Algunos de los grandes filósofos tuvieron vidas o protagonizaron acontecimientos curiosos. No es para menos, si tenemos en cuenta que esos pensadores lograron ver el mundo desde perspectivas novedosas, más profundas y, por lo general, disruptivas.
Uno de los grandes filósofos sobre el que hay gran cantidad de anécdotas es el famoso Diógenes de Sinope, que decidió vivir dentro de un barril. Se cuenta que le encantaba defecar en público, incluso en teatros llenos de gente. Y si alguien no le simpatizaba, orinaba sobre él.
A Diógenes el cínico también se le recuerda por sus salidas ingeniosas. La más famosa de ellas tuvo lugar cuando Alejandro Magno fue a visitarlo y le dijo que podía pedir lo que quisiera. Diógenes le contestó que solo le pedía retirarse, para no tapar los rayos del sol. Veamos otras curiosidades de los grandes filósofos.
«Un día, mientras viaja en barco, se desató una peligrosa tormenta que hizo que el filósofo pasase verdadero terror. Esa actitud despertó las burlas de los marineros y el resto de los pasajeros, por lo que uno le preguntó: ‘¿Cómo es que tú, un hombre sabio, teme perder la vida, mientras que un ignorante como yo no tiene miedo?’. Y Aristipo le respondió: ‘La explicación es, como tú mismo reconoces, que tenemos vidas muy distintas que salvar y a mí no me importaría perder la vida si fuera como la tuya’».
-Jaime Fernández-Blanco Inclán-
Curiosidades de los grandes filósofos de la antigüedad
Dentro de los grandes filósofos de la antigüedad sobre los que se cuentan anécdotas está el famoso Sócrates. Se dice que tenía un apodo: «el tábano de Atenas». Esto es porque, al parecer, era tan agudo y punzante con sus reflexiones, que consiguió incomodar a casi todas las personas con poder de Atenas.
Sobre Sócrates también se cuenta que en una ocasión recibió una oferta de un rico ateniense. Quería que se encargara de la educación de su hijo, a lo que el filósofo contestó que esto le costaría 500 dracmas, lo cual era una cifra considerable en aquel entonces. El hombre pensó que era muy costoso y le dijo: «es demasiado dinero. Con eso puedo comprarme un asno». Sócrates respondió: «tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos».
Otro de los grandes filósofos de la antigüedad fue Tales de Mileto. Fue uno de los primeros en abordar el tema de la mortalidad del alma y en describir el significado de un eclipse. Sobre él se cuenta que una vez invitó a una mujer a mirar las estrellas. Probablemente, quería seducirla mientras le hablaba de ellas, pero con tan mala suerte que cayó en un hoyo. La mujer le dijo: «cómo pretendes hablarme de lo que hay en el cielo, si ni siquiera eres capaz de darte cuenta de lo que hay bajo tus pies».
Otras anécdotas de grandes filósofos
Descartes fue otro de los grandes filósofos de la era moderna. Se cuenta que detestaba levantarse temprano y que, de hecho, dormía hasta 12 horas. Pensaba que el sueño era el mejor alimento para el cerebro, y por eso nunca se levantaba antes del mediodía. Solía trabajar desde la cama.
Jeremy Bentham es uno de los filósofos más excéntricos de la historia. Fue el fundador del utilitarismo y un auténtico genio, pero tenía una costumbre extraña: hablarle a su bastón. Incluso le puso un nombre. Era solitario, de mal humor y rara vez se divertía.
En su testamento dejó una instrucción insólita: uno de sus amigos debía diseccionar su cadáver en público. Su última voluntad se cumplió. Sus restos fueron momificados y puestos en una vitrina. Hoy en día se les ve aún en el University College London.
Y para que se vea que ni los grandes filósofos escapan a las miserias humanas, no hay mejor ejemplo que Emmanuel Kant. Toda su vida padeció problemas intestinales graves. Pasaba por momentos verdaderamente tortuosos cuando no podía eructar, ya que solo esto lo aliviaba de su pesadez y llenura. Durante los últimos años de su vida, después de comer, se podía preciar una protuberancia en su abdomen, probablemente un tumor.
Otras curiosidades
Para finalizar, hablemos de Bodhidharma, uno de los grandes filósofos orientales y fundador del zen. Al parecer, llegó a China desde el centro o el sur de Asia, y de inmediato destacó por su sabiduría, pero también por sus excentricidades.
Fue invitado a dar una especie de conferencia acerca del budismo. Aceptó la invitación, y al llegar se sentó, en posición de flor de loto, y procedió a meditar durante varias horas. No pronunció ni una sola palabra. Al cabo de un tiempo, se levantó de su lugar y se fue.
Este filósofo quería unirse al Monasterio Shaolin, pero por una razón no muy clara, le negaron el ingreso. Tras esto, se trasladó a una cueva cercana, y nuevamente se puso a meditar. Pasó nueve años haciéndolo, hasta que los monjes lo admitieron. Una vez en el monasterio, criticó a los aprendices por su mal estado físico. Para remediarlo, introdujo las artes marciales en el plan de enseñanza. Así nació el Shaolin Kung Fu. Así fueron algunos de los grandes filósofos: brillantes y sorprendentes.
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