En maratí, la palabra que se refiere a la mente (ma-na) es la que ata a las personas al ciclo de la esclavitud. Todo el mundo sigue a la mente sin darse cuenta de la impureza derivada de ese tipo de acción. Es así como uno debe discriminar o realizar viveka. Una vez que despierta a la sabiduría divina, la persona empieza a distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre lo eterno y lo transitorio. El estado en que se discierne entre lo permanente y lo transitorio se denomina siddhanta o establecimiento de la Verdad.
Es un error creer que la mente puede lograr cualquier cosa. Esta sabiduría solo amanece cuando Dios despierta en nosotros. La mente se enfrenta entonces a la discriminación, lo cual da como resultado el conocimiento de que en realidad la mente no existe. Se torna evidente entonces el hecho de que la existencia carente de mente es la pureza en sí. La mente seguirá llevando a cabo sus juegos mientras usted crea que es el cuerpo. Pero, una vez que se percata de su verdadera naturaleza, la mente se rinde. Mente significa sufrimiento, ya que no son diferentes entre sí.
El bebé en el útero no tiene experiencia de la mente y vive felizmente. ¿No demuestra eso que la vida puede iniciarse y desarrollarse en ausencia de la mente? Una vez que el bebé nace y crece, se vuelve adicto a la mente. Entonces ella asume la responsabilidad y uno baila a su ritmo. Usted termina siendo controlado por la mente.
La solución más sencilla a este problema es la entrega al Guru. La gracia del Guru permite desarrollar viveka, que es lo único que le llevará a conocer que usted no es la mente, sino su testigo inmutable. Queda claro que el cuerpo solo es el alimento de la consciencia. Pero, si no se alcanza esta claridad, el sufrimiento es inevitable para quien está controlado por la mente. La infelicidad ocurre por la causa más nimia. Sin embargo, cuando la mente va más allá hasta el estado unmani o de absorción en lo Divino, ese tipo de movimientos dejan de molestarle.
Debe utilizar viveka, o discriminación, para controlar y limitar la mente. Todos sabemos que nuestra existencia aparece antes de la mente. La discriminación minimiza la eficacia de la mente, percatándose de que no es una persona, la cual es una combinación de nombres, ni tampoco el cuerpo originado en el alimento. Quien capta esta verdad no se ve afectado por los acontecimientos, positivos o negativos, de la vida. Allí donde la mente deja de experimentar, se desvanecen los deseos y las ansias. Mientras tenga la sensación de que es el hacedor, su mente le seguirá molestando. Aquello que es consciente de ser está lejos de la cognitividad.
Dios y usted no son distintos. La consciencia, en su verdadera naturaleza, es Ishwara. Esta es la realización de su auténtica naturaleza. Sin embargo, Dios no es, como usted imagina, un individuo dotado de forma. Aquellos que se rinden al Guru comprenden que este conocimiento supremo está por encima del reino de la mente y del intelecto. La mente no puede llegar allí.
¿Es posible conocer al que se torna consciente?
No hay nada más santo y más grande que la consciencia suprema que reside en nosotros, la cual no es sino la forma de Dios. Para entenderlo, debemos decir que, si bien el cuerpo es descrito en términos mundanos, nuestra verdadera naturaleza no es el complejo cuerpo-mente, sino el Sí mismo. El cuerpo es un objeto para usted, pero no es su auténtica naturaleza. Su existencia, junto con la del mundo, se halla en el interior de su consciencia. Aquello que es testigo tanto del cuerpo como del mundo es la auténtica forma de Dios y es también su naturaleza real. No pertenece a una sola persona. Usted se conoce a sí mismo por el nombre que le concedieron sus padres. Pero ¿puede señalar a aquel que se ha tornado consciente? No. El conocimiento surgió y la consciencia limitada de la persona le entregó el universo entero. No se puede decir que alguien lo hizo, ya que la manifestación es universal y omnipresente. Lo que se percibe es una expresión de la sensación de ser, de la cognitividad. ¡Lo que vemos solo es un sueño! El verdadero experimentador del mundo exterior no es ningún «ser» particular, sino la cognitividad o la naturaleza de la luz.
