos mentales parte de dos dimensiones, como son la diátesis (un origen) y el estrés (un desencadenante). Estos conceptos explicarían por qué algunas personas son más vulnerables al sufrimiento y requerirán a poyo psicoterapéutico en algún momento de su vida.

¿Qué es la diátesis?

Para comprender en detalle este interesante modelo, debemos analizar primero las variables que lo conforman. El término diátesis procede del griego y significa ‘disposición’. Según esta teoría, hay personas con una mayor predisposición que el resto a desarrollar ciertos trastornos psicológicos. La siguiente pregunta que podemos hacernos es, por ejemplo, ¿qué hace que algunos de nosotros tengamos un riesgo más elevado de sufrir trastornos del estado de ánimo? Lo analizamos:

• Está la variable genética y los factores biológicos que heredamos de nuestra familia. Pensemos, por ejemplo, en un dato que nos ofrece un estudio de la Universidad de Cambridge. Si alguno de nuestros padres lidió con una depresión varias veces a lo largo de su vida, tenemos un 60 % de probabilidades de desarrollarla también.
• El haber experimentado un trauma durante la infancia también eleva esa predisposición. Así, vivencias como los malos tratos, los abusos o haber perdido a un progenitor elevan la vulnerabilidad.
• Los rasgos de personalidad, como el neuroticismo, son otra variable asociada a la diátesis.
• Tampoco podemos dejar de lado los factores sociales: vivir en una familia con pocos ingresos o residir en un barrio conflictivo e inseguro, etc.
• Tener a un progenitor que lidia con una enfermedad mental es otro factor decisivo.

El estrés como elemento desencadenante

El modelo de diátesis-estrés nos dice que aquellas personas que tengan una predisposición a un trastorno psicológico lo desarrollarán si están expuestas a situaciones de estrés. Pongamos un ejemplo. Tenemos a un joven que sufrió el abandono de su padre y que convivió con una madre que lidió por varias épocas con depresión. Ese pasado, esa etapa de su vida, configura su diátesis. Ahora bien, puede darse el caso de que ese chico, al llegar a la edad adulta, se vea en largos periodos de desempleo. Esa situación de estrés lo desborda, con lo cual, tarde o temprano, termina desarrollando un trastorno depresivo. Al igual que su madre.

La compleja interacción que existe entre las variables biológicas y ambientales resulta clave en nuestra vulnerabilidad psicológica. La crianza y las experiencias tempranas nos esculpen, moldean un cerebro que, en algún momento, se verá sobrepasado por el estrés y derivará en algún problema mental como los siguientes:

• Trastornos de ansiedad. Muchos de los acontecimientos que vivimos en la niñez y adolescencia conforman esa tendencia hacia el desarrollo de conductas ansiosas o fóbicas.
• Trastorno depresivo. La genética y los eventos estresantes dan paso a esta condición psicológica.
• Trastornos de la conducta alimentaria. En este caso, el modelo de diátesis-estrés estipula que la combinación de la genética y las variables psicosociales contribuyen a la aparición de esta realidad.

¿Qué podemos hacer si nosotros cumplimos este modelo?

Son muchas las personas que, efectivamente, cumplen con el modelo de diátesis-estrés. Es decir, llevan en su mochila numerosas vivencias traumáticas, sumadas a una predisposición biológica y además no manejan de forma adecuada el estrés. Cabe señalar, en primer lugar, que este enfoque cuenta con una gran aceptación y que nos resulta útil por varias razones.

Nos permite comprender el origen de los trastornos psicológicos más comunes. Y esto es bueno. Sabemos qué desencadenantes han conducido a una persona a desarrollar una fobia, un trastorno de ansiedad generalizada o una bulimia. Si bien es evidente que cada persona es única y tiene un cuadro clínico particular, es práctico definir su diátesis y comprender sus factores de estrés.

Por tanto, si nos vemos identificados con este modelo, cabe señalar que los profesionales de la salud mental podrán desarrollar estrategias más eficaces. Al fin y al cabo, al conocer el origen (diátesis) y los desencadenantes (el estrés) podemos deducir qué áreas deben abordarse y qué estrategias pueden ayudar (factores de protección).

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