Meditación

Por Jenny Beal 

Jenny Beal

En el Cuarto Camino (1), la meditación es el principal medio por el cual llegamos a comprender lo que realmente somos. La meditación en la Vía Directa (2) comienza simplemente con «ser consciente de ser consciente». A medida que nuestra comprensión crece y la meditación se profundiza y se vuelve más estable, se considera como “permanecer conscientemente como la presencia de la Conciencia ― el Sí mismo real” y, como tal, es el método más simple y directo del recuerdo del Sí mismo. A diferencia de la mayoría de las otras formas de meditación, la meditación de la Vía Directa se puede practicar en cualquier condición y bajo cualquier circunstancia. Sin embargo, al principio es más fácil aprender a meditar sentado cómodamente en una habitación tranquila con los ojos cerrados.

El Programa de Verano de 2014 y nuestro artículo del trimestre pasado titulado De la atención al recuerdo del Sí mismo explicaban el uso de preguntas como “¿soy consciente?” o “¿qué es lo que conoce mi experiencia?” para llevarnos directamente a lo que realmente somos. Pero no siempre necesitamos usar una pregunta: podemos “ir allí” directamente. La sensación «yo soy» es una puerta de entrada al Sí mismo. Todo lo que se necesita es acercarse a esa puerta y entrar en el vasto, abierto, vacío y luminoso campo de conocimiento que se encuentra más allá de la mente discursiva. Aquí está la descripción de Nisargadatta:

Profundice en la sensación de “yo soy” y descubrirá [el Sí mismo real]. ¿Cómo encuentra usted algo que ha extraviado u olvidado? Lo mantiene en la mente hasta recordarlo. La sensación de ser, de “yo soy”, es lo primero que surge. Pregúntese de dónde sale o simplemente obsérvelo con tranquilidad. Cuando la mente permanece en el «yo soy» sin moverse, se entra en un estado que no se puede expresar con palabras, pero que se puede experimentar.
[ Nisargadatta, yo soy eso ]

Al principio esto se siente como un enfoque o dirección de la atención y parece requerir un poco de esfuerzo. Pero la meditación no es algo que “hacemos”: con el tiempo aprendemos a permitir que la atención se relaje en su fuente de conciencia pura.

He aquí algunos consejos prácticos de Francis Lucille:

P: ¿Podrías decir algo sobre la utilización del pensamiento “yo” o “yo soy” como una forma de volver a nuestra propia naturaleza? Lo encuentro muy difícil.

…Conoces la dirección del “yo soy”. Se conoce a sí mismo en ti. No te detengas en ningún objeto, en ningún pensamiento o sentimiento. Suavemente aleja la atención de este pensamiento o sentimiento y llévala de vuelta al “yo soy”.

Al principio puede dar la sensación de ser un esfuerzo. Deja que este esfuerzo se relaje volviendo a la fuente del Yo (Sí mismo), que está buscando. Mantén la intensidad, pero deja que esta intensidad se desdibuje en su contorno, que pierda su definición, su contracción. Cada vez que te quedes atascado con una sensación, un sentimiento o un pensamiento, piensa o siente el “Yo” interior. Enfoca la atención en el sentimiento profundo de “yo”. Eso te desatascará. Aunque aquel que medita en el “Yo” (Sí mismo) parece muy silencioso desde el exterior, existe de hecho una gran intensidad interior. Hay un deseo de gran intensidad, de volver la atención hacia la fuente.

En esta meditación, los sentimientos, pensamientos y percepciones no son rechazados. Aparecen en el perfume de la “yo-soy-dad”. La atención no se dirige a ellos, sino más bien a la “yo-soy-idad”. Aquel que teme, aquel que desea, aquel que siente gusto o disgusto, es una mera apariencia corpóreo-mental sobre el trasfondo de la “yo-soy-idad”. No pierdas de vista el trasfondo. No sientas que fracasas en esta meditación. Lo logras cada vez que vuelves a dirigir la atención hacia su fuente.

