¿Existe un vasto sistema financiero oculto a nivel mundial?

Autor: Manel Sancho (https://oldcivilizations.wordpress.com); fecha: 11/4/2023

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El investigador y escritor Joseph P. Farrell, en su libro Covert Wars and Breakaway Civilizations The Secret Space Program, Celestial Psyops and  Hidden Conflicts (Guerras encubiertas y civilizaciones disidentes – El programa espacial secreto, operaciones psicológicas celestiales y conflictos ocultos), nos dice lo siguiente: «Ha existido desde la Segunda Guerra Mundial un vasto y casi completamente oculto sistema de finanzas en el mundo, y este sistema de finanzas se ha utilizado para financiar una civilización disidente en todas sus facciones y todas sus actividades, actividades que incluyen operaciones encubiertas de todas las variedades, desde guerras abiertas y encubiertas, de todos los tipos, tanto en este planeta como fuera.  Este vasto mecanismo también apoya la investigación y los proyectos ocultos que hacen posibles sus fantásticas tecnologías. Es un sistema, sin embargo, que en su raíz se basa en un gran fraude y la colusión de las instituciones públicas del gobierno y las corporaciones, y más simplemente, el robo, porque el financiamiento encubierto para la civilización disidente (grupos de poder en la sombra) comenzó como una serie de factores y surgió con fuerza a través de un caso de falsificación a escala industrial patrocinado por un estado durante la Segunda Guerra Mundial, que se convirtió al menos en parte de la inspiración para el fraude de la posguerra. Asimismo, mediante varios casos patrocinados por grandes saqueos de los países conquistados, específicamente el saqueo de Asia por parte del Japón imperial, el saqueo de Europa por parte de la Alemania nazi, las transferencias de tecnología a Estados Unidos desde una Alemania derrotada, y el nexo de colusión entre las facciones de inteligencia estadounidenses de la posguerra con las élites financiera, militar, de inteligencia y científica de las potencias derrotadas del Eje (básicamente Alemania y Japón), y con el mundo financiero y corporativo del Occidente de la posguerra«. Empezando por Japón, tenemos la Operación Golden Lily (Lirio Dorado), que era el nombre en clave de la operación de saqueo del Japón Imperial en el Asia ocupada. Además era el nombre de uno de los poemas del emperador Hirohito. La operación fue encomendada directamente al hermano del Emperador japonés, el príncipe Chichibu. Otros miembros de la casa imperial supervisaron varias ramas de la operación en toda la Asia ocupada. Filipinas se convirtió en el punto de transbordo crucial para este saqueo, antes de que el botín fuese enviado a las islas japonesas.

Este nexo de confluencia de una élite, servicios de inteligencia y elementos clandestinos criminales se parece al de la Internacional Nazi de la posguerra y su estrecha alianza y asociación con los círculos militares, de inteligencia y financieros estadounidenses después de la guerra. Allí, en el otro lado del mundo, descubrimos el mismo patrón durante la guerra dentro de la oligarquía japonesa, y esto sugiere que surgirá un patrón similar de “cooperación” entre esta estructura y sus contrapartes estadounidenses después de la guerra. De hecho, en octubre de 1945, apenas un mes después de la rendición formal de Japón, la inteligencia estadounidense se había enterado de la Operación Golden Lily y los diversos escondites de tesoros esparcidos por Filipinas. El general Yamashita, que se había rendido a los oficiales estadounidenses el 2 de septiembre cuando recibió la notificación de la rendición de Japón, fue inmediatamente encerrado y acusado de crímenes de guerra. Pero fue su personal el que aparentemente proporcionó esta información a la inteligencia estadounidense, a pesar de que durante el juicio del general no se mencionó nada del botín de la Operación Golden Lily. Sin embargo, había una «agenda oculta» detrás del juicio y ejecución de Yamashita. Y, nuevamente, vale la pena citar a Sterling y Peggy Seagrave para ver cuál pudo haber sido esa agenda: «Debido a que no era posible torturar físicamente al General Yamashita sin que esto fuera evidente para sus abogados defensores, en su lugar se torturó a miembros de su personal. Su conductor, el mayor Kojima Kashii, recibió una atención especial. Desde que Yamashita había llegado de Manchuria en octubre de 1944 para hacerse cargo de la defensa de Filipinas, Kojima lo había llevado a todas partes. A cargo de la tortura de Kojima estaba un oficial de inteligencia filipino-estadounidense llamado Severino García Díaz Santa Romana, un hombre de muchos nombres y personalidades, cuyos amigos lo llamaban ‘Santy’. Quería que el comandante Kojima revelara cada lugar al que había llevado a Yamashita, donde se escondían lingotes y tesoros. Supimos que supervisando a Santy estaba el capitán Edward G. Lansdale«. En otras palabras, Yamashita, que conocía las ubicaciones de los lugares de entierro del tesoro, tuvo que ser eliminado para mantener su silencio. Es la aparición del nombre del capitán Edward G. Lansdale lo que hace sonar las alarmas, porque este es el personaje que posteriormente se convertirá en general y en un importante defensor de las operaciones encubiertas y de la guerra psicológica, siendo un general de la CIA y un colaborador cercano de Frank Wisner, de la Oficina de Coordinación de Políticas. Es el mismo general Edward G. Lansdale, a quien el coronel Fletcher Prouty, en sus libros sobre el asesinato de Kennedy, sostiene que estuvo involucrado como un posible planificador del asesinato. Con Lansdale nos encontramos con una figura clave en sus conexiones con operaciones encubiertas y con la red de posguerra de agentes estadounidenses, con fascistas, con nazis y con sindicatos criminales. Esta red estaba íntimamente involucrada en la recuperación del botín imperial japonés.

Hacia 1944 la guerra se había vuelto totalmente adversa para Japón, por lo que se tomó la decisión de ocultar el botín en Filipinas para que lo usara la casa imperial después de la guerra. Y se eligió al general Yamashita para comandar las fuerzas japonesas en esta misión de esconder el botín fruto del saqueo. Los escritores, investigadores e historiadores Sterling y Peggy Seagrave, en su libro Gold Warriors: America’s Secret Recovery of Yamashita’s Gold, resumen el papel de la Operación Golden Lily y del general Yamashita, en palabras que dan una indicación del alcance de la operación de saqueo japonesa: «En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, en Filipinas, mientras el general Tomoyuki Yamashita luchaba en una acción dilatoria en las escarpadas montañas de Luzón, varios de los príncipes imperiales de más alto rango de Japón se preparaban para el futuro. Estaban ocupados escondiendo toneladas de lingotes de oro saqueados y otros tesoros robados en cuevas y túneles cercanos, para recuperarlos más tarde. Este botín era propiedad de doce países asiáticos, que la habían acumulado durante miles de años. Los equipos de expertos que acompañaban a las fuerzas armadas de Japón habían vaciado sistemáticamente tesoros, bancos, fábricas, casas particulares, casas de empeño, galerías de arte y despojado a la gente común, mientras que los principales gánsteres de Japón saquearon el inframundo y la economía sumergida de Asia. En esto, los japoneses fueron mucho más minuciosos que los nazis. Fue como si una aspiradora gigante pasara por el este y sureste de Asia». La organización y la inteligencia para esta operación masiva recayó en unidades de la notoria burocracia y gendarmería de inteligencia del Japón imperial, el Kempeitai, y, como señalan Sterling y Peggy Seagrave, el inframundo criminal japonés, la Yakuza, se empleó para utilizar sus conexiones en Asia para garantizar que la actividad de saqueo no se limitase a los mercados abiertos legales. Estas circunstancias resaltan un patrón que, a medida que avanza la revisión de la Operación Golden Lily y sus consecuencias durante la posguerra, se hará cada vez más evidente, y ese patrón contiene tres elementos: 1) En la cúspide, coordinando la actividad, se encuentra una poderosa “élite administradora”, a la que en última instancia se destina el saqueo, en este caso, la familia imperial japonesa; 2) Realizando la actividad hay una red de oficiales militares y de inteligencia, en este caso, el Kempeitai; 3) Ayudan a esta actividad la clandestinidad criminal, utilizando sus fuentes de contactos e inteligencia dentro de los mercados negros clandestinos, en este caso, la Yakuza japonesa.

A principios de octubre de 1945, el conductor de Yamashita había sucumbido a la tortura a la que le habían sometido Severino García Díaz Santa Romana («Santy») y el general Lansdale, y los condujo a más de una docena de sitios donde estaba escondido el tesoro de la Operación Golden Lily al norte de Manila. Con la confirmación de la información concerniente a la dimensión real del tesoro de la Operación Golden Lily, Lansdale inmediatamente voló a Tokio donde informó al general estadounidense Douglas MacArthur, y desde allí, voló a Washington DC para informar nada menos que al propio presidente Harry S. Truman, que después de discutir sobre este gran botín con su gabinete, “decidió proceder con su recuperación, pero mantenerlo como secreto de estado”. El tesoro, constituido por oro, platino y barriles de gemas sueltas, se combinó con el botín de la Alemania nazi recuperado en Europa para crear un fondo mundial de acción política encubierta para luchar contra el comunismo. Este tesoro le dio a la Administración Truman acceso a fondos virtualmente ilimitados para operaciones encubiertas. También proporcionó una base de activos que Washington utilizó para reforzar las arcas de sus aliados, sobornar a líderes políticos y manipular elecciones en países extranjeros. A fines de la década de 1940, esta agenda se consideró completamente justificada, porque la Unión Soviética estaba apoyando agresivamente a los movimientos comunistas y socialistas en todo el mundo, poniendo en peligro la supervivencia del mundo capitalista. En otras palabras, se había tomado la decisión al más alto nivel de mantener la gran cantidad de tesoros como un sistema oculto para financiar operaciones encubiertas. La Guerra Fría se había convertido en una guerra caliente, pero era una guerra caliente librada en secreto, a través de falsos frentes y representantes.

Un conjunto de preguntas surge en este momento. En primer lugar, ¿qué hubiese pasado si los esfuerzos estadounidenses por recuperar el botín nazi y japonés simplemente no hubiesen sido del todo exitosos? ¿Qué pasaría si parte de este botín siguiera siendo conocido solo por cierta élite japoneses de la posguerra, tales como miembros de la familia imperial, la nobleza japonesa, industriales y políticos de alto rango y miembros de su clandestinidad criminal? ¿Sería ello la razón de que los estadounidenses mantuviesen las emperador japonés al finalizar la guerra? ¿Qué pasaría si parte de este botín siguiera siendo conocido solo por sus homólogos nazis? En segundo lugar, ¿ las operaciones encubiertas parecen dar cuenta de la gran cantidad de botín implicado? o ¿la cantidad implícita también sugiere que este sistema oculto de financiación se utilizó para financiar otro tipo de actividades de naturaleza encubierta, incluida la investigación secreta? Estas preguntas implican su propio conjunto de rastros de lo que uno buscaría si alguna de ellas fuera cierta. En el caso del primer conjunto de preguntas, uno buscaría signos de colusión de posguerra entre los miembros de esta red financiera, de inteligencia y de operaciones encubiertas estadounidense, y la de los supervivientes de las élites del Eje, tanto nazis como japoneses. Esta colusión también implica que uno puede buscar signos de “fascismo progresivo” en la cultura occidental de la posguerra. Sin embargo, tendremos ocasión de observar los signos de colusión y actividad encubierta más adelante. En el caso del segundo conjunto de preguntas, implica que uno busque signos de actividad financiera o política inusual en torno al uso o exhibición de tecnologías. Una mirada sobre el papel del General del Ejército estadounidense Douglas MacArthur en su creación permite entrar en el aspecto japonés de esta colusión de posguerra entre los intereses militares, de inteligencia y financieros estadounidenses y los del Imperio de Japón. Para comprender esta colusión de la posguerra, vale la pena señalar lo que Sterling y Peggy Seagrave afirman sobre el patrón general de esta reserva secreta de lingotes de oro, y cómo encaja esto en el esquema general. Esta vasta reserva de lingotes de oro constituiría una reserva secreta para un sistema oculto de finanzas. Así, funcionaría como un activo de reserva, reforzando los principales bancos de los países aliados y fortaleciendo los gobiernos de esas naciones. Como salvaguarda, los lingotes colocados en esos bancos fueron cuidadosamente controlados; ya que se ponían límites al uso que se podía hacer del oro. Esto permitió a Washington ejercer presión, de vez en cuando, sobre esos gobiernos, bancos centrales y bancos principales. En pocas palabras, siempre que un país y sus líderes cooperaran y siguieran siendo aliados de los Estados Unidos en la Guerra Fría, los derivados de los lingotes de oro dormidos podrían usarse para sobornos políticos.

¿Cómo se certificaron estos lingotes de oro? “Los certificados al portador de oro se otorgaron como incentivos”. Sterling y Peggy Seagrave agregan: “En manos de hombres inteligentes, las posibilidades eran infinitas”. Este fondo secreto respaldado por lingotes de oro se llamaba Black Eagle Trust (Fideicomiso del Águila Negra). La posibilidad de utilizar el botín de guerra recuperado del Eje (básicamente Alemania y Japón) como base para un “fondo de acción política global” de posguerra comenzó durante la Administración de Franklin Delano Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial y fue una creación del Secretario de Guerra estadounidense Henry Stimson, que estableció un grupo de expertos para abordar precisamente esta cuestión. Y uno de los hombres involucrados fue John J. McCloy. Con John J. McCloy volvemos a tener conexiones que se remontan a su relación con los nazis antes de la guerra, ya que era el abogado estadounidense del notorio cártel alemán de productos químicos IG Farben, muy relacionado con la Alemania nazi. John J. McCloy también fue el Alto Comisionado estadounidense de posguerra para la Alemania ocupada y, como tal, intervino personalmente para facilitar el traslado de científicos y miembros de la inteligencia alemanes a los Estados Unidos como parte de la Operación Paperclip. Como también señalan Sterling y Peggy Seagrave, John J. McCloy también fue presidente del Banco Mundial en la posguerra. Y supuestamente también estuvo relacionado con el asesinato del presidente John F. Kennedy, siendo uno de los siete comisionados designados para la Comisión Warren por el presidente Lyndon B. Johnson, que sustituyó a Kennedy. John J. McCloy jugó un papel decisivo en el establecimiento del plan para «volver a saquear» el botín del Eje y convertirlo en un sistema secreto para financiar operaciones encubiertas. Como consecuencia de esto se crea la posibilidad de colusión con las élites de los antiguos enemigos del Eje. Este patrón de unos activos de reserva secretos, contra los que los bancos poseedores podrían expandir enormemente su capacidad de hacer entradas de créditos es exactamente lo que parece se encuentra detrás del nexo financiero anglo-estadounidense y nazi de la posguerra. Ahora, sin embargo, descubriremos el mismo patrón operativo en el nexo de la posguerra entre las fuerzas militares y de inteligencia estadounidenses de ocupación y la élite japonesa, una conexión que eventualmente conducirá a la cúspide del poder político japonés, el cargo de primer ministro de la Dieta imperial y el gobierno imperial. De hecho, como señalan Sterling y Peggy Seagrave, este fondo dio origen a varios fondos secretos, solo uno de los cuales, el llamado «fondo M«, con un valor de unos $35 mil millones a principios de la década de 1960, fue entregado a los líderes del Partido Liberal Demócrata de Japón por el presidente Richard M. Nixon, a cambio de promesas de sobornos en su campaña electoral. Los líderes del Partido Liberal Demócrata de Japón, a su vez, lo utilizaron como un fondo secreto para sobornos a fin de mantener su control de partido único en Japón durante décadas.

En este proceso el general MacArthur desempeñó un papel histórico clave, que quedó registrado en un documento al que se refieren Sterling y Peggy Seagrave. Este es un informe especial, preparado por su propio personal, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, titulado «Informes del general MacArthur: MacArthur en Japón: la ocupación: fase militar». Este documento da una medida de la importancia del papel del general MacArthur en ayudar a establecer este sistema secreto de finanzas al considerar la siguiente declaración: «Como otro estímulo potencial al comercio exterior, SPAC (Special Purpose Acquisition Company) proyectó un plan para utilizar el oro y la plata de propiedad japonesa como base para adquirir créditos extranjeros. Esto se logró mediante la creación del ‘Fondo Rotatorio de Importación y Exportación del Japón Ocupado’, que se utilizaría como base de crédito para financiar la importación de materias primas para el procesamiento y la exportación. Esta base crediticia se utilizó por primera vez el 13 de mayo de 1948 cuando un gobierno y tres bancos privados se comprometieron a financiar un crédito de 60.000.000 de dólares. La Sección Económica y Científica era la encargada de asesorar al Comandante Supremo en las políticas y programas relacionados con la custodia, operación, manejo y control de este fondo«. Tengamos en cuenta que se hace mención explícita del uso de lingotes de oro japoneses como un medio para «obtener créditos extranjeros«, en que existe una conexión con actividades científicas y que estas actividades no se especifican. El documento se vuelve aún más peculiar, ya que hacia el final del informe de casi trescientas páginas, se produce una extraña declaración que indica que, de hecho, existe cierto grado de cooperación entre el general MacArthur, su estado mayor y la élite japonesa misma, al investigar las afirmaciones que se están haciendo contra los japoneses por aquellas naciones, corporaciones e individuos que habían sufrido la pérdida de sus propiedades durante la ocupación japonesa de sus países: «Las investigaciones se realizaron cuando lo requería el cuartel general superior o al recibir información de otras fuentes. Se utilizaron policías, procuradores y agencias japonesas. Se animó y apoyó a la policía en sus esfuerzos por controlar el mercado negro a gran escala«.

Esta es una admisión reveladora, tal vez incluso inadvertida, ya que no se especificaron los nombres exactos de las «agencias» utilizadas por SPAC, pero dada la naturaleza de los reclamos contra la Operación Golden Lily, estas «agencias» deben, por la naturaleza del caso, involucrar en algún momento al Kempeitai, la rama de policía militar del Ejército Imperial Japonés desde 1881 hasta 1945. Además, la declaración es curiosa por el hecho de que no menciona que se alentó a la policía japonesa a eliminar el mercado negro, sino solo a controlarlo. Que toda esta actividad se refería en gran medida al botín de la Operación Golden Lily se confirma más adelante en el documento mediante la mención de tratos especiales entre SPAC ((Special Purpose Acquisition Company) y el Banco de Tokio, el banco que manejó, junto con otras corporaciones japonesas, el botín de la operación. A partir de estas actividades estrictamente fiscales, el campo de responsabilidad de la División SPAC se amplió para incluir la custodia y el control de las propiedades del Eje (básicamente Alemania y Japón), tales como los metales y piedras preciosas pertenecientes al gobierno japonés, así como los objetos de valor pertenecientes a personas, instituciones y organizaciones designadas que fueron programadas por SPAC para su restricción o disolución. El Banco de Tokio fue designado como la agencia de liquidación de ciertos bancos, mientras que la División SPAC mantuvo una estrecha supervisión del personal involucrado en este trabajo para evitar la remoción, desfiguración o destrucción de libros, registros u otra propiedad. Presentaba informes semanales sobre el progreso de la liquidación y asuntos de especial interés económico. Una de las tareas de la Ocupación estadounidense fue la de recolectar y poner bajo custodia las grandes cantidades de oro, plata, piedras preciosas, sellos postales extranjeros, placas grabadas y toda moneda no legal en Japón. A pesar de que la mayor parte de esta riqueza fue recolectada y puesta bajo la custodia militar de los Estados Unidos por funcionarios japoneses, se sabía que existían escondites no declarados de estos tesoros. En consecuencia, la tarea de investigar, descubrir, inventariar y salvaguardar todos los bienes de esta categoría era una responsabilidad continua y creciente. Los metales preciosos se almacenaron en las bóvedas estadounidenses del Banco de Japón en Tokio y en la Casa de la Moneda Imperial en Osaka.

Tengamos en cuenta la referencia a las placas de grabado de la moneda «no legal en Japón«, lo que significa, por supuesto, que había placas de grabado de las monedas de otras naciones, lo que indica una versión japonesa de la Operación Bernhard de los nazis, de la que hablaremos más adelante, o que los alemanes habían transferido algunas de sus placas de la Operación Bernhard a Japón. Sin embargo, lo que realmente es remarcable lo constituye la afirmación de que “se sabía que existían depósitos no declarados de estos tesoros” y que “la tarea de investigar, descubrir, inventariar y salvaguardar todos los bienes de esta categoría era una responsabilidad continua y creciente”, lo que significa que existía la colusión implícita en el primer conjunto de preguntas indicadas anteriormente, una colusión implícita en la primera cita del «documento MacArthur«, porque conocer estos escondites ocultos requeriría la cooperación de los japoneses que los escondieron y conocían sus ubicaciones A este respecto, quizás sea significativo que el propio general MacArthur insistiera en que se dejara en su lugar a la familia imperial, ya que la familia imperial, como se ha visto, ejercía el control real sobre la Operación Golden Lily. A este respecto, al discutir los intentos de garantizar que se devolvieran las propiedades saqueadas a sus antiguos propietarios, uno se encuentra con esta declaración curiosamente ambigua: «Todos los bienes sospechosos de haber sido incautados en la zona ocupada por las fuerzas armadas japonesas se clasificaron como bienes saqueados a menos que se pudiera establecer la propiedad legal definitiva. En general, fue manejado directamente por SPAC a través del gobierno japonés«. Aquí surge una pregunta importante: ¿cómo se establecería la propiedad original del oro, la plata y otros tipos de lingotes? Todo lo que existiría serían reclamos contra esos lingotes, reclamos que, en vista de la meticulosidad japonesa en la erradicación de los registros de propiedad original, serían dudosos. Por lo tanto, al afirmar que todo esto fue manejado «directamente por SPAC«, es decir, por el general MacArthur y sus subordinados «a través del gobierno japonés«, es decir, a través de la familia imperial y sus representantes y agencias políticas, la posibilidad de colusión deliberada comienza a crecer. Si bien los numerosos detalles de su investigación sobre las ramificaciones de la Operación Golden Lily y la colaboración de posguerra entre la élite financiera, política y de inteligencia estadounidense y la del Japón de posguerra son muy evidentes. Pero la atención debe permanecer enfocada en la estructura de este sistema oculto de finanzas, es decir, en el nexo entre las élites militares, financieras y de inteligencia entre los antiguos aliados victoriosos y los antiguos enemigos derrotados del Eje, y en cómo esta estructura fue capaz, a través de un calculado fraude oficial, mantenerse. Asimismo surge la pregunta: ¿Para qué se destinaron estos fondos?

A la cabeza de esta estructura de finanzas ocultas, cabe mencionar un hecho significativo que los propios japoneses encontraron una vez en pleno desarrollo la Operación Golden Lily, pues los minuciosos oficiales del Kempeitai y los príncipes de la familia imperial encargados de inventariar las saqueos pronto notaron que «había más oro y platino en manos privadas en todo el sudeste asiático de lo que nadie sabía que existía«. De hecho, cuando mucho después de la guerra, el dictador filipino Ferdinand Marcos se involucró en sus propios intentos de recuperar parte del tesoro enterrado por el general japonés Yamashita, mencionó a sus socios estadounidenses cantidades de oro “muchas veces la cantidad de oro refinado que comúnmente se pensaba que había en existencia en todo el mundo» Con esto, quizás hayamos resuelto dos aspectos significativos del misterio, ya que, por un lado, se recordará que el presidente Truman decidió convertir este asunto de un fondo oculto para sobornos basado en un vasto tesoro en un secreto de estado. Una de las razones de este secreto está implícita en las supuestas cantidades de lingotes involucrados, ya que si tales cantidades se dieran a conocer repentinamente, el valor del oro se desplomaría, y con él, la cantidad de dinero en las operaciones secretas encubiertas y el fondo de sobornos de la acción política, así como de cualquier dinero de ese fondo designado para proyectos de investigación secretos. Por otro lado, tenemos el indicador de por qué las cifras del oro existente parecen diferir tanto. La dimensión puede deducirse del hecho de que, al final de la guerra, el emperador japonés Hirohito había amasado, a través de su Operación Golden Lily, una fortuna personal de $100.000.000, o, en términos actuales, mil millones de dólares, y esto no incluiría las finanzas personales o de otros miembros de la familia imperial. Estas tenencias, además, estaban en cuentas en Suiza, América del Sur, especialmente Argentina, Portugal, España y el Vaticano.

Vale la pena citar las observaciones de Sterling y Peggy Seagrave sobre el punto de las cantidades ocultas de oro existente: «El invisible Black Eagle Trust establecido por el equipo de Stimson, reforzado con lingotes de las recuperaciones de Santa Romana, creó un grupo separado de oro negro que colocó un piso adicional debajo de la economía de la posguerra y le dio a Washington y sus aliados una influencia financiera encubierta. Hay ciertas similitudes entre este fideicomiso y el Cartel de los Diamantes identificado con DeBeers, o el Cartel del Oro identificado con la familia Oppenheimer de Sudáfrica. Según fuentes informadas, estas similitudes existen por una buena razón y en muchos planos diferentes. El Cartel de los Diamantes pudo acumular grandes cantidades de piedras preciosas y, sin embargo, mantener los precios artificialmente altos al limitar a un goteo la cantidad de diamantes que llegaban al mercado, manteniendo la impresión de una rareza extraordinaria. De manera similar, el cártel del oro negro podría tener muchos miles de toneladas métricas de lingotes de oro, mucho más que el suministro oficial de oro, manteniendo los precios del oro artificialmente altos mientras usaba discretamente derivados de este oro como un fondo clandestino para sobornos. Si la recuperación de esta enorme masa de oro fuera conocida solo por unos pocos de confianza, aquellos países e individuos que habían sido robados por los nazis, los fascistas o los japoneses, no demandarían para recuperarla«. Si alguna de esas élites fascistas, nazis o japonesas sobrevivió a la guerra, y claramente lo hicieron, entonces este conocimiento de la cantidad de oro que realmente existe los convirtió en socios de sus contrapartes anglosajones de posguerra, especialmente estadounidenses, ya que estos grupos poseerían, si conservaran registros adecuados, un tremendo poder de «chantaje» contra sus contrapartes oligárquicas occidentales. En otras palabras, todos, los fascistas de la posguerra, los yakuza japoneses, los zaitbatsu miembros de la familia imperial, los nazis, los abogados y financieros de Wall Street, podían ganar con la política de distensión secreta y cierta coexistencia. Pero continuemos con el resumen de Sterling y Peggy Seagrave sobre el asunto: «Además, se argumentó que la existencia de tanto oro negro, si se hiciera de conocimiento público, haría que el precio fijo de $ 35 la onza colapsara. Como tantos países ahora vincularon sus monedas al dólar estadounidense, y el dólar estaba vinculado al oro, los valores de las monedas en todo el mundo podrían caer en picado, causando un desastre financiero. Pero mientras se mantuviera en secreto, los precios de retención podrían mantenerse en $ 35 la onza, y las monedas vinculadas al oro serían estables. Mientras tanto, el oro negro serviría como activo de reserva, reforzando los principales bancos de cada país y fortaleciendo los gobiernos de esas naciones«.

En resumen, las cifras ocultas pueden funcionar para mantener en secreto la cantidad real de oro existente, y por medio de tales cifras ocultas se vuelve más fácil para una reserva oculta el rehipotecar varias veces en un gran esquema de fraude financiero, para aprovechar aún más el crédito y para los grupos de poder en la sombra la capacidad de financiar proyectos gigantescos como operaciones encubiertas, de investigación secreta e incluso la «compra» de planetas. Por lo tanto, con montos de lingotes ocultos, tenemos el primer componente del sistema real de finanzas ocultas. Pero una vez que uno considera la idea de que las cifras de lingotes existentes son una representación tremendamente inexacta de la realidad subyacente, ¿cómo podría usarse esto en la construcción de un sistema oculto de finanzas? Una vez más, Sterling y Peggy Seagrave brindan las pistas y, con ellas, estamos comenzando a cerrar el círculo con los escándalos de los bonos al portador, que veremos más adelante: «Como salvaguarda, el oro negro colocado en los bancos estaba ‘marcado’ o estrictamente limitado en los usos que podían hacerse de él. Esto permitió a Washington ejercer presión, de vez en cuando, sobre esos gobiernos, bancos centrales y bancos importantes. Mientras un país y sus líderes cooperaran con Washington y permanecieran aliados con él en la Guerra Fría, los lingotes dormidos proporcionarían la base de activos para el patrocinio. Los certificados al portador de oro y otros derivados podrían entregarse como obsequios o sobornos, sin realmente regalar los lingotes en sí. Los fideicomisos de los beneficiarios podrían establecerse en nombre de ciertos estadistas, líderes militares o figuras políticas, o sus familias. En manos de hombres inteligentes como. John McCloy, las posibilidades eran casi infinitas. De vez en cuando, a medida que se recuperaban más lingotes de las bóvedas de la Operación Golden Lily en Filipinas, se ofrecían cantidades de lingotes en el más estricto secreto a los bancos centrales o a consorcios de compradores privados. Algunos bancos de fama internacional parecen haberse vuelto adictos a tener miles de millones de dólares de oro negro en sus bóvedas. Tan adictos que se niegan a entregar los lingotes, y en algunos casos se han rebajado a estafar a los dueños originales o a sus herederos, al denunciar sus documentos como falsificados. De hecho, algunos propietarios afirmaron que no solo les dijeron que sus documentos eran falsos, sino que también recibieron amenazas veladas de asesinato si insistían en sus afirmaciones. En algunos casos, los bancos pueden haber hecho un uso tan intensivo de estas reservas de oro negro que ya no están en condiciones de renunciar a los lingotes sin hundirse«.

Tengamos en cuenta las implicaciones de estas declaraciones: Por un lado se emitieron certificados de oro contra el oro negro y, dado que esta reserva de lingotes era una reserva secreta, la forma más razonable de tales certificados sería en forma de bonos al portador, para proteger el anonimato de sus tenedores y, por lo tanto, el secreto del propio sistema oculto de las finanzas. Por otro lado, estos certificados, sin embargo, tenían que haber sido emitidos por el banco o bancos involucrados en el esquema, de tal forma que les permitiera alegar más tarde, si fuese necesario, que eran falsos o habían sido falsificados. El segundo punto nos recuerda los escándalos de los bonos al portador, que veremos más adelante, pues prácticamente todos los escándalos de los bonos al portador tienen algunas características peculiares en común, en que la falsificación se produjo en la cúspide del sistema bancario central y, con su colusión para establecer el sistema financiero oculto. Pero, ¿hay alguna evidencia de que tal esquema haya sido perpetrado alguna vez? De hecho sí la hay. Una pista significativa y una conexión con los escándalos de los bonos al portador sería el plan del primer ministro japonés Tanaka.  Aquí, como en tantos otros casos, la investigación de Sterling y Peggy Seagrave sobre todo el asunto es impecable, y sus conclusiones muy clarificadoras. Señalamos anteriormente que un derivado del botín de la Operación Golden Lily fue el denominado «fondo M«, un fondo cuyo control fue devuelto por el presidente estadounidense Richard M. Nixon a la élite política del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) del Japón. Este fondo M fue coordinado y supervisado por un grupo estadounidense formado en el período de posguerra, un grupo con sede en Tokio y definitivamente formando parte de la estructura política del general MacArthur en el Japón ocupado. Cuando estalló la Guerra de Corea, las circunstancias requirieron que el ejército de ocupación estadounidense tuviera que ser trasladado rápidamente a la península de Corea, y en el vacío de seguridad resultante, el fondo M se utilizó para crear la “fuerza de autodefensa” japonesa, en que el fondo en sí mismo pasó a la administración conjunta estadounidense-japonesa hasta que el presidente Nixon lo entregó por completo a los japoneses. Pero el obsequio a Japón del fondo M por parte del presidente Nixon no fue el final de la historia, ni mucho menos. Bajo el control del Partido Liberal Demócrata japonés, el fondo M generó una serie de instrumentos financieros exóticos que se propagaron a través de los mercados financieros globales. Los inversionistas o sus abogados fueron atrapados en sorprendentes operaciones internacionales encubiertas, acusados de negociar instrumentos fraudulentos, que terminaron en condenas y sentencias de prisión. Ahora es dolorosamente obvio que algunas de estas víctimas tenían bonos auténticos, y solo fueron detenidos para proteger al gobierno de Japón de su propia locura, aunque también se pueden discernir motivos políticos y financieros más ocultos. Pero, ¿cuál fue exactamente la locura política del gobierno japonés?

