Etnopediatría: Nacimiento e infancia de los primates bípedos.

«Nuestro camino científico es considerar nuestra cultura, en la medida en
que seamos capaces, como uno entre muchos otros ejemplos de las
variadas configuraciones de la cultura humana.»
Ruth Benedict.

«Los bebés humanos, igual que los adultos, han evolucionado en función de circunstancias ecológicas y fisiológicas particulares a lo largo de millones de años”.

“Despertar varias veces por la noche no es extraño: así están diseñados todos los bebés. Que requiera atención constante no es señal de que sea hiperactivo: es lo que necesita como animal social. Y si usted, como padre o madre siente la necesidad de dormir con su bebé o darle pecho hasta los dos años, eso está bien. Hace millones de años, eso era exactamente lo que hacíamos. Los bebés siguen fieles a la biología del Pleistoceno a pesar de vivir en la era moderna.”

 Meredith Small. (The Culture of Our Discontent).


Victoria Reyes-García, antropóloga, explicó en una charla como fue su experiencia haciendo trabajo de campo en la Amazonía, con una comunidad llamada Tsimane:

«Me fui para unos meses para hacer mi trabajo de campo y me quedé allí viviendo cinco años con mi familia. Y ahí empezó toda mi historia de descubrir cómo esta forma en la que nosotros vivimos en el mundo, es solo una de las formas y hay otras muchas formas de estar en el mundo.

Al principio fui yo sola, pero luego vino mi compañero y en ese momento también decidimos formar una familia (…) a la gente le sorprende y siempre mi respuesta es: «Pero es que allí todo el mundo tiene hijos. No es tan sorprendente».
Nosotros decidimos ser padres porque teníamos la edad y nos tocaba y también como allí se vive mucho en familia y en comunidad, pues la gente decía: «Ay, ¿pero por qué no tenéis hijos?».
Y nosotros decíamos: «No, bueno, cuando acabemos los estudios». Y la gente lo veía como extraño, decía:
«No, pero sin una familia, que vida más triste, ¿no?». Y, bueno, también queríamos y decidimos tener estos hijos. O sea, a nuestra primera hija. Y era como… Ha sido un privilegio, porque después, con el tiempo, yo he visto que pudimos educarles con mucha más libertad y con mucha más tranquilidad que en esta sociedad. Porque aquí, viéndolo después, desde otro punto de vista, uno cría a los hijos con muchas restricciones. Y fue también un descubrimiento, cómo nosotros nos hacemos a veces muchos problemas por cosas que son naturales.
Y entonces el hecho de que para los Tsimane, y en esas sociedades tener un niño no es un problema, sino que tener un niño es parte de tu entorno y educarles sin tantas restricciones como nos ponemos aquí, sin tantas reglas que a veces nos limita la relación con ellos, yo creo que para mí fue un privilegio.

Y aprendí mucho, pues de ver cómo las mamás Tsimane estaban tan cercanas a sus hijos. Yo iba a las casas y pues a lo mejor estaba entrevistando a una mamá que estaban los niños por allí y los niños interrumpían y… Y para mí esto al principio era un poco sorprendente, porque cuando estamos aquí no hay ningún niño que pase corriendo, pero si estuviéramos en una comunidad Tsimane, los niños estarían por ahí y si te tienes que parar, te paras, le atiendes y sigues.

Y luego ya cuando yo tuve a mi bebé, pues entonces estaba la mamá ahí con sus hijos y yo con los míos. Y yo pensaba: «Pues claro, esto es lo normal». Y ellas me preguntaban: «¿Y en tu país cómo es?».
Y yo decía: «No, no, pues en mi país a los tres meses ya después de que son chiquitos los pones en la guardería y te vas a trabajar». Y, claro, las señoras me miraban y decían:
«Pero sois salvajes. ¿Cómo puedes abandonar…?».
Y tú: «No, no, no les abandonas. Están bien cuidados». Porque en las guarderías están bien cuidadas, pero para ellas era una cosa tan sorprendente. 

