Especialistas señalan la peligrosidad de una dieta plástica. El plástico que respiran, comen y beben los habitantes de la CDMX puede representar un problema de salud grave.
Los habitantes de la Ciudad de México respiramos, comemos y bebemos microplásticos. Estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), confirman que acumulamos hasta mil partículas de plástico tóxico en los pulmones al año, y comemos los microplásticos equivalentes a una tarjeta de movilidad cada semana.
Dieta plástica basada en nanoplásticos, el peligro potencial
Los investigadores de la UNAM y el Cinestav publicaron el artículo “Ocurrencia y características de los microplásticos atmosféricos en la Ciudad de México”, primero en su tipo en Latinoamérica, donde se hizo un muestreo durante 2021 en siete estaciones de monitoreo del aire de la CDMX y se detectaron microplásticos en todas las muestras.
Fermín Pérez Guevara, doctor en Ciencias, investigador del Cinvestav y coautor del artículo, explicó que las investigaciones sobre los microplásticos y sus posibles impactos en el medio ambiente y en la salud de los seres humanos son recientes, pues comenzaron aproximadamente hace 5 años. Sin embargo, advirtió sobre los riesgos que estos podrían implicar.
Se entiende por microplásticos a los fragmentos de plástico inferiores a 5 milímetros, estos son considerados como una fuente importante de contaminación en el medio ambiente, están presentes en el polvo atmosférico junto con patógenos, metales pesados y otros contaminantes que provocan y agravan padecimientos como el asma, neumotórax, alveolitis, bronquitis crónica y neumonía.
Presencia de microplásticos por todos lados
El investigador del Cinestav indicó que los microplásticos se generan por fricción de los materiales plásticos por su uso o desecho en la calle y rellenos sanitarios, donde botellas, bolsas, mascarillas y un sinfín de artículos se desgastan hasta generar plásticos microscópicos arrastrados por el aire. No obstante, el científico aclaró que, según los estudios, es en el lavado de ropa donde se genera la mayor cantidad de microplásticos, por las numerosas fibras que desprende el poliéster.
De acuerdo con Pérez Guevara, el verdadero riesgo sanitario de comer e inhalar microplásticos es su potencial para convertirse en nanoplásticos, pues pueden ser vectores de toxicidad microbiológica.
El muestreo –tomado en 2020– arrojó concentraciones medias de micropláscticos en PM10 (partículas menores o iguales a 10 micras) y PM2.5 (menores o iguales a 2.5 micras). Se identificaron tipos de plástico como celofán, polietileno, tereftalato de polietileno, poliamida y celulosa (rayón), así como contaminantes metálicos como aluminio, hierro y titanio, siendo Tlalnepantla, Iztapalapa y La Merced las zonas del Valle de México con mayores concentraciones de micropláscticos.
Alertan sobre la peligrosidad de una dieta plástica
Organizaciones ambientales, académicos y dependencias como la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la CDMX, han alertado sobre la presencia de estas partículas en alimentos y bebidas como pescados y mariscos, agua, cerveza, leche, refrescos, bebidas energéticas y otros productos de consumo cotidiano.
“Los estudios sobre los plásticos de un solo uso, y de manera particular sobre los microparticulas, muestran que por semana las personas ingerimos a nuestro cuerpo el equivalente a más o menos una tarjeta de transporte público o una tarjeta de crédito”, refirió en 2021 ante legisladores locales Marina Robles García, titular de la Sedema, en el marco de la controversia sobre la prohibición del plástico de un solo uso en la CDMX.
Al respecto, Pérez Guevara, puntualizó que a pesar de las restricciones por el uso de plástico y de que las autoridades fomenten el uso de materiales compostables en la capital, la realidad es que no existen plantas de composteo.
En lo que va de 2023, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) alertó sobre dos contingencias ambientales, la más reciente el 23 de febrero por altas concentraciones de ozono; mientras que la primera se activó el 1 de enero por la presencia de un alto nivel de partículas PM2.5, en las que, según las investigaciones, existen concentraciones de microplásticos.
Consecuencias de consumir microplásticos
Para averiguar las consecuencias que tendrá en los habitantes capitalinos ésta dieta plástica que implica respirar, comer y beber microplásticos, Pérez Guevara aseguró que falta que se estandaricen los estudios a nivel internacional para tener parámetros sobre el origen, la evolución y la presencia de estas partículas al interior del cuerpo humano.
Asimismo, explicó que en el caso de México este proceso puede ser aún más lento, pues falta inyección de recursos para avanzar en las investigaciones sobre los micro y nanoplásticos, así como sus posibles consecuencias. “Si no se cuenta con los recursos, pues es imposible avanzar”, subrayó.
A considerar
- Al año un habitante de la CDMX puede consumir hasta 70 mil piezas de plástico y acumular mil partículas en sus pulmones.
- Los microplásticos que se respiran en la capital están contaminados con metales como aluminio, hierro, titanio, plomo, bismuto y otros elementos dañinos para la salud humana como el arsénico.
- La contaminación generada por plásticos desechables afecta a más de 100 mil animales marinos y provoca la muerte de 1 millón de aves al año.
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