Como señalan Sterling y Peggy Seagrave, el papel del fondo M en la política japonesa es crucial, ya que hasta hace muy poco en la historia política japonesa de la posguerra, «prácticamente todos los primeros ministros de Japón» han sido elegidos «por la camarilla que controla el fondo M«, uno de los cuales fue primer ministro Tanaka. Como ministro de finanzas, Tanaka ideó una variedad de esquemas para saquear el país y aumentar el propio fondo M. Pero su papel más importante fue en la creación de los llamados «bonos 57”, que eran “bonos gubernamentales especialmente ideados”. Y uno puede imaginar que Tanaka simplemente tomó una página del libro de jugadas del sistema oculto de finanzas y sus bancos y oligarcas participantes. Después de todo, era un oligarca con su propia conexión personal con ese sistema como administrador de fondo M. Estos bonos, sin embargo, eran peculiares, como los de sus contrapartes estadounidenses en los escándalos de los bonos al portador, de los que hablaremos más adelante, siguiendo un patrón familiar. Debido a que Tanaka los hizo expedir por el Ministerio de Finanzas, eran técnicamente legítimos con o sin la aprobación de la Dieta japonesa. Cada uno tenía una cantidad nominal muy grande, que oscilaba entre 10 mil millones y 50 mil millones de yens, equivalentes de $50 millones a $250 millones en ese momento, pero actualmente serían casi el doble. Sin embargo, este esquema pronto tuvo problemas, porque al emitir estos bonos, el fondo de amortización del tesoro nacional japonés, para su redención, solo podía reponerse «vendiendo la participación del gobierno en NTT (Nippon Telephone and Telegraph)«. Pero tales medidas fueron solo una medida provisional, ya que si varios de estos tenedores de bonos intentaran redimir sus bonos más o menos simultáneamente, entonces el Ministerio de Finanzas de Tanaka “no tendría más remedio que incumplir, lo que podría causar que todo el castillo de naipes del Partido Liberal Demócrata se derrumbase”. En esta coyuntura, a Tanaka y sus colegas del fondo M se les ocurrió la idea de los «bonos 57”, que eran un nuevo tipo de seguridad, una especie de “Certificado de Redención” emitido por el Ministerio de Finanzas japonés en el quincuagésimo séptimo año de Hirohito como emperador japonés, de ahí el nombre «bono 57«. Estos bonos fueron “especialmente diseñados, impresos y emitidos por el Ministerio de Hacienda japonés”, pero al igual que los bonos estadounidenses implicados en los diversos escándalos de los bonos al portador, había ciertas “peculiaridades”. Estos pagarés no solo eran sumas astronómicas de dinero, sino que físicamente los «bonos 57» no se parecían a nada emitido anteriormente por el gobierno de Japón. No se ofrecieron al público en general, ni se negociaron en el mercado internacional de bonos como los bonos normales del gobierno, por lo que solo los tenedores los vieron.

La magia de este esquema es que fue posible que el Ministerio de Finanzas declarara más tarde que todos los «bonos 57» eran falsificaciones. Sólo algunos fueron renegociados selectiva y muy secretamente con descuento. Aquellos que pagaron sus bonos gubernamentales originales y luego se vieron obligados a cambiarlos por «bonos 57«, fueron estafados dos veces. En todo caso, cabe señalar que los “bonos 57” fueron “impresos deliberadamente para parecer inusuales, lo que permitiría denunciarlos como fraudulentos”. El primer ministro Tanaka, sin embargo, no fue el único que tuvo en mente los “esquemas oficiales de falsificación” como mecanismo de financiación. Ferdinand Marcos, poco después de convertirse en presidente de Filipinas en 1965, logró persuadir a la administración del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson de que podía “vender” la guerra de Vietnam a los líderes del sudeste asiático sobornándolos con “certificados de oro” de la Operación Golden Lily, y que si el líder correspondiente no se comportaba correctamente podría ser declarado como una falsificación. Con este patrón ahora evidente, un patrón que incluye diseños especiales de certificados, errores gramaticales deliberados, valoraciones grandes e incomprensibles, todo con el fin de poder denunciarlos como falsificados si las circunstancias lo requieren, ahora parece claro que los escándalos de bonos son simplemente otra manifestación de un mercado secreto de bonos realmente existente, que funciona como un sistema financiero oculto. Este sistema financiero oculto se ramificó, comenzando con Severino García Díaz Santa Romana («Santy«), torturador del conductor del general japonés Yamashita, el mayor Kojima, con conexiones que aturden la mente, hasta la famosa firma legal de Wall Street de Sullivan & Cromwell, donde trabajaban los hermanos Allan y Forter Dulles, hasta la participación de la mafia y el Banco del Vaticano en “arreglar” las elecciones italianas de 1948, un hecho que habría sido bien conocido por el cardenal Eugene Tisserant y, por lo tanto, explicaría su confianza en que el gobierno estadounidense no se quejaría de la participación del Vaticano en valores falsificados. Incluso llega a los escándalos del Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI) y el Nugan Hand Bank.

Hasta ahora hemos notado la conexión del sistema oculto de finanzas establecido con el botín nazi y japonés, con las comunidades militares y de inteligencia, y con sugerencias de operaciones encubiertas de posguerra. Sin embargo, las sumas de dinero involucradas en este sistema oculto de finanzas son tan asombrosas que incluso la gran cantidad de operaciones encubiertas realizadas durante la Guerra Fría no parecen dar cuenta de todo este dinero. Tuvo que haber otros propósitos para los que se utilizó, y probablemente uno de estos propósitos fue para la investigación secreta, para el desarrollo de tecnología muy sofisticada y avanzada, que se ha mantenido en secreto. Al detallar la tortura del conductor del general Yamashita, el mayor Kojima, Sterling y Peggy Seagrave relatan una serie de detalles, uno de los cuales es bastante significativo. Aquí está el contexto de ese detalle significativo: «A principios de octubre de 1945, después de muchos días de tortura, Kojima se vino abajo y reveló todo lo que sabía. Lansdale organizó un convoy de automóviles y partió con Santy y el mayor Kojima para rastrear los viajes realizados por el general Yamashita a más de una docena de bóvedas del tesoro de Golden Lily. Todos estos estaban en los altos valles al norte de Manila, en un triángulo desde Baguio en el oeste hasta Bambang en el centro y Aparri en el extremo norte de Luzón. Cuando regresaron a Manila a mediados de octubre, Lansdale informó al coronel McMicking y luego voló a Tokio, donde informó a Willoughby, Whitney y MacArthur. Siguiendo sus instrucciones, voló a Washington para informar al general Magruder, que todavía dirigía la Unidad de Servicios Estratégicos, un último vestigio de la OSS justo antes de que se creara el nuevo Grupo Central de Inteligencia (CIG) bajo el mando del general Hoyt Vandenberg«. Uno puede considerar razonablemente la idea de que lo que el general Magruder sabía sobre el saqueo de la Operación Golden Lily y la decisión de usarlo como un sistema encubierto de finanzas, también lo sabía su sucesor, el general Hoyt Vandenberg. ¿Por qué es ello tan significativo? Porque el general Hoyt Vandenberg se desempeñó dos veces como Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, como director de la CIA y además fue el oficial superior inmediato del General de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos Nathan Twining, jefe del Comando de Material Aéreo de la Fuerza Aérea de Wright-Patterson, en la base en Dayton, Ohio. Fue Vandenberg quien ordenó a Twining ir a Nuevo México a raíz del supuesto incidente de un ovni en Roswell, y fue al general Vandenberg a quien el general Ramey informó sobre el incidente de Roswell. Y el general Vandenberg supuestamente era miembro del grupo secreto de estudio de ovnis Majestic-12, que tan bien es detallado en la serie Expediente X.

Pero hay otra extraña conexión con la Operación Golden Lily, y esta vez es con el esquema de falsificación de los nazis, la Operación Bernhard, de la que hablaremos más adelante. En la red mundial que Friedrich Schwend, nombre en clave Dr. Fritz Wendig, que fue un SS-Sturmbannführer en la década de 1940 y director de ventas de la Operación Bernhard bajo el control de la Oficina Central de Seguridad nazi, estableció para hacer circular los billetes de la Operación Bernhard a cambio de bienes tangibles y divisas. Uno de sus agentes, con el nombre en código «Laval«, fue reclutado por sus extraordinarias conexiones asiáticas. “Laval” había sido amigo y consejero del general japonés Terauchi, que era nieto del general japonés que había establecido el patrón utilizado más tarde en la Operación Golden Lily en el saqueo de Corea, y el propio Terauchi fue posteriormente ascendido a Mariscal de Campo y se le otorgó el control de todas las fuerzas japonesas en el sudeste asiático, y por lo tanto, estuvo íntimamente involucrado en el saqueo de la Operación Golden Lily. ¿Por qué podría ser significativo este detalle? Porque en el momento de la fuerte participación de Schwend en la Operación Bernhard, la guerra ya había comenzado a volverse contra el Eje y, por lo tanto, lo que había comenzado como la operación de falsificación a escala industrial de Heydrich se convirtió en parte de los planes estratégicos de evacuación de los nazis para la posguerra, una actividad que incluía las posibilidades de colusión con sus contrapartes estadounidenses. Quizás es aquí donde la posibilidad de tal colusión, como realmente surgió después de la guerra en ambos casos, se plantó en la mente de la élite militar y de inteligencia japonesa.  Pero existe una conexión final entre el sistema financiero oculto de los poderes ocultos, el fraude que lo sostiene y la implicación más amplia, que involucra el espacio exterior y el problema de los supuestos extraterrestres. Esta conexión está representada por el mismo general Douglas MacArthur.

En octubre de 1955, después de su despido por parte del presidente estadounidense Truman durante la Guerra de Corea, MacArthur, según varios investigadores de ovnis, supuestamente hizo la siguiente sorprendente declaración en un discurso a los cadetes en West Point: “La próxima guerra será una guerra interplanetaria. Las naciones de la tierra algún día deben hacer un frente común contra el ataque de personas de otros planetas”. Pero según un artículo de Internet, la realidad puede ser ligeramente diferente, ya que aparentemente MacArthur no pronunció ningún discurso en West Point. Sin embargo, MacArthur aparentemente hizo comentarios similares al alcalde italiano de Nápoles, Achille Lauro, quien visitó a MacArthur en su residencia privada en octubre de 1955 en el Waldorff-Astoria de la ciudad de Nueva York. En una conferencia de prensa al día siguiente, el alcalde Achille Lauro informó a la prensa de qué se había tratado en la conversación. MacArthur “cree que debido al desarrollo de la ciencia, todos los países de la tierra tendrán que unirse para sobrevivir y formar un frente común contra los ataques de personas de otros planetas”, afirmó supuestamente el alcalde. El Chicago Tribune recogió los comentarios del alcalde Lauro a la prensa y los informó bajo el título “MacArthur teme a la guerra espacial”. Pero en su discurso de despedida de West Point en mayo de 1962, el general MacArthur sí habló de guerra planetaria, e incluso de una especie de futuro tecnológico transhumanista, esbozando tecnologías que, efectivamente, ya habían comenzado a ser investigadas por seres terrestres en sus proyectos ocultos: «Ahora tratamos, no sólo con las cosas de este mundo, sino con las distancias ilimitadas y los misterios aún insondables del universo. Estamos alcanzando una frontera nueva e ilimitada. Hablamos en términos extraños de aprovechar la energía cósmica, de hacer que los vientos y las mareas trabajen para nosotros, de crear materiales sintéticos inauditos para complementar o incluso reemplazar nuestros viejos estándares básicos; para purificar el agua de mar para nuestra bebida; de la minería de los fondos oceánicos en busca de nuevos campos de riqueza y alimento; de preventivos de enfermedades para extender la vida a cientos de años; de controlar el clima para una distribución más equitativa del calor y el frío, de la lluvia y el sol; de naves espaciales a la Luna; del objetivo principal en la guerra, que ya no se limita a las fuerzas armadas de un enemigo, sino que incluye a su población civil; del conflicto final entre una raza humana unida y las fuerzas siniestras de alguna otra galaxia planetaria; de tales sueños y fantasías que hacen de la vida la más excitante de todas las épocas«.

MacArthur, quien ayudó a supervisar la creación de un sistema oculto de finanzas y su uso para operaciones encubiertas, también habría estado en condiciones de conocer sus otros usos, y a medida que los aviones de combate aliados y del Eje se encontraban cada vez más con lo extraño e inexplicable sobre sus cielos, y como el ejército estadounidense en particular encontró cada vez más cosas extrañas e inexplicables similares sobre sus instalaciones militares sensibles, inevitablemente, en el pensamiento militar, se habría conjurado el peor de los casos, un escenario del reconocimiento de una tecnología avanzada y de otros seres inteligentes. Esto se habría percibido como una amenaza tan grande, si no mayor, que la Unión Soviética, y se habría hecho todo lo posible para encontrar una fuente financiera para los vastos fondos necesarios para comprender, y si fuese posible, recrear, el fenómeno que se estaba presenciando y de nuevo, si fuese posible, participar en operaciones encubiertas. Es evidente que ha existido, desde la Segunda Guerra Mundial, un vasto y casi completamente oculto sistema de finanzas a nivel mundial, y que este sistema de finanzas se ha utilizado para financiar los grupos de poder en la sombra en todas sus facciones y todas sus actividades, que incluyen operaciones encubiertas de todas las variedades, desde guerras abiertas y encubiertas, de todos los tipos, tanto en este planeta como fuera de él, hasta operaciones psicológicas, dirigidas a aquellos tanto en este planeta como «en otra parte«. Este vasto mecanismo también apoya la investigación y los proyectos ocultos que hacen posibles fantásticas tecnologías no hechas públicas. Es un sistema, sin embargo, que en su raíz se basa en un gran fraude y la colusión de las instituciones públicas del gobierno y las corporaciones, y más simplemente, el robo, porque el financiamiento encubierto para los grupos de poder en la sombra comenzó como una serie de factores, y surgió a fuerza de una combinación de esos factores a través de las circunstancias históricas, el oportunismo elitista y la planificación, o simplemente suerte. Estos factores son: Un caso de falsificación a escala industrial patrocinado por un estado durante la Segunda Guerra Mundial, que se convirtió al menos en parte en la inspiración para el fraude de la posguerra. Varios casos patrocinados por los estados del Eje de grandes saqueos de los países conquistados, específicamente el saqueo de Asia por parte del Japón imperial, el saqueo de Europa por parte de la Alemania nazi, y las transferencias de tecnología a Estados Unidos desde una Alemania derrotada. Asimismo tenemos el nexo de colusión entre las facciones de inteligencia estadounidenses de la posguerra con las élites financiera, militar, de inteligencia y científica de las potencias derrotadas del Eje, y con el mundo financiero y corporativo del Occidente de la posguerra.

Por supuesto, estamos lejos de decir que estos grupos de poder en la sombra no tenían sus contrapartes en la antigua Unión Soviética, o tienen en la Rusia o China contemporáneas, pero sostenemos que la forma más avanzada echó raíces en Occidente durante la Segunda Guerra Mundial. Además, arraigó en ambos lados del conflicto, entre los Aliados, y particularmente en los Estados Unidos, y en las potencias del Eje, Alemania y Japón. Después de la guerra, estos grupos de poder en la sombra asumieron elementos de las élites, tanto de los vencedores como de los vencidos, y los contornos de esas facciones aún pueden discernirse vagamente dentro de la distensión de la posguerra entre esas facciones, incluyendo una guerra económica encubierta abierta entre ellos. Pero esa es otra historia. Por el momento, seguimos centrados en uno de los componentes de este vasto sistema de finanzas fraudulentas o ficticias, las finanzas que hacen posible la «ficción» de tecnologías humanas alucinantes, tecnologías que a su vez abren nuevas y vastas perspectivas de guerra encubierta. Este primer componente, la falsificación patrocinada por un estado a escala industrial, comienza, como la mayoría de las historias, en la Alemania nazi, poco después del estallido de la Segunda Guerra Mundial. La guerra económica, incluida la falsificación de las monedas o el dinero de un adversario, siempre ha sido una forma de guerra y, debido a su naturaleza encubierta, es fácil que la emprendan tanto los combatientes en un conflicto como los terceros que no desean desafiar un poder geopolítico poderoso jugando abiertamente. Sin embargo, con la llegada de la imprenta y el papel moneda, podían estar en circulación grandes cantidades de dinero, y la falsificación como mecanismo de guerra económica solo podía ser eficaz si se transformaba a escala industrial. Esto se hizo poco después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y en una escala nunca antes soñada, una escala solo superada en tiempos más modernos por la pura audacia de los «escándalos de los bonos al portador» de las dos primeras décadas del siglo XXI, a los que nos referiremos posteriormente. No obstante, en términos de escala pura y adoptando una visión audaz e impresionante de lo que podría lograr la falsificación industrial patrocinada por un estado, y a qué usos podría aplicarse, los nazis estuvieron allí primero. El SS Sturmbahnführer, o mayor, Alfred Naujocks, un colaborador cercano del general de las SS Reinhard Heydrich, se puso en contacto con un tal Dr. Landau para estudiar la viabilidad de la falsificación masiva de billetes de libras esterlinas británicas como respuesta a una torpe falsificación británica de tarjetas de racionamiento de alimentos y ropa alemanas. Debido a su estrecha asociación con Heydrich, fue Naujocks quien se encargó de orquestar el ataque de bandera falsa en una estación de radio alemana con prisioneros de campos de concentración que fueron vestidos con uniformes militares polacos y ejecutados para que Hitler pudiera usar este ataque como pretexto para el lanzamiento de la invasión de Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

En cualquier caso, al Dr. Landau inicialmente le desanimó la idea de Naujocks de producir en masa billetes falsificados de libras esterlinas, ya que se pensaba que los billetes británicos eran virtualmente a prueba de falsificaciones. Pero Naujocks ordenó al Dr. Landau que hiciera un estudio del asunto y le informara dentro de las siguientes 48 horas. En cuarenta y ocho horas el Dr. Landau informó que los billetes de una libra podían falsificarse prácticamente sin detectarse a partir del original. Era posible pero muy difícil. No obstante, la producción en masa de los billetes falsificados sería aún más difícil. Naujocks agradeció al Dr. Landau e inmediatamente concertó una cita con su jefe, Reinhard Heydrich, jefe del todopoderoso Servicio de Seguridad nazi y uno de los hombres más temidos de Alemania. No es sorprendente que Heydrich, dado su carácter, estuviera más que interesado en la propuesta de falsificación a escala industrial de Naujocks, e inmediatamente emitió una directiva, una directiva que conllevaba profundas implicaciones. Sin embargo, antes de emitir su directiva, Heydrich preparó un memorándum en el que se esbozaba la propuesta para presentársela a Hitler, quien aprobó el plan, pero con estrictas instrucciones escritas a mano añadidas al memorándum de Heydrich como nota marginal. En él se indicaba significativamente que no se falsificarían dólares estadounidenses, sino solo libras esterlinas, ya que el Tercer Reich no estaba todavía en guerra con los Estados Unidos. Con esta condición en la mano, Heydrich redactó una orden oficial para la operación, inicialmente denominándola en código Unternehmung Andreas, detallando instrucciones bastante específicas para Naujocks. Heydrich declaró específicamente: “Esto no debe ser una falsificación en el sentido habitual. Los billetes deben ser una copia tan perfecta del original que incluso los expertos británicos en billetes más experimentados no pueden notar la diferencia”. El trabajo se dividió en tres partes separadas: Una era la producción de papel idéntico al británico; otra era la preparación de placas para imprimir notas idénticas en color y diseño; y una tercera era la elaboración de un sistema de numeración adecuado. Adolf Burger, quien fue uno de los presos del campo de concentración que finalmente fue reclutado por las SS para trabajar en la falsificación de billetes de libras esterlinas, y cuyo libro, The Devil’s Workshop, debe consultarse para apreciar realmente el alcance de lo que eventualmente sería conocida como Operación Bernhard, plantea todos estos puntos, incluida la traducción de la directiva de Heydrich de forma ligeramente diferente: «Los primeros detalles estaban contenidos en instrucciones declaradas ‘ultrasecretas’, que Naujocks recibió de Heydrich. No se trataba de una falsificación o imitación en el sentido habitual, sino que constituía una falsificación no autorizada para la producción de billetes de libras esterlinas. Los billetes debían ser tan parecidos al original que incluso los especialistas en billetes de libras esterlinas más experimentados no podrían detectar ninguna diferencia. Esto requería algo extraordinario. Era una tarea que solo podía completarse con una amplia experiencia técnica y con la mayor circunspección. Cuando la ‘Operación Andreas’, como se llamó por primera vez, comenzó en 1941, no tenía precedentes. Esta producción exigía lo siguiente: 1. Primero se tenía que producir papel que replicara exactamente el papel en el que se imprimieron los billetes en inglés. 2. Había que fabricar planchas de impresión que pudieran reproducir los detalles más pequeños. 3. Se necesitarían matemáticos para calcular el sistema de numeración que utiliza el Banco de Inglaterra en sus billetes. 4. Habría que establecer una red de distribución mundial«.

La frase “producción no autorizada” lo dice todo, ya que implica nada menos que la Alemania nazi se convertiría en un proveedor oculto y extraoficial de billetes para el Banco de Inglaterra. En resumen, la Alemania nazi estaba en guerra no solo con Gran Bretaña, sino, lo que es más importante, con la élite financiera británica. Alemania estaba intentando erigir un sistema oculto de finanzas, uno diseñado en última instancia para arruinar la economía de guerra británica. De hecho, fue una producción de una falsificación a escala industrial, producida en masa y comercializada en masa y utilizando todos los recursos internacionales de los servicios de seguridad alemanes. Es importante señalar esta conexión entre el fraude financiero y monetario y las burocracias de inteligencia, ya que es un patrón que encontraremos más veces. Tampoco, como se verá en breve, arruinar la economía británica era el único objetivo, ya que una vez que el aparato de producción de falsificaciones estuvo en  producción, los nazis pronto encontraron otros usos para esta estructura. También es igualmente importante notar una segunda cosa acerca de la Operación Bernhard, como finalmente llegó a ser su nombre en código, y es que las SS habían establecido una burocracia de falsificación cuya tarea era realizar ingeniería inversa en el proceso de emisión, utilizando billetes de libras esterlinas británicas “legítimos”. Habían creado una estructura para el examen tecnológico de cómo falsificar la moneda británica y, una vez implementado, el método podría aplicarse a cualquier otra moneda. Como todas esas estructuras gubernamentales, esta se convertiría, en efecto, en una burocracia falsificadora permanente, y con la supervivencia del nazismo después de la guerra como una especie de estado extraterritorial, era inevitable no solo que la operación pudiera continuar bajo los auspicios nazis y los elementos criminales con los que se alineaba, sino también que pudiera ser, quizás, la inspiración para empresas similares en el lado aliado de la guerra. Por supuesto, Alemania no fue el primer país en ver la idea de la falsificación como una forma de guerra económica. De hecho, Gran Bretaña inundó la Francia revolucionaria con el papel moneda de la revolución francesa entre 1790 y 1796. en un esfuerzo por descarrilar la revolución francesa.

Más importante aún, la propia Alemania se involucró en la falsificación patrocinada por el estado en la década de 1920, antes de que los nazis llegaran al poder, cuando se ideó un plan para falsificar francos franceses y rublos soviéticos como mecanismo para aliviar la abrumadora carga de las reparaciones de guerra derivadas del tratado de Versalles, establecido al finalizar la Primera Guerra Mundial. Es este esfuerzo por falsificar francos franceses lo que está conectado con otra red de falsificación patrocinada por un estado, esta vez en Hungría. La directiva de Heydrich que estableció la Operación Bernhard creó una gran empresa. Y los problemas de producción de tal empresa eran, como nos podemos imaginar, inmensos. Pero había un problema igual, si no más difícil, que tuvo que ser superado, especialmente en tiempos de guerra: ¿cómo obtendría la Alemania nazi tal «facsímil» para los billetes en circulación? Heydrich estaba consciente de esta dificultad y consultó con un especialista del servicio de seguridad de las SS, el Dr. Willi Holten, quien además de ser un historiador con base en Viena, también estaba estrechamente relacionado con el Vaticano, y con eso tenemos la introducción de otro jugador en los aspectos financieros de los grupos de poder en la sombra: el Vaticano. Heydrich, a través de un intermediario, ordenó a Willi Holten que produjera un documento titulado “Una investigación sobre el asunto de la falsificación del franco húngaro con detalles completos e información de antecedentes”. Este asunto poco conocido se refiere al intento de miembros de la élite húngara, muchos de ellos conservadores, en falsificar francos franceses, nuevamente a gran escala, para financiar su restauración después de la Primera Guerra Mundial y la desintegración forzada del Imperio Austro-Húngaro. Holten, con solo un mes para completar la tarea que Heydrich le había ordenado, consultó periódicos antiguos de la ciudad para obtener información sobre el asunto y, finalmente, buscó y obtuvo permiso para viajar a Budapest para consultar con sus contactos en Hungría. Sin embargo, sus amigos se negaron a brindar información e intentaron disuadir a Holten de entrevistar a la figura principal involucrada en el escándalo de la falsificación, el príncipe Windischgratz, “quien había sido empobrecido y deshonrado por ello”. Sin inmutarse, Willi Holten buscó y obtuvo una entrevista con el príncipe. Windischgratz accedió a responder preguntas detalladas, pero estipuló que no se publicaría ningún detalle “hasta después de la desaparición de la vida pública de muchas personas prominentes involucradas, como el almirante Horthy”. Para que no olvidemos quién era el almirante Miklos Horthy, finalmente fue el regente de Hungría, en efecto, un dictador y un títere virtual de Adolf Hitler durante gran parte de la guerra. En otras palabras, el eventual gobernante de Hungría y ex oficial de la marina austrohúngara había estado involucrado en un plan para falsificar francos franceses después de la Primera Guerra Mundial.

En cualquier caso, Willi Holten, que estaba compilando un informe secreto para Heydrich, no tenía nada que perder al aceptar la estipulación del príncipe Windischgratz, ya que el informe nunca se publicaría de todos modos, por lo que accedió a la condición. El príncipe le dijo a Holten que a partir de 1919 la élite húngara había fundado una sociedad secreta llamada Eksz, cuyo objetivo era recuperar «las dos terceras partes de Hungría que había perdido bajo el Tratado de Trianon«, el tratado que concluyó la Primera Guerra Mundial entre los Aliados y Hungría. Los objetivos de esta sociedad secreta eran políticos. Financió sus actividades encubiertas, dijo Windischgratz, principalmente a través de operaciones de falsificación de monedas checas y rumanas. Finalmente, el propio Windischgratz fue contratado para supervisar la falsificación de francos franceses, y el entonces primer ministro húngaro, el conde Bethlen, había «cooperado proporcionando edificios oficiales para tal fin«. Desafortunadamente, los billetes no tenían la calidad suficiente para ser indetectables, y el primer intento de distribuirlos no solo terminó en un completo fracaso, sino que el Banco de Francia pudo rastrear la falsificación hasta Budapest, donde, haciendo sus propias investigaciones secretas, pudo reunir suficiente evidencia para forzar un juicio. “Se le pidió al príncipe Windischgratz y a otros que se sacrificaran para salvar al gobierno”. Es crucial notar el patrón que se aplica aquí: una sociedad secreta o facción con estrechos vínculos con un gobierno se involucró en una falsificación sancionada más o menos oficialmente y en secreto para financiar un objetivo político, un objetivo que tenía que permanecer encubierto, ya que era un objetivo que iba directamente en contra del orden geopolítico establecido y dictado por los Aliados después del final de la Primera Guerra Mundial. Este también es un patrón que veremos repetirse nuevamente, en una escala mucho mayor, después de la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente, en conjunto y conexión con las agencias de inteligencia y las «sociedades secretas» involucradas en la falsificación secreta patrocinada por un estado. Volveremos al problema de la distribución en un momento, pero ahora nuestra atención debe dirigirse a los otros tres problemas de la operación, los problemas del papel, las planchas y el control de calidad, para lo que debemos considerar los problemas de producción.

Las lecciones del episodio de la falsificación del franco francés por parte de Hungría flotaban obviamente en el trasfondo de la directiva de Heydrich de que los billetes de facsímil nazis en libras esterlinas fueran indetectables, y esto inevitablemente planteó problemas a los falsificadores algo diferentes a los de una falsificación ordinaria. El falsificador común quiere billetes que puedan pasar el examen de un individuo común. Heydrich efectivamente quería que sus billetes de facsímil, de manera óptima, pasaran el escrutinio del propio Banco de Inglaterra y, en su defecto, al menos causarle interminables dolores de cabeza y dificultades. Naujocks lo apreció fácilmente y, por lo tanto, recurrió al oficial de las SS que eventualmente prestaría su nombre a la operación de falsificación, el SS Sturmbahnfuhrer (Mayor) Bernhard Krüger, quien fue asignado a los talleres de falsificación de documentos personales de las SS. Naujocks había querido que Bernhard Krüger probara la confiabilidad de los pasaportes suizos falsificados por los nazis, y Krüger seleccionó a un suboficial y lo envió a Suiza usando uno de los pasaportes. Sin que el «voluntario» de esta operación lo supiera, el propio Krüger había alertado a las autoridades suizas para que lo buscaran y les dijo a los suizos que sospechaba que el hombre viajaba con un pasaporte falso, lo cual, por supuesto, era así. El hombre fue arrestado y detenido de inmediato por los suizos, quienes enviaron el pasaporte a Berna, donde fue «examinado por todas las pruebas conocidas, y luego devuelto con profusas disculpas al joven«, que fue puesto en libertad y finalmente regresó a Alemania. El pasaporte suizo falsificado de las SS había pasado el minucioso escrutinio de la única nación de Europa que guardaba con más celo sus documentos oficiales. En ese momento, se había tomado la decisión de falsificar billetes de cinco libras esterlinas británicas, aunque eventualmente la operación se expandiría para cubrir billetes de diez, veinte y cincuenta libras. Tomada esta decisión, el siguiente problema era de inteligencia, ya que Naujocks ahora tenía que enviar agentes a Gran Bretaña para determinar cuántos billetes de cinco libras se habían emitido durante los veinte años anteriores, y “la fecha, la designación (una letra y un número) , el número y la firma del Cajero Jefe” en cada billete.