El Sí mismo interior es Krishna y usted lo contempla en todas las cosas. Todo lo que perciba, desde un insecto hasta un ser humano, desde una partícula de polvo hasta un diamante, no es diferente de usted, sino que se percibe a usted mismo en todo lo que aparece. La manifestación entera no es sino su propio Sí mismo. Se asignan diferentes nombres a distintos objetos con el fin de identificarlos, pero todo lo que surge es una parte de la manifestación que tiene un principio y un final, una expresión de la consciencia. Lo que es anterior a todo eso es lo eterno y lo Verdadero, aquello que no tiene principio ni fin. Krishna entregó este mensaje a Uddhava, quien lo reconoció como una manifestación de Krishna. Él veía a Krishna en todas las cosas y en todos los seres. No suponga lo que es Krishna. Cuando los ojos permanecen cerrados y, sin embargo, la visión tiene lugar, eso es la vastedad y la infinitud. Carece de atributos y no es bueno ni malo. La verdadera naturaleza del Señor es tan vasta e ilimitada que en ella aparecen y desaparecen numerosos universos. Esa realidad es lo que somos antes de nuestra cognitividad. El que se deleita con esa comprensión se sumerge en el lago de la bienaventuranza. Nuestra sensación de ser emerge a partir de este elevado estado llamado adhyatma, que es anterior a todo. ¿Quién puede ayudar o dañar a la persona que se unifica con el Sí mismo? Para él, la ayuda y el perjuicio son idénticos. Ambos son conceptos de la mente.
Hay una manera sencilla de experimentar directamente esta comprensión como un hecho en nuestra propia vida. Uno debe beber constantemente esta leche de la consciencia olvidando el cuerpo y la mente. Si esto no puede ser practicado, entonces se debe cantar Jai Gurudev, que es el nombre de la consciencia total. No interprete este conocimiento con la ayuda de la mente. Solo entonces amanecerá el verdadero conocimiento del Sí mismo, Mientras canta, recuerde el significado del mantra. El jnana, la iluminación, encuentra el modo de expresarse a través de su personalidad.
Conozca «lo que es», pero no «quién es»
La sensación de ser se manifiesta en el cuerpo, que es el producto de los alimentos consumidos. El conocimiento del ser es la cualidad de la esencia del alimento. Si aspira a la genuina paz mental, entonces debe conocer su propia y verdadera naturaleza. No encontrará la paz ni la plenitud en la vida ordinaria. El que conoce su auténtica naturaleza se siente satisfecho dondequiera que esté. De ahí que sea tan importante llegar a conocerla. Uno debe conocerse a sí mismo.
Para mí, es importante saber qué soy, en lugar de quién soy. ¿Durante cuánto tiempo conocemos nuestra existencia? Mientras haya sensación de ser debida a la consciencia, existirá el cuerpo, así como la vigilia, el sueño y la cognitividad. Pero en todo ello no es posible señalar nada que sea nuestra verdadera identidad. ¿Cómo encontrar algo eterno en esta existencia temporal? Por medio del autoconocimiento, uno debe liberarse de esta sensación de ser individual.
Incluso si digo que he nacido, esto podría ser expuesto como falso. Es una tontería admitir que he nacido, lo cual se torna completamente evidente ahora. Lo que en este momento considero como el «yo», es lo Eterno que no ha nacido. La apariencia del nacimiento es un mero anuncio de nuestro ser o nuestra existencia. Este ser mío no aumenta ni disminuye. El hecho es que todos somos iguales. Los que se aferran al nombre y la forma como si estos fuesen reales sufren de desigualdad en sus vidas. Esta vida no es más que un desorden de palabras. En el Atman no hay atracción ni rechazo, ni otros rasgos de carácter dualista.
Por consiguiente, donde hay Advaita o no dualidad originada en el sattva puro, no hay opuestos como felicidad y sufrimiento. Las olas del océano chocan ferozmente y se rompen unas contra otras, pero no sienten ningún dolor, ya que no son más que la misma agua del océano, donde no hay dualidad. ¿Cómo puede haber dolor o placer cuando no hay concepto alguno del «otro»?
De hecho, la experiencia de la existencia, la sensación de ser, no es sino un signo de dualidad, que no es permanente y que recibe el nombre de Maya o ilusión. Así como toda la existencia experimentada durante el estado de vigilia desaparece por completo en el sueño profundo, de manera similar también es provisional la consciencia de la existencia que aparece ahora a lo no manifestado. Esta dualidad requiere un soporte para existir y de ahí nace el concepto de Dios. Y es este concepto el que se convierte en Dios. Incluso en el sueño profundo, el mundo de los sueños aparece debido a la sensación onírica de ser. La yo-soy-dad del estado de vigilia o de sueño crea la dualidad, que es la fuente de lo que aparece. No hay límite para lo que genera el mundo de la dualidad, lo cual significa que las escenas parecen infinitas. Sin embargo, su vidente solo es uno.