Nosotros vivíamos en la comunidad, pero en el pueblo también teníamos una casa donde nos quedábamos cuando íbamos. Y allí mi hija tenía una cuna. Y una vez vino una señora y dice: «¿Y esto qué es?». Digo: «Para que la niña duerma». Y me miró: «¿Pero la dejas ahí dormir sola sin ti?». Y yo: «Bueno, no, no, yo estoy aquí cerca y si llora la cojo». Pero me sentí mal por esta sensación. Y ahí entonces ves cómo al final hay formas muy diferentes de educar.

Pero la forma de ellos es también mucho más cercana. Y, evidentemente, las condiciones en la selva, dejar a un niño dormir en una cama a solas, es peligrosísimo. Pero esto para mí fue un privilegio de descubrir que uno puede estar ahí, puedes tener una maternidad tan cercana a tus hijos y no verlos como una parte separada de tu vida. Para la gente que vive allí, ellos ven su mundo como normal y nosotros vemos nuestro mundo aquí como normal.»

«Otra cosa que aprendí mucho cuando vivía con los Tsimane y, bueno, no solo con los Tsimane, porque he hecho también otros trabajos con otras poblaciones, es esto de que vivimos en comunidad. Nuestra forma de vida a veces es muy individualista y no nos damos cuenta porque vivimos en esta sociedad. En estos grupos indígenas, la comunidad y las otras personas cuentan y se cuidan entre ellos.»
La antropóloga Mª José Garrido, en su libro «Etnopediatría. Infancia, biología y cultura», explica: «El embarazo, parto o lactancia materna constituyen procesos de la sexualidad femenina, hasta el punto de que están gobernados por las mismas hormonas. En todas las culturas, están pautados y normalizados. En el caso de nuestra cultura, la adscripción de normas constriñe y limita en ocasiones el desarrollo normal de estos procesos. Especificamente, el parto, según informes emitidos por la OMS y estudios científicos de diversos obstetras y neonatólogos, tiene un alto grado intervencionista en nuestra sociedad, lo que deriva en un bloqueo del proceso normal y en la necesidad de aumentar el número de intervenciones posteriores, con consecuencias físicas y emocionales para la madre y el niño. Por todo ello, recomiendan desde hace unos años disminuir la tasa de medicalización del parto y respetarlo como proceso fisiológico.»

La antropóloga Eva Margarita García, autora de «Partos arrebatados: la violencia obstétrica y el mercado de la sumisión femenina», asegura que la menstruación, la menopausia, o el embarazo y el parto, «todos los instantes de la sexualidad femenina se han patologizado, medicalizado, y pasado por un filtro de “enfermedad” para desnormalizar lo que deberían ser considerados estados naturales de la vida de las mujeres. Y sobre todo, y a causa de esto, hay un gran desconocimiento sobre cómo funciona nuestro cuerpo y cómo trabajar con él.» Y recuerda que «no son sólo las mujeres quienes sufren esta violencia obstétrica: también las y los profesionales son muchas veces obligados a ejercerla sin saber cómo romper con esta cadena de maltrato y de abuso.»

«Mientras no exista perspectiva de género en la sanidad resultará difícil superar la violencia obstétrica.»
La antropología ha demostrado que existen razones evolutivas para que los niños sean como son y se comporten como lo hacen. Nuestra fisiología, de hecho, corresponde a la de un primate bípedo. Y el bipedismo es una característica a tener en cuenta. Un cerebro tan grande no puede atravesar facilmente la pelvis, esta pelvis adaptada para sostener los órganos en posición erguida, así que los fetos nacen con el desarrollo cerebral a solo un 12% de su peso corporal, los huesos de su craneo tienen zonas blandas sin soldar (fontanelas), y no tienen más remedio que pasar por el canal del parto girando y torsionando como auténticos gimnastas flexibles.
La antropóloga especializada en biología Wenda Trevathan explica que este parto doloroso y extenuante es la razón por la que en casi todas las culturas, las mujeres dan a luz acompañadas: obstetricia obligatoria (“Bipedalism and human birth: The obstetrical dilemma revisited”). Pero nada que ver con las circunstancias que rodean el parto hospitalario: falta de privacidad, observadores, tactos frecuentes, posición tumbada… que provocan la secreción de adrenalina, que inhibe la producción de oxitocina y la prolactina, las hormonas relacionadas con el embarazo, el parto y la lactancia. Garrido escribe que precisamente mecanismo «ha permitido, a lo largo de la evolución que, cuando una mamífera advertía peligro, pudiera posponer el parto hasta que las circunstancias fueran favorables y, mientras, huir o defenderse. Otra consecuencia de la medicalización del parto es que se ha separado de lo que es: un hecho sexual. Tanto es así que orgasmo y reflejo de eyección materno-fetal son respuestas biológicas similares (…). Ambas son incompatibles con situaciones de incomodidad y requieren contextos similares.»