Vale la pena detenerse un rato para considerar este punto tan importante porque, una vez más, se convertirá en un componente crucial. Recordemos que la directiva de Heydrich requería específicamente que los facsímiles fueran “producción no autorizada” de billetes que no fueran detectables. De hecho, iban a ser billetes de libras esterlinas, pero no billetes que hubieran salido alguna vez de las imprentas del Banco de Inglaterra. Así, además de los dos componentes normales de cualquier operación de falsificación, como eran la producción del “producto” y la distribución del “producto”, se añadió un tercer componente, que era la inteligencia precisa sobre la cantidad real de producto genuino emitido. Este elemento de inteligencia o “conocimiento interno” se convertirá en una firma clave del fraude, la falsificación y la producción de facsímiles patrocinados por el estado. El primer problema de producción fue el propio papel de los billetes británicos. El trabajo de reproducción avanzó lentamente porque “pronto quedó claro que tendría que hacerse a mano”. No obstante, Naujocks había reunido un equipo para reproducir las primeras muestras de papel a principios de 1940. Fue este equipo el que produjo un papel que a simple vista e incluso bajo un examen microscópico era indetectable del papel utilizado en un billete británico real. Pero la luz ultravioleta «reveló un defecto«, a saber, el papel de billete de banco británico genuino bajo ultravioleta era de un color lila vivo, pero el papel nazi facsímil era de un color lila mucho más apagado. La directiva de Heydrich había exigido una “producción no autorizada indetectable” de billetes de facsímil en libras esterlinas y, por lo tanto, dicho papel nunca funcionaría, ya que los examinadores de los bancos británicos, si sospechaban de libras falsas, sin duda someterían los billetes a un examen ultravioleta. La búsqueda se inició pronto para aclarar el problema. En este punto, alguien descubrió que el lino «puro» suministrado para la fabricación de lino por los productores alemanes no era 100 por ciento puro, y que tal lino puro no se podía obtener en Alemania. Landau descubrió que el lino turco era «puro«, por lo que se importaron algunas toneladas. El papel hecho con trapos de lino turco casi, pero no del todo, coincidía con el original papel de billete de banco británico. Con los expertos científicos impotentes, Naujocks resolvió el problema con sentido común. Razonó que los fabricantes de papel británicos casi con certeza usaban ropa de segunda mano pero completamente limpia; los alemanes utilizaron material nuevo. ¿Ese era el problema? El lino tejido con lino turco se enviaba para su uso como trapos de limpieza a varias fábricas. Cuando estaban completamente sucios, los trapos se devolvían, se limpiaban y se convertían en papel para billetes de banco. Esto probaba ser idéntico al artículo genuino. Así resuelto el problema del papel, la producción real del papel pasó a manos de la fábrica de Hahnemuhle en Berlín.

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Los siguientes problemas a resolver fueron la marca de agua, las fuentes de las letras y las placas. Los billetes británicos de la época contenían una marca de agua de líneas onduladas, de grosor deliberadamente variado, que requería que la operación de falsificación de las SS reprodujera moldes para las marcas de agua que estaban hechas de alambres de grosor variable. Una mirada a los billetes de cinco, diez, veinte y cincuenta libras reales de la Operación Bernhard mostrará esta característica. Mientras que la marca de agua era apenas visible, era del mismo tipo de estilo que el de otros billetes en libras esterlinas británicas. El problema de la marca de agua se resolvió. Luego hubo que atacar el tema de las fuentes, imágenes, firmas e impresión de los propios billetes y, por supuesto, estos problemas finalmente se superaron y se produjeron placas de billetes de facsímil. Uno obtiene una medida de la escala de producción de tamaño industrial al examinar la cantidad de billetes de libras esterlinas facsímiles que la Operación Bernhard imprimió durante la guerra. Algunas fuentes dan la cantidad total de billetes de libra esterlina facsímil nazis en alrededor de £ 300.000.000, y hay cantidades aún mayores que a veces se citan. Pero incluso tales cifras obviamente significan que la operación de las SS no fue una típica operación de falsificación. Entonces, ¿dónde se llevó a cabo? Como saben la mayoría de las personas que han estudiado la Operación Berhnhard, la falsificación real fue realizada por falsificadores reclutados que eran reclusos de campos de concentración que de otro modo estarían destinados al trabajo esclavo y la eventual muerte, a quienes se les otorgaron privilegios especiales, aumentaron las raciones de alimentos y trabajaron en el bloque 19 en el campo de concentración de Sachsenhausen en las afueras de Berlín. Era literalmente «un campamento dentro de un campamento«, cuyos prisioneros privilegiados estaban rodeados y aislados del resto del campo por un muro de madera de siete pies de alto y alambre de púas, con acceso controlado sujeto a la aprobación del nuevo jefe del proyecto, el Mayor Bernhard Kriiger, quien había seleccionado a cada hombre de los campos en toda la Europa ocupada por su «habilidad inusual en la composición, el grabado, la impresión o la banca de divisas«. Kriger también tomó medidas detalladas para garantizar el control de calidad del «producto«:

Las falsificaciones recién impresas fueron examinadas casi una docena de veces en escritorios con cubierta de vidrio iluminados desde abajo, por tres grupos de inspectores usando lupas de muy alta potencia. El primer grupo evaluó la impresión y el color del billete, el segundo, la marca de agua, el tercero, el efecto combinado de impresión, color y marca de agua. Según estos criterios, los billetes se dividieron en tres clases de calidad. Solo el abogado austriaco y general de las SS durante la Segunda Guerra Mundial, Ernst Kaltenbrunner, el abogado y general de brigada de las SS, además de Jefe de información y contraespionaje alemán, Walther Schellenberg, y el SS-Sturmbannführer en la década de 1940 y director de ventas de la Operación Bernhard, Friedrich Schwend, conocían el significado real de la clasificación. Los billetes de calidad I se utilizaron únicamente para agentes alemanes en países enemigos; la calidad 2 para colaboradores en países ocupados, para negocios dudosos y para operaciones de mercado negro; los billetes de calidad 3 se guardaban para pequeños negocios con personas sin importancia y para cualquier necesidad miscelánea que pudiera surgir. Tengamos en cuenta que la clasificación de los billetes de calidad 1 y 2 implica que eran de la calidad suficiente para poder pasar desapercibidos, especialmente al ser utilizados por parte de los agentes alemanes en países enemigos, ya que pasar billetes falsos en cualquier cantidad seguramente arrojaría sospechas sobre el pasador de dicha moneda, por lo que estos billetes debían ser de la mejor calidad. De manera similar, los billetes de Calidad 2 tenían que ser de alta calidad, ya que el uso en el mercado negro como medio de distribución aseguraría que dichos billetes eventualmente pasarían a manos británicas y se someterían a un escrutinio minucioso. Esta es también una pista sobre la astucia bizantina con la que se distribuyeron los billetes de la Operación Bernhard, ya que se distribuyeron por medios y métodos nominalmente ilegales bajo la ocupación nazi. En otras palabras, el “enemigo” y sus canales de circulación en última instancia clandestinos e “ilegítimos” fueron empleados para hacer circular los billetes. Burger, sin embargo, presenta un esquema de clasificación ligeramente diferente, pero que tiende al mismo resultado: «Los billetes terminados se dividieron en cuatro categorías. Las falsificaciones de primera clase entraron en la primera categoría. El segundo contenía billetes con defectos leves, casi invisibles. En la tercera categoría estaban los billetes con errores de impresión: los aviones alemanes los dejarían caer sobre Inglaterra y servirían para devaluar la moneda inglesa. La cuarta categoría fue para falsificaciones de mala calidad, que fueron destruidas. Los billetes seleccionados se ensuciaban y arrugaban para que parecieran billetes usados. Luego se pusieron en paquetes de 500 billetes y se inscribieron nuevamente en el registro«.

Sin embargo, como veremos, los alemanes nunca recurrieron en gran escala a deshacerse de sus falsificaciones conseguidas con tanto esfuerzo mediante el simple recurso de lanzarlos desde aviones, ya que se encontraron medios de distribución más efectivos. En cualquier caso, quedaba por ver, antes de la primera distribución masiva de los billetes, si los billetes de calidad 1 realmente pasarían el escrutinio de los expertos más severos. Naujocks se sintió preparado para la prueba suprema. Hizo que Kriiger le proporcionara una hoja de papel con el encabezamiento falsificado: «Deutsche Reichsbank, Departamento de Falsificaciones«, la usó para una carta con una firma ilegible, enviada a un agente de confianza, al que le entregó la carta, veinte billetes nuevos de cinco libras. notas e instrucciones detalladas. El agente acudió a un banco en Suiza donde su cuantiosa cuenta le aseguró una excelente atención. Mostró su fajo de billetes británicos y su carta del Deutsche Reichsbank pidiendo ayuda a Suiza para decidir si los billetes eran falsos o no. En tres días, recibió su respuesta: los billetes eran indiscutiblemente genuinos. Fingiendo, como se le indicó, estar aún inseguro, el alemán le pidió al banco suizo que verificara con el Banco de Inglaterra si sus billetes habían sido realmente emitidos. El Banco de Inglaterra respondió que sí. Todavía fingiendo incertidumbre, el cliente recuperó su dinero y regresó a Alemania. Esta buena noticia hizo que Naujocks dijera que esa fecha, el 1 de marzo de 1941, fue “el día de mayor orgullo de mi vida”. El uso de un banco suizo fue la siguiente mejor opción para probar los billetes después del propio Banco de Inglaterra, ya que los bancos suizos se encontraban entonces entre los principales bancos internacionales del mundo, en que la detección de moneda extranjera falsificada era un requisito y un servicio de cualquier banco suizo normal. Una vez realizada la categorización de todos los billetes falsificados, su determinación de categoría de control de calidad, valoración y números de serie, fueron ingresados a un registro. Este también es un punto importante, ya que, como veremos, es un sello distintivo de la “producción de billetes” patrocinada por el estado: que alguien, en algún lugar, sepa que es un fraude y por qué. Pero, ¿qué pasa con la distribución de esta “fortuna en billetes”?

En última instancia, la distribución recayó en Friedrich Paul Schwend, antes mencionado, un empresario alemán con contactos en todo el mundo, incluida China y, por supuesto, como tantos empresarios internacionales alemanes, América del Sur. Debido a su experiencia, Schwend llamó la atención del Reichsmarschal Hermann Goring, y eventualmente actuó como consultor, en su calidad de supervisor de los planes económicos cuatrienales del Tercer Reich. De hecho, fue Schwend quien propuso por primera vez que los billetes de la Operación Bernhard se utilizaran para financiar operaciones de inteligencia encubiertas a escala mundial, aunque esto no se efectuó de inmediato. No obstante, Schwend persistió, incluso señalando que al usar tales billetes como base para financiar actividades encubiertas, la inteligencia nazi no dependería de la financiación estatal y tendría su propio mecanismo independiente de financiación. Para ello propuso una vasta red de “agencias, sub-agencias y representantes”, todas coordinadas desde una oficina central, una “especie de banco internacional” basado en la falsificación de los billetes, una sombra del Banco de Inglaterra, a través de su «sucursal nazi«. En un momento dado, esta red incluso incluía a los partisanos de Yugoslavia, a quienes las SS compraban armas utilizando billetes falsificados. Schwend también amplió la red a los bancos suizos, ya que los billetes de calidad 1 ya habían pasado la prueba, convirtiendo los billetes en moneda fuerte real. Este es también un punto importante, ya que ilustra la necesidad, en cualquier operación de falsificación a “escala industrial”, de tener un “punto de entrada neutral” para el dinero en billetes o, como veremos más adelante, en valores, como bonos al portador, a fin de garantizar su “autenticidad” y por lo tanto su convertibilidad en dinero real. Este proceso fue ayudado aún más al juntar billetes genuinos con los falsificados para convertirlos a otras monedas fuertes. La red de distribución de Schwend era tan amplia que sus agentes podían encontrarse en África, Estados Unidos, Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Honduras, Japón, China, India, todos los países europeos y, bajo su cobertura como asistente técnico de la Embajada de Alemania en el Vaticano, Schwend mantuvo estrechos vínculos con esa entidad y, sin duda, con su banco, el Instituto de Obras Religiosas. Como veremos, esta no es la única vez que nos encontraremos con la participación del Vaticano en negocios financieros dudosos y en particular nazis.

La proposición de Schwend de que el dinero en billetes de la Operación Bernhard se utilizase para proporcionar a la inteligencia nazi una fuente de financiación independiente y, mientras el plan no fue detectado, casi inagotable, le daba independencia del mismo Tercer Reich. Ello sugiere la posibilidad de que la operación continuara de alguna forma después de la guerra, porque aunque los internos del campo de concentración que proporcionaron la experiencia técnica ya no estarían disponibles para la operación, las técnicas básicas y el hardware de la falsificación a escala industrial se habrían perfeccionado. Además, es un hecho bien conocido que los nazis ocultaron gran parte del dinero en billetes y las placas utilizadas para producirlo en varios lugares de Europa después de la guerra, lo que indica al menos la intención de que la operación sobreviviera, presumiblemente como fuente de financiación de actividades encubiertas nazis de la posguerra. Además, la conversión de Schwend de los billetes de la Operación Bernhard en activos reales en moneda fuerte sugiere fuertemente que su papel en la operación fue ayudar en la preparación de los planes nazis para la evacuación estratégica de Europa y la continuación clandestina después de la guerra, al convertir el dinero en billetes en moneda fuerte real. Estas posibilidades ganan fuerza adicional cuando se consideran las extrañas relaciones del propio Schwend. Estaba, por ejemplo, relacionado por matrimonio con el empresario, banquero y filántropo belga Edouard Bunge, que formaba parte de la corporación de la familia Bunge, que, por supuesto, hacía negocios en Argentina bajo la razón social de Bunge & Born. una de las empresas líderes en beneficiarse de manipulaciones masivas de acciones justo antes del asesinato del presidente Kennedy, lo que sugiere a muchos una conexión con ese magnicidio. Pero, ¿qué tan grande fue la operación de Schwend? Adolf Burger, el preso que fue seleccionado, afirma que «al final de la guerra, el dinero falsificado habría ascendido al 40 por ciento del dinero auténtico en circulación«. Cuarenta por ciento representaba casi la mitad del dinero británico en circulación. De hecho, había tanto en circulación que el Banco de Inglaterra simplemente se vio obligado a rediseñar completamente todos sus billetes después de la guerra.

Aquí vemos que ha surgido un patrón interesante, que se volverá cada vez más evidente: En primer lugar está la falsificación patrocinada por el estado o, para decirlo con la fraseología más precisa y escalofriante de Heydrich, la «producción no autorizada» de billetes de banco falsificados pero indetectables, que se llevó a cabo a escala industrial, hasta el punto de que el fraude se convirtió en una parte importante de los billetes en circulación, afectando a la oferta monetaria y que sólo podía eliminarse con dificultad. En segundo lugar estaba inicialmente concebida como un medio de guerra económica, Friedrich Schwend cambió por completo la motivación y el propósito de la operación, al sugerir que tal falsificación a escala industrial era un medio virtualmente inagotable e independiente de financiar la inteligencia nazi y las actividades encubiertas. Es un paso muy corto hasta la comprensión de que también podría ser un mecanismo de financiación independiente para proyectos de investigación ocultos. Por lo tanto, es el mecanismo de financiación en sí mismo, a través de la falsificación a escala industrial, el que forma el vínculo entre las operaciones encubiertas y los proyectos de investigación encubiertos. En tercer lugar tal financiamiento independiente también permitió la posibilidad de que cualquier burocracia de inteligencia y/o entidad de investigación secreta pudiera, a fuerza de una empresa tan vasta de “producción no autorizada”, volverse virtualmente independiente de su estado controlador y sus instituciones financieras, ya fuesen públicas o privadas. De hecho, el episodio húngaro de falsificación de francos franceses después de la Primera Guerra Mundial comenzó como un esfuerzo de una élite privada más o menos independiente del gobierno húngaro, pero rápidamente pasó a depender de ese gobierno. Por lo tanto, es concebible que, con una escala suficiente, tal empresa fraudulenta pueda cooptar o al menos influir en gran medida en la soberanía financiera de una nación y sus instituciones financieras públicas y privadas más grandes. En cuarto lugar tenemos que en la distribución de dicho dinero facsímil era crucial tener uno o más «puntos de entrada neutrales» en el flujo de circulación, como los que proporcionarían los bancos con una larga práctica en la banca internacional. Como se verá, esto se logró a través de Suiza y el Vaticano. Como veremos, estos dos «puntos de entrada neutrales» volverán a aparecer en la historia, pero para ver cómo, debemos viajar hacia adelante en el tiempo, antes de, finalmente, viajar hacia atrás en el tiempo y a medio mundo de distancia. Europa, donde el otro socio del Eje estaba construyendo el otro pilar de las finanzas de unos grupos de poder en la sombra. Al igual que la Operación Bernhard, que realizó ingeniería inversa de los billetes de la libra esterlina británica, tenemos que aplicar ingeniería inversa a un vasto y oculto sistema de finanzas que se utiliza para vastos y encubiertos propósitos.

Por ahora, sin embargo, si es cierto que uno no falsifica algo que no se puede negociar o algo que no existe. Entonces, ¿cómo se blanquearían esas falsificaciones? Uno tendría que ir a un lugar con acceso a la banca, y a un lugar que llevara consigo el aura de la más alta probidad moral. En resumen, habría que ir al Vaticano. La conexión del Vaticano se ilustra mejor con un evento de 1971 a 1973, en el que una investigación policial de la ciudad de Nueva York sobre las actividades de la mafia condujo rápidamente a una red de falsificación mafiosa a gran escala y a jerarcas poderosos y de gran posición dentro de la propia Ciudad-Estado del Vaticano. Si bien aquí no es posible una presentación detallada del evento, hay ciertos aspectos del caso que vale la pena señalar. Matteo de Lorenzo fue un jefe de la mafia durante la década de 1970 y se especializó en mover el dinero del sindicato a inversiones legítimas, es decir, acciones, bonos y otros tipos de valores corporativos y gubernamentales. El hombre que supervisaba el día a día de esta cartera de inversiones era un tal Vicent Rizzo. Richard Hammer, cuyo libro The Vatican Connection detalló por primera vez esta compleja historia, observó que esta cartera era: «de un valor cercano a los mil millones de dólares y estaba repleto de inversiones selectas de primer orden, como letras, bonos y pagarés del Tesoro de los Estados Unidos, bonos del Banco Federal de Crédito Intermedio y la Asociación Hipotecaria Nacional Federal, acciones ordinarias y bonos de grandes corporaciones como National Aviation Company, Unishops Inc., General Portland Cement Company, International Business Machines, Beneficial Finance Company, California Computer Corporation, First Union, Inc., Capital Holding Corporation, Coca-Cola Bottling Company of Los Angeles, Occidental Petroleum Corporation, Norton Simon, Inc., American Telephone and Telegraph Company, General Electric Corporation y más». Pero, como señala Richard Hammer, «legítimo» significa una cosa para la sociedad común y otra muy distinta para el mundo secreto de los señores del crimen: «Su definición de comercio de acciones y negocios legítimos era única para ellos, no se podía encontrar en ningún diccionario a menos que fuera escrito por ellos mismos. No habían comprado sus acciones y bonos, pagarés y letras de la manera ordinaria, a través de casas de bolsa o de bancos. Los habían acumulado de los sacos de correo del Servicio Postal de los Estados Unidos, de casas particulares, de las bóvedas de los principales bancos y casas de bolsa como Manufacturers Hanover Trust Company, Bankers Trust Company, Security Pacific Bank, Continental Illinois Trust Company, Blair and Company, Shearson Hammill, Merrill, Lynch, Pierce, Fenner and Smith, y muchas otras, y de los grabados e imprentas privadas de sus amigos, aliados y empleados. Tenían sus manos en todo. Eran los hombres que controlaban la distribución de valores estadounidenses robados y falsificados en todo el mundo«.

A fuerza de su extensión mundial, una extensión conectada indisoluble e ineluctablemente con el contrabando internacional de drogas y tráfico de armas, la mafia también fue una de las pocas organizaciones capaces de llevar a cabo un comercio mundial de valores y monedas falsificados. En efecto, es por derecho propio una especie de grupo de poder en la sombra, con su propia jerarquía y burocracia, sus propias “leyes” y “códigos de ética”, y con una clara interfaz con el mundo público “normal”. En cualquier caso, De Lorenzo y Rizzo formaban parte de la familia mafiosa criminal de los Genovese, y esto también tiene una implicación importante, aunque bastante obvia, para cualquier consideración sobre la estructura de los grupos de poder en la sombra tal como surgió después de la Segunda Guerra Mundial, y cómo esa estructura a su vez está relacionado con sus finanzas. Como todas las burocracias y estructuras organizativas secretas, su organización era paralela a las demarcaciones de jurisdicción públicamente visibles en la sociedad política. Para todos y cada uno de los Landers alemanes, no solo había una figura del gobierno, sino un Gauleiter del Partido Nazi correspondiente. Para cada Oblosk en Rusia, había un Kommisar comunista correspondiente. Y, en la Mafia, para cada ciudad o estado, había un Capo correspondiente o «Jefe» del territorio. La poderosa familia criminal de los Genovese de Nueva York, a su vez, tenía vínculos estrechos y profundos con la inteligencia estadounidense, que databan de la Segunda Guerra Mundial y la «alianza» entre el entonces jefe del crimen Genovese, Lucky Luciano, y la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) del general Wild Bill Donovan, precursora de la CIA. En cualquier caso, a través de una serie de escuchas telefónicas del personal mafioso local, obtenidas en respuesta a lo que eran asuntos puramente locales de aplicación de la ley, el departamento de policía de la ciudad de Nueva York pronto se encontró siguiendo un caso, a través de la estrecha vigilancia de Vincent Rizzo, que rápidamente se volvió internacional. Si bien Rizzo tenía, y cuidadosamente cultivaba, la imagen de ser un miembro de bajo nivel en el sindicato de Nueva York, rápidamente quedó claro para la policía de Nueva York que vigilaba e informaba sobre Rizzo que él era mucho más de lo que aparentaba, ya que se le veía regularmente en compañía de los más altos jefes de la mafia. Fue otro De Lorenzo, Anthony, quien había persuadido a los jefes de la mafia de que se podían obtener grandes ganancias comerciando en Wall Street y, por supuesto, en valores robados y falsificados, y su hombre clave en la coordinación de toda esta actividad fue Vincent Rizzo.

Rizzo también estuvo involucrado en otra actividad de la familia criminal de los Genovese, y eso era llevar armas a América del Sur, un hecho que sugiere que existe alguna conexión entre la mafia y la “Internacional Nazi” de la posguerra en ese continente, así como una conexión con el comercio de armas y drogas de la inteligencia estadounidense en esa región. En cualquier caso, mientras la policía de Nueva York continuaba vigilando a Rizzo, pronto lo encontró con frecuencia en compañía de un tal William Benjamin, un falsificador muy conocido y capaz, así como traficante de valores falsificados y robados y, en particular, de valores robados y boletos de avión falsificados, un hecho que rápidamente convirtió la investigación de su ciudad en una investigación federal. El FBI, sin embargo, no estaba inicialmente interesado en el caso, dejando que la policía de Nueva York se ocupara del asunto lo mejor que pudiera. La persecución y vigilancia de Rizzo pronto condujo a un lugar y a un encuentro improbable. El lugar era Munich, en Alemania. La policía de Nueva York rápidamente arregló las escuchas telefónicas en la habitación de hotel de Rizzo junto con sus contrapartes en Munich, y pronto escucharon un extraño intercambio de mensajes entre Rizzo, el «manejador» de la mafia estadounidense y un tal Winifred Ense. La policía alemana revisó rápidamente su registro para descubrir que era un hombre de negocios de reputación incierta. La policía lo había interrogado sobre su vínculo con la venta en Bruselas dieciocho meses antes de un certificado robado del Tesoro de los Estados Unidos valorado en 100.000 dólares. También se sospechaba que estaba profundamente involucrado en la difusión de acciones y bonos robados en toda Europa. El propósito de Rizzo al venir a Munich, según supo pronto la policía, era recaudar $350.000 que Winifred Ense y uno de sus socios, Alfred Barg, aparentemente le debían a la mafia. Barg y Rizzo acordaron concertar una reunión en la habitación del hotel de Rizzo, una habitación que, por supuesto, estaba intervenida.

Cuando ocurrió la reunión, las policías de Nueva York y Munich pronto supieron que la misión de Rizzo no era solo cobrar los $350.000 adeudados a sus jefes en Nueva York, sino también concluir un misterioso “acuerdo”. En el trabajo de vigilancia la paciencia suele ser la virtud más gratificante, y lo mismo sucedió en este caso, ya que las policías estadounidense y alemana que vigilaban a Rizzo pronto encontraron a Rizzo no solo en la extraña compañía del empresario alemán Ense, con todas sus actividades sospechosas en su trato con valores robados y falsificados, sino una vez más con el conocido falsificador de la mafia William Benjamin, y un recién llegado, un tal Dr. Leopold Ledl, de origen vienés, que era la imagen consumada de un estafador afable y sofisticado. Vendedor de títulos académicos falsos, títulos de nobleza, e incluso certificados de inmunidad diplomática, Leopold Ledl pudo por estos medios reunir a su alrededor una red de amigos y contactos, en que estaba reuniendo credenciales y títulos académicos genuinos, incluidos doctorados honorarios de la Universidad de Roma y de la Universidad del Estado del Vaticano. Estas credenciales luego se convirtieron en la base para su propia falsificación de credenciales de instituciones prestigiosas, que luego podía vender a cualquiera por el precio adecuado. Así pudo contar en su red de amigos y conocidos con algunas personas muy poderosas. Mientras la policía escuchaba una conversación entre Rizzo y el empresario alemán Ense, el nombre de Ledl fue mencionado por primera vez en un contexto que los detectives que escuchaban a escondidas apenas podían creer. Ense, mientras hablaba con Rizzo, de repente dejó escapar ciertos detalles del misterioso arreglo: «Y Ricky me pidió no una o dos o tres veces, veinte veces, ‘pregúntale otra vez’. ¿Está completamente seguro de que la gente de Roma, del Vaticano, sus amigos, quieren falsificaciones? Y el Dr. Ledl dice: ‘Quieren todo lo que pueda conseguir. Solo puedo decir que sí, eso es lo que quieren‘”. ¿El Vaticano y la mafia envueltos en falsificaciones en cantidades prácticamente ilimitadas? Esto elevó las apuestas más allá incluso del nivel federal estadounidense. El caso no solo se había vuelto internacional, sino muy profundo y, con la mención del Dr. Ledl de un tal “Ricky”, acababa de pasar a la categoría de “peligroso” y “estratosférico”. Ya nos hemos referido brevemente al Dr. Ledl, y lo haremos de nuevo, pero ¿qué pasa con «Ricky«? “Ricky” era en realidad un tal Manuel Richard Jacobs, un «comerciante» de valores de la mafia de alto nivel, e íntimo de los capos de la mafia de Los Ángeles y Chicago, Johnny Roselli y Sam Giancana. Tan poderoso y necesario para el comercio de valores del sindicato era “Ricky”, que incluso mientras cumplía una sentencia de prisión en una prisión federal de mínima seguridad, Manuel Richard Jacobs («Ricky») logró continuar con su negocio, un hecho que sugiere al menos cierto nivel de aquiescencia o complicidad del gobierno federal estadounidense en sus actividades, algo extraño, ya que el FBI también se había convencido de que “Ricky» Jacobs era el hombre detrás de varios millones de dólares robados y falsificados. Valores corporativos y gubernamentales estadounidenses que habían estado apareciendo en todo Estados Unidos y en todo el mundo.

En otras palabras, mientras que el FBI había señalado a “Ricky» Jacobs como una figura crucial en una red de falsificación mundial y a escala industrial patrocinada por la mafia, mientras tanto “Ricky» Jacobs cumplía una sentencia de prisión pero continuó dirigiendo sus negocios como de costumbre. Cuando las desconcertadas policías estadounidense y alemana comenzaron a conectar los puntos de este extraño conjunto de personajes y actividades, rápidamente llegaron a la conclusión de que había una red internacional de falsificación a escala industrial con algún tipo de conexión misteriosa con el Vaticano, en la que se habían topado con «una combinación de estafadores alemanes y estadounidenses que alguna vez sirvieron en el ejército estacionado en Alemania o que viajaban con frecuencia dentro y fuera de Munich”. Tal gran esfuerzo de falsificación, como hemos argumentado anteriormente, requeriría, en algún nivel, acceso a información de inteligencia interna, así como acceso a una vasta red de inteligencia. En este caso, la mafia puede haber obtenido dicha información de sus contactos con la CIA o, por el contrario, a través de algún acuerdo con la inteligencia alemana con sede en las afueras de Munich, o con ambos. En cualquier caso, Rizzo regresó a la ciudad de Nueva York, por lo que su «negocio» en Munich y los misteriosos «arreglos» aparentemente concluyeron. Fue en Nueva York donde las escuchas telefónicas de la policía de Nueva York en uno de los lugares frecuentados por Rizzo revelaron otra conexión con el inframundo de la estafa y la falsificación cuando interceptaron una llamada telefónica entre el jefe de la mafia y un hombre de confianza británico, Tony Grant. La base de operaciones de Tony Grant en ese momento estaba en Argentina, un hecho que plantea preguntas obvias. Subsiguientes conversaciones intervenidas entre Rizzo y Ense también revelaron que Grant estaba relacionado de alguna manera con el extraño «acuerdo» en Munich entre la mafia, el Dr. Ledl y el Vaticano. A medida que continuaban las escuchas telefónicas de la policía y los puntos se conectaban cada vez más, pronto se hizo evidente otro hecho asombroso y escalofriante: la pieza central del «acuerdo» que se estaba llevando a cabo entre Rizzo, Benjamin, Jacobs, Ense y el Dr. Ledl incluía, como su clave misma y su pieza central, la falsificación de letras del Tesoro de Estados Unidos a gran escala. Pero fue solo cuando se concentraron en el notorio estafador internacional, el Dr. Ledl, que la policía descubrió el oscuro núcleo del asunto y la escala verdaderamente asombrosa de lo que estaban tratando.

