El propietario de Twitter, Elon Musk, se ha burlado de la organización transatlántica Alianza para Asegurar la Democracia (ASD, por sus siglas en inglés) y su panel Hamilton 68 por fabricar el “gran fraude mediático” de la supuesta ‘injerencia rusa’ en la democracia occidental rastreando a sus propios ciudadanos.
Musk ilustró este domingo su punto de vista con la portada de un libro infantil, titulado ‘Todas las personas con las que no estoy de acuerdo son bots rusos’, que ofrece “una guía para niños sobre las excusas de los medios de comunicación y del Gobierno justificando los fracasos políticos”.
El 27 de enero, el periodista y escritor estadounidense Matt Taibbi publicó un nuevo lote de los ‘Archivos de Twitter’, en los que reveló como el panel Hamilton 68 en sus ‘investigaciones’ utilizó 600 cuentas comunes de Twitter haciéndolas pasar como bots vinculados al Kremlin. Esa herramienta “afirmaba rastrear la influencia rusa y fue la fuente de cientos, si no miles, de noticias de prensa y televisión en los años de [gobierno de Donald] Trump”, denuncia Taibbi en un hilo del Twitter.
“Una estafa”
Financiado por ASD, el panel Hamilton 68 se lanzó en 2017 y estaba encabezado inicialmente por un ex alto cargo del FBI y actual colaborador del canal de televisión MSNBC, Clint Watts. La ASD está conformado por exfuncionarios afines al Partido Demócrata de diferentes entidades gubernamentales de EE.UU., incluyendo la CIA, el Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
Los análisis de Twitter sobre las cuentas señaladas por Hamilton 68 en sus ‘estudios’ demostraron que no eran rusas ni se trataba de bots. “En términos sencillos, Hamilton 68 apenas tenía rusos. De hecho, aparte de unas pocas cuentas de RT, la mayoría está llena de ciudadanos estadounidenses, canadienses y británicos comunes”, muestran los documentos internos de la red social.
“El panel fue una estafa. En lugar de rastrear cómo Rusia influyó en las actitudes de los estadounidenses, Hamilton 68 simplemente recopiló un puñado de relatos en su mayoría reales, en su mayoría de estadounidenses, e hizo pasar esas conversaciones orgánicas como intrigas rusas”, criticó Taibbi.
“Escándalo académico”
Algunos ejecutivos de la anterior administración de Twitter eran conscientes de las “mentiras” impulsadas por dicha herramienta, pero no se atrevieron a denunciarla, en parte, por temor a enfrentarse a la ASD, “políticamente conectada” con los demócratas. Entre las voces dentro de la red social que defendían el rol del panel se encontraba Emily Horne, futura portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, y otros futuros altos cargos de la Administración Biden.
“Hamilton 68 se utilizó como fuente para afirmar la influencia rusa en una asombrosa variedad de noticias”, que van desde el desafío independentista de Cataluña y la “difamación a personas como Tulsi Gabbard”, a quien la acusaron de tener vínculos con el Kremlin.
El “fraude” de la ‘injerencia rusa’ también “fue un escándalo académico”, debido a que prestigiosas entidades estadounidenses de educación superior como Harvard, Princeton, Temple y la Universidad George Washington, entre otras, “promovieron a Hamilton 68 como fuente” de información verídica. “Quizás lo más vergonzoso fue que los congresistas electos promovieron el panel e invitaron a sus ‘expertos’ a testificar” ante las diferentes comisiones del Congreso, concluye el nuevo lote de los ‘Archivos de Twitter’.