Los bebés nacen pues sin un sistema nervioso central maduro, la consecuencia
es que los bebés humanos no pueden caminar o hablar durante mucho tiempo. En conclusión, este tamaño cerebral tiene como contraprestación unos bebés muy dependientes y necesitados de atención continua, durante el primer año de vida. El lo que algunos llaman exterogestación. Gestamos nueve meses dentro del útero y doce en el exterior.

Por eso, explica Garrido, el recién nacido necesita estrecho contacto físico durante el día y la noche, y alimentación a su demanda. «La leche humana contiene un centenar de aminoácidos, vitaminas, minerales, sales y azúcares, en una receta exclusiva para nuestra especie. Pero esta receta no es siempre igual, varía su composición en función de las necesidades de cada bebé y de cada situación: si es un niño de más de dos años, aumenta las sustancias inmunológicas, o si tiene fiebre cambia también su fórmula. Cuando la madre solo amamanta ocasionalmente, la leche es más rica en grasas y proteínas para compensar la necesidad de nutrición. La leche humana es en general, baja en grasas y proteínas, un indicio de que está diseñada para un amamantamiento más continuo.» «La leche durante la noche tiene más contenido graso y sale más fácilmente por el nivel más alto de prolactina; sin embargo, durante la noche es cuando en nuestra cultura les permitimos mamar menos.»
«En los últimos tiempos se está produciendo un cambio significativo en la cultura occidental: son las mujeres de clase media alta, con titulación universitaria y de mediana edad, las que más amamantan y durante más tiempo. Treinta años atrás, este tipo de mujeres consideraban la leche artificial como la más apropiada, con leche de vaca adaptada y a horas determinadas durante un tiempo limitado.»
«En las sociedad igualitarias, los bebés tienen acceso al pecho en todo momento y son llevados en contacto con el cuerpo de la madre durante gran parte de la jornada».
«En todas las culturas, las mujeres adaptan su estilo de crianza a las necesidades infantiles, y los bebés se adaptan a la disponibilidad de las madres. Un caso extremo es el de la tradición de siglos de antigüedad que se ha practicado en China, en la proximidad del río Amarillo, hasta tiempos relativamente recientes. Los bebés eran introducidos en sacos rellenos con arena del río, inmovilizados y solos en la vivienda hasta que la familia volvía de los campos de arroz para comer y amamantarlos.(…) Desde una perspectiva etnocentrista, puede interpretarse como un abandono de los cuidados básicos, pero desde el relativismo cultural podemos entender que era un forma de protegerlos de los depredadores, así como del sol en los campos de trabajo. La arena mantenía su piel limpia y protegida.»
Meredith Small, también antropóloga, apunta que “Los estilos de crianza de occidente dificultan mucho el amamantamiento, no sorprende que las madres de estos ambientes se den por vencidas.» (Del libro Nuestros hijos y nosotros)
«Que los niños duerman solos es un hecho reciente en la historia, puesto que hace tan solo 200 años que, en algunas culturas desarrolladas, se construyen casas con más de un dormitorio», puntualiza Garrido. En la actualidad, en la mayoría del mundo conviven familias enteras en un solo cuarto. En casi todas las culturas del mundo actual, los bebés duermen con un adulto, mientras que los niños mayores duermen con los padres o con hermanos. Solo en Occidente, el sueño forma parte del ámbito privado. Cada cultura entiende de diferente manera el sueño. Para muchas culturas, se trata de una actividad social, mientras que para los estadounidenses forma parte del ámbito de la intimidad. Por ejemplo, entre los Kung San del Kalahari, no existe concepto de insomnio porque nadie pretende dormir toda la noche, siendo normales los despertares nocturnos durante horas en las que se conversa alrededor del fuego hasta que el sueño vuelve a aparecer. En Occidente, por el contrario, los momentos de vigilia se interpretan como problema de sueño. Pero los primeros meses, el bebé duerme aleatoriamente en periodos breves alternados con fases de vigilia, al carecer de ritmo circadiano. En el útero no existe el día y la noche.
«Dormir toda la noche sin interrupción no es una verdad biológica ni un hecho cultural universal» Meredith Small. (The Culture of Our Discontent: Beyond the Medical Model of Mental Illness)
 