El Dr. Ledl se movió en algunos círculos de poder muy sorprendentes a través de sus contactos en Roma, incluidos círculos que lo pusieron en contacto directo con el jefe de seguridad del Papa Pablo VI, el obispo estadounidense Paul Marcinkus, que, a su vez, mantuvo estrechos vínculos con el banco del Vaticano, el Instituto de Obras Religiosas, institución que también dirigió durante el pontificado posterior de Juan Pablo II. Un contacto entre un conocido estafador, cuyos contactos incluían a mafiosos que realizaban falsificaciones a escala industrial, y el Banco del Vaticano era bastante increíble, pero Marcinkus, a su vez, era un conocido colaborador cercano del notorio banquero relacionado con la mafia, Michele Sindona, miembro de la notoria Logia Masónica Italiana Propaganda Due. Marcinkus y Sindona estaban tan estrechamente conectados que los dos banqueros compartían una cuenta bancaria privada numerada en las Bahamas. Como director del Banco del Vaticano y jefe de seguridad del Papa, Marcinkus era literalmente el portero papal; ya que era él quien decidía quién podía ver al Papa y quién no. Era, por así decirlo, una versión eclesiástica de Martin Bormann: fiel “secretario” de Hitler, con sus dedos, al igual que Bormann, puestos en cada pastel financiero imaginable. Pero los contactos del Dr. Ledl fueron mucho más lejos y más altos en el Vaticano que solo el obispo Paul Marcinkus. Como señala Richard Hammer, autor de Conexión Vaticana, se había forjado un vínculo especial entre Ledl y el cardenal Eugene Tisserant, decano del colegio cardenalicio, que siguió dirigiendo activamente la Sociedad para la Propagación de la Fe y distribuyendo fondos a las misiones extranjeras de la iglesia. Inmediatamente reconocible por su larga barba blanca y porte patricio, el erudito y sofisticado cardenal Tisserant, nacido en Francia y quizás el cardenal más cercano al Papa Pablo VI, pareció estar encantado con Ledl y vio en él, quizás, un hombre al que algún día podría utilizar. El cardenal Tisserant, cabe señalar también, fue también el cardenal que durante muchos años estuvo a cargo de los archivos del Vaticano, y estuvo involucrado en muchas otras “actividades”. Cuando Ledl finalmente contó la historia al FBI y otros funcionarios, una vez que finalmente decidieron involucrarse en el caso, él y el cardenal Eugene Tisserant se reunieron en 1971, con solo un arzobispo anónimo, el asistente del cardenal, con ellos. Según Ledl, el cardenal Tisserant le preguntó si tenía “alguna sugerencia o idea sobre cómo la iglesia podría encontrar los medios para resolver algunos de sus apremiantes problemas monetarios, y también los de Italia”. Ledl tenía ideas, pero ninguna del tipo que uno “podría proponer a un hombre como el cardenal Tisserant en el corazón de la iglesia católica romana”. En este punto, la conversación se desarrolló de una manera muy extraña: «¿Ninguna idea en absoluto, mi amigo de Viena?» presionó Tisserant. Ledl no se atrevió a dar voz a esas ideas. Tisserant suspiró y miró al arzobispo que le acompañaba. «Seguramente, dijo, Ledl, con toda su vasta experiencia en tales materias, debe saber cómo obtener una gran cantidad de valores que ayudarían al Vaticano y a la nación italiana«. Ledl preguntó qué tipo de valores. Tisserant se rió y dijo: “Valores de primera clase, por supuesto, en grandes empresas estadounidenses”. Ledl percibió el rumbo de la conversación, pero quería estar seguro. Dijo que podría ser difícil obtener ese papel. “¿Si son falsificados?” Tisserant preguntó suavemente. Ahora Ledl lo sabía. Preguntó de qué cantidades estaba hablando el cardenal. «Cerca de mil millones de dólares«, dijo Tisserant. Para ser precisos, la cifra que tenían en mente era de 950 millones de dólares. Dijo que la mitad se canalizaría a través del obispo Marcinkus y el Banco del Vaticano, para compensar algunas de las pérdidas que el Vaticano había sufrido como resultado de las inversiones de Marcinkus.

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Ahora hemos llegado a uno de los meollo del asunto, uno de los puntos clave de contacto entre cualquier nivel oculto de sistema financiero, basado en el fraude, para cualquier grupo de poder en la sombra, y el mundo “real”, para un banco privado que es el auxiliar directo de un estado soberano como el Vaticano, que con la penumbra de la religión en sus tratos, estaría en condiciones de utilizar la falsificación o la «producción no autorizada«, para emplear el término de Heydrich una vez más, de cualquier valor como un medio para extender líneas de crédito genuinas o, alternativamente, venderlas por dinero real a clientes ignorantes de su procedencia. Pero las implicaciones de los contornos de esta estructura emergente no se detienen ahí. Como Ledl dijo posteriormente a las autoridades, su conversación con el cardenal Tisserant continuó: «¿No estaban el cardenal y los demás, preguntó Ledl, preocupados por lo que podría pasar si se descubría que el Vaticano estaba comerciando con valores estadounidenses falsificados? Una cosa era que un hombre de negocios, o incluso una gran empresa, se aventurara en aguas tan traicioneras. Pero para que una institución como el Vaticano lo hacieseTisserant lo descartó con un gesto. A él no le preocupaba en absoluto, dijo, ni tampoco a ninguno de los que había discutido sobre esto. Todos estuvieron de acuerdo en que el gobierno estadounidense nunca acusaría al Vaticano de comerciar a sabiendas con acciones y bonos falsificados. De hecho, si se descubriera que tal papel existió en el Vaticano, los Estados Unidos indudablemente creerían que la iglesia había sido tomada por algunos estafadores sin escrúpulos y así intervendrían en secreto y repararían las pérdidas. Si pudiera, de hecho, encontrar esa mercancía falsificada de primera clase, preguntó Ledl, ¿cuánto estaba dispuesta a pagar la iglesia por ella?. Si Ledl pudiera hacer tal entrega, que el cardenal y sus amigos estaban seguros de que podía, dijo Tisserant, entonces el Vaticano y el Banco de Italia le pagarían a él y a sus fuentes el sesenta y cinco por ciento del valor nominal, o alrededor de $625 millones. Por supuesto, Ledl y su gente deben entender que se esperaría que devolvieran una cuarta parte de esa cantidad, o unos 150 millones de dólares, a Tisserant, Marcinkus y los demás que habían desarrollado este plan. Aun así, eso dejaría a Ledl y su gente con unos 475 millones de dólares. Eso debería ser suficiente para pagar sus problemas«. Los comentarios del cardenal Tisserant a Ledl, que el gobierno estadounidense nunca desafiaría al Vaticano por comerciar con valores falsificados, y que «intervendría en secreto y compensaría las pérdidas» si se expusiera tal papel falso, suenan falsos.

Es mucho más probable que toda la propuesta fuera del tipo “dos pueden jugar el juego oficial de la falsificación”, y que cualquier exposición de la operación con base en el Vaticano a las autoridades estadounidenses hubiera sido de tal naturaleza que comunicara el mensaje, “si tú puedes hacerlo, nosotros también”. En resumen, el cardenal Tisserant probablemente sabía algo, y ese algo era que estaba ocurriendo un gran fraude dentro y en el nombre del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Tesoro de Estados Unidos. Y hay una última cosa que debe recordarse sobre el cardenal Eugene Tisserant. Él, junto con el primer Papa a quien sirvió, Pablo VI, el anterior cardenal Giovanni Montini, estuvieron íntimamente involucrados en las operaciones de la línea de ayuda del Vaticano, ayudando a los fascistas italianos, los nazis alemanes, los ustashi croatas, los rexistas belgas y todo tipo de criminales de guerra a escapar de Europa. a América del Sur, vía Argentina, utilizando pasaportes del Vaticano. El caso es que la falsificación a escala industrial, o para usar la descripción más precisa de Heydrich, «producción no autorizada de billetes indetectables» de dinero y valores, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial para convertirse en el método favorito de los grupos de poder en la sombra para la financiación de la investigación y de operaciones encubiertas. Al igual que los propios grupos de poder en la sombra, este mecanismo financiero, aunque profundamente fraudulento, interactúa con el mundo “real” de las instituciones públicas hasta el punto de que forma parte de lo que el poeta canadiense y profesor de lengua inglesa en la Universidad de California, Berkeley, Peter Dale Scott, llamaría la “política profunda” de la época. Para poner este punto de manera más resumida, la Operación Bernhard nazi, al menos conceptualmente, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, al igual que la ideología fascista que le dio origen. Sin embargo, también existe la posibilidad de que haya sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial como un componente de la Internacional Nazi de la posguerra, y haya interactuado con operaciones similares llevadas a cabo por grupos cuasi independientes o deshonestos dentro del complejo militar-industrial-inteligencia-finanzas estadounidense, y con operaciones de falsificación llevadas a cabo por la clandestinidad criminal internacional.

Esto quiere decir que la principal estructura de facciones de los grupos de poder en la sombra, en lo que se refiere a sus fundamentos financieros , se compone de los siguientes elementos: un elemento «político profundo» dentro del complejo militar-industrial-inteligencia-financiero estadounidense. Si bien la composición nacional de esta facción es predominantemente estadounidense y refleja el papel dominante de los Estados Unidos dentro de la situación geopolítica global, esta facción tiene fuertes lazos con intereses oligárquicos similares dentro de Gran Bretaña y puede denominarse la élite angloamericana. Como estructura adjunta a esta facción, también habría que mencionar, en aras de la exhaustividad, que esta élite interactúa con las élites de otros países, como Japón, Alemania, Francia, etc., cuyos intereses geopolíticos, económicos y culturales son vistos coincidir con el de la facción angloamericana. Asimismo, otro elemento es la clandestinidad criminal internacional, o Mafia. También hay que señalar un elemento fascista internacional, o “International Nazi”. Supongamos, por un momento, que alguien es miembro de una red de falsificadores que intentan, como todos los falsificadores, ganar dinero usando billetes falsos para comprar un artículo pequeño y recibir dinero «real» a cambio. La técnica es simple: el grupo ha falsificado una pequeña cantidad de billetes de veinte, cincuenta o cien dólares y luego ha utilizado esos billetes para hacer pequeñas compras y recibir el cambio del cajero. Así ganan dinero los falsificadores.  Este breve resumen contiene los tres supuestos metodológicos esenciales de cualquier plan de falsificación: En primer lugar no se falsifica algo que actualmente no existe como medio de cambio, o que no es convertible. Por ejemplo, no tendría sentido hacer todo el esfuerzo para producir un billete de tres dólares, ya que aunque alguna vez fueron emitidos brevemente, por ejemplo, por la República de Texas durante el breve período de su existencia, ahora no sería moneda de curso legal. De manera similar, uno no produciría un billete de cuatro libras, o un billete de siete yenes, porque tales denominaciones de moneda no existen. Uno solo falsifica, o imita, algo real. En segundo lugar, del mismo modo, no se falsifican billetes de quinientos, mil, cinco mil o diez mil dólares, ya que, si bien dichos importes son genuinos y estaban en circulación, dos razones impedirían que la red de falsificación típica hiciera falsificaciones de importes tan grandes. En primer lugar, dado que el objetivo de la falsificación es obtener moneda real a cambio de una transacción en la que se entrega un billete falso, las transacciones normales impedirían el uso de grandes importes por ese motivo y, además, el uso general de tales grandes importes no está muy extendido y llamaría la atención. Los importes grandes pueden ser monedas de curso legal y han circulado, pero generalmente no circulan. Su uso levantaría sospechas. Por otro lado, los grandes importes estarían fuera de la riqueza normal del grupo objetivo. Uno no ofrecería un billete de quinientos dólares para comprar un pollo y algunas verduras, y esperaría obtener el cambio fácilmente. Uno solo falsifica lo que razonablemente puede esperar ofrecer en una transacción a un grupo objetivo y, por lo tanto, debe adaptar su función de falsificación a la escala de riqueza del objetivo, y hacerlo sin levantar sospechas.

En tercer lugar, de las dos consideraciones anteriores se desprende que se debe elaborar un “producto” que sea de calidad suficiente para pasar el escrutinio del grupo objetivo. Uno no se toma el gasto y el esfuerzo de elaborar un producto fraudulento que no se puede usar porque no existe, o es de un importe demasiado grande para ser negociada con el grupo objetivo, o es de muy mala calidad para ser comercializado. Para decirlo de otra manera, la calidad debe ser lo suficientemente alta como para garantizar la aceptación «a primera vista» de su autenticidad por parte del objetivo, aunque no sea auténtica. La situación cambia un poco cuando el contexto es la falsificación a “escala industrial”, como se vio anteriormente, porque surgen problemas de distribución que una operación típica de falsificación no encuentra. Además, la situación cambia si el grupo objetivo son los muy ricos. En este caso, los instrumentos de importes muy grandes, por lo general valores (acciones, bonos, etc.) se convierten en el vehículo preferido. Pero surge un problema. Los muy ricos serán mucho más cautelosos a la hora de desprenderse de su dinero auténtico, y cuanto mayor sea el valor denominado del instrumento falsificado, más cauteloso será probablemente el grupo objetivo. Además, es probable que un grupo objetivo rico esté al tanto de la existencia de instrumentos que la mayoría de la gente común ni siquiera sabe que existen, y también pueden recurrir a recursos privados de inteligencia para verificar la información. No obstante, los principios siguen siendo los mismos: no se falsifica lo que no existe, y se debe hacer todo lo posible para presentar el “producto” de la manera más genuina posible. Sin embargo, en este momento hay una consideración adicional importante: dado que en este caso se estaban falsificando instrumentos con importes mucho más grandes, solo se podía hacer a fuerza de un acceso similar a la información sobre varios importes que generalmente no están disponibles para el público en general. El comercio de instrumentos de diez, veinte, cincuenta o cien millones de dólares, o de quinientos millones o de mil millones de dólares, se produce en un nivel exclusivo al que solo pueden acceder unos pocos, y por lo tanto, cualquier falsificación realizada a este nivel también debe tener acceso a la información sobre esa operación y los instrumentos negociados. Pero el principio sigue siendo: No se falsifica lo que no existe. O para poner ese punto aún más sutilmente: Uno no falsifica algo que los muy ricos no sospechan que existe, o saben que existe.

Con estos pensamientos en mente, ahora podemos examinar uno de los escándalos de los bonos al portador. El 18 de junio de 2009, el sitio web AsiaNews publicó la siguiente historia: «Misterio que rodea 134,5 mil millones de dólares estadounidenses ‘falsos’ incautados en Ponte Chiasso Milán – Los bonos del gobierno estadounidense incautados por la policía financiera italiana (Guardia di Finanza) en Ponte Chiasso, una ciudad italiana en la frontera con Suiza, son ‘claramente falsos’, Stephen Meyerhardt, portavoz de la Oficina de Deuda Pública de Estados Unidos es citado en un reportaje de la agencia Bloomberg. AsiaNews se puso en contacto con el cuartel general de la división de la policía financiera de Italia en Como, que es responsable de Ponte Chiasso, para pedir una explicación, pero aún no ha llegado ninguna. Desde hace unos días el asunto ha sido el centro de atención. Es importante destacar que, en el momento en que se incautaron los bonos, no fue posible determinar si los bonos del gobierno de Estados Unidos y los certificados de la Reserva Federal de Estados Unidos eran reales o falsos». Inmediatamente después de la incautación, el coronel Mecarelli, comandante de la Guardia di Finanza en Como, dijo que al menos sobre algunos de los valores, especialmente los ‘bonos Kennedy’, habían dudas sobre su autenticidad. En cuanto a los demás, algunos estaban tan bien hechos que era difícil distinguirlos de los reales. El decomiso se llevó a cabo cuando los bonos estaban en posesión de dos individuos de aspecto oriental de unos cincuenta años con pasaportes japoneses. Los dos hombres viajaban de Milán a Chiasso, en Suiza, en un tren local utilizado principalmente por trabajadores italianos que iban y venían de Suiza para trabajar. En la oficina de aduanas, ambos hombres dijeron que no tenían nada que declarar, pero un control realizado por agentes de la policía financiera reveló un doble fondo en sus respectivas maletas, cada una con una fortuna en valores estadounidenses. También en el interior los agentes encontraron extensos y detallados documentos bancarios originales sobre los bonos. Si esto último fuera legal, los dos hombres asiáticos tenían en su poder una gran parte de la deuda de los Estados Unidos, lo que los habría convertido en los cuartos acreedores más grandes de los Estados Unidos. A pesar de lo que dijo el portavoz del Tesoro de Estados Unidos, Meyerhardt, y hasta que no haya más información para AsiaNews por parte de la policía financiera de Italia en Como, el misterio sigue ahí. Según la legislación italiana, cuando los organismos encargados de hacer cumplir la ley incautan bonos falsos o dinero falsificado, tienen la obligación de arrestar a los portadores. Y para evitar la apropiación indebida, el organismo que incauta el material, en este caso la policía financiera, debe proceder rápidamente a su destrucción.

Sin embargo, en el caso de valores reales, después de que los tenedores de los valores sean identificados, la policía financiera debe liberarlos inmediatamente después de emitir una declaración de decomiso e imponer una multa valorada en este caso en $53,4 mil millones. En este caso, ¿por qué los dos hombres fueron puestos en libertad de inmediato sin imponer ninguna multa? Pero esa no es la única discrepancia. No está claro cómo se pueden reconciliar las declaraciones del portavoz del Tesoro de Estados Unidos, Meyerhardt, y la policía financiera italiana. Para los primeros los bonos “son claramente falsos”; pero para la policía financiera italiana algunos bonos eran indistinguibles de los reales en cuanto a calidad y detalle. La Guardia di Finanza de Italia tiene la reputación de ser una agencia de policía financiera altamente especializada y experta. ¡Cómo podía ser engañado tan fácilmente! Y si los bonos eran “claramente falsos”, ¿por qué las autoridades estadounidenses tardaron dos semanas en averiguarlo? Otra discrepancia es el hecho de que, junto con los valores, se incautaron documentos bancarios originales y recientes como prueba de su autenticidad. Si lo que dice Meyerhardt es cierto, algunas de las principales instituciones financieras han sido engañadas por los valores que llevaban los dos hombres asiáticos. Esto sería una bomba y plantearía serias dudas sobre cuántos activos bancarios están realmente compuestos por valores que, para Meyerhardt son «claramente falsos«. Si circulan valores falsificados de tan alta calidad, el sistema monetario mundial, y mucho más el de los Estados Unidos, están en peligro. El comercio y los intercambios internacionales podrían detenerse. Ya sea dinero falso o lavado de dinero, lo que sucedió es potencialmente muy peligroso para la estabilidad del sistema financiero internacional. En cambio, si los bonos fuesen reales, significa que alguien con mucho efectivo ya no confiaba en el dólar estadounidense como moneda de reserva. Si este es el caso, significaría el fin del sistema de Bretton Woods y muy probablemente impactaría negativamente en el comercio mundial. Lamentablemente la prensa internacional y las principales cadenas de televisión, con algunas excepciones, han ignorado todo el asunto. En estos días, esta es en realidad la verdadera noticia.

Asia News no fue la única fuente de medios que recogió la historia, ya que se repitió en toda Europa, pero extrañamente, estuvo casi completamente ausente en los medios estadounidenses. Brevemente cubierto, fue olvidado por los principales medios de comunicación, pero ciertamente no en la comunidad de investigación alternativa. El interés creció hasta el punto de que incluso el presidente Obama, durante una conferencia de prensa, tuvo que dar suaves garantías de que los bonos recuperados no eran más que falsos. Pero pueden haber razones profundamente encubiertas para sospechar que no lo fueron. Mientras Asia News y otros reportaban la historia, quedó claro que había problemas, ya que habían habido otros escándalos de bonos al portador japoneses y posteriores españoles, italianos y filipinos por grandes importes similares. Como se describe en Asia News y otras fuentes, la historia básica es la siguiente: “El 3 de junio de 2009, la policía financiera italiana, la Guardia di Finanza, capturó a dos hombres con pasaporte japonés que viajaban en un tren hacia Suiza en la ciudad fronteriza de Ponte-Chiasso. Los dos hombres viajaban en un tren muy poblado por trabajadores italianos que viajaban al país para trabajar. Los dos hombres fueron detenidos portando un maletín con doble fondo, que contenía 249 bonos al portador de importes cada uno de $500.000.000, más diez de los llamados «bonos Kennedy», cada uno por un importe inaudito de $1.000.000.000. Algunos de los bonos al portador de $500.000.000 estaban fechados sorprendentemente en el año 1934«. Esta fecha es un componente crucial de la historia. A medida que la historia se desarrollaba en la prensa, varias fuentes del gobierno de los Estados Unidos fueron citadas afirmando que el gobierno de los Estados Unidos nunca emitió bonos al portador en denominaciones de quinientos millones de dólares. Sin embargo, según las historias de los medios, a pesar de que se estaban haciendo estas declaraciones, “las autoridades italianas en el momento del arresto estaban esperando que la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos hiciera una declaración sobre su autenticidad”. Esto fue una pista importante de que, de hecho, las autoridades italianas podrían haber sabido algo. De hecho, las anomalías de la historia solo crecieron. Bloomberg y varias otras fuentes, incluidas el diario Der Spiegel en Alemania y Asia News, informaron que la calidad casi «similar a la de la falsificación de Heydrich» de los bonos «fueron todos tan bien ejecutados que eran indistinguibles de los reales«. Otros comenzaron a notar las anomalías e inconsistencias en la historia, como las extrañas anomalías en el misterio del bono al portador de $134.5 mil millones.

Esta es otra gran historia financiera que ha sido virtualmente ocultada por los medios financieros estadounidenses. Aquí hay algunos datos fascinantes sobre este caso. En primer lugar, aunque los contrabandistas han sido identificados en la prensa como «ciudadanos japoneses«, aún no se ha confirmado si los contrabandistas eran realmente japoneses o de alguna otra etnia. ¿Qué tan difícil es confirmar el origen étnico de los contrabandistas y por qué esta información se mantiene en secreto? En segundo lugar, según un breve artículo de Bloomberg sobre esta historia, los bonos al portador incautados supuestamente datan de 1934. Dado que los bonos al portador en denominaciones de $500 millones no existían en 1934, los bonos se dedujeron como falsos, aunque la policía italiana estaba todavía a la espera de una declaración sobre la autenticidad de los bonos. Hay algo verdaderamente curioso en esta declaración. ¿Cómo es posible que la calidad de los bonos al portador falsificados sea tan meticulosa que “no se distingan de los reales” y, sin embargo, las personas involucradas en la supuesta falsificación estén tan mal informadas como para no fechar los bonos al portador con una fecha más reciente que 1934, lo que no permitiría identificarlos inmediatamente como fraudulentos? ¿Qué tan difícil hubiera sido fechar los bonos al portador con un año más reciente? Una analogía equivalente sería si un experto falsificador de arte recreara meticulosamente un lienzo de Rubens y luego firmara erróneamente la obra con el nombre del artista equivocado. Esta historia simplemente no cuadra. Además, Bloomberg también informó que no se conoce la existencia de los supuestos 10 bonos de Kennedy que se descubrieron en las maletas de los contrabandistas, cada uno por un increíble importe de mil millones de dólares. Una vez más, este descubrimiento desafía cualquier explicación lógica. ¿Por qué falsificadores expertos harían 249 bonos al portador con denominaciones de $500 millones cada uno, cada uno indistinguible del real, y luego, en lugar de simplemente hacer 20 bonos más, deciden hacer 10 bonos con denominaciones de mil millones de dólares cada uno en un diseño de bonos al portador que nunca ha existido? ¿Fueron los presuntos falsificadores demasiado perezosos para confirmar si los bonos al portador de Kennedy alguna vez fueron un valor emitido legítimamente? Una vez más, esta historia no tiene sentido. Asimismo, el 30 de marzo de 2009, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos anunció que quedaban 134.500 millones de dólares estadounidenses en su Programa de Alivio de Activos en Problemas [TARP]. Vemos que la cantidad total declarada de bonos al portador incautados fue de $134.5 mil millones. ¿Es una simple coincidencia?

Por otro lado, tenemos que dos hombres japoneses bien vestidos optaron por viajar a Chiasso en un tren local normalmente lleno de trabajadores manuales italianos que viajaban a Suiza. Si realmente tenían la intención de contrabandear con éxito estos bonos, falsos o reales, ¿por qué no tendrían más cuidado en seleccionar una ruta de viaje en la que les fuera literalmente imposible no sobresalir? Una vez más, esta parte de la historia desafía toda lógica. Asimismo tenemos que los bonos al portador fueron descubiertos en un compartimento oculto en un maletín después de una inspección aduanera. Nuevamente, si los bonos fueran realmente auténticos y propiedad de un estado nación, podrían haber sido transportados en una valija diplomática exenta de registros aduaneros que hubieran garantizado el transporte sin detección. Por lo tanto, todos los puntos anteriores irreconciliables e ilógicos, además de la coincidencia de la cantidad de los bonos al portador con la cantidad restante del fondo TARP declarado el 30 de marzo, parecen indicar que no solo los bonos al portador incautados eran falsos, sino también que los contrabandistas tenían la intención de ser atrapados. Antes de continuar, repasemos el propósito de los bonos al portador. Aquí está la definición de Wikipedia de bonos al portador: “Un bono al portador es un título de deuda emitido por una entidad comercial, como una corporación, o por un gobierno. Se diferencia de los tipos más comunes de valores de inversión en que no está registrado: no se mantienen registros del propietario ni de las transacciones relacionadas con la propiedad. Quien posee físicamente el papel en el que se emite el bono es propietario del instrumento. Esto es útil para los inversores que desean conservar el anonimato. La desventaja es que, en caso de pérdida o robo, los bonos al portador son extremadamente difíciles de recuperar”. Si recordamos la película de Michael Mann «Heat«, protagonizada por Robert DeNiro y Al Pacino, durante un audaz robo de un vehículo blindado durante el día, los delincuentes se enfocaron específicamente en robar millones de dólares en bonos al portador precisamente debido a las cualidades antes mencionadas de los bonos al portador, que los hacen muy difícil de rastrear. Nuevamente, debido a las propiedades de los bonos al portador, parece muy poco probable que $134.5 mil millones de bonos al portador sean transportados, si fueran reales, por dos hombres sin garantía, ya que el robo casi garantiza que se perderán para siempre.

Hasta el momento, la única información que parece ser confiable, según lo informado por varias fuentes de noticias sobre este gran misterio, es la notable autenticidad de los 249 bonos al portador incautados en denominaciones de USD $500 millones. Si alguno de los otros hechos, tal como se informa, es remotamente exacto, entonces los bonos al portador probablemente eran falsos. Aún así, la parte interesante de esta historia es que los contrabandistas parecían decididos a ser atrapados con los bonos falsos. Esto lleva de nuevo a mi pregunta anterior. ¿Qué posible razón tendrían los contrabandistas para querer ser atrapados? Probablemente la respuesta esté en que una de las formas más rápidas de sabotear y marcar el comienzo de la muerte de una moneda es plantear preguntas legítimas sobre su capacidad para resistir los intentos de falsificación. Demuestre que la falsificación no solo es posible sino muy probable, y la confianza del mundo en la moneda saboteada sin duda se desplomará. De hecho, esta misma táctica se aplicó durante la Segunda Guerra Mundial cuando los nazis lanzaron la Operación Bernhard en un intento de colapsar la economía británica al producir, para 1945, 132 millones de libras esterlinas falsificadas por expertos, una cifra que representaba aproximadamente el 15% de todas las libras esterlinas británicas reales, en circulación en ese momento. Las libras falsificadas fueron producidas por impresores y grabadores expertos supervisados por un oficial de las SS llamado Bernhard Krueger. Además, existe evidencia histórica de que los Aliados también consideraron lanzar un plan de falsificación contra los nazis. Durante este tiempo, también se alegó que el Banco de Italia falsificó su propio dinero al emitir los mismos valores dos veces con números de registro y códigos idénticos en orden. El propósito de esta falsificación era expandir secretamente la oferta monetaria sin transparencia pública ni rendición de cuentas. Quizás entonces, este misterio de los bonos al portador de $134.5 mil millones fue un intento de un estado nación de sacudir la confianza del mundo en la posición del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial. Debería haber poco debate sobre el hecho de que las economías emergentes del mundo en Rusia, Brasil, China y ciertas naciones del Golfo están en guerra económica hoy con las naciones occidentales del mundo y sus aliados económicos. La guerra de divisas que se libra hoy seguramente será mucho más agresiva en el futuro previsible, tanto en tácticas abiertas como en tácticas ejecutadas Estados Unidos y el Reino Unido confiarían en nada más que faroles para mantener a raya al resto del mundo. Por el contrario, los chinos y otras naciones emergentes, con grandes superávits. tendrían una escalera o una escalera real, y probablemente maniobrarían silenciosamente para ganar en algún momento.

Dado que el descubrimiento de 134.500 millones de dólares en bonos al portador en las maletas de dos ciudadanos japoneses en Chiasso, Italia, en la frontera con Suiza, se califica como una de las operaciones de contrabando más grandes de la historia, y dadas las diversas implicaciones de tal acto y los posibles jugadores involucrados, el silencio con respecto a esta gran historia es simplemente sorprendente. Es una gran historia, más bien, debido a todas las inconsistencias de la historia y las posibles explicaciones que podrían explicar estas inconsistencias. La historia más amplia que nos ocupa es quiénes son los jugadores (países) involucrados y cuál era la intención de esta probable operación de falsificación. Tal vez el futuro revele las respuestas a estas preguntas. Pero tal vez no. ¿Cómo se puede sostener, por un lado, que los bonos se ejecutaron de manera tan impecable que no se pueden distinguir de los reales y, sin embargo, importes falsos que nunca existieron, según los expertos estadounidenses en valores? Además, como se señala, nunca se supo que existieran los «bonos Kennedy» de mil millones de dólares, por lo que se cierne un problema similar, aunque mayor, con respecto a ellos. La inclusión de los diez bonos falsos de mil millones de dólares de “bonos Kennedy” entre un alijo que de otro modo se habría “efectuado sin problemas” solo serviría para llamar la atención sobre la posibilidad de que los otros bonos fueran falsificaciones. Este descubrimiento desafía cualquier explicación lógica. Tal como ya hemos indicado antes, ¿por qué expertos falsificadores harían 249 bonos al portador con denominaciones de $500 millones cada uno, indistinguibles del real, y luego, en lugar de simplemente hacer 20 bonos más, deciden hacer 10 bonos con denominaciones de $ mil millones cada uno en un diseño de bonos al portador que nunca ha existido? ¿Fueron los presuntos falsificadores demasiado perezosos para confirmar si los bonos al portador de Kennedy alguna vez fueron un valor emitido legítimamente? Una vez más, esta historia no tiene sentido. Otros investigadores señalaron rápidamente otras anomalías. Por ejemplo, el 30 de marzo de 2009, apenas sesenta días antes de que las autoridades italianas detuvieran a los contrabandistas, el Tesoro de Estados Unidos informó que a su Programa de Alivio de Activos en Problemas le quedaban exactamente $134.500 millones, exactamente la cantidad incautada en Italia. En esta coyuntura, este hecho llevó a algunos a especular que, de hecho, los bonos, incluidos los llamados bonos al portador de Kennedy, eran reales, pero que habían sido emitidos en secreto por elementos del gobierno estadounidense para mantener a flote la economía. Otros continuaron manteniendo la historia de la falsificación. Algunos comenzaron a presentar el argumento de que el anuncio del Tesoro en marzo de 2009 habría dado dos meses a los falsificadores para falsificar la cantidad exacta de bonos y luego permitir que los atraparan, en una turbia operación de guerra económica.

Sin embargo, hay un hecho de la historia que se pasa por alto, y sorprende que casi nadie lo haya mencionado: los llamados bonos “Kennedy” valorados en mil millones de dólares, una denominación que nunca existió, según dicen. Pero consideremos la suprema ironía de que uno de los últimos presidentes de Estados Unidos que desafió la «autoridad» de la Reserva Federal mediante una orden ejecutiva para emitir más de 4 mil millones de dólares en billetes estadounidenses libres de deuda durante su presidencia, fue asesinado apenas cinco meses después de firmar la orden para hacerlo. Los “bonos Kennedy” pueden tener la clave de la historia. Esto plantea dos posibilidades: En primer lugar, si estos “bonos Kennedy” fueran legítimos, o falsificaciones de “bonos Kennedy” legítimos pero emitidos en secreto, entonces esto significa, como otros han señalado, que alguien en el gobierno o administración estadounidense estaba emitiendo valores en secreto, y eso significa que quienquiera que estuviera detrás de esta operación tenía acceso a ese conocimiento extraordinariamente secreto, y también significa que alguien dentro del gobierno estadounidense tenía un sentido de la ironía bastante siniestro, poniendo la imagen de Kennedy en un extraño «mensaje». En segundo lugar, si fueron directamente falsificados sin ninguna base en la realidad, entonces nuevamente, la elección de Kennedy como la imagen de los bonos fue nuevamente un «mensaje» bastante curioso. Estas posibilidades resaltan una conclusión ineludible: si asumimos que todos estos bonos eran falsos, entonces el mero hecho de que fueran ejemplares tan excelentes, casi “indistinguibles” de los genuinos, significa que quienquiera que estuviera detrás de la operación de falsificación en última instancia tenía que ser un estado-nación en posesión del producto genuino. Solo el producto genuino podría haber proporcionado a los falsificadores un ejemplar para imitar y, por lo tanto, en última instancia, habría un tenedor de valores estadounidenses detrás de esta operación en algún momento. Esto significa, además, que el contexto en el que se interpretan los bonos de Kennedy cambia drásticamente, porque si las falsificaciones se basan en ejemplares secretos , entonces se envía un mensaje claro a los círculos de la estructura de poder parapolítico estadounidense que los emitieron en secreto: sabemos el juego. O efectuar pequeños cambios si los bonos Kennedy son totalmente ilegítimos. La pregunta es, ¿quién sería ese estado-nación detrás de la falsificación? Obviamente, serían grandes tenedores de deuda estadounidense y con la capacidad de falsificar bonos casi perfectos, lo que implica sofisticación tecnológica.

