Estos días en los que la gran actividad solar ha hecho saltar algunas alarmas ante la posibilidad (remota) de sufrir una tormenta solar, conviene acordarnos de uno de los mecanismos de defensa con los que contamos: el campo magnético de la Tierra.
De igual manera que la Tierra no es una esfera perfecta (en parte por ello), su campo magnético también muestra algunas irregularidades. La más notoria de ellas es la llamada Anomalía del Atlántico Sur (SAA).
El campo magnético de la Tierra no solo nos protege a nosotros de la radiación procedente del Sol y de fuentes cósmicas más lejanas, también protege a muchos de los satélites que nos orbitan a su resguardo. Es por eso que desde hace algunos años, la NASA y otras agencias como la NOAA (la National Oceanic and Atmospheric Administration) siguen con detenimiento su evolución.
Y su evolución se parece a la de una célula en plena mitosis: la anomalía parece expandirse a la vez que dos núcleos comienzan a distinguirse, con un istmo cada vez más “normal” entremedias. Aún hoy no está claro cómo terminará de evolucionar esta irregularidad (algunos cálculos estiman que acabará desapareciendo en unos 300 años), pero contar con dos anomalías en lugar de una de mayor tamaño puede suponer un quebradero de cabeza para los ingenieros de la NASA y otras agencias espaciales.
Y es que muchos satélites, e incluso la Estación Espacial Internacional sufren un incremento en el impacto de partículas cargadas cuando atraviesan esta región. Se trata de partículas cargadas procedentes del Sol que atraviesan las capas superiores de la magnetosfera pero en lugar de llegar a la Tierra se quedan atrapadas en una región llamada el Cinturón de Van Allen.
Debido a la irregularidad en la SAA, las partículas cargadas pueden acercarse más a la Tierra en esta región, creando un pequeño campo de minas que deben atravesar los satélites artificiales que cruzan la zona en su órbita.
Todo paso por la región implica un incremento en la probabilidad de impacto, y todo impacto tiene el riesgo de afectar a algún componente clave de la operación. Generalmente los problemas son leves, pequeños errores en el funcionamiento de los aparatos, pero la posibilidad de que éstos causen pérdidas en datos o daños en instrumentos de navegación es relevante.
No hay mucho que los ingenieros puedan hacer más allá de tratar de buscar órbitas que pasen el menor tiempo posible por éste área y monitorizar más cercanamente las sondas y vehículos que lo hacen.
No estamos seguros de qué causa esta anomalía, pero probablemente sea causa causada por la propia irregularidad geológica de la Tierra o, más concretamente, de su núcleo. Se cree que detrás pueden estar los movimientos en la capa de hierro fundido que compone el núcleo externo de la Tierra.
Los estudios recientes sobre el tema consideran que esta anomalía no se trata de un hecho aislado, sino que fenómenos semejantes han podido producirse ocasionalmente a lo largo de periodos muy largos de tiempo. También se ha descartado, en base a lo que sabemos de la anomalía, que se trate de un fenómeno precursor de una posible inversión de los polos magnéticos de nuestro planeta.
Mientras apuntamos nuestros telescopios a regiones nunca antes vistas por la humanidad, los misterios que atañen al espacio más cercano no dejan de asaltarnos. La Tierra no deja de ser un planeta más en un vasto universo, Y muchos de los secretos de éste se encuentra en fuera de él.
https://www.xataka.com/espacio/hay-inmensa-anomalia-campo-magnetico-terrestre-nasa-todavia-no-sabe-muy-bien-que
Un impacto meteorico o planetario antiguo podria haber causado la anomalia magnetica