Es curioso cómo el ser humano se empeña en trazar y reforzar fronteras (y por hacer la guerra) que luego un simple mosquito portador de la enfermedad del dengue salta. ¿Tenemos que preocuparnos, será otra campaña de marketing del miedo?

Finlandia está empezando a levantar un muro en su frontera con Rusia. Se trata de una valla con alambre de espino de tres metros de altura y con videovigilancia en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Se espera que se expanda más de 200 kilómetros:

También casi al mismo tiempo leo esto otro del riesgo de que aparezcan nuevos casos autóctonos de dengue en España es bajo, pero será moderado a partir de abril, cuando comience el periodo de actividad de uno de los mosquitos vectores de la enfermedad presente en el país.

Eso concluye un informe de evaluación rápida del riesgo de dengue elaborado por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES).

Creíamos que nunca nos llegarían mosquitos «asesinos» de otros países, en concreto africanos, que la enfermedad que ellos nos transmiten no sucedería en el «Primer Mundo» pero los jodíos mosquitos dengosos no entienden de fronteras.

Ya sea en Finlandia, en Ceuta o en Palestina las saltan sin problemas demostrando más capacidad viajera que los humanos.

Aprovechan el calorcito que les ofrece el colapso climático al que nos encaminamos para disfrutar de conocer nuevos lugares. Son viajeros 100% friendly con la ecología pues baten sus alas sin consumir combustible contaminante, no como los pardillos de nosotros que por no querer parar de movernos por placer estamos acabando con todo.

Eso o lo que nos están anunciando es que se aproxima otra terrible epidemia (y llevamos unas cuentas amenazas, por suerte falsas, desde la innombrable pandemia Covid-19).

¿Puro marketing del miedo para tenernos siempre como corderitos indefensos que han de confiar en todo lo que venga del Poder establecido?

Éste, por supuesto, siempre tiene la llave maestra que abre todas las puertas de nuestra Salvación.

Cuidado que el mosquito del dengue no entiende de fronteras humanas