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En otras palabras, quienquiera que estuviera detrás de las falsificaciones tenía que tener «conocimiento interno» sobre los originales y la capacidad tecnológica para producir «billetes o bonos no autorizados«. Si los bonos o cualquier parte de ellos fueran reales, entonces ¿por qué dos hombres viajarían a Suiza con ellos? La respuesta parece obvia: Suiza sería el lugar lógico para realizar una venta, incluso con descuento, a cualquier cliente que esperara al otro lado, ya que Suiza tenía bancos internacionales familiarizados y capaces de autenticar dichos bonos al portador. Si, por otro lado, los bonos o cualquier parte de ellos fueran falsos, entonces parecería que los dos hombres estaban tratando deliberadamente de llamar la atención. La pregunta es, ¿por qué? Esa pregunta debe esperar su respuesta en un punto posterior, después de tener en cuenta los escándalos de los bonos al portador españoles, italianos y filipinos, cada uno de ellos con algunas variaciones sobre el tema, pero que no vamos a explicar en este artículo. En cualquier caso, el punto más crucial del análisis sigue siendo la tesis central: un sistema encubierto de finanzas está representado por los bonos al portador, y esta tesis, como veremos, solo se fortalece cuanto más se examinan los detalles de la historia. De hecho, a este respecto, es importante señalar que los funcionarios estadounidenses tardaron unas dos semanas en hacer una declaración pública a las autoridades italianas de que los valores que habían incautado eran falsos. ¿Por qué la demora, a menos que las «falsificaciones» fueran tan buenas que plantearon preguntas serias? ¿ O a menos que fueran genuinos y se tuviera que elaborar una tapadera y acordar un curso de acción sobre qué hacer con los valores? ¿O a menos que las “falsificaciones”, como lo son todas las falsificaciones, se basaran en algún ejemplo del mundo real, un ejemplo que, por alguna razón, los poderes financieros no querían que se conociera? Posiblemente la clave de la historia reside, paradójicamente, en los bonos que son evidentemente falsos, los llamados «bonos Kennedy”. Poco después del episodio, comenzaron a circular en Internet supuestas muestras de los «bonos Kennedy”. Antes de continuar es importante tener en cuenta que nunca hubo evidencia o prueba disponible en Internet para demostrar que se trataba de imágenes de los «bonos Kennedy» incautados por las autoridades italianas. En consecuencia, nos quedan dos posibilidades, lo que implica dos escenarios y bases de interpretación ligeramente diferentes: Una sería que las imágenes no tienen conexión con los bonos realmente incautados en Italia, u otra, que las imágenes son imágenes de los bonos realmente incautados por la Guardia de Finanzas italiana. Podemos asumir este segundo caso para propósitos de análisis:

Ahora, aparentemente, estos «bonos Kennedy” parecen completamente falsos. El bono legítimo tiene el sello rojo del Tesoro de los Estados Unidos claramente estampado en el lado derecho del anverso del encabezado, con los cupones claramente visibles debajo del billete. Pero claramente falta este sello en los “bonos Kennedy”, dando crédito a las evaluaciones públicas de que estos bonos son simples falsificaciones. Pero consideremos una vez más la implicación de la opinión de que los «bonos Kennedy” son una falsificación. En primer lugar, ¿por qué alguien emitiría un bono falsificado, sin una conexión evidente con nada real, o colocaría un facsímil del sello del Tesoro de los Estados Unidos en el bono mismo, llamando así la atención sobre su posible naturaleza falsificada? En segundo lugar, ¿por qué alguien emitiría un bono falsificado por una cantidad de dinero tan extremadamente alta, una cantidad que prácticamente garantiza que cualquier comprador potencial buscara inmediatamente verificar el bono? Este vínculo envía un mensaje, y es un mensaje que funciona independientemente de si uno ve este extraño instrumento de valores como legítimo o falso. Se trata del reverso del bono, en que tenemos una imagen clara de la Luna, una imagen clara del transbordador espacial despegando, y en el anverso, la imagen del presidente John F. Kennedy y un sello rojo de algún tipo. Considere entonces las imágenes y el mensaje que se envía aquí. Un sello rojo del tesoro de los Estados Unidos solo aparece en los billetes de la moneda estadounidense, los billetes de los Estados Unidos emitidos directamente y sin deuda por el gobierno de los Estados Unidos. Kennedy fue el último presidente en ordenar la emisión de dicho dinero. También fue, por supuesto, el presidente que estableció el objetivo de la exploración espacial estadounidense en la década de 1960 con su designación de la Luna como el objetivo para los aterrizajes tripulados antes de que terminara la década de 1960. Entonces, hay otro mensaje que se envía en el episodio de los bonos al portador, y es que tiene algo que ver con el espacio. La pregunta importante aquí es: ¿por qué una operación de contrabando de bonos, ya sea que los bonos fueran reales o falsos, estaría contrabandeando tales instrumentos, con el programa espacial como «garantía» claramente representada en el reverso del encabezado del bono?. Por lo tanto, el uso de un sello rojo, que connota un dinero libre de deudas, podría ser significativo. En resumen, podríamos estar buscando un mecanismo de financiación para actividades y programas espaciales encubiertos y, por lo tanto, estar viendo un vínculo muy real, con, literalmente, la Luna como garantía. Podríamos, por así decirlo, incluso estar buscando un mecanismo de financiación oculto para la idea del escritor y editor estadounidense, especializado en ufología, teoría de la conspiración, la Seguridad Nacional de los Estados Unidos y la Guerra Fría, Richard M. Dolan, de una «civilización disidente«. Si es así, eso explicaría la ausencia virtualmente total de cobertura noticiosa de la historia en los medios estadounidenses y su virtual desaparición como historia en el resto de los medios del mundo. Si este escenario ciertamente radical, sin mencionar que es completamente especulativo, es cierto, puede ser la razón oculta por la que Estados Unidos no ha regresado públicamente a la Luna, y por qué otras naciones están tan decididas a llegar allí.

Todo esto ahora vuelve a colocar el contexto político japonés en una perspectiva peculiar, pues recientemente la Agencia Espacial Japonesa (JAXA), comenzó a publicar imágenes de la Luna. Desde el punto de vista de que los bonos al portador de mil millones de dólares de Kennedy fueron falsificados por los propios falsificadores, entonces parecería que el mensaje podría haber sido que cualquier realidad que se esconde detrás de las falsificaciones se refiere al espacio en general, y más particularmente, a la Luna y lo que pueda estar sobre ella, una posibilidad cuyas implicaciones son enormes, si las afirmaciones de algunos de que hay estructuras artificiales y posiblemente antiguas en la Luna son ciertas. Además, está presente un mensaje más básico, a saber, que existe un nivel oculto de finanzas, representado por bonos al portador valorados en cantidades extraordinarias de dinero, cantidades que implican que los propietarios de dichos bonos pertenecen a un círculo de élite, tanto a nivel de riqueza, como de poder y conocimiento. Sin embargo, desde el punto de vista de que los bonos al portador de mil millones de dólares de Kennedy pudiesen ser meras imágenes distribuidas por alguien distinto de los falsificadores, el mensaje aún parecería ser el mismo, y en cada caso, se trata de personas en posesión de derechos exclusivos y de conocimientos ocultos. ¿Existen algunas evidencias que corroboren tales especulaciones? Las hay, pero para apreciarlas hay que examinar más de cerca la imagen del bono al portador de Kennedy. Lo que aquí nos interesa es el sello grande en el centro derecho de la cara del bono, que dice claramente “Money World” y que en la imagen original en línea está en billetes de los Estados Unidos. Una visita al sitio web de Money World en http://www.moneyworld.com.sg/ revela lo siguiente: «Money World Asia comenzó como una empresa numismática que se ocupaba de coleccionables de dinero y productos conmemorativos. Nuestro humilde comienzo nos ha permitido forjar relaciones estrechas con los principales bancos centrales del mundo, incluido el Banco de Inglaterra, la Oficina de Impresión y Grabado de Estados Unidos, el Banco de la Reserva de Australia y Nueva Zelanda, así como la Junta de Comisionados de Moneda. -Singapur (BCCS)Money World Asia es uno de los distribuidores de divisas y remesas más fiables de la región, con oficinas en siete países y presencia en Asia Pacífico. Somos el líder mundial en Cambio de Divisas y Transferencias Electrónicas de Fondos, innovando y desarrollando constantemente nuevos productos y forjando nuevos canales en beneficio de nuestros clientes. Un hito significativo fue nuestra participación activa en la entrega de Hong Kong a la República Popular China en 1997, donde coordinamos las notas conmemorativas para marcar esta ocasión trascendental. Money World Asia es un operador de cambio de divisas que se especializa en servicios de manejo de efectivo para permitir que individuos y empresas realicen transacciones transfronterizas. Nuestros clientes incluyen corporaciones multinacionales, instituciones educativas, agencias gubernamentales, minoristas, concesiones libres de impuestos y hoteles. Desde nuestro inicio en 1991, Money World Asia ha ampliado nuestro enfoque comercial en el mundo del dinero. Hemos establecido una estrategia comercial de dos vertientes: servicios de cambio de moneda y remesas, y productos numismáticos. Money World se ha afianzado hoy firmemente en los mercados de divisas globales, con la especialización adicional en monedas de nicho como el RMB chino (Yuan), el Ringgit de Malasia (MYR) y la Rupia de Indonesia (INR). Como se trata de monedas no negociables, las oficinas corresponsales de Money World en estos países han brindado a nuestros clientes una disponibilidad constante de estas monedas, lo que les permite realizar transacciones con sus socios en estas monedas de forma rápida y sin complicaciones«.

En otras palabras, una corporación como Money World, que se especializa en transacciones de divisas internacionales a naciones con divisas no convertibles, como la República Popular de China, probablemente conocería un sistema oculto de finanzas representado por bonos al portador de gran valor y, de hecho, esta no es la única vez que encontraremos un componente chino en esta historia, ya que habrá una sorprendente corroboración de este componente chino y vendrá como corroboración de la hipótesis de que tales vínculos se basan en alguna forma de ejemplar auténtico de la vida real. En cualquier caso, tal empresa posiblemente también estaría acostumbrada a manejar bonos al portador de gran valor. Finalmente, dicha empresa también estaría en condiciones de conocer un sistema oculto de financiación representado por dichos bonos. Por lo tanto, incluso si se considera que las imágenes de los bonos falsos de Kennedy no provienen de los instrumentos reales confiscados por las autoridades italianas, sino de otra persona o grupo, parecería que «alguien más» estaba muy bien informado. ¿Qué pasa con los dos presuntos japoneses que fueron detenidos por las autoridades italianas? Increíblemente, fueron liberados y regresaron a Japón, un hecho que invita a ciertas especulaciones. ¿Por qué, después de detener a dos personas con una enorme suma de dinero en forma de valores presuntamente falsificados, serían liberados posteriormente? En circunstancias normales, los acusados de falsificación normalmente son detenidos hasta el juicio, y todo ello por cantidades de falsificación mucho menores que ciento treinta y cuatro mil quinientos millones de dólares. ¿Fueron liberados porque sabían algo y chantajearon a las autoridades? o, en última instancia, ¿chantajearon incluso a los Estados Unidos? ¿O fueron liberados porque tenían inmunidad diplomática de los japoneses o de algún otro gobierno asiático? ¿O, finalmente, fueron liberados porque, en realidad, ninguno de los valores incautados era falso?

Independientemente de las respuestas a estas preguntas, tenemos el siguiente conjunto de hechos y conclusiones: Por un lado hay una conexión asiática con este primer escándalo de bonos al portador, a través de los dos presuntos japoneses detenidos y posteriormente liberados y a través de la conexión de los bonos Kennedy con “Money World”, una empresa de comercio de divisas y valores con evidente experiencia en negocios asiáticos y chinos. En segundo lugar, la cantidad de dinero en cuestión era enorme: $134.500.000.000. En tercer lugar este dinero estaba contenido en títulos de bonos al portador, valorados en cantidades de $500.000.000 cada uno y en el caso de los bonos Kennedy, $1.000.000.000 cada uno. En cuarto lugar tenemos que algunos de estos bonos estaban fechados en 1934, fecha significativa como se verá más adelante, pues se vuelve parte de un patrón consistente en episodios similares. En quinto lugar tenemos que el gobierno de los Estados Unidos, dos semanas después del evento, negó que ninguno de los bonos fuera auténtico y que se hubiera emitido algún bono al portador en valores de mil millones de dólares. No obstante, las autoridades italianas tuvieron que esperar dos semanas antes de que dichas negativas fueran firmes, y finalmente liberaron a los dos japoneses, un hecho en sí mismo inexplicable si efectivamente se sospechaba que formaban parte de una red de falsificación o contrabando, hechos que sugieren que al menos algunos de los “bonos falsificados” eran de hecho genuinos. En sexto lugar, desde cualquier punto de vista parece evidente que el episodio fue diseñado para enviar mensajes, a saber, que hay un nivel oculto de sistema de finanzas en el mundo a escala muy grande, aunque oculta, y que tiene algo que ver con el espacio ultraterrestre local y lo que pueda estar presente en él, y, de hecho, hemos visto la sugerencia de que el espacio ultraterrestre ha sido incorporado como un componente de esta estructura, lo que implica, por supuesto, un medio tecnológico más avanzado que los cohetes químicos. Ahora han surgido patrones distintivos cuando se comparan los diversos escándalos de bonos al portador, y con estos patrones, las formas más profundas y los contornos de los actores principales de los componentes de las facciones de una élite internacional financiera, criminal y militar-científica, son apenas perceptibles. Por lo tanto, se deben revisar esos patrones de manera exhaustiva y para comentar más sobre los contornos discernibles de los principios que comienzan a adivinarse.

Un patrón que ahora se ha vuelto claro, un patrón que involucra a las antiguas naciones del Eje (básicamente Alemania y Japón), de alguna forma o manera, un patrón de falsificación a escala industrial de valores con propiedades desconcertantes y mutuamente contradictorias, porque se dice que son «tan buenos» que son difíciles de distinguir de los originales y, sin embargo, son tan malos por implicación, ya que son falsificaciones de algo que los funcionarios del gobierno de Estados Unidos sostienen que nunca existió. Hay otro patrón más: los valores en su mayor parte están fechados en 1934 y tienen alguna relación con el oro. He aquí otro problema con los escándalos de los bonos al portador, tal como se ha analizado hasta ahora, y el lector habrá visto de inmediato de qué se trata: oro. Estos bonos, se recordará, estaban en valores de mil millones, o la mayoría de las veces, de quinientos millones de dólares cada uno, y los bonos eran, además, «certificados de oro«, es decir, supuestamente estaban respaldados por oro, o más bien, emitidos contra oro como garantía de suscripción. Es decir, la sola cantidad de todos los supuestos bonos al portador respaldados por oro que flotan en los diversos escándalos de bonos al portador parecería implicar una cantidad de oro casi igual, si no superior, a todo el oro existente reconocido. Un momento de reflexión sobre esta circunstancia revela que presenta ciertas considerables “implicaciones” para nuestro escenario, y ninguna de ellas agradable. Sin embargo, el examen de esas implicaciones tendrá que esperar. Por el momento, nuestra atención debe centrarse en este nuevo actor principal en escena, el oro mismo, y en las extrañas acusaciones del hombre de negocios y solucionador de problemas corporativos británicos, Lord Blackheath, y algún comportamiento extraño del Dr. Hjalmar Horace Greeley Schacht, político y financiero alemán, ministro de Economía del Tercer Reich entre 1934 y 1937. A medida que los escándalos de los bonos al portador comenzaron a circular en los medios de comunicación, varios «comentaristas» rápidamente «conectaron» los escándalos con las supuestas actividades y promesas de sociedades secretas con sede en Asia. librando una guerra financiera encubierta y secreta contra los oligarcas corruptos de la élite angloamericana. En pocas palabras, según estas versiones de la historia, esta oligarquía asiática secreta prometía literalmente intervenir como una especie de «mesías» institucional y sacar a Occidente del sistema financiero en el que su propia élite lo había puesto.

Vale la pena señalar cuáles son los supuestos subyacentes: Por un lado hay una guerra económica oculta o encubierta entre una oligarquía financiera esencialmente angloamericana y algún grupo secreto que tiene lazos con Asia. Por otro lado, toda la historia está conectada a un sistema oculto de finanzas, representado por los escándalos de los bonos al portador. Asimismo, toda la historia se refiere a una gran cantidad de oro. Estas informaciones llegaron hasta la Cámara de los Lores británica, donde David Noel Baron James de Blackheath (Lord Blackheath) señaló que la cantidad de oro que se suponía existía parecía estar oculta. Lord Blackheath llamó la atención sobre el problema por primera vez un año después de que estallaran los escándalos de los bonos al portador, en declaraciones que hizo el 1 de noviembre de 2010 en la Cámara de los Lores. En sus comentarios, también repasó los aspectos financieros del terrorismo internacional. Aquí está la transcripción de parte de sus comentarios: «Durante las últimas 20 semanas he estado involucrado en un diálogo muy extraño con dos nobles Lores, en el curso del cual he estado tratando de llamar su atención sobre la disponibilidad voluntaria de una extraña organización que desea poner a disposición una gran cantidad de dinero para ayudar a la recuperación de la economía en este país. A falta de un nombre mejor, lo llamaré Fundación X. Ese no es su verdadero nombre, pero servirá por el momento. La Fundación X me fue presentada hace 20 semanas por una eminente firma de la ciudad. Su presidente se me acercó y me dijo: ‘Tenemos esta solicitud extraordinaria para ayudar en una importante reconstrucción financiera, pero necesitamos su ayuda para comprender si este negocio es legítimo’«. Cuando uno resume los puntos básicos de los extraños comentarios de Lord Blackheath en la Cámara de los Lores, uno deduce que hay un grupo secreto con mucho dinero, previamente desconocido, al que Lord Blackheath llama Fundación X. Asimismo, esta Fundación X o grupo secreto tiene alguna conexión con la ciudad de Londres y el distrito financiero del Reino Unido, lo que sugiere, como era de esperar, que cualquier grupo secreto con grandes y hasta ahora desconocidas cantidades de dinero tendría conexiones con los principales centros financieros. Además, este grupo secreto se ofrece a intervenir, casi como una especie de mesías institucional, para resolver las dificultades financieras de Europa y Gran Bretaña, utilizando Gran Bretaña como «puerto de entrada» para hacerlo

Por otro lado, el mismo Lord Blackheath tiene cierta experiencia en un “inframundo” financiero ya que, según él mismo admite, estuvo involucrado en el lavado de dinero para el Ejército Republicano Irlandés (IRA), aparentemente actuando como agente del Banco de Inglaterra, que estaba incautando fondos del IRA. Lord Blackheath puede llamar al Banco de Inglaterra como testigo de la defensa para dar fe de estas actividades, un comentario extraño, como si temiera que sus revelaciones en la Cámara de los Lores llevarán a una investigación y tal vez a una acusación y juicio. Basado en sus investigaciones, que nunca detalla, Lord Blackheath afirma que el grupo secreto, o Fundación X, realmente existe. Asimismo, cuando su colega Lord Sassoon le instó a ponerse en contacto con el Banco de Inglaterra, el gobernador del banco, después de tres días, informó a Lord Blackheath de que el Banco de Inglaterra no podía confirmar ni negar la legitimidad de la Fundación X o sus reclamos de una gran riqueza. así como su capacidad para ayudar a Gran Bretaña y Europa, y sugiriendo también, quizás, que pudo haber conocido la realidad de lo que representaba la Fundación X, y o no deseaba involucrarse, o bien estaba manteniendo un secreto. Cuando Lord Blackheath “se lo devolvió al Tesoro”, es decir, a Lord Sassoon, éste respondió: “Esto es basura. No es posible que sea correcto”, lo que implica que o bien el grupo secreto o bien sus afirmaciones no eran creíbles. Nótese aquí un punto importante y vital, ya que el banco central del monopolio privado, el Banco de Inglaterra, no confirmaría ni negaría las afirmaciones, sino que sólo dijo: «Es demasiado complejo«, mientras que el funcionario de la agencia del gobierno, el Tesoro del Reino Unido, respondió que aquello era basura. Observemos cómo esto encaja con el patrón revelado hasta ahora en los escándalos de los bonos al portador, ya que según los portavoces oficiales del gobierno de los Estados Unidos sobre bonos que supuestamente nunca existieron, fue que se hicieron tan bien que eran casi tan buenos como los reales. Y tengamos en cuenta que no se afirma que dichos bonos hayan sido emitidos por la agencia del gobierno del Tesoro de los Estados Unidos, sino directamente por el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, un banco privado. El patrón es el mismo, aunque los contextos son diferentes.

La dificultad que parece estar surgiendo es que el grupo secreto, el denominado Fundación X, afirmó haber depositado £5 mil millones en bancos británicos y proporcionó los detalles de las «fechas de transferencia y los detalles de las transferencias» y, sin embargo, según Lord Blackheath en sus comentarios con Lord Sassoon, éste aparentemente declaró que si tal cantidad se hubiera depositado en los bancos británicos aparecería claramente en los balances. Este comentario implica que la cantidad no aparecía en los balances ni en el Tesoro del Reino Unido, y esto sugiere que los depósitos nunca se realizaron o que fueron fraudulentos o que se mantuvieron deliberadamente fuera de los libros. Dado que la respuesta del Banco de Inglaterra fue nada menos que el secretismo, uno puede concluir razonablemente que no era ninguna de las dos primeras alternativas, y que estaba en juego un nivel oculto de finanzas, uno que Lord Sassoon no conocía, pero que Lord Blackheath sí conocía. Después de todo, él es quien originalmente afirmó que todo esto tenía que ver con un grupo secreto, con mucho dinero, y por lo tanto uno puede concluir que la implicación básica de los comentarios de Lord Blackheath es que hay un sistema oculto de finanzas, que algunos altos directivos de grandes bancos conocen, pero algunas agencias de gobiernos no. Este patrón, nuevamente, se ajusta al patrón que hemos visto emerger en los escándalos de bonos al portador examinados hasta ahora;  El misterio solo se profundizó cuando el líder de la Cámara de los Lores Lord Strathclyde señaló que las afirmaciones sobre la Fundación X tenían que ser una tontería, ya que sus afirmaciones se basaban en estar respaldadas por lingotes de oro, y que cantidades tan grandes de dinero llevarían a afirmar que tenían más lingotes de los que nunca se ha minado en el mundo. Por lo tanto, la Fundación X estaba haciendo reclamos de naturaleza muy similar y que se ajustaban al patrón general de los escándalos de bonos al portador, en que se hacía referencia al respaldo en oro de cualquier forma de valores que supuestamente estaba depositando en bancos británicos. La fuente de las cifras de oro disponibles en el mundo, aparentemente según Lord Blackheath, proviene de un artículo de la revista National Geographic. Y además, cuando se consultan las cifras del Banco del Vaticano, aparentemente se obtiene una cantidad diferente de lingotes de oro disponible. Así, tenemos la introducción, sin explicación de cómo o por qué encaja, de otro actor principal en la historia: el Vaticano.

Así pues, el Vaticano es una clave crucial para comprender la naturaleza de este nivel oculto de finanzas, así como para saber quién lo administra, para qué sirve y cómo encaja todo en la concepción de unos grupos de poder en la sombra. Pero por el momento, no hemos terminado con Lord Blackheath, que el 16 de febrero de 2012, en la Cámara de los Lores, dijo algo tan sorprendente como: “Algo anda muy gravemente mal”. Después de que se calmasen los comentarios sobre lo dicho por Lord Blackheath, éste solicitó apoyo para una investigación oficial sobre este tema. Las posibles conclusiones que pueden derivarse de ello son que puede haber habido un lavado de dinero masivo cometido por un gobierno importante. Por otro lado, se socavó la integridad de un banco británico, el Royal Bank of Scotland. Asimismo, otra posibilidad es que un departamento estadounidense importante tuviese una agencia que se hubiese vuelto rebelde porque se liquidase y se crease una nueva estructura que buscase  obtener al menos 50 mil millones de libras esterlinas como pago. Otra posibilidad es que se tratase de un fraude extraordinariamente elaborado, que no se hubiese llevado a cabo, pero que se hubiese preparado para representar una amenaza para uno o más gobiernos si no efectuaban un pago. Estas distintas posibilidades necesitan una revisión. En abril y mayo de 2009, la situación se inició con la supuesta transferencia de $5 billones al HSBC en el Reino Unido. Siete días después, otros $5 billones llegaron al HSBC y tres semanas después otros $5 billones. Se alega que un total de $15 billones pasó a manos del HSBC para su posterior tránsito al Royal Bank of Scotland. Es necesario ver la historia de este dinero. Aparentemente, comienza como propiedad del multimillonario Yohannes Riyadi, que algunos consideran el hombre más rico del mundo. Sin embargo lo sería si se le pagara todo el dinero que se le debía, ya que sus cuentas muestran que posee $36 billones en un banco, que es una suma de dinero que no encaja con la idea de que sea alguien considerado como el más rico del mundo. Sin embargo, 36 billones de dólares estarían en consonancia con la dinastía de la que proviene y el hecho de que fueron efectivamente los emperadores de Indochina en tiempos pasados. Gran parte de ese dinero le habría sido arrebatado, con su consentimiento, por el Tesoro estadounidense a lo largo de los años, con el propósito específico de ayudar a sostener el dólar.

El señor Yohannes Riyadi tiene un documento notable con fecha febrero de 2006 en el que el Gobierno estadounidense lo había convocado a una reunión con el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, que en realidad no es ni la Reserva Federal ni un banco. Este sorprendente documento trata de una reunión a la que asistió el Sr. Alan Greenspan, quien firmó por parte del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, del cual fue presidente, así como presidente de la Reserva Federal real en Washington. Asimismo está firmado por el Sr. Timothy Geithner como testigo en nombre del Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI envió otras dos personas, una de las cuales era el inventor japonés Yusuke Horiguchi. Estos señores firmaron como testigos. Según el contrato, el Tesoro de los Estados Unidos aparentemente logró que el Banco de la Reserva Federal de Nueva York se ofreciese a comprar los bonos emitidos a Yohannes Riyadi para reemplazar el efectivo que se le había quitado durante los 10 años anteriores. Le estaban dando $500 millones como pago en efectivo para comprar bonos sin valor. Yohannes Riyadi, al transferir estos bonos, también había puesto a disposición del Tesoro de los Estados Unidos todo el respaldo de activos que supuestamente tenía para los 15 billones de dólares. Pero hay una carta del Banco de Indonesia que dice que no tenía las 750.000 toneladas de oro que se suponía que lo respaldaban, y que sólo tenía 700 toneladas. También hay una carta del propio Yohannes Riyadi, en que dice que lo obligaron a hacer esto y que le han robado todo su dinero. Pero el tema se vuelve más complicado porque cada uno de los pagos de $5 billones que ingresaron ha sido reconocido y recibido por altos ejecutivos de HSBC y nuevamente recibido por altos ejecutivos del Royal Bank of Scotland. ¿Por qué un banco querría presentar recibos por valor de $5 billones, $15 billones en total, si el dinero no existiera? Primero se dijo que el dinero provino de la cuenta de Yohannes Riyadi en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y desde allí pasó a JP Morgan Chase en Nueva York para su tránsito posterior a Londres. El medio de envío fue un billete SWIFT que, de ser auténtico, debería haber sido registrado en el Banco de Inglaterra. Lord Strathclyde afirmo que “el respaldo de oro es ridículo. Solo se han extraído 1.507 toneladas de oro en la historia del mundo, por lo que no se pueden tener 750.000 toneladas”. Además añadió: “estoy asombrado de que el Tesoro aún no lo haya descubierto porque todas las campanas de alarma en el país deberían estar sonando si lo han hecho«. Todos los bancos que intervinieron, sin excepción, son bancos registrados para usar notas a mediano plazo para mover fondos entre ellos con una fórmula de participación en las ganancias acordada, en cuyo caso estos bancos están invirtiendo este dinero y, lo que es más extraordinario, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York no quiere pagar ni un centavo de interés sobre esa gran cantidad de $15 billones. Cualquiera que sepa cuáles son las reglas del FMI inmediatamente olerá que hay gato encerrado. El FMI tiene reglas muy estrictas para validar dinero dudoso. Pero hay dos formas de hacerlo. O bien se pasa a través de un banco central importante, como el Banco de Inglaterra, que aparentemente se negó a intervenir, o se pasa a través de un banco comercial, que luego puede usar los fondos en el mercado comercial europeo durante la noche, donde ellos puede ganar entre un 1% y un 2,5% por noche. El interés compuesto de esa suma es enorme. Si es genuino, se está obteniendo una gran ganancia con este dinero en alguna parte.

Hemos visto que los escándalos de los bonos al portador, que habían surgido claramente en el momento en que Lord Blackheath hizo los comentarios que se examinan aquí, se basaron en bonos al portador respaldados por oro, que eran de tan alta calidad que eran virtualmente indistinguibles del original, pero que los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos negaron que tales bonos de tales importes, de quinientos millones de dólares y mil millones de dólares respectivamente, se hubieran emitido alguna vez, particularmente en 1934, ya que la mayoría de los bonos al portador tenían la fecha de este año. Los bonos, sin embargo, no fueron emitidos por el Tesoro del gobierno de los Estados Unidos sino por el banco central estadounidense de propiedad privada, la Reserva Federal. En el contexto de toda la información disponible que Lord Blackheath habría encontrado en sus investigaciones, concluimos que sus comentarios deben entenderse como una referencia a los Estados Unidos y su banco central privado; y, dado su encuentro anterior con este tema en consultas realizadas al Banco de Inglaterra, parece sugerirse que el Banco de Inglaterra, en algún nivel, conocía este lavado de dinero estadounidense. Ahora notemos una última cosa: tanto Lord Blackheath como los escándalos de los bonos al portador involucran una gran cantidad de dinero. La pregunta entonces es: ¿cuál es la conexión entre la falsificación a gran escala industrial que implican los escándalos de los bonos al portador y el lavado de dinero? Una posible pista es que «oro» en algunos contextos no significaba lingotes, sino drogas. En efecto, uno puede estar buscando bonos al portador que sean respaldados por drogas. Lord Blackheath luego sugiere que el lavado masivo de dinero por parte de un “Gobierno que debería saber más”, socavó la integridad del Royal Bank of Scotland, que es un banco del que se alega que la familia real británica es el principal accionista y, por lo tanto, un asalto al Royal Bank of Scotland sería posiblemente un asalto a la familia real británica. Y aunque hemos sugerido que el Banco de Inglaterra parece haber sabido acerca de este sistema financiero oculto, también parecería que un elemento o facción dentro de esta estructura estaría atacando a la casa real británica a través del Royal Bank of Scotland.