Desde el pensamiento “yo”, vamos a un sentimiento mas sutil, el sentimiento “yo”. Y desde ahí, se funde con el Absoluto, con su fuente. Se funde con la fuente de nuestra intención, con esta presencia, este espacio consciente que lo impregna todo, este “yo soy”.

Al intentar hacer esto, a veces nos encontramos con el problema de que tanto el espacio consciente como el pensamiento “yo” pueden continuar existiendo como objetos. Este espacio puede continuar siendo un espacio físico o un espacio mental, sin fundirse con la presencia. El espacio consciente, la consciencia que lo impregna todo y el “yo soy” son la misma cosa, salvo que no es una cosa.

Sin embargo, esta cosa única puede ser abordada desde dos ángulos diferentes. Uno es desde el sentimiento, desde el espacio abierto, desde una acogida abierta. El otro es desde el pensamiento “yo”, y éste es más cercano a la mente, al mundo interior…

Adoptamos el pensamiento “yo”, lo adoptamos con la intención de entender, de experimentar la realidad a la que se refiere. Tomamos este pensamiento “yo” y le permitimos que nos guíe hasta la fuente, y entonces durante unos momentos moramos en esta fuente. Al principio, el hábito de agitación mental o corporal, nos arrastrará. En ese momento, podemos retomar otra vez suavemente, sin violencia, este pensamiento “yo”, siempre de una forma viva, con el deseo de experimentar su referente, nuestra presencia…

P: Antes mencionaste la tendencia a quedar atascado en este proceso de retorno a la fuente.

Hay dos formas principales de atasco en un nivel intermedio: una se debe a la pasividad, la otra se debe a la actividad. La pasividad, vagancia o apatía ocurre cuando descubrimos un pensamiento o sentimiento que realmente no queremos ver. Con objeto de encubrirlo, creamos algún tipo de ensoñación despierta, algún tipo de actividad mental. Esto nos aleja del problema, de la tensión, de la contracción. Es un rechazo, un escape.

La actividad o la agitación ocurren en un estadio posterior. Esto ocurre cuando en vez de escapar queremos eliminar el problema. El deseo de eliminar el problema nos apega a él. Aunque esta actitud implica un nivel más elevado que el rechazo a experimentar el pensamiento o la sensación de forma completa, es todavía un nivel de apego.

Podemos pasar varios años atascados con un solo problema, bien en pasividad o en actividad. Es importante ver esto claramente, de forma que podamos poner en práctica esta compresión en nuestra meditación, de forma que no perdamos nuestro tiempo en estos niveles intermedios.
[ Francis Lucille – el perfume del silencio ]

Rupert Spira enfatiza que “el impulso de meditar debe ser solo amor e interés”. No debemos practicar la meditación por un sentido de disciplina ― “Debería hacer esto porque sería bueno para mí”. Para la mayoría de nosotros, el primer impulso que sentimos proviene del interés: el deseo de comprendernos a nosotros mismos y al universo. Después de un tiempo, el amor por “ser lo que somos” toma el control y en este punto podemos encontrar que se necesita un enfoque más emocional. Así describe Francis la actitud de apertura y entrega que permite que la meditación nos lleve con sencillez y naturalidad a la paz y la felicidad que es nuestra verdadera naturaleza:

P: Muchas tradiciones hacen referencia a postrarse a los pies del gurú. Si el verdadero gurú es esta presencia impersonal y no la persona física, ¿qué quiere decir realmente la expresión “los pies del gurú”?

La meditación es la ofrenda constante de nuestras esperanzas, miedos, creencias, descreencias, dudas, pensamientos, sentimientos, preocupaciones y percepciones del mundo al gurú, a la conciencia presente. Es un constante prasad (ofrenda) un dar y recibir constantes. Dejamos todas nuestras esperanzas y miedos, nuestros problemas, alegrías y penas a los pies del gurú. “Los pies del gurú” son el umbral de la conciencia, este lugar en la mente que no pertenece a la mente, esta apertura, esta ventana a través de la que la conciencia ve la mente. Es esta presencia consciente en nosotros.