El llanto es una conducta que la selección natural ha favorecido durante millones de años, ayudando a la superviviencia. El llanto lograba que la madre volviera a por el bebé olvidado, aún estando muy lejos. Además, se mueve y tensa los brazos y las piernas, el cuerpo genera calor que a su vez contribuye a la termorregulación y le mantiene caliente. Lo que mejor funciona para evitar o calmar el llanto es fomentar el reflejo de succión a través de un chupete, biberón o pecho; acunar en brazos y el sonido de la voz humana, sobre todo materna. Y esto ocurre en todos bebés de primate, que prefieren la suavidad y el cobijo antes que el alimento. Pero lo que mejor funciona es el contacto humano. Por cierto, en un estudio reciente sobre cómo las personas de todo el mundo hablan y cantan a los bebés publicado en la revista Nature Human Behavior, llegan a la conclusión de que todas las personas hablan y cantan a los bebés de manera similar, sin importar el idioma, la ubicación o la cultura. Con un tono más alto y una mayor variedad de tonos, con «vocales exageradas»… «Hola chiquitiiiiiín el más bonitooo de la casaaa». «No eres tú la bebecita más bella del muuuundoooo, sisisisí».

«Las últimas investigaciones indican que los bebés occidentales lloran durante más tiempo y desarrollan cólicos debido posiblemente al estilo de crianza desapegado de nuestra cultura», se lamenta Garrido.
«En las sociedades de cazadores y recolectores, las madres duermen con sus bebés y responden de inmediato al llanto. Sin embargo, en sociedades no industriales los padres responden de la misma forma pero con menos frecuencia.
A pesar de que la crianza de los cazadores y recolectores sea más adecuada, en ciertos aspectos, para el desarrollo de los niños, no es necesario que imitemos sus formas de vida, tan sólo que reconozcamos qué es mejor para los niños y adoptemos de otros modelos de crianza que nos parezcan adecuados para nuestra cultura.
En los años cincuenta los padres y expertos consideraban que coger al bebé cuando lloraba o alimentarlo cada vez que lo pidiese, era malcriarlo. Actualmente sabemos que es justamente lo que necesita el bebé y que forma parte de las necesidades biológicas y emocionales de la infancia.»
«Hace años se realizó un estudio en la antigua Checoslovaquia que reveló que era más rentable retribuir un año entero a las madres que lactaban que crear guarderías para todos los bebés menores de un año, ya que se reducían las enfermedades y las ausencias laborales de sus madres. Estas enfermedades estaban causadas por varios factores: someter al sistema inmunológico del bebé, que aún no es maduro, al contacto con virus y bacterias de los otros niños. Y por otra parte, en alto grado, son somatizaciones del estrés producido por la separación de la madre en edad temprana.»
Fuentes:
 Mª José Garrido.»Etnopediatría. Infancia, biología y cultura.»
Meredith Small. «The Culture of Our Discontent» y «Nuestros hijos y nosotros».
Eva Margarita García. «Partos arrebatados: la violencia obstétrica y el mercado de la sumisión femenina.»
Wenda Trevathan. “Bipedalism and human birth: The obstetrical dilemma revisited.”

https://dehesa.unex.es/bitstream/10662/144/1/TDUEX_2012_Garrido_Mayo.pdf

https://www.youtube.com/watch?v=KJCL9LR6rJI 

 https://www.youtube.com/watch?v=Jg69dfeGRXw

https://selenitaconsciente.com

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