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El hecho de que los Estados Unidos sean el tema principal de los comentarios de Lord Blackheath se confirma con comentarios que, literalmente, arrojan una verdadera bomba financiera. Aquí, lo mejor es citar alguno de sus comentarios una vez más: “La segunda posibilidad es que un departamento estadounidense importante tenga una agencia que se haya vuelto rebelde porque ha sido liquidada y ha creado una estructura a partir de la cual está tratando de obtener al menos cincuenta mil millones de euros como pago” Tengamos en cuenta también que la expresión “un departamento estadounidense importante tiene una agencia que se ha vuelto rebelde” sería probablemente el lenguaje codificado cuidadoso y deliberado de un hombre que sabe que está en territorio peligroso. Tengamos en cuenta que un «departamento» implica claramente un departamento de gobierno, ya que, en el lenguaje estadounidense, se hace referencia a las burocracias del gobierno federal. Luego señala que este departamento tiene una agencia que «se ha vuelto rebelde«. Hay dos formas básicas de analizar esta afirmación. La primera, dado que los comentarios de Lord Blackheath se refieren a asuntos financieros, y dado que el patrón de transacciones financieras detectado en ellos es prácticamente idéntico al detectado en los escándalos de los bonos al portador, es decir, grandes cantidades de dinero respaldadas por oro, la participación de un banco central y las negaciones por parte de un organismo gubernamental de que tales valores existieran, entonces debemos suponer que Lord Blackheath se refiere al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. En este caso, una agencia del Tesoro sea  posiblemente la Oficina de Grabado e Impresión de los Estados Unidos, que es una “agencia” en el sentido clásico del término del Tesoro de los Estados Unidos. No obstante, la Reserva Federal sería un candidato obvio y lógico aquí, ya que los escándalos de los bonos al portador, especialmente en las versiones española e italiana, claramente involucraron valores “falsificados” de la Reserva Federal estadounidense. Los comentarios de Lord Blackheath pueden, por lo tanto, haberse basado en parte en sus propias investigaciones privadas de estos escándalos y, de ser así, ha llegado a la conclusión de que alguna agencia del gobierno de los Estados Unidos ha creado un vasto sistema de fraude financiero, y esa agencia puede ser la propia Reserva Federal. Es importante recordar que Lord Blackheath comenzó estos comentarios mencionando un  posible lavado de dinero.

Sin embargo, hay otra forma posible de interpretar los comentarios de Lord Blackheath. Es evidente que uno no falsifica lo que no existe, sin importar lo ridículo que pueda parecer un valor falsificado, como por ejemplo los «bonos Kennedy» al portador de mil millones de dólares. Por lo tanto, cualquier persona que emitiera tales falsificaciones, por la naturaleza del caso, tendría que tener información privilegiada. Esta información inevitablemente tendría que haber venido de los niveles superiores del poder burocrático, y muy probablemente provendría de una agencia de inteligencia y, por lo tanto, la elección de palabras de Lord Blackheath aquí puede estar indicando el establecimiento de inteligencia estadounidense a través de su cara más conocida, la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Desde este punto de vista, los comentarios de Lord Blackheath se interpretarían en el sentido de que existe un vasto sistema de finanzas ocultas, cuya base sería, en alguna medida, fraudulenta, y que el aparato de inteligencia estadounidense tiene algún elemento dentro que se ha vuelto rebelde y está íntimamente conectado con el sistema financiero oculto que aquí se argumenta. Y finalmente, existe la posibilidad de que ambas interpretaciones sean ciertas, es decir, que algún elemento dentro de la relación entre la Reserva Federal y el Tesoro de los Estados Unidos, así como dentro de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, esté involucrado en el sistema oculto de finanzas que ahora parece estar emergiendo. Es, de hecho, esta última posibilidad la que se convertirá en la interpretación más plausible, no sólo de los comentarios de Lord Blackheath sino de la estructura real de la entidad que haya detrás de este sistema financiero. La siguiente posibilidad de interpretación, que mencionó Lord Blackheath en sus declaraciones del 16 de febrero de 2012, fue la de “un fraude extraordinariamente elaborado” perpetrado como una amenaza “a uno o más gobiernos si no pagan”, posibilidad que no tiene por qué desvincularse de las posibilidades ya enumeradas anteriormente. Es decir, es posible que estemos ante una agencia sin escrúpulos dentro de los Estados Unidos que esté detrás de un enorme sistema oculto de finanzas, y la posibilidad de que hayan varios bancos centrales que tengan conocimiento de ello o sean cómplices, y que este grupo está tratando de presionar a varios gobiernos a pagar dinero para mantener el asunto en secreto. Ese mismo grupo, supuestamente, generó un sistema masivo de finanzas, basado en el fraude, y alguien más, que no pertenece a ese grupo rebelde lo sabe y está exigiendo dinero a todas las partes involucradas. Estas dos posibilidades, de un grupo disidente de Estados Unidos que chantajea a determinados gobiernos, o de otro jugador que conoce el sistema y lo está utilizando en una forma de guerra económica encubierta haciendo chantaje, son dignos de tener en cuenta para delinear este sistema oculto de finanzas, así como a quién representa y para qué sirve.

Lord Blackheath luego mencionó la transferencia, en asignaciones de 5 billones de dólares cada una, al HSBC, una gran empresa bancaria y de cartera de valores británica, con sede en Londres y con presencia mundial. Este banco fue fundado en 1991 como Hong Kong and Shanghai Banking Corporation, de donde vienen las siglas HSBC, que tiene una capitalización de alrededor de cien mil millones de libras esterlinas. Este banco nos da así otro vínculo sugerente con Asia, una vinculación encontrada por primera vez cuando el servicio de noticias Asia News, un servicio de noticias asociado con el Vaticano, reveló por primera vez la historia de los bonos al portador japoneses. La conexión de Asia es nuevamente enfatizada por Lord Blackheath al mencionar a Yohannes Riyadi, el representante, supuestamente, de una antigua dinastía indochina, con una gran fortuna en lingotes de oro. Yohannes Riyadi afirmó tener documentación de la sucursal de Nueva York del Sistema de la Reserva Federal, que indica su participación. El documento fue firmado por Alan Greenspan, ex presidente del Sistema de la Reserva Federal, y por Timothy Geithner, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la primera Administración de Obama. Y, en particular, Lord Blackheath sostiene que este documento también fue presenciado por dos testigos del Fondo Monetario Internacional, uno de los cuales era el Sr. Yusuke Horiguchi, lo que brinda otra conexión asiática, en particular japonesa, una vez más. Nótese una vez más la consistencia del patrón que relaciona la Reserva Federal estadounidense y una conexión asiática, principalmente  japonesa. Los términos de este documento parecen ser un acuerdo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York para recomprar bonos emitidos a Yohannes Riyadi. Nótese ahora lo que dice Lord Blackheath: “El Banco de la Reserva Federal de Nueva York le está dando $500 millones como pago en efectivo para comprar bonos sin valor”. La mención de que estos bonos “no tienen valor” sugiere fuertemente un vínculo con los escándalos de los bonos al portador, ya que esos bonos eran de hecho “sin valor” ya que se decía que eran falsos. Entonces, ¿por qué ofrecer recomprar bonos sin valor, a menos que, una vez más, sean realmente genuinos o, como mínimo, representen algo genuino que el elemento los grupos de poder en la sombra no desean que se sepa?

Lord Blackheath luego señala, una vez más, que las afirmaciones de Yohannes Riyadi se basan en la constatación de que la suma total está respaldada por oro, mientras que el Banco de Indonesia dice que «todo es un montón de mentiras«. ya que habría significado que Yohannes Riyadi tenía nada menos que 750.000 toneladas de oro, una cantidad muy superior a cualquier cantidad de oro existente oficialmente informada. Una vez más, uno se encuentra con el reclamo de respaldo en oro para lo que sea que esté sucediendo, y una vez más, uno encuentra la discrepancia entre la cantidad de oro implícita en el respaldo, que ya encontramos en los escándalos de los bonos al portador, y la cantidad de oro que se dice oficialmente que existe. Recordemos, por ejemplo, que Lord Blackheath mencionó una cifra que le dio Lord Sassoon, otra cifra aparentemente obtenida del Banco del Vaticano. Este problema del oro surge nuevamente hacia el final de las declaraciones de Lord Blackheath en la Cámara de los Lores británica, cuando señala que Lord Sassoon le informó que “solo se han extraído 1.507 toneladas de oro en la historia del mundo”. En este punto, Lord Blackheath afirma que Lord Sassoon había llegado a la conclusión de que todo era una estafa y que él, Lord Blackheath, estaba de acuerdo con la conclusión. Sin embargo, continúa mencionando que en lugar de detener cualquier trabajo de investigación, deberían haberse seguido investigando para saber qué representaba realmente la estafa. Después de todo esto, Lord Blackheath revela que todo esto implica jugadores ocultos. Pero todo ello se vuelve más complicado precisamente porque los tres depósitos de cinco billones de dólares fueron reconocidos y recibidos por altos ejecutivos de Hong Kong y Shanghai Bank Corporation (HSBC) y por ejecutivos del Royal Bank of Scotland. En otras palabras, en lo que respecta al HSBC y al Royal Bank of Scotland, el dinero era real y los depósitos se realizaron. Por lo tanto, si como dijo Lord Blackheath todo fue una estafa, entonces estos importantes bancos fueron estafados o participaron en la estafa. Pero que tal vez no se tratase de una estafa, sin embargo, lo indicó Lord Blackheath quien, citando un documento de auditoría de la Reserva Federal estadounidense, afirma que había unos $16 billones en préstamos pendientes, casi la misma cantidad que estaba depositada en el HSBC y Royal Bank of Scotland.

Cada uno de los bancos en la lista de auditoría de la Reserva Federal, que fue receptor de alguna porción de estos $16 billones de dólares, era un banco autorizado para realizar operaciones de mediano plazo (MTM) sobre notas emitidas a ellos. Notemos una vez más el comentario de Lord Blackheath: “Cualquiera que sepa cuáles son las reglas del FMI inmediatamente olerá mal”. ¿Por qué? Porque, como señala, cualquier operación de este tipo debe pasar por un banco central, como el Banco de Inglaterra, que aparentemente se negó a intervenir. Finalmente, hacia el final de sus comentarios, Lord Blackheath explica las dos implicaciones generales. Una es que hay una gran suma de dinero no controlado en el sistema financiero mundial, de la cual se obtienen enormes ganancias. Otra es que hay una enorme cantidad de dinero en el sistema financiero mundial “que no es real”. Vale la pena señalar que pocos días después de las declaraciones de Lord Blackheath del 16 de febrero de 2012 en la Cámara de los Lores, apareció un artículo en Internet que sugería que él también había sido víctima de algún tipo de estafa. El artículo, «Lord Blackheath expone un posible fraude financiero monumental«, fue publicado el 19 de febrero de 2012 por el periodista y creador de contenido británico Keelan Balderson. Comenzó citando una advertencia del Sistema de la Reserva Federal sobre Yohannes Riyadi: «La Reserva Federal tiene conocimiento de una estafa fraudulenta que involucra a personas que usan los nombres de Yohannes Riyadi y/o Wilfredo Saurin, o personas que afirman ser representantes de estos dos hombres. En una versión típica de esta estafa, el Sr. Riyadi y/o sus delegados afirman falsamente que tienen depositados en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York varios cheques del Tesoro de los Estados Unidos emitidos al Sr. Riyadi por miles de millones de dólaresVarios corredores e instituciones financieras de todo el mundo se han puesto en contacto con el Banco de la Reserva Federal de Nueva York para preguntar sobre la validez de esta documentación de cuenta fraudulenta, que se ofrece como garantía para líneas de crédito u otros tipos de financiación basada en activos. El esquema fraudulento incluye múltiples documentos que pretenden tener las firmas de varios funcionarios de la Reserva Federal, incluido el presidente Ben Bernanke. En algunos casos, las personas involucradas en este esquema fraudulento afirman haberse reunido con funcionarios de la Reserva Federal y afirman haber verificado que la supuesta cuenta está en orden. También hemos aprendido que el fraude puede incluir la compra de ciertos documentos por parte de los corredores de presentación. Si tiene información sobre este fraude, comuníquese con Robert Amenta, investigador especial del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, o con Erik Rosenblatt, agente especial sénior del Departamento de Seguridad Nacional, Inmigración y Control de Aduanas«.

A pesar de esta advertencia, se recordará que Lord Blackheath no negó que hubiera fraude involucrado, sino que señaló claramente con el dedo a las agencias del gobierno de los Estados Unidos y que el fraude había entrado en el sistema financiero mundial. Keelan Balderson admite esta posibilidad en el artículo: «Es evidente que aquí se está produciendo un fraude monumental. El oro claramente no existe, los bonos por lo tanto claramente no son reales. Es fácil hacer pasar esto como una fabricación completa. Sin embargo, según Lord Blackheath, las transacciones de $5 billones, por un total de $15 billones, ¡aparecen en los libros de HSBC y RBS! ¿Por qué un banco querría firmar recibos por valor de 5 billones de dólares, 15 billones en total, si el dinero no existiera?“. El artículo señala, muy correctamente, que ninguna de las documentaciones de Lord Blackheath ha sido verificada y ni siquiera está disponible. Sin embargo, en este caso lo importante no es tanto la documentación, sino más bien el patrón que ha surgido, un patrón que incluye grandes sumas de dinero, denominadas en bonos del gobierno que, según Estados Unidos, nunca existieron. Además, según los escándalos examinados hasta ahora, no fueron emitidos por el Tesoro de los Estados Unidos, que es lo normal, sino directamente por la Reserva Federal, y que estaban respaldados por oro. Además, Lord Blackheath señaló la conexión asiática a través del banco HSBC, el representante japonés del FMI y el misterioso Yohannes Riyadi. Y en un último detalle, Lord Blackheath también mencionó la participación de JP Morgan Chase, que en el escándalo de los bonos al portador españoles estaba al menos implicado en la estafa. Pero, por el momento, debemos examinar el otro componente de las declaraciones de Lord Blackheath, como son las discrepancias en las cantidades de oro. Entre las muchas afirmaciones detalladas en los comentarios de Lord Blackheath a la Cámara de los Lores, hubo, como se recordará, una cifra que citó como dicha por su amigo Lord Sassoon del Tesoro Real británico, a saber, que solo existían unas 1.507 toneladas de oro a nivel mundial. Luego, se recordará, Lord Blackheath consultó al Banco de Indonesia con respecto a las afirmaciones de Yohannes Riyadi, y este banco declaró que solo tenía 700 toneladas de oro disponible, lo que sorprendentemente convertiría al Banco de Indonesia en titular de casi el 50% del suministro mundial de lingotes de oro según la cifra citada por Lord Sassoon y mencionada en los comentarios de Lord Blackheath, lo cual no tiene mucha lógica.

Aquí hay un contexto importante a tener en cuenta. Mientras los escándalos de los bonos al portador se ignoraban en diversos medios, y mientras Lord Blackheath hacía sus comentarios en la Cámara de los Lores entre 2010 y 2012, estaba ocurriendo otro curioso fenómeno, en que varios países “solicitaban” el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, el banco central que supuestamente mantiene las reservas de oro de la mayoría de los países depositadas en sus bóvedas, que sus reservas de oro fuesen repatriadas físicamente a cada uno de sus países. Hugo Chávez, entonces Presidente de Venezuela, fue el primero en solicitarlo, pero fue seguido muy rápidamente por Alemania, que exigió una contabilidad completa de sus reservas en dicho banco estadounidense. Pero, de nuevo, la historia es más turbia de lo que podría esperarse. Alemania tenía reservas de oro de poco menos de 3.400 toneladas, las segundas reservas más grandes del mundo después de Estados Unidos. Gran parte de eso estaba bajo la custodia de bancos centrales fuera de Alemania, especialmente en la Reserva Federal de Estados Unidos en Nueva York. Uno podría pensar que con un alijo tan valioso, con un valor de alrededor de $170 mil millones, el gobierno alemán querría vigilar de cerca su depósito de lingotes de oro. Pero había estallado una disputa entre diferentes instituciones alemanas sobre qué tan de cerca debían controlarse las reservas de oro. La oficina de auditoría federal de Alemania, el Bundesrechnungshof, que supervisa la gestión financiera del gobierno alemán, no estaba contenta con la forma en que el banco central de Alemania, el Bundesbank, controlaba su oro. Según los informes de los medios, los auditores no estaban satisfechos con el hecho de que las reservas de oro en Fráncfort estuviesen más controladas que las que se encontraban en el extranjero. En Alemania, se realizan controles al azar para asegurarse de que los lingotes de oro estén en el lugar correcto. Pero para el oro alemán almacenado en nombre del Bundesbank en la Reserva Federal de Estados Unidos en Nueva York, el Banco de Inglaterra en Londres y el Banco de Francia, el banco central alemán confiaba en las garantías de sus homólogos extranjeros de que el oro estaba donde debía estar. Los tres bancos centrales extranjeros entregaban al Bundesbank declaraciones anuales que confirmaban el tamaño de las reservas, pero los alemanes no solían realizar inspecciones físicas.

Según los informes de los medios alemanes, el Bundesrechnungshof había recomendado en su auditoría anual confidencial del Bundesbank para 2011 que el banco central de Alemania verificase sus reservas de oro extranjeras con controles anuales. Pero el Bundesbank rechazó la demanda, argumentando que los bancos centrales no suelen comprobar las reservas de los demás. “El alcance de los controles que quiere el Bundesrechnungshof no se corresponde con las prácticas habituales entre los bancos centrales. No hay dudas sobre la integridad y la reputación de estos depósitos extranjeros”, dijo el Bundesbank en un comunicado citado por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. Tengamos en cuenta de nuevo el patrón. Por un lado tenemos la participación de la Reserva Federal de los Estados Unidos y, más en particular, del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. También tenemos la participación de una agencia oficial del gobierno alemán, el Bundesrechnungshof, realizando investigaciones. Y asimismo tenemos un banco central privado, el Bundesbank, el sucesor del Reichsbank. El Bundesbank, al igual que el Banco de Inglaterra, está oscureciendo su respuesta al negarse rotundamente a inspeccionar físicamente sus reservas de oro. Pero eso es exactamente lo que implica la demanda de una auditoría física, que los países involucrados soliciten una auditoría de sus reservas de oro, gran parte del cual está en el banco de la Reserva Federal de Nueva York. Ello señala el hecho de que, por la razón que sea, esos países habían comenzado a tener motivos para sospechar. En otras palabras, el comportamiento de las agencias oficiales y personas de alto nivel en el gobierno, desde el Reino Unido hasta Alemania, están indicando, ya sea mediante declaraciones claras en ese sentido, como las de Lord Blackheath, o mediante demandas de una auditoría física, que había habido una pérdida de confianza. entre los gobiernos y los bancos centrales, y en particular, la Reserva Federal de Estados Unidos, y más particularmente, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Y todo esto, nuevamente, en un momento simultáneo con el estallido de los escándalos de los bonos al portador, y por lo tanto, evidencia con fuerza que estos eventos están conectados.

Para que no pensemos que esta es la única vez en la historia que se levantaron sospechas sobre las reservas de oro de la cuenta nacional en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, debemos recordar un episodio poco conocido a fines de la década de 1920, cuando el entonces presidente del Reichsbank alemán y que fue asimismo ministro de Economía del Tercer Reich nazi entre 1934 y 1937, el político y financiero alemán Dr. Hjalmar Horace Greeley Schacht visitó a su amigo, Benjamin Strong Jr., entonces presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, y Strong le organizó una visita guiada personal a las bóvedas del banco. Aquí están las propias palabras de Schacht que relatan esta visita en su autobiografía: «Otro incidente divertido surgió del hecho de que el Reichsbank mantenía un depósito de oro nada despreciable en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Strong estaba orgulloso de poder mostrarnos las bóvedas que estaban situadas en el sótano más profundo del edificio y comentó: ‘Ahora, Herr Schacht, verá dónde se guarda el oro del Reichsbank’. Mientras el personal buscaba el escondite del oro del Reichsbank, revisamos las bóvedas. Esperamos varios minutos; al final se nos dijo: ‘Sr. Strong, no podemos encontrar el oro del Reichsbank’. Strong estaba estupefacto pero lo consolé. ‘No importa: te creo cuando dices que el oro está ahí. Incluso si no fuera así, eres bueno para su reemplazo‘». Muy extraño que el propio presidente del Reichsbank alemán no quisiera saber dónde estaba el oro de su país. Uno debe considerar la posibilidad de que Schacht, que no era estúpido. estaba enviando un mensaje a los poderes financieros de Nueva York. Es digno de mención que el artículo de Der Spiegel implica que la misma actitud ha estado vigente en sus sucesores en el Bundesbank hasta el día de hoy.

Increíblemente, los escándalos de los bonos al portador japoneses, españoles e italianos fueron precedidos por un episodio similar, que muestra el patrón ahora familiar. Esta historia comenzó cuando, el 18 de enero de 2012, Bloomberg informó en Internet sobre la recuperación de trescientos mil millones de dólares en bonos al portador por parte de ciudadanos de Filipinas que afirmaron que eran del accidente de un avión estadounidense en Filipinas en la década de 1930. El hallazgo fue efectuado por Chris Estrella, quien afirma que hizo el descubrimiento en el año 2000 al descubrir una “caja de hierro y cuero desgastada por el clima” que estaba llena de bonos estadounidenses al portador por un valor de $25 mil millones de dólares. Una vez más, surge el patrón familiar. Algunos bonos tenían valores de $100 millones, pero estos, a diferencia de los valores reales del gobierno de Estados Unidos, estaban litografiados y no grabados. Asimismo se declaró que los bonos eran “Bonos de la Reserva Federal de los Estados Unidos de América”. Esta es una de las pistas más significativas de todo el misterio, porque nuevamente, la Reserva Federal estadounidense no emite bonos, ya que es competencia del Tesoro de Estados Unidos. Y nótese ahora los dos detalles cruciales: los bonos fueron litografiados y no grabados, y el título del bono contiene un error tipográfico, ya que se describen como bonos de la Reserva Federal y no como bonos del Tesoro. Este aparente error puede haber sido cometido deliberadamente por los emisores de los bonos. Tengamos en cuenta también una implicación de la idea de un bono «reservado«. El mismo título sugiere algo fuera de lo común, no disponible para todos excepto para unos pocos seleccionados. Además, los bonos estaban impresos con tipografías que, según un experto bursátil estadounidense consultado para identificarlos, no existían en el año 1934, año en que se dataron los bonos. Esto nuevamente se ajusta al patrón de los bonos de 1934 que hemos encontrado antes, y plantea una pregunta importante: si tales bonos no existían en 1934, junto con el tipo de letra, etc., ¿por qué los falsificadores seguían intentando ejecutar la misma estafa? Asimismo, los bonos iban acompañados de una “Lista de Inventario de Bonos Reservados Federales” microfilmada. Los bonos estaban, como los bonos en los escándalos de los bonos al portador españoles e italianos, contenidos en cajas fuertes, cada una de las cuales estaba adornada con el Gran Sello de los Estados Unidos y selladas por la Sucursal Bancaria de la Reserva Federal de Atlanta.

Los bonos supuestamente fueron emitidos por la Sucursal del Banco de la Reserva Federal de Atlanta en el año 1934 antes mencionado y, como tales, fueron firmados por el entonces Secretario del Tesoro de los Estados Unidos. Los bonos iban acompañados de monedas de “oro” estampadas con la imagen de George Washington. Una vez más, es hora de hacer una pausa y hacer un balance de las enormes implicaciones y patrones en los escándalos de los bonos al portador, y considerarlos en el contexto de los comentarios de un miembro de la Cámara de los Lores británico. En cada uno de los cuatro casos de los escándalos de bonos al portador japoneses, españoles, italianos y filipinos, los bonos aparentemente se basaron en billetes estadounidenses de circulación genuina. En el caso de las versiones española e italiana, esto se basó en el diseño del billete certificado en oro de $100.000, mientras que en el caso de la historia del bono al portador filipino, el “bono” aparentemente se basó en el diseño del certificado de plata estadounidense. En las versiones filipina, española e italiana, los «bonos» iban acompañados de «contextos de autenticación» que incluían documentos de autenticidad, «inventarios» microfilmados de dichos bonos y cajas fuertes de sucursales bancarias de la Reserva Federal. En el caso español, estas cajas eran de la sucursal de Dallas, en el caso italiano, de la sucursal de Chicago, y en el caso filipino, de la sucursal de Atlanta. Algunas valoraciones de bonos, de $500.000.000 y los bonos Kennedy de $1.000.000.000, eran en bonos que el Tesoro de los Estados Unidos nunca emitió. En el caso del bono Kennedy, este aparentemente estaba ligado a la empresa asiática de cambio de divisas Money World. Los bonos estaban fechados en “1934” y firmados por el entonces Secretario del Tesoro de los EE. UU. Henry Morgenthau. Y, además, no eran bonos del Tesoro de los Estados Unidos en absoluto, sino emitidos por el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Los bonos eran todos bonos al portador respaldados por lingotes de oro, y dado que la cantidad total de los cuatro escándalos de bonos al portador es de billones de dólares, la cantidad de lingotes implícita excede, como señaló Lord Blackheath, todas las cantidades de lingotes de oro que se cree que existen. aunque, como se señaló, parece haber discrepancias en la cantidad real de oro existente. Sin embargo, también hemos señalado que «oro» es también una palabra clave para «drogas» y, por lo tanto, surge la posibilidad de que los ejemplos genuinos de estos vínculos no fuesen tanto respaldados por oro como por drogas. Entonces, esta posibilidad significaría, forzosamente, que en algún nivel profundo, los sindicatos criminales internacionales están involucrados en cualquier operación que puedan representar los escándalos de los bonos al portador.

El bono al portador de «Kennedy«, como se sugirió, contenía pistas de que todo el escándalo podría tener algo que ver con el espacio, e incluso con la posibilidad de que algo fuera de la Tierra se esté utilizando como garantía. Por lo tanto, nos enfrentamos a la clara posibilidad de una operación de falsificación monstruosamente grande, basada en ejemplares reales y conocimiento interno y, además, una operación que en algún elemento parecería representar un grupo rebelde, un grupo de poder en la sombra profundamente oculto dentro de la estructura de poder de los Estados Unidos. Las preguntas serían, ¿para qué se utilizarían esas grandes sumas de dinero? ¿Y quién está haciendo todo esto? También nos enfrentamos a otra posibilidad inquietante, a saber, que quienquiera que esté detrás de la falsificación representada por los escándalos de los bonos al portador puede ser un grupo completamente diferente al grupo detrás de los originales en los que se basan las falsificaciones. En este caso, parecería que alguien no solo está enviando mensajes, sino que quizás, al hacerlo, está librando una especie de «guerra de falsificación» encubierta. Se ha dado a entender que parte de la motivación de un sistema financiero tan vasto y oculto es un espacio encubierto o una empresa científico-tecnológica. Pero una suma tan grande de dinero también podría financiar una gran cantidad de operaciones encubiertas aquí en la Tierra. La razón por la que este mensaje no está siendo enviado por aquellos involucrados en el establecimiento y mantenimiento de este enorme y oculto sistema de finanzas, y el imperio encubierto de investigación y operaciones que financia, es bastante simple: ¿por qué los involucrados lo expondrían? Exponerlo es revelar cuán corrupta y fraudulenta es realmente la oligarquía financiera occidental y sus principales instituciones financieras públicas y privadas. También es exponer la principal fuente de todo tipo de operaciones encubiertas. Es exponer a los grupos de poder en la sombra. Por lo tanto, uno debe llegar a la conclusión tentativa de que esta exposición proviene de alguien con conocimiento interno de toda la operación.

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De vez en cuando, Hollywood lanza películas que permiten a los espectadores ver partes de «la historia oculta», aunque en forma ficticia. Tenemos, por ejemplo, la extraña representación de Hollywood de la hipótesis de los dos programas espaciales en películas de James Bond, como Diamonds are Forever, o Capricorn One, o la épica serie Star Wars de George Lucas con su representación de antiguas Guerras Cósmicas, metáforas de cosas relatadas en textos antiguos y de eventos astronómicos en nuestro propio vecindario celestial. Lo mismo podría decirse de las conocidas películas de la serie La jungla de cristal , protagonizada por Bruce Willis. En una de las películas, Bruce Willis, que interpreta al detective de la policía de Nueva York John McClain, se encuentra con un grupo internacional compuesto en gran parte por alemanes, que asedian un complejo de oficinas propiedad de una corporación japonesa, todo con el propósito de robar su bóveda de alta seguridad que está llena de cientos de millones de dólares en bonos estadounidenses al portador. El líder de este grupo internacional, Hans, interpretado por el actor británico Alan Rickman, ha planeado las cosas tan bien que el libro de jugadas contra el terrorismo del propio FBI, al que aparentemente tienen acceso, se usa contra los agentes de la ley para efectuar el robo. Además, la película deja en claro que Hans es el líder de una célula terrorista internacional de alemanes. McClain, por supuesto, vence al astuto Hans, que se precipita hacia la muerte desde el edificio de oficinas de gran altura mientras los bonos al portador que intentaba robar revolotean a su alrededor. En otra película de la serie, un dictador y general latinoamericano corrupto emplea fuerzas especiales estadounidenses para liberarse de cargos inminentes de narcotráfico. McClain se enfrenta en la tercera película, una vez más, a un grupo de alemanes bien armados y bien entrenados y otros «europeos centrales«, que están dirigidos por el hermano del difunto Hans, quien conduce a McClain en un viaje salvaje, persiguiendo bombas colocadas alrededor de la ciudad de Nueva York, mientras él y su banda de centroeuropeos literalmente roban al Banco de la Reserva Federal de Nueva York todo su oro en lingotes. Aquí, nuevamente, vemos cómo la película tiene resonancias extrañas con un aspecto financiero subyacente y poco conocido de los ataques al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. El patrón es, por ahora, familiar y bastante obvio.

Sin embargo, sus raíces no son tan conocidas ni tan obvias, y es esencial comprender de manera más detallada los propósitos para los cuales se implementó este sistema de finanzas ocultas, ya que las conexiones entre las operaciones encubiertas por un lado y las tecnologías avanzadas, como las del espacio y los ovnis por otro lado, emergen lentamente. Las interfaces eran, una vez más, las finanzas y los jugadores que entraban y salían de los entornos de las operaciones encubiertas, los bancos y los proyectos clandestinos. Anteriormente revisamos la investigación histórica de Sterling y Peggy Seagrave sobre el uso del botín japonés fruto de la Operación Golden Lily para establecer un sistema secreto oculto de financiación para operaciones encubiertas con el pleno conocimiento y autorización del entonces presidente estadounidense Truman, haciendo de las operaciones encubiertas una característica semipermanente del arte de gobernar estadounidense de la posguerra, y haciendo de la estructura en sí misma un componente vital del complejo militar-industrial. Pero hay más en esta historia, y ese “más” consiste en la interfaz entre esta estructura y la Internacional fascista y nazi de la posguerra. Anteriormente notamos, por ejemplo, el papel crucial del entonces capitán, y luego general, Ed Lansdale. En 1948 el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense estableció por su propia autoridad la Oficina de Coordinación de Políticas, cuyo trabajo era planificar y llevar a cabo operaciones encubiertas bajo la dirección de su jefe, Frank G. Wisner. Fue idea de Wisner no solo emplear este vasto botín nazi y japonés para retener y abastecer a las células terroristas nazis y fascistas de la posguerra en Europa, sino también para desviar fondos directamente del Plan Marshall para hacerlo. De hecho, uno de los propósitos de las primeras reuniones del grupo Bilderberg era coordinar esta actividad financiera entre los banqueros angloamericanos y los oligarcas corporativos y de inteligencia, así como entre sus homólogos fascistas europeos. Significativamente, después de haber descubierto el oro del almirante japonés Yamashita e informar al general MacArthur y luego al presidente Truman sobre su existencia, Lansdale fue transferido a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos por nada menos que el general Hoyt Vandenberg, el Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que tenía sus propias conexiones profundas con el fenómeno ovni. Lansdale asistió a la Escuela de Inteligencia Estratégica de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Colorado durante unos meses, antes de ser transferido a la Oficina de Coordinación de Políticas de Wisner en la CIA, que lo reasignó a Filipinas, donde sin duda continuó supervisando la recuperación del botín de la Operación Golden Lily.

