Vivir con trastorno de la personalidad dependiente: ¿cómo es?

Muchos hombres y mujeres buscan ayuda psicológica porque, según ellos, experimentan sentimientos de ansiedad y depresión. Sin embargo, en ciertos casos, detectamos un trastorno de la personalidad dependiente. Te invitamos a saber en qué consiste.
Vivir con trastorno de la personalidad dependiente: ¿cómo es?

Cuando hablamos de personas dependientes reforzamos, en ocasiones, sesgos y mitos . Es común visualizarlas como seres débiles, sin carácter, que viven como llaveros anclados a los demás. De hecho, también es recurrente asociar este patrón de comportamiento a las relaciones de pareja y pensar que dicha condición tiene género. El femenino.

Sin embargo, lo que conocemos como «trastorno de la personalidad dependiente» aparece también en muchos hombres. Asimismo, es interesante saber que una parte de la población que evidencia características ansiosas y depresivas, puede presentar como desencadenante esta condición que Sigmund Freud ya describió bastante bien.

Los cautivos de la indefensión absoluta viven en un rincón de sufrimiento permanente. Quien repite una y otra vez verbalizaciones como «no puedo con eso», «me siento solo», «nadie me quiere» o «no sé qué hacer con mi vida», necesita nuestra comprensión y no una crítica. Conocer la anatomía de este tipo de trastorno puede ser más importante de lo que creemos. Profundicemos en él.

El trastorno de la personalidad dependiente responde muy bien a la terapia psicológica. El problema es que, a veces, no se diagnostica de forma adecuada porque se atiende solo el trastorno depresivo o la ansiedad.

Mujer acostada en un mueble representando lo que es vivir con trastorno de la personalidad dependiente
Quienes padecen un trastorno de la personalidad dependiente anhelan refuerzos constantes, rara vez expresan un desacuerdo o su opinión sobre algo.

Así es vivir con trastorno de la personalidad dependiente

Hay condiciones psiquiátricas que pueden parecernos muy difusas. Los problemas de salud mental evidencian ejes vertebradores comunes y matices que se repiten. Es más, algo frecuente es ver características comórbidas, es decir, son muchas las personas que presentan dos o más trastornos psicológicos.

Un ejemplo. Alguien con un temor feroz al abandono y que se siente incapaz de estar solo puede confundirse con un trastorno límite de la personalidad. No obstante, vivir con trastorno de la personalidad dependiente implica ser incapaz de funcionar en soledad. Es, también, ser incapaz de tomar ninguna decisión por sí mismos y tener que contar siempre con la supervisión/ayuda de alguien.

La Universidad de Padua, en Italia, destaca en un trabajo que esta condición aparece en la edad adulta temprana y que condiciona por completo el funcionamiento social de la persona. Estamos ante un trastorno muy debilitante, pero con la particularidad de que responde bien a la terapia psicológica. El cambio es posible, siempre y cuando se lleve a cabo un adecuado diagnóstico. Veamos ahora cómo es la vida de estos pacientes.

Las personas con el trastorno en cuestión están anclados a sus progenitores o parejas en todo momento. No pueden, incluso, tomar una decisión por sí mismos.

1. Comportamientos de apego constantes y autodestructivos

Algunas personas pueden presentar conductas dependientes y, a pesar de ello, tener una funcionalidad básica. Pero vivir con un trastorno de dependencia es ser del todo incapaz de valerse por sí mismo a nivel psicosocial. Las dinámicas y conductas que evidencian son, por término medio, las siguientes:

  • Su peor miedo es quedarse solos, ser abandonados.
  • Alimentan la autopercepción de que no pueden funcionar sin la ayuda de los demás.
  • Muestran comportamientos de apego y sumisiones persistentes (ya sea a la pareja, familia o amigos).
  • No entienden la vida sin la cercanía de sus progenitores o parejas. Siempre tienen una serie de figuras a las que se adhieren para reforzar sus carencias, miedos y nutrir sus necesidades.

Es importante señalar que, a la vez que necesitan de ese apego persistente con esas figuras cercanas, sufren por ser así. Su conducta, su forma de ser, no les satisface, saben y entienden que esto es un foco de angustia persistente.

2. La indecisión corrosiva

«¿Qué carrera o grado universitario debería cursar?». «¿Debería presentarme a esa entrevista de trabajo». «¿Y si al tomar esa decisión me equivoco?». «¿Debería llevar el coche al taller o mejor me espero un poco más?». «¿Qué debería decirle a esta persona después de lo sucedido ayer?». Vivir con trastorno de la personalidad dependiente es estar atrapado en la indecisión permanente.

Son personas que de todo dudan, casi cualquier cosa les suscita miedo e inseguridad y requieren el consejo ajeno para actuar. No importa que sean temas más nimios o aspectos de gran relevancia. Siempre piden soporte a sus figuras cercanas, como quien demanda ser rescatado a vida o muerte. El entorno suele padecer un gran desgaste ante dicha responsabilidad.

3. Vivir desde la docilidad y la nula iniciativa

¿Te imaginas una existencia en la cual no das tu opinión sobre casi nada para no contradecir a ninguna persona? ¿Podrías estar sin emitir ningún juicio y mostrar aprobación incluso a razonamientos que van en contra de tus valores? Así es vivir con trastorno de la personalidad dependiente.

Estamos ante personas que ceden, mimetizan y se disuelven en los demás, con tal de evitar la soledad. A todo dicen que sí, dejando caer así, pedazo a pedazo, los cimientos de su dignidad. No defienden sus necesidades, ni sus derechos y, de hecho, temen incluso pedir ayuda cuando lo necesitan. No quieren molestar o, peor aún, irritar al otro y lograr con eso despertar un enfado que termine en distancia.

Por otro lado, una conducta que está en el ADN de este trastorno es la falta absoluta de iniciativa. Lejos de cambiar una situación que les es dañina o contraproducente, se dejan llevar sin actuar. El miedo y la falta de confianza en sí mismos son dos ejes nucleares en esta condición.

Los trastornos de personalidad son amalgamas muy complejas que integran desde hábitos aprendidos y componentes genéticos, hasta experiencias adversas de infancia. En el caso del trastorno de personalidad dependiente, sabemos que tiene su origen en la infancia o adolescencia.

Mujer en terapia psicológica recibiendo apoyo del especialista para tratar lo que es Vivir con trastorno de la personalidad dependiente
Los trastornos de la personalidad dependiente nutren la autopercepción de no poder accionar sin el apoyo de los demás.

¿Cómo se trata este trastorno psicológico?

Se estima que la prevalencia de este trastorno en la población general no llega al 1 %. No es mucho, pero insistimos, una vez más, en la pertinencia de llevar a cabo un adecuado diagnóstico. Detrás de una depresión recidivante o un trastorno de ansiedad recidivante, puede esconderse ese miedo absoluto a la soledad y esa necesidad tan enfermiza de apego.

El dato positivo sobre el trastorno de personalidad dependiente es que responde bien a la terapia cognitiva conductual. Estamos ante un cuadro clínico que tiene buenas tasas de éxito y que puede darle a la persona el cambio que le hace falta. En este caso, el abordaje señalado facilita desactivar los patrones de pensamiento distorsionados por otros más saludables.

De igual forma, pueden ofrecerse a los pacientes herramientas eficaces para aumentar su autonomía, la seguridad en sí mismos y la capacidad de tomar sus propias decisiones. Por otro lado, es común que esta condición requiera también de un enfoque farmacológico para los síntomas de la depresión y la ansiedad. Sin embargo, será siempre la terapia psicológica la que aborde la auténtica raíz del problema.

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