Esta ofrenda no es algo que hagamos de una vez por todas. Es una ofrenda continua a este umbral momento a momento. Es desde el mismo umbral al que hacemos la ofrenda, del que recibimos. Sin embargo, no podemos recibir si nuestras manos están llenas de objetos. Así que tenemos que dar, que ofrecer, para poder tener las manos vacías, la mente vacía. Tenemos que estar en el no-saber para poder recibir el regalo del gurú, la gracia, la comprensión, la presencia, la vida. Mientras nos agarramos al problema o intentamos solucionar el problema, no hay ofrecimiento. No hay no-saber.

Ofrece especialmente tus pensamientos. Deja que el universo se encargue del problema. Si tus pensamientos corren en círculos, simplemente ofrécelos al infinito. Esto romperá el ciclo de tus pensamientos repetitivos de forma que puedas recibir la gracia de la intuición y la comprensión.

Deja que el vacío empape tu mente y tu cuerpo. Ofrece el cuerpo, la mente y el mundo a la presencia constantemente. Tan pronto como te des cuenta de que estás atascado, libérate suavemente del apego. No es un esfuerzo. De hecho, es la terminación del esfuerzo. No lo conviertas en un esfuerzo. Es un alivio dejarse ir. Si haces un esfuerzo apilas un esfuerzo encima de otro esfuerzo preexistente. Esto no es lo que quiere decir “dejar ir”. Devuélvelo al infinito. Deja que el infinito se encargue de él. Tú no tienes que llevar la carga.

En un cierto estadio de la meditación, es fundamentalmente tu cuerpo el que aparece, así que naturalmente se convierte en el principal objeto de tu contemplación. En esta etapa, la principal ofrenda a la conciencia es el cuerpo con todos sus sentimientos y sensaciones.

Estate dispuesto a perder completamente el control sobre el cuerpo, sobre los sentimientos. Es nuestro deseo de hacer que ocurran cosas, de jugar a Dios, el pequeño dios, lo que impide que ocurran, lo que interfiere con el flujo natural de las cosas. Entiende que no tienes control de nada, que no hay ninguna elección que hacer como individuo, ninguna decisión.

Deja que tu experiencia del cuerpo sea lo que quiera ser, sin embargo evoluciona espontáneamente. Confía en este no-saber. No te apegues a ninguna imagen del cuerpo. Hazte consciente de todas las tensiones que han sido superpuestas a nuestra vacuidad natural y que de esta manera ha creado una entidad separada o la ilusión de una entidad separada. No trates de eliminar estas contracciones pero tampoco las rechaces. Dales completa libertad para que evolucionen en el tiempo y en el espacio.

No hay meta, nada que alcanzar, no hay necesidad de luchar. La conciencia ya es un hecho. Es el más básico de todos los hechos. No hay que traerla de algún sitio. Ya esta aquí y todo está en ella. Así que ¿Por qué luchar? Y ¿qué es aquello por lo que estamos luchando? Solo podemos luchar por un objeto, algo sin valor.

En vez de luchar, contempla la lucha. Da la bienvenida a tu lucha. Déjala que cuente su historia. Simplemente ama, simplemente acoge la lucha. Da la bienvenida al cuerpo y a la mente que se esfuerzan sin esforzarte en ser de ninguna manera diferentes de lo que son.
[ Francis Lucille – el perfume del silencio ]

Contemplación

La meditación no tiene nada que ver con una actividad o cese de actividad de la mente… La meditación, en este enfoque, es simplemente ser, simplemente ser la presencia de la Conciencia, simplemente ser eso que está consciente… La meditación es lo que somos, no lo que hacemos.
[ Rupert Spira ]

https://www.nodualidad.info/articulos/meditacion.html

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.