Estos son puntos importantes para reflexionar, porque indican que en el general Lansdale todas las áreas significativas de la estructura de los grupos de poder en la sombra convergen en una intersección común, porque Lansdale estuvo involucrado en el establecimiento del sistema secreto de finanzas, en el grupo de operaciones encubiertas de Wisner, y, además, a través de su conexión con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, a través de su entrenamiento en inteligencia estratégica y a través de su asociación con el general Vandenberg, tuvo una conexión con los niveles de la estructura de mando militar más directamente involucrados en la confrontación del fenómeno ovni y, por lo tanto, se ocupó en última instancia en proyectos tecnológicos diseñados para comprenderlo y emularlo. Finalmente Lansdale pronto llamó la atención del Secretario de Estado de Eisenhower, John Foster Dulles, y su hermano Allen Dulles, que llegó a ser director de la CIA, y con esto, Lansdale estaba directamente conectado con el escalón más alto de la inteligencia y con conexiones en Wall Street. Dicho de otra manera, Lansdale encarna esa “coalescencia de intereses” que presuntamente se combinaron en el asesinato del presidente Kennedy. Además, Sterling y Peggy Seagrave sugieren algo más de importancia crucial, a saber, que esta estructura de guerra financiera encubierta oculta pasó por al menos tres fases distintas de evolución. La primera fase parece ser anterior a cualquier participación de las futuras potencias del Eje (básicamente Alemania y Japón) y su saqueo de Europa y Asia, cuando los funcionarios estadounidenses aparentemente llegaron a un acuerdo con el generalísimo nacionalista chino Chiang Kai-Shek, para almacenar físicamente el oro de China, a cambio de la emisión a Chiang Kai-Shek y sus ayudantes de una serie de dudosos «valores«, que tenían el patrón familiar de haber sido emitidos deliberadamente de tal manera que posteriormente podrían negarse como auténticos. Este oro, supuestamente unas 1.665 toneladas métricas, fue prestado a la Reserva Federal estadounidense “a cambio de bonos de la Reserva Federal”. Nuevamente, las implicaciones son enormes, ya que bajo las condiciones de operaciones normales, la Reserva Federal no emite bonos, ya que es competencia del Tesoro de los Estados Unidos. Y, por lo tanto, la emisión de dichos bonos indica que la Reserva Federal, un banco central privado, está entrando directamente en el proceso no sólo de crear un sistema oculto de valores, sino también haciéndolo como una cuestión de política “exterior” propia. Estos eran, aparentemente, los bonos al portador respaldados por oro de 1934, con la firma del entonces Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Morgenthau, emitidos, según opinan algunos investigadores, sin su conocimiento.

Sin embargo, hay otro lado de la historia que sugiere que esto fue parte de una estrategia financiera a largo plazo emprendida en previsión de una próxima Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, y sus consecuencias, unas consecuencias que dejarían a los Estados Unidos como la potencia mundial dominante. Pero no todo el mundo estaba convencido de que Estados Unidos era el lugar más seguro para su oro, y menos los asiáticos, que tenían una antigua desconfianza hacia los gobiernos y los bancos. El presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y sus asesores entendieron que en el sur de Asia, el este de Asia y el Pacífico, los chinos en el extranjero, las asociaciones familiares y las redes comerciales, tenían una gran cantidad de oro, que poseían caudillos locales y sindicatos criminales, indios ricos, sectas budistas, familias coloniales holandesas, francesas, portuguesas y españolas, y la Iglesia Católica, que había dominado Filipinas durante cuatro siglos. Grandes cantidades de oro habían sido trasladadas fuera de Europa para su custodia durante la Primera Guerra Mundial y durante la Guerra Civil Española, y dormían en bóvedas en Filipinas. Las familias chinas ricas, víctimas de dinastías y señores de la guerra durante miles de años, guardaban su metal precioso en lugares secretos o en bancos que poseían o controlaban en Manila, Hanoi, Bangkok o Singapur. Esperaban que la conquista de Japón se extendiera hacia el sur hasta las islas. A través de varios intermediarios en Filipinas, estas ricas familias chinas combinaron sus recursos y se acercaron al Secretario del Tesoro de los Estados Unidos durante la administración de Franklin D. Roosevelt, Henry Morgenthau, ofreciéndole venderle “1665 toneladas métricas de oro”. Aquí llegamos por fin al núcleo de los escándalos de los bonos al portador, y de la implicación en el caso de los bonos al portador detectados del Banco de la Reserva Federal de Chicago. Por haber vendido este oro a la Reserva Federal se les darían 250 bonos al portador de la Reserva Federal separados, cada uno con una valoración de $100 millones. Entonces, en el momento de la emisión en 1934, esta transacción tenía un valor nominal total de $25 mil millones. Pero, al vencimiento después de treinta y dos años, es decir, después de 1966, los 250 bonos podrían redimirse por un total de $100 mil millones. En lugar de una compra directa, el Banco de la Reserva Federal de Chicago estaba adquiriendo el oro como un préstamo, pagando poco más de 10 dólares la onza, la mitad del precio del oro privado existente, a cambio de intereses durante treinta y dos años que darían como resultado un total de $100 mil millones al vencimiento.

En otras palabras, se trataba simplemente de un gran hurto de la banca central privada y patrocinado por el estado, la Reserva Federal estadounidense, ya que “debido a que la Reserva Federal es un cártel de la banca privada, cuyos libros no están abiertos al público, es imposible saber con precisión cuánto oro se gastó”. La situación era tan mala que, como señalan Sterling y Peggy Seagrave, un periodista del Financial Times dijo: “Ahora ha llegado a un punto en el que puedes ir a uno de los grandes bancos de Nueva York, Londres o Zurich, darles media tonelada métrica de oro a cambio de un certificado de propiedad, caminar alrededor de la manzana durante diez minutos, volver a entrar en el mismo banco y negarán haberlo visto antes, y lo arrestarán por presentarles un certificado falso”. De hecho no estaba bromeando. En todo caso, los bonos al portador recibidos por los intermediarios fueron repartidos en bancos de Suiza, Chile y Argentina. Por supuesto, no es necesario enfatizar la importancia de esta conexión, ya que son precisamente estos países los que también desempeñaron un papel clave en la interface entre la élite nazi y su contraparte angloamericana, tanto antes como durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El secreto que rodea a estas transferencias de oro y los propios libros secretos de la Reserva Federal hacen muy posible que esta reserva secreta de oro haya sido rehipotecada varias veces, creando un enorme sistema oculto de finanzas y haciendo posible lavar estas actividades detrás de una variedad de fondos respaldados por el gobierno, generando valores de naturaleza más legítima.

Pero hay una nueva fase en que se detecta que comienza a ocurrir una mezcla más directa de las operaciones encubiertas de inteligencia y del área financiera. Esta fase comenzó después de la expulsión del dictador filipino Ferdinand Marcos por parte de la Administración Reagan por su participación en el intento de acceder a este nivel oculto de financiación directamente y para sus propios fines. La expulsión de Ferdinand Marcos permitió a los participantes e intermediarios filipinos originales empezar a intentar recuperar los bonos de la Reserva Federal. Fue en esta coyuntura, observan Sterling y Peggy Seagrave, que estallaron algunos de los escándalos de los bonos al portador, con personas que afirmaban haber recuperado algunos bonos de la Reserva Federal y varios billetes de la Reserva Federal de gran valor, obtenidos entre los restos de los accidentes aéreos estadounidenses en Filipinas que ocurrieron en 1948, una historia, por supuesto, negada por el gobierno de los Estados Unidos y la Reserva Federal. No es así, dicen Sterling y Peggy Seagrave: «Según fuentes confiables que visitaron el avión siniestrado y recuperaron las placas de identificación de la tripulación, la verdad es la siguiente: en mayo de 1948, cuatro aviones de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos salieron del norte de Manila, luego continuaron su camino hacia Borneo. Pero un tifón que se había estado gestando en el Pacífico occidental se movió directamente en su trayectoria de vuelo y los cuatro aviones se estrellaron contra las montañas de Mindanao. Entre los aviones había un B-29 Superfortress, el mismo tipo de avión que había arrojado bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, además de una nueva versión modificada del mismo avión llamada B-50, y un B-26 bimotor mucho más pequeño. El B-29, que comandaba el grupo, tenía el número de serie 7695132. Entre los muertos a bordo se encontraban el general Frank Reagan, el coronel John Reagan y varios tripulantes llamados Colling, Dalton, Johnrey y Withor. Los dos B-29 llevaban miles de billetes y bonos de la Reserva Federal, en cajas de los bancos Chase Manhattan y Wells Fargo. ¿Qué hacían estos aviones cargando cofres llenos de tanto dinero y valores?«.

El politólogo británico e historiador del espionaje Richard Aldrich, de la Universidad de Nottingham, coeditor de la revista Intelligence and National Security, describió la situación estratégica en 1948 mediante un testimonio ante un tribunal británico en 2003: Mientras las fuerzas del presidente Mao Zedong avanzaban a través de China en 1948, dijo el Dr. Aldrich, Gran Bretaña y Estados Unidos temían la perspectiva de que una de las reservas de oro más grandes del mundo, con un valor de $83 mil millones a los precios actuales, cayera en manos comunistas. Entonces se decidió extraer las reservas de oro de China antes de que los comunistas pudieran apoderarse de ellas. La CIA proporcionó los medios para esta misión de rescate de lingotes de oro, volando en bombarderos B-29 disfrazados con la marca de Transporte Aéreo Civil [CAT] del General Clair Chennault, más tarde rebautizado como Air AmericaTransporte Aéreo Civil [CAT]  realizó numerosas misiones para sacar grandes cargamentos de oro de la China continental. ¿En qué se utilizaron los billetes y los bonos de la Reserva Federal? El profesor Aldrich dijo que pueden haber sido utilizados «para persuadir a los gerentes de los principales bancos del interior de China para que se deshiciesen de sus vastas reservas de oro«. La impresión de billetes y bonos de la Reserva Federal con un valor nominal mucho mayor que el del oro que iban a reemplazar, opina Aldrich, sirvió para alentar a los bancos o personas adineradas de China a cambiar su oro por los bonos y billetes. La razón es que sería más fácil ocultarlo y luego sacarlo de contrabando de China para cobrarlo posteriormente en Occidente. Como dijo Aldrich, es casi seguro que Estados Unidos no tenía intención de pagarlos de todos modos. Entonces, ¿por qué imprimir bonos y billetes de la Reserva Federal en cantidades y valoraciones tan enormes? Aldrich especuló que una razón era evitar la posibilidad de pérdidas operativas, como accidentes aéreos, y que otra razón era que los bancos chinos que recibían estos billetes y valores sabían que «probablemente serían redimibles solo por una proporción de su valor nominal«. Por lo tanto, se habría requerido un valor mucho mayor en billetes de la Reserva Federal que el valor total del oro que los nacionalistas estadounidenses y chinos estaban tratando de extraer de China. El problema para la historia oficial del gobierno estadounidense y la Reserva Federal de que todos estos bonos y billetes eran falsos es que el profesor Aldrich insiste en que los bonos y billetes que se enviaron a China eran totalmente legítimos.

El problema, sin embargo, no es solo que se trata de valores legítimos emitidos con la intención de no canjearlos nunca, lo que constituye un fraude, sino que estos valores y billetes fueron impresos por la Oficina de Grabado e Imprenta de Estados Unidos, donde, en ese momento, la CIA tenía una oficina “ocupada a tiempo completo en tales actividades, según una fuente de la CIA que trabajó allí durante años”. En otras palabras, los últimos «motores y agitadores» en el establecimiento de este sistema oculto no fueron los banqueros de la Reserva Federal, sino miembros del establecimiento de inteligencia. De hecho, durante la administración del presidente Reagan, el método que se utilizó por primera vez en la Operación Bernhard nazi y que mostramos en nuestra revisión de los escándalos de los bonos al portador, se repetía como parte de una vasta operación encubierta, parte de la cual se estaba realizando en un esfuerzo por deslegitimar todas esas emisiones de bonos y volver a hipotecar las reservas de lingotes de oro de la Reserva Federal una vez más. Curiosamente, también fue en 1986 cuando la Reserva Federal decidió refundir todos los lingotes de oro en sus bóvedas, cambiando los tradicionales lingotes rectangulares a forma trapezoidal. Nunca se explicó satisfactoriamente por qué se hizo esto, pero permitió a la Reserva Federal cambiar los sellos, los números de serie y todas las demás identificaciones, que borraban efectivamente todo registro de propiedad de muchos miles de toneladas de oro en su diferentes bóvedas. No hace falta decir que dicho procedimiento sería el medio perfecto para crear varias emisiones de bonos al portador falsos respaldados por oro y esta es la explicación probable de por qué existen sumas tan enormes de ellos. Todo lo que se necesitaría son numerosas refundiciones y nuevas documentaciones para cada emisión de valores falsos. Una vez más, uno no falsifica lo que no existe. Pero, ¿qué pasa con todos esos bonos al portador de la Reserva Federal existentes? Simple: según Sterling y Peggy Seagrave, la CIA estaba involucrada en una falsificación masiva: «Una gran cantidad de bonos de la Reserva Federal y certificados de oro se imprimieron en la Oficina de Grabado e Impresión, en el tipo de papel equivocado, con una variedad de errores deliberados. Muchos fueron grabados con las caras equivocadas, los lemas equivocados, los diseños equivocados, las firmas equivocadas. Algunos incluso fueron grabados e impresos en caracteres chinos tradicionales. Esta sería una campaña de desinformación, inundando Asia con falsificaciones descaradas, para hacer que la idea fuese ridícula. Cortaría las opciones legales de cualquiera que intente canjear certificados de oro legítimos o bonos legítimos de la Reserva Federal. Se enviaron placas de grabado especiales a Manila, donde la CIA ya tenía prensas para ejecutarlas. Para confundir el problema en Mindanao, donde los aviones se habían estrellado, dos ‘misioneros’ se instalaron con prensas de alta tecnología diciendo que iban a imprimir Biblias, pero en lugar de eso emitieron billetes y bonos de la Reserva Federal notoriamente falsos, lo que se sumó a la idea de que todos eran falsos«.

En otras palabras, uno tiene la operación original de 1934, en la que se emitieron valores y billetes sin intención de redención, lo que implica fraude, y una segunda operación, alrededor de 1948, con participación directa de la CIA en la emisión de “valores” con errores, que implicaban falsificación y fraude, así como una tercera operación de falsificación a escala industrial como campaña de desinformación a mediados de la década de 1980 bajo la administración Reagan, con la finalidad de desviar la atención de las dos primeras operaciones de fraude y falsificación, permitiendo la creación de una enorme operación de falsificación. No es de extrañar que el cardenal Eugene Tisserant pudiera descartar con ligereza las preocupaciones de que el Vaticano estaría implicado en el fraude de valores por emplear falsificadores de la mafia por parte del gobierno de los Estados unidos. De hecho, el Vaticano ya sabía del robo de oro y el uso de fondos ocultos, ya que su propio banco había ayudado a canalizar dichos fondos. En la Italia de posguerra, el agente de la CIA James Jesus Angleton recuperó un tesoro etíope saqueado por las fuerzas de Mussolini. En lugar de devolver este botín al pueblo etíope desesperadamente empobrecido, la CIA se lo apropió y lo utilizó para financiar candidatos pro estadounidenses y anticomunistas en las elecciones italianas de 1948. Además, la CIA recaudó una gran cantidad de dinero en Europa a partir de la venta de excedentes de material bélico estadounidense y entregó este dinero al Vaticano, que estaba destinado explícitamente a la guerra contra el comunismo en Italia. Luego, la CIA dispuso que el Papa proporcionara 100 millones de liras de esta cuenta personal para respaldar la candidatura anticomunista durante las elecciones. Esto no sorprende porque ahora se sabe que el banco del Vaticano protegió los activos del emperador japonés Hirohito y los activos nazis obtenidos durante la guerra. También el Vaticano es uno de los 42 países a los que. . . los lingotes de la Operación Golden Lily recuperados se enviaron durante 1945-1947. Poniendo todo esto junto, uno puede concluir razonablemente que la fuerza impulsora en el establecimiento de un sistema global de finanzas ocultas y del fraude necesario para sostenerlo, son las interfaces de la inteligencia de posguerra de Occidente y, en esencia, el complejo de inteligencia de América, ejemplificada por la CIA. Es solo un pequeño paso desde la distensión, la coexistencia y la fusión de este nexo entre la banca y la inteligencia, hasta la posibilidad de que el componente de inteligencia pudiese romper completamente con sus amos financieros y comenzase a hacer suyos los asuntos financieros y de manera muy independiente. Esta posibilidad se convierte en una realidad aterradora y con ella emerge otra sincronicidad peculiar con el tema ovni por parte de los grupos de poder en la sombra.

Tras la dimisión del presidente Nixon en 1973 tras el famoso caso Watergate, muchas de las operaciones encubiertas de la Vieja Guardia de la CIA, entre ellas las del general Lansdale, fueron presionadas para que cesaran y para que ellos dimitieran. Pero estos hombres, incluido Lansdale, luego buscaron obtener el control directo de las cuentas que se habían establecido sobre la base del botín del Eje (básicamente Alemania y Japón), para establecer sus propias operaciones encubiertas privadas, sistemas de inteligencia y ejércitos de mercenarios. Lo que había comenzado como una operación deshonesta ahora tenía otro elemento deshonesto dentro de ella. Esta fue la era, desde la caída de Nixon hasta los años de la primera y segunda administración de Reagan, que vio precisamente la gran expansión de las firmas de valores y de inteligencia corporativa privada, a menudo trabajando de manera parapolítica directa en conjunto con el gobierno de los Estados Unidos y sus diversos contratistas de defensa. Pero también hay significativos y difícilmente coincidentes hechos a señalar sobre este período de tiempo. Fue en este mismo período de tiempo aproximado que, el grupo secreto de estudio ovni, conocido como Majestic-12, fue privatizado por el presidente Nixon en 1969 y entregado al mundo corporativo con su propio enorme sistema financiero detrás. Diversos documentos afirman que Nixon en realidad fue chantajeado por este grupo para que finalmente dimitiera. Dado el nexo que hasta ahora hemos descubierto entre el ala de operaciones encubiertas de la inteligencia de Estados unidos, el sistema oculto de finanzas y, en última instancia, a través de Lansdale y sus conexiones de la Fuerza Aérea. con el tema ovni, surge la posibilidad de que estemos viendo el comienzo de la verdadera «ruptura» de los grupos de poder en la sombra con su interface supra-mundial. En el momento del surgimiento de las operaciones encubiertas privatizadas bajo la administración Reagan, representado por todo el asunto Irán-Contra, el brazo de operaciones encubiertas estaba actuando de forma más o menos independiente. El escándalo Irán-Contra, también conocido como Irangate, es un acontecimiento político ocurrido en 1985 y 1986, en el cual altos cargos del gobierno de los Estados Unidos, bajo la administración del presidente Ronald Reagan, facilitaron secretamente la venta de armas a Irán, país contra el cual pesaba un embargo armamentístico decretado por los propios Estados Unidos, así como la utilización del narcotráfico para financiar a los grupos armados creados y organizados por los propios Estados Unidos, conocidos como Contras o, de forma general para todos ellos, «la Contra«, para derrotar mediante acciones armadas al gobierno nicaragüense surgido de la Revolución Sandinista tras el triunfo de esta el 19 de julio de 1979. Ambas operaciones, la venta de armas y la financiación de la Contra, estaban prohibidas por el Senado estadounidense. La operación de venta de armas a Irán produjo más de 47 millones de dólares, dinero que fue gestionado por Oliver North mediante un entramado de cuentas bancarias en Suiza y fue utilizado, principalmente, para la financiación de la lucha contra al gobierno sandinista de Nicaragua y apoyo a la Contra.

Dicho de otra manera, seguramente no es una coincidencia que el brazo dedicado al tema ovni, como Majestic-12, «rompa» la conexión directa con el gobierno estadounidense alrededor del mismo período en que el brazo de operaciones encubiertas también las rompió, y ello es una evidencia sugestiva de que estos dos componentes eran de hecho parte de la misma estructura oculta desde el comienzo del período de posguerra. Este componente de guerra encubierta oculta que se había independizado se llamó a sí mismo «The Enterprise«. A este respecto, Sterling y Peggy Seagrave, tal vez sin darse cuenta de la conexión con todo el mundo de la investigación tecnológica secreta, los proyectos ocultos y los grupos de estudio de ovnis, sin embargo hacen una declaración significativa: “Reproducimos cartas de miembros de la red The Enterprise, describiendo cómo pretenden utilizar el botín de guerra japonés recuperado para establecer una fuerza de seguridad privada al estilo del FBI para vigilar al público estadounidense, así como un complejo militar-industrial separado y controlado por ellos“. Pero nuevamente, estamos tratando con grandes sumas de dinero durante un período prolongado de tiempo, y hemos argumentado que este sistema oculto de financiamiento y fraude fue para financiar dos actividades básicas: operaciones encubiertas y guerras, e investigación de proyectos ocultos. Entonces, antes de pasar a la investigación de proyectos ocultos, primero debemos examinar las propias operaciones de guerra encubierta, desde el punto de vista de determinar una respuesta a esta pregunta: ¿Pueden todas las operaciones encubiertas conocidas de Occidente, en conjunto, dar cuenta de todas las grandes sumas de dinero, en billones de dólares, o se necesita alguna otra actividad para explicar un sistema tan vasto de falsificación y fraude a escala industrial? Una breve mirada al alcance de las operaciones encubiertas durante el período de posguerra, solo en Europa, da una idea de cuán realmente vasto es el alcance de esta actividad y, por implicación, cuán verdaderamente grande tendría que ser necesariamente la financiación requerida para ello. Ahora se sabe que, de una forma u otra, agentes encubiertos de Occidente estuvieron detrás de los siguientes eventos “terroristas” de la posguerra: Primero tenemos los numerosos intentos a fines de la década de 1950 y principios de la de 1960 de asesinar al presidente francés Charles DeGaulle por parte de oficiales de la Organisation de l’Armée Secrète, u OAS, que tenía vínculos con esta estructura de operaciones encubiertas a través de la Organización Gehlen, la CIA estadounidense y la sede de la OTAN, entonces ubicada en Francia, a través de varias empresas de fachada asociadas, como Centro Mondiale Commercial y Permindex Corporation.

Asimismo tenemos la manipulación de las elecciones italianas de 1948 por parte de la CIA y el Vaticano para asegurar una victoria anticomunista, así como el secuestro y asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro. Por otro lado, tenemos los diversos incidentes asociados con la banda alemana Baader-Meinhof. Además tenemos el derrocamiento del gobierno griego en 1967 y la instalación de una junta militar, mientras que también tenemos el levantamiento húngaro de 1956 contra el bloque soviético, patrocinado por la Oficina de Coordinación de Políticas de la CIA de Frank Wisner. Otro siniestro asunto es el atentado con bomba en 1979 contra la estación de tren de Bolonia, y los escándalos asociados del Banco del Vaticano, así como el notorio escándalo sobre la cripto-fascista Logia masónica Propaganda Due de Licio Gelli, con repercusiones en la mafia, representada por Michele Sindona, y la muerte del banquero italiano Roberto Calvi bajo el puente Blackfriars de Londres. Tampoco puede faltar la referencia al derrocamiento de Mossadegh en Irán en 1954 y la instalación del pro occidental Shah Reza Pahlavi, así como el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende en 1973 y la instalación del dictador Agustín Pinochet. Para finalizar, hacemos referencia al asesinato del presidente de Vietnam del Sur, Diem, y la toma de posesión del general Nyugen Thieu. Pero podríamos seguir indefinidamente con operaciones encubiertas, pudiendo añadir la matanza en Noruega y las extrañas conexiones de su autor Anders Breivik con esta estructura. A todo ello podríamos añadir el escándalo Irán-Contra, y probablemente Waco y el atentado de la ciudad de Oklahoma, y finalmente, los eventos que para la mayoría de los estadounidenses definen la conexión con esta estructura clandestina de estos grupos de poder en la sombra, como el asesinato del presidente John F. Kennedy, y los atentados del 11 de septiembre de 2001 en New York. Asimismo, podemos referirnos a las operaciones encubiertas internacionales como el “brazo militar” de los grupos de poder en la sombra, como: la internacional fascista y nazi, y la parte estadounidense.

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Esta estructura de operaciones encubiertas de la posguerra se compone de dos niveles: las propias células nacionales de las operaciones encubiertas denominadas “Gladio”, mantenidas por cada nación miembro de la OTAN, y la superestructura de supervisión internacional de la propia OTAN, junto con las agencias nacionales de inteligencia que, a causa de una estrecha interface entre sí, dan lugar al potencial de una red de inteligencia internacional que existe dentro de cada una de las estructuras nacionales de inteligencia de las naciones miembros, y hasta cierto punto independientemente de ellas. El historiados suizo Daniele Ganser, que se hizo conocido por su disertación «Los ejércitos secretos de la OTAN en Europa«, publicada en 2005, observa que en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial el núcleo de estas unidades de operaciones encubiertas estaba compuesto por las unidades de guerra de guerrillas que se quedaban atrás y que habían sido organizadas por los regímenes nazi y fascista en colapso: «La creación de organizaciones Stay-Behind (que permanecían detrás) de los países de la OTAN comenzó poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, según confirmó un informe oficial del gobierno alemán sobre el Stay-Behind en 1990. Después de la derrota de Alemania en 1945, en la caótica posguerra, las condiciones eran ideales para que Estados Unidos estableciera un Stay-Behind. Como potencia ocupante, los ejércitos estadounidenses controlaron el territorio junto con las fuerzas francesas, británicas y soviéticas en sus respectivas zonas. Sobre todo, la oferta de hombres completamente anticomunistas entrenados en la guerra de guerrillas y experimentados en armas y explosivos era abundante. Y así, Estados Unidos reclutó en secreto a ex nazis para la red de apoyo alemana. En medio de las revelaciones de Gladio en 1990, el canal de televisión privado RTL sorprendió al público alemán al revelar en un informe especial de Gladio que los ex miembros de las temidas SS de Hitler, que bajo Hitler se habían dedicado a cazar a los comunistas, habían sido parte de la red Gladio de Alemania. El Estado Mayor del ejército de Estados Unidos destacó que Alemania ‘tiene un excelente potencial de hombres entrenados tanto para la Reserva Clandestina como para el Ejército Secreto (unidades que se quedan atrás). La resistencia efectiva puede y debe organizarse’. Por orden del Pentágono, el recién creado Cuerpo de Contrainteligencia de Estados Unidos (CIC) rastreó a los nazis alemanes y los llevó a los juicios de Nuremberg, mientras que el CIC también reclutó en secreto a extremistas de derecha seleccionados para el ejército anticomunista«. Una fuerza adicional que impulsó la creación, o más bien la continuación y utilización de estas unidades por parte del complejo militar y de inteligencia estadounidense, fue la propia organización del general Reinhard Gehlen, ya que al sobreestimar constantemente las capacidades militares soviéticas y dar estimaciones de inteligencia que enfatizaban constantemente el peligro inminente de una invasión soviética a gran escala en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la Organización Gehlen en efecto aprovechó los temores internos dentro de la estructura de mando estadounidense y creó las condiciones necesarias para mantener estas unidades nazis y fascistas. Reinhard Gehlen fue un militar alemán. Llegó al cargo de mayor general en la Wehrmacht alemana durante la Segunda Guerra Mundial, con el puesto de jefe de contra-inteligencia en el Frente Oriental. Fue reclutado por Estados Unidos mediante la Operación Paperclip para usar su red de espías Stay Behind contra la Unión Soviética

En efecto, el brazo ejecutor de las operaciones encubiertas de la OTAN se convirtió en un ejército fascista transnacional organizado internacionalmente, hasta el punto de que estas unidades fueron objeto de protocolos secretos en los tratados por los cuales los países, y un país muy importante en particular, ingresaron en la OTAN, porque según Daniele Ganser una vez más: «Cuando estalló el escándalo de Gladio en 1990, un ex funcionario de inteligencia de la OTAN no identificado explicó que la rama de acción encubierta de la CIA dirigida por Frank Wisner para establecer el ejército secreto alemán había ‘incorporado el equipo de espionaje dirigido por el jefe de espionaje de Hitler’. Reinhard Gehlen. Esto es bien conocido, porque Gehlen fue el padre espiritual de Stay Behind en Alemania y su papel fue conocido por el líder de Alemania Occidental, Konrad Adenauer, desde el principio. Según el oficial anónimo de la OTAN, el presidente estadounidense Truman y el canciller alemán Adenauer habían firmado un protocolo secreto con los Estados Unidos sobre la entrada de Alemania Occidental en la OTAN en mayo de 1955 en el que se acordó que las autoridades de Alemania Occidental se abstendrían de perseguir legalmente activos extremistas de derecha conocidos». Es bastante evidente que esta estructura organizativa militar internacional, con un protocolo secreto en el caso de Alemania, muy probablemente habría sido también un componente del protocolo secreto de los acuerdos entre los Estados Unidos y sus otros aliados de la OTAN y, por lo tanto, se puede concluir que tras la postura abierta de la OTAN como una alianza defensiva al servicio de la «libertad y la democracia«, se encuentra una cultura operativa fascista mucho más profunda y mucho más siniestra. La mención del nombre de Frank Wisner, uno de los funcionarios fundadores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), junto con estas unidades encubiertas nos lleva al núcleo estadounidense de esta estructura internacional y a las relaciones y redes que representaban sus líderes centrales originales.

Daniele Ganser examina a estos líderes centrales y sus relaciones en los siguientes comentarios: «El general Gehlen tenía razón al suponer que los datos que había recopilado durante sus operaciones de tortura de comunistas en la Unión Soviética eran de gran interés para Estados Unidos. Por lo tanto, junto con un pequeño grupo de altos oficiales nazis, al final de la guerra había microfilmado cuidadosamente los extensos datos (Fremde Heere Ost) sobre la URSS, habían empacado las películas en tambores de acero herméticos y los había enterrado en secreto en prados de los Alpes austriacos. Después de varias semanas de internamiento en el Cuerpo de Contrainteligencia estadounidense, Gehlen se puso en contacto con el general estadounidense Edwin Luther Siber, a quien le reveló su secreto. El general estadounidense quedó tan impresionado que promovió la carrera de Gehlen en la administración estadounidense y de la Alemania Occidental en los años siguientes. Presentó a Gehlen a altos funcionarios de inteligencia de Estados Unidos, incluido el general Walter Bedell Smith, entonces el oficial de inteligencia del Ejército de Estados Unidos de más alto rango en Europa, y más tarde director de la CIA de 1950 a 1953. Siber también presentó a Gehlen al general William Donovan, jefe de la Oficina de Servicios Estratégicos estadounidense (OSS), precursora de la CIA, y también le presentó a Allen Dulles de la OSS, más tarde jefe de la CIA, así como a Frank Wisner de la OSS, más tarde también jefe de la Oficina de Coordinación de Políticas de la CIA, que fue la que creó la red Stay-Behind europea. Este acurdo de inteligencia y operaciones encubiertas, formada por Allen Dulles, William Donovan, Frank Wisner y Reinhard Gehlen es muy revelador, porque con Allen Dulles y William Donovan en particular, uno tiene personajes cuyas conexiones conducen directamente a Wall Street y a la oligarquía financiera estadounidense. Casi desde sus inicios, la Oficina de Coordinación de Políticas de Wisner estuvo profundamente involucrada en el narcotráfico del gobierno del partido nacionalista chino Khoumintang de la China nacionalista, que actualmente está en Taipéi, a tal punto que el director de la CIA, Walter Bedell Smith, la abolió totalmente y fusionó su personal con el propio personal de operaciones encubiertas de la CIA en un nuevo Departamento de Planes (más tarde Departamento de Operaciones)”.

La intención del general Walter Bedell Smith era llevar las operaciones encubiertas “bajo una supervisión más responsable”. Pero desafortunadamente la fusión tuvo exactamente el efecto contrario, ya que posteriormente, especialmente bajo Allen Dulles, que efectivamente se hizo cargo de la CIA, transformando la agencia tanto en una oficina de guerra encubierta como en una agencia de recopilación y análisis de inteligencia. Esto transformó el memorándum 10/2 del Consejo de Seguridad Nacional de 1948 de un asunto menor a uno muy grande, lo que efectivamente le dio a la CIA autorización para participar en actividades delictivas. Por lo tanto, con el nexo de Frank Wisner, Allen Dulles, operaciones encubiertas, unidades fascistas internacionales de posguerra que «se quedan en la retaguardia«, uno observa que comienza a emerger una estructura fascista esencialmente internacional, que une elementos estadounidenses y europeos, una que, además, podría servir “a los intereses de la riqueza internacional privada”, y al igual que la mafia territorial y los sindicatos criminales internacionales del narcotráfico, los “jefes” de los diversos componentes nacionales de las unidades rezagadas se reunirían regularmente para coordinar planes y actividades. Este nexo implica el potencial para una privatización permanente o la corporativización de la inteligencia y las operaciones encubiertas. De hecho, Allen Dulles, antes de la creación de la CIA, había actuado para crear una agencia de inteligencia privada llamada World Commerce Corporation, que involucraba a William Stephenson de la inteligencia británica y a Nelson Rockefeller, un hecho que sugiere a muchos que las agencias establecidas por la Ley de Seguridad Nacional de 1947, la CIA y la NSA, serían menos agencias del gobierno de los Estados Unidos que de Wall Street y la alta oligarquía financiera de los Estados Unidos.

A pesar de la fusión por parte del general Bedell Smith de la Oficina de Coordinación de Políticas y la CIA, Frank Wisner permaneció como director hasta 1958, cuando fue reemplazado por el oficial de la CIA Richard Bissel, quien dirigió operaciones encubiertas hasta 1962, cuando fue despedido por el presidente John F. Kennedy a raíz del fiasco de Bahía de Cochinos. Este es un punto bastante crucial, ya que Richard Bissel también tuvo influencia directa sobre los vuelos ultrasecretos del avión espía U-2 de la CIA sobre la Unión Soviética y la China comunista, y por lo tanto, es con Richard Bissel y el Departamento de Planes de la CIA que también vemos la superficie común en el mundo de los proyectos ocultos y las tecnologías secretas que se estaban desarrollando para el espionaje de reconocimiento de la Unión Soviética. En pocas palabras: la presencia y el papel de Richard Bissel en este momento es un indicador de que uno simplemente no puede separar la cultura de las operaciones encubiertas de la del mundo de los proyectos ocultos y su consiguiente investigación y desarrollo tecnológico secreto. La metodología subyacente de todas estas operaciones encubiertas no era solo la de la «negación plausible«, sino hasta cierto punto, la de las operaciones de bandera falsa, y muchas veces ambas simultáneamente. Esta simultaneidad en sí misma es un principio operativo importante que surge de la cultura de los grupos de poder en la sombra, porque significa que dentro de cualquier operación dada, particularmente aquellas diseñadas para efectuar los «eventos profundos» en el sentido del término del poeta canadiense y profesor de lengua inglesa en la Universidad de California, Berkeley, Peter Dale Scott, una operación está diseñada para optimizar el logro de varios objetivos discretos a la vez. Tenemos un ejemplo de esta mentalidad en el desarrollo de tecnologías diseñadas para cumplir dos funciones: el monitoreo encubierto de la Unión Soviética, y el más difícil monitoreo y reconocimiento encubierto de actividad ovni y bases sospechosas. Pero hay dos ejemplos más claros de esta mentalidad de operaciones encubiertas. A lo largo de las operaciones terroristas realizadas por las unidades Gladio de la OTAN en Europa y, en menor medida, sus operaciones en América Latina y África, el terrorismo perpetrado por estas redes fascistas de extrema derecha ha intentado constantemente disfrazarse como efectuados por la izquierda comunista radical. en operaciones clásicas de bandera falsa. Las operaciones de bandera falsa evidencian así el método, ya que se puede culpar inicialmente a un enemigo, y en esta negación plausible de la participación de las propias fuerzas se le da otro manto de engaño que encubre sus actividades. Ejemplos clásicos de esta táctica son los asesinatos de la Operación Cóndor en América Latina, atribuidos a la izquierda, pero en realidad perpetrados por elementos encubiertos de la extrema derecha, y las acciones terroristas que rodearon el reconocimiento de una Croacia independiente en la década de 1990, donde nuevamente, los perpetradores de la derecha condujeron a operaciones atribuidas a la izquierda.

Otro ejemplo es una “operación dentro de una operación”, donde la operación de una parte es perpetrada por otros, que la utilizan para lograr sus propios fines. Consideremos, por ejemplo, la explosión de una bomba y los asesinatos posteriores en Noruega en 2011, un ejemplo clásico de una operación de este tipo. La masacre en Noruega se produjo el 22 de julio de 2011, primero en el distrito central de Oslo, la capital, y luego en una tranquila pequeña isla para acampar no muy lejos de la capital. Marcó un uso significativo del terror como medio de control social, mientras avanzaba la agenda del poder mundial global. Primero, reducir a un país extrañamente independiente pero inmensamente rico, y en segundo lugar, introducir en el escenario la siguiente fase de la guerra indefinida que se libra contra los ciudadanos comunes, la conocida historia de la operación Gladio, nombre en clave de las operaciones clandestinas de «resistencia armada» de la llamada «Red Stay Behind» planeadas por la Organización del Tratado de Bruselas, y posteriormente por la OTAN, en caso de una hipotética invasión y conquista de Europa occidental por parte del entonces existente Pacto de Varsovia de la antigua URSS. A las pocas horas de los ataques en Noruega, la rama policial de la Unión Europea, Europol, anunció un nuevo grupo de trabajo multinacional, encargado de investigar e infiltrarse en movimientos políticos potencialmente hostiles considerados potencialmente peligrosos. En otras palabras, exactamente esos grupos que supuestamente inspiraron al jardinero Anders Behring Breivik, de 33 años, a matar a 77 personas, 55 de ellas adolescentes, mientras otros 62 sufrieron heridas de bala. La masacre ocupó los titulares mundiales y los canales de noticias. Pero cuando se filtró la noticia seis semanas después de que el escuadrón antiterrorista de Noruega acababa de terminar un «ejercicio de entrenamiento» ese día, que reflejaba exactamente el atentado con bomba en el centro de Oslo y el siguiente frenético tiroteo en la isla de Uteya, la única respuesta oficial fue silencio. La bomba que prácticamente destruyó una gran área del distrito comercial y gubernamental del centro de la ciudad explotó menos de media hora después de que terminara el llamado simulacro. Un alto portavoz de la policía lo descartó como una mera «coincidencia«, una posibilidad ínfima. Pero las probabilidades aumentaron aún más cuando se supo que el primer oficial de policía que desembarcó en medio del derramamiento de sangre en la isla de Uteya no solo reconoció a Breivik de inmediato, sino que se dirigió directamente a él por su nombre. Estamos en el mismo territorio que el simulacro de NORAD que involucra el uso de aviones como armas el 11 de septiembre y el ataque terrorista simulado en el sistema subterráneo de Londres, que ‘casualmente‘ coincidió con los atentados mortales en tiempo real. En otras palabras, «Todos los signos reveladores de un evento de Gladio fueron evidentes desde el principio«.

Si bien no está directamente relacionado con el tema de los grupos de poder en la sombra, vale la pena mencionar que una técnica estándar para los grupos de poder en la sombra con respecto a las operaciones encubiertas; es la técnica del «asesino solitario«. El político y autor inglés que fue miembro del Parlamento Europeo, Richard Cottrell, observa que el perfil de Facebook de Anders Breivik siguió siendo ajustado después de los ataques, un hecho que sugiere “que incluso en esta etapa tardía el moldeado de la personalidad todavía continuaba, como si sus credenciales como terrorista solitario y enloquecido todavía invitaran al refinamiento y al ajuste”. Además, el comportamiento de Breivik sugería algo más, algo que sugería otra conexión más con operaciones encubiertas y con sus supuestas técnicas y tecnologías de manipulación y control mental. Según Richard Cottrell: «El mundo no tardó en contemplar los rasgos serenamente serenos y clásicamente nórdicos de una figura rubia y de ojos azules de poco más de treinta años, no del todo desprovista de cierta apariencia saludable. Parecía la imagen de la serenidad, como el estado de compostura que mantuvo tras su detención y, según los sobrevivientes, su porte glacial en medio de la masacre en la isla. De hecho, sus breves apariciones públicas en la corte transmitieron la impresión de un individuo paralizado en algún sueño fascinante. Uno de sus amigos más cercanos se preguntó si lo drogaron o le lavaron el cerebro, encontrando su apariencia espeluznante y bastante atípica«. Se han hecho acusaciones similares sobre el presunto asesino de Robert F. Kennedy, Sirhan Sirhan, o sobre el asesino de Lee Harvey Oswald, Jack Ruby, entre otros casos. Las conexiones metodológicas giran a partir de ahí. Por ejemplo, la mayoría de las personas desconocen la gran similitud general del intento de asesinato del Papa Juan Pablo II y el presidente John Kennedy, ya que los testigos presentes durante el intento escucharon más que el número oficial de disparos. De este modo, según Guy Lawson, en su libro Pulpo: «El misterio de exactamente cuántos disparos y más precisamente quién los disparó, con qué tipo de arma y desde qué ángulo, ahora comenzó a teñir las muchas versiones diferentes de los eventos ese día. Parecía haber una superposición sorprendente con la confusión en Dallas casi treinta años antes. Hubo confusión sobre la cantidad de disparos, ya sea que los disparó un solo pistolero o un grupo. La principal sospecha recayó en Mehmet Ali Agca, un chivo expiatorio al que posiblemente le lavaron el cerebro como a Lee Harvey Oswald. Y no menos importante, una misteriosa imagen granulada, capturada por un transeúnte, que muestra una figura no identificada que sale corriendo de la plaza momentos después de los disparos. Según su testimonio en el juicio, Agca insistió en que disparó ‘dos o tres tiros en rápida sucesión’. Tres golpearon a Juan Pablo II. Uno golpeó su intestino inferior, los otros golpearon su mano izquierda, atravesando su abdomen y su brazo derecho. Dos personas en la densa multitud resultaron heridas, ya sea colateralmente por las mismas balas, o por otras dirigidas desde una dirección diferente«.

El parecido no termina ahí, ya que los investigadores pronto descubrieron que, detrás de los intentos de culpar del intento de asesinato del Papa a Bulgaria y la Unión Soviética, había conexiones mucho más turbias de Agca con grupos neonazis y fascistas turcos, que a su vez tenían conexiones con los servicios secretos de Alemania Occidental (Bundesnachrichtendienst) y la CIA. Dada la estructura altamente internacionalizada de las operaciones encubiertas y los brazos financieros de los grupos de poder en la sombra, sin mencionar los componentes ocultos de las facciones en competencia del viejo dinero de la costa este estadounidense, los “cowboys” de Texas y la costa oeste, los fascistas de la posguerra, los nazis y los japoneses, ¿cómo podía ser administrado y coordinado? Ya se ha mencionado un mecanismo basado en reuniones periódicas de coordinación entre varios niveles gerenciales de la estructura, incluido el escalón superior en reuniones como las del Grupo Bilderberger. Sin embargo, además de esto, existen agencias permanentes de coordinación, y es necesario echar un vistazo a una de las más notorias, la Liga Mundial Anticomunista, con sede en el Taiwán chino nacionalista. Si hay una «agencia» pública que podría identificarse como la Internacional Nazi o Fascista, es esta, porque está respaldado por poderosos elementos financieros de la derecha en la China nacionalista y Corea del Sur, como el “reverendo” Sun Myung Moon, surcoreano fundador de diversas organizaciones, de las cuales la más conocida es la secta Iglesia de la Unificación, pero que también reúne a agentes encubiertos de la CIA, chinos, coreanos, japoneses, estadounidenses y, sobre todo, alemanes de la posguerra, italianos y otros elementos fascistas europeos. Además, estaba estrechamente conectado con los servicios secretos de Alemania Occidental (Bundesnachrichtendienst) del general Gehlen. Los tentáculos de este pulpo en expansión eventualmente se extendieron a todos los rincones del planeta. Esto era visiblemente la Internacional Fascista, mediante la enorme operación Gladio global, que fue acusada de. . . actuar para ‘superar y eliminar’ cualquier gobierno o fuerza considerada simpatizante del comunismo. No se especificaron con precisión los medios, salvo hablar de la guerra en términos psicológicamente políticos. Sin embargo, la Liga Mundial Anticomunista fue rastreada hasta la Operación Cóndor, llevada a cabo por los escuadrones de la muerte en América Latina y la Península Ibérica, así como hasta los asesinatos de los hermanos Kennedy y la financiación del Irán-Contra. Por lo tanto, no sería sorprendente descubrir las huellas de la Liga Mundial Anticomunista relacionadas con The Enterprise en el tráfico de drogas y armas. En Europa, la Liga Mundial Anticomunista estaba ligada a varios frentes neofascistas, en particular las actividades de la logia masónica P2 más la operación Gladio de Licio Gelli, en Italia y en América del Sur. Los asesinatos tanto de Aldo Moro, en Italia, como de Olof Palme, en Suecia, han sido citadas como promovidas en cierto grado por la Liga Mundial Anticomunista.

Visto de otra manera, toda la alianza de estadounidenses, japoneses, coreanos, nacionalistas chinos y fascistas europeos que la Liga Mundial Anticomunista agrupó, no fue más que otra consecuencia de las alianzas entre los Estados Unidos y los nazis y fascistas de la posguerra forjadas incluso antes de la Segunda Guerra Mundial. Habían representado, por así decirlo, una especie de sucesión de los partidos e ideologías nazi y fascista. Cuando cayó la URSS y el comunismo soviético, el nombre de la Liga Mundial Anticomunista simplemente se cambió a Liga Mundial por la Libertad y la Democracia. Este es un punto de notable importancia, porque significa que cualquiera que sea el nombre que elija esta organización, realiza una función vital y permanente para los grupos de poder en la sombra, y es posible ver cuál es esa función. Tales agencias o burocracias funcionan como la superficie común entre varias facciones dentro de la estructura, no solo para coordinar actividades, canalizar fondos, administrar personal, sino también para permitir que las facciones expresen sus intereses y agendas contrapuestas y, literalmente, para espiar a cada una de ellas. entre sí y, a través de contactos operativos regulares, para calibrar las agendas, intenciones y capacidades de cada uno. Pero existe otra agencia similar, con profundos vínculos con las operaciones encubiertas y los gestores de las herramientas financieras de esta estructura. Se trata, por así decirlo, del Banco del Vaticano. Si bien la conexión del Vaticano con el profundo fraude financiero a escala industrial se analizó brevemente anteriormente, es necesario ver por qué funcionó dentro de esta estructura como una especie de «Liga Mundial Anticomunista espiritualizada«. Obviamente, sus tradiciones religiosas y su historia lo habrían hecho implacablemente opuesto al ateísmo comunista soviético en el nivel más profundo y filosófico. Sin embargo, hay otra razón: la cancillería política en funcionamiento continuo más antigua del mundo, la que tiene más experiencia en todo tipo de arte de gobernar, incluido el uso del terror aplicado como sistema de ingeniería social mediante la Inquisición, fue el Vaticano.

El político y autor inglés que fue miembro del Parlamento Europeo, Richard Cottrell expresa estos puntos con cierta fuerza: «Después de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano se sujetó a la alianza global masiva compuesta por los Estados Unidos, la OTAN y la inteligencia occidental. El interés común claramente yacía en un gran baluarte contra la expansión del comunismo, pero esto es subestimar la magnitud del poder que la iglesia romana invirtió en el gran juego. Los batallones del Papa en todo el mundo se calcula que incluyen más de mil millones de fieles comprometidos, 400.000 clérigos, un servicio diplomático global impresionante, habilidades de espionaje altamente sofisticadas y sistemas de acondicionamiento mental de la cuna a la tumba con la ayuda de escuelas, universidades y medios de comunicación. En conjunto, permiten a la Santa Sede actuar como potencia mundial». El nexo de la inteligencia y las finanzas del Vaticano con las de Occidente y la OTAN fue, por supuesto, el Banco del Vaticano, porque fue este banco el que se usó en la guerra económica contra la Unión Soviética desatada por el uso del sistema oculto de finanzas habilitado por el botín nazi y la Operación Golden Lily japonesa, y fue este banco el que desempeñó un papel tan importante en la transferencia de fondos de Occidente a Rusia que permitió el establecimiento de las enormes corporaciones postsoviéticas, como el gigante energético ruso Gazprom, lo que validaría la idea de que las acciones de Putin con Ucrania no son tan independientes de Occidente como se cree. Pero este Banco del Vaticano también funcionó como un nexo clave para el blanqueo de dinero de la mafia, a través de sus vínculos con Michele Sindona, Roberto Calvi y Licio Gelli, en la medida en que puede sostenerse con seguridad que este banco “había sido efectivamente secuestrado” por intereses criminales que tienen fuertes afinidades con la mafia italiana y estadounidense, los servicios secretos italianos y los soldados durmientes de la operación Gladio. Quizá no sería una exageración decir que el Banco del Vaticano era el soporte financiero de la Internacional Fascista mundial representada por la Liga Mundial Anticomunista. Nuestra atención se ha concentrado a lo largo de este artículo principalmente en los componentes estadounidenses de esta estructura internacional y en su perspectiva y cultura en gran parte fascistas. Pero, ¿se puede decir verdaderamente que constituyen realmente unos grupos de poder en la sombra, en desacuerdo con el supramundo con el que están vinculados?

Hay dos indicadores clave aquí, y ambos coinciden con el general Lyman Lemnizter, un general del ejército de los Estados Unidos que se desempeñó como el cuarto presidente del Estado Mayor Conjunto de 1960 a 1962. Luego se desempeñó como Comandante Supremo Aliado en Europa de la OTAN de 1963 a 1969. Es evidente su estrecha relación con el gurú de las operaciones encubiertas y el titiritero oculto del sistema financiero, el general Ed Lansdale, antes mencionado. El primero de estos indicadores es la ahora bien conocida Operación Northwoods de marzo de 1962, una creación de Lansdale para una operación encubierta, con todas las características de la operación Gladio para una actuación de bandera falsa. Para el Estado Mayor Conjunto estadounidense en ese momento, el problema era «¿Cómo nos deshacemos de la Cuba comunista?» La respuesta era simple, la idea del Pentágono era simular que Cuba planeaba atacar a los Estados Unidos. Aquí había planes detallados para realizar actos de terror bajo la bandera estadounidense por orden de los más altos comandantes militares del país. Este proyecto tenía como objetivo obtener apoyo internacional para justificar una invasión estadounidense a gran escala de Cuba, fomentando la ilusión de que el régimen de La Habana se había convertido en una locura diabólica. Una propuesta era hacer estallar un barco estadounidense en la Bahía de Guantánamo y luego culpar a Cuba, como se había hecho en su momento con respecto a España en la guerra hispano-estadounidense, que fue un conflicto bélico que enfrentó a España y Estados Unidos de abril a agosto de 1898, al intervenir Estados Unidos en la guerra de independencia cubana (1895-1898). La derrota de España y la consiguiente pérdida de sus últimas colonias de ultramar dieron lugar en España a la expresión «Desastre del 98», en que La explosión del acorazado Maine estadounidense el 15 de febrero de 1898, que parece fue producida por los propios estadounidenses fue el casus belli de aquella guerra. Otro plan más, en «una sorprendente premonición» del 11 de septiembre del 2001, “propuso el secuestro de un avión de pasajeros estadounidense por fuerzas especiales disfrazadas de agentes cubanos”. Este avión luego caería por debajo del radar, siendo reemplazado en ese instante en la misma área por un avión sin piloto que “se estrellaría, supuestamente matando a todos los pasajeros y la tripulación”.

Richard Cottrell observa acertadamente que «No había un solo elemento en el manual de Northwoods que no equivaliera a un flagrante acto de traición«. En otras palabras, los escalones superiores del Pentágono, como componente estructural de esta estructura internacional, se separaron de su sociedad anfitriona y se convirtieron en “un estado en toda regla dentro de un estado”. Pero tras el fiasco de Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles en Cuba, el Pentágono abandonó la estrategia de bandera falsa para emitir lo que claramente era un ultimátum al presidente Kennedy, entregado a través de su Secretario de Defensa, Robert McNamara: «El Estado Mayor Conjunto cree que el problema cubano debe ser resuelto en un futuro cercano. Además, no ven ninguna perspectiva de éxito temprano en el derrocamiento del régimen comunista actual, ya sea como resultado de un levantamiento interno o de presiones políticas, económicas o psicológicas externas. En consecuencia, creen que se requerirá la intervención militar de los Estados Unidos para derrocar al actual régimen comunista«. Cottrell no se anda con rodeos con respecto a la mentalidad separatista que se evidencia: «Sin precedentes en la historia de las relaciones entre las fuerzas armadas estadounidenses y la Casa Blanca, el memorando estaba redactado en un lenguaje intransigente que implicaba un colapso en las relaciones entre el Pentágono y su Comandante en Jefe, el Presidente estadounidense. ‘El Estado Mayor Conjunto cree que Estados Unidos puede emprender una acción militar en Cuba sin riesgo de guerra general’. Lemnitzer continuó. ‘También creen que la intervención se puede lograr lo suficientemente rápido como para minimizar las oportunidades comunistas para solicitar la acción de la ONU’. La influencia reforzada fue extraordinaria en el sentido de que los jefes no intentaron ocultar la impresión de que consideraban que sus matices políticos y su juicio anulaban al presidente electo. Lemnizter no pretendía liberar al pueblo cubano, que en gran medida apoyaba a Castro, sino encerrarlo en una colonia penitenciaria estadounidense. ‘Las fuerzas asegurarían el rápido control militar esencial de Cuba’, le dijeron al presidente. Sin embargo, ‘se requeriría una acción policial continua‘”. Kennedy, por supuesto, respondió exiliando a Lemnitzer al mando de la OTAN en Europa, pero los grupos de poder en la sombra contraatacaron asesinando a Kennedy en Dallas.

Imagen 9

Aquí llegamos al núcleo de la operación encubierta que evidencia todas estas metodologías y estructuras, y que además indica que comienzan a surgir serias fallas entre las facciones que componen esta estructura. Se trata del 11 de septiembre de 2001. EP Heidner, autor de Collateral Damage (Daño Colateral), que se cree es el seudónimo del empresario y experto en gestión financiera Jeff Prager, en un importante documento en línea titulado, «Daño colateral: operaciones encubiertas de Estados Unidos y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001«, describe las profundas raíces históricas de los ataques al Pentágono y al World Trade Center, así como sus vínculos con la estructura oculta internacional a la que nos estamos refiriendo. Muchas personas que cuestionan las explicaciones oficiales del 11 de septiembre ahora dan por sentada la estructura de «una operación dentro de una operación» del 11 de septiembre, y esta característica por sí sola la vincula con la metodología de operaciones encubiertas de los grupos de poder en la sombra. Sin embargo, también existe otro posible vínculo, y es este posible vínculo el que preocupa en el artículo de EP Heidner, ya que “sostiene que no solo los edificios fueron los objetivos, sino que oficinas específicas dentro de cada edificio fueron los objetivos designados. Estas oficinas, sin saberlo, tenían información que, de ser revelada, expondría posteriormente un secreto de seguridad nacional de una magnitud inimaginable”. Esto, sostiene Heidner, fue la motivación última de los ataques del 11 de septiembre de 2001. ¿Cuál fue el secreto de seguridad nacional que motivo el ataque? En aquel momento algunos delitos financieros estaban siendo investigados por la Oficina de Investigación Naval (ONI), “cuyas oficinas en el Pentágono fueron destruidas el 11 de septiembre de 2001”. Específicamente, los ataques del 11 de septiembre de 2001 tenían como objetivo encubrir la liquidación de $240 mil millones de dólares en valores creados encubiertamente en septiembre de 1991 para financiar una guerra económica encubierta contra la aún existente Unión Soviética, durante la cual inversores occidentales «desconocidos» compraron gran parte de la industria soviética. con principal énfasis en el petróleo y el gas. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 también sirvieron para descarrilar múltiples investigaciones federales por delitos asociados con la operación encubierta del 1991. Al hacerlo, los ataques se justificaron bajo la regla cardinal de inteligencia: “proteja sus recursos” y de acuerdo con un modus operandi de sacrificar vidas por una causa considerada de mayor relevancia, al menos para los grupos de poder en la sombra.

Con estos antecedentes, EP Heidner observa que la Oficina de Investigación Naval del Pentágono estaba ubicada precisamente en el ala del edificio donde, según se afirma en el relato oficial, el vuelo 77 de American Airlines chocó contra la gigantesca estructura de oficinas. Además, otras importantes empresas de bolsa estadounidenses parecían haber sido blanco de los ataques al World Trade Center, y aquí uno comienza a notar que la historia oficial comienza a desmoronarse. Había tres grandes corredores de valores en el World Trade Center: Cantor Fitzgerald, Eurobrokers y Garbon Inter Capital. En la mañana del 11 de septiembre de 2001, el Vuelo 11 golpeó la Torre Norte a las 8:46 justo debajo de los pisos en los que se encontraba Cantor Fitzgerald, que era el corredor de valores más grande de Estados Unidos y posiblemente el objetivo principal. Poco después de eso, una explosión masiva ocurrió justo debajo de las oficinas del FBI en la Torre Norte en el piso 23, y Garbon Inter Capital en el piso 25, y también en el sótano de la Torre 1. La explosión provocó que los pisos 22 al 25 se derrumbaran en un infierno. Se reportaron incendios en el piso 22 a las 8:47. Poco después, a las 9:03, el vuelo 175 golpeó la Torre Sur, justo debajo de los pisos en los que se encontraba Eurobrokers. Vale la pena señalar que Heidner también ha relacionado al FBI con las investigaciones de malversación financiera que investigaba la Oficina de Inteligencia Naval. Entonces, ¿por qué los ataques? ¿Qué malversación financiera fue tan grande que requeriría una operación de este tipo para cortocircuitar la investigación y encubrir lo que sea que se estaba encubriendo? Heidner hace las siguientes observaciones y afirmaciones: «Se tuvo que eliminar una masa crítica de corredores de las principales agencias de valores del gobierno en las Torres Gemelas para crear el caos en el mercado de valores del gobierno. Era necesario crear una situación en la que $240 mil millones de dólares en valores encubiertos pudieran ‘compensarse’ electrónicamente sin que nadie hiciera preguntas, lo que sucedió cuando la Reserva Federal declaró una emergencia e invocó sus ‘poderes de emergencia’ esa misma tarde«. Además, si bien había menos de mil millones de dólares en lingotes de oro en las bóvedas del World Trade Center, había “cientos de miles de millones de dólares en valores gubernamentales que tenían que ser destruidos”. Realmente hay solo unas pocas opciones para interpretar este comentario. Una es que los valores constituían valores legítimos que debían destruirse porque el gobierno no tenía intención de redimirlos o compensarlos. Esto implicaría directamente al gobierno estadounidense en la planificación de los ataques.

Pero la otra interpretación, la que tiene más sentido cuando se considera en el contexto de los escándalos de los bonos al portador, es que dichos valores representaban una conexión directa con el sistema encubierto de finanzas que se estaba utilizando para financiar proyectos clandestinos y operaciones encubiertas, y que necesitaban ser destruidos para que ese sistema, y el vasto sistema de fraude que lo sustentaba, no fueran expuestos. En este caso, la operación del 11 de septiembre de 2001 se convierte en una operación de ese profundo “estado” extraterritorial internacional que hemos detectado, y existe la posibilidad de que sea una operación de muchos niveles, con una facción penetrando en la operación de otra. Las razones de por qué esto es así se revela al observar más de cerca la operación del 11 de septiembre de 2001. Heidner observa que este sistema oculto de finanzas dependía no solo de la complicidad de ciertos bancos centrales nacionales, o como mínimo, de ciertas personas dentro de esos bancos, sino también de ciertos bancos comerciales e internacionales muy grandes, cada uno de los cuales está involucrado en esta estructura internacional de finanzas encubiertas, de fraude a escala industrial y de operaciones encubiertas. A fines de la década de 1980, los bancos que tenían sus agentes en las operaciones de inteligencia, como  la Oficina de Servicios Estratégicos al final de la Segunda Guerra Mundial eran los bancos que serían los actores globales dominantes para 2001, como Citibank, Deutsche Bank y HSBC, entre otros. En otras palabras, ya ni siquiera son los bancos centrales o principales las principales potencias financieras, sino la red de inteligencia, el nexo de posguerra de las élites estadounidense, eurofascista y japonesa-asiática, que ha penetrado en estas instituciones, hasta el punto de manipularlos con el propósito de mantener este sistema oculto de finanzas. La consecuencia es casi demasiado horrible para considerarla, pero debemos considerarla, porque la escala de financiamiento evidente hasta ahora significa que el sistema fraudulento de los grupos de poder en la sombra y la exploración espacial ahora se han vinculado irremediablemente, de tal manera que terminar con una sería poner en peligro a la otra.

Por lo tanto, no sorprende descubrir que uno de estos bancos principales, con una profunda conexión con el componente de la estructura eurofascista de posguerra, el Deutsche Bank, es una de las principales fuentes «de las opciones sobre acciones ilegales«, en las opciones de venta, «lo que indicaba que hubo tráfico de información privilegiada aprovechándose de la tragedia del 11 de septiembre de 2001”. Igualmente sospechoso es el hecho de que su director ejecutivo estadounidense, Mayo Shattuck, no solo no estaba en su oficina el día de los ataques, sino que renunció repentinamente sin ninguna explicación al día siguiente de la tragedia. ¿Entonces qué pasó? ¿Por qué se realizaron los ataques? ¿Qué tienen que ver con el sistema oculto de finanzas y los grupos de poder en la sombra? La respuesta de Heidner aquí es impresionante y, por lo tanto, es necesario citar sus comentarios en su totalidad: «El primer día de la crisis, la Securities and Exchange Commission levantó la ‘regla 15c3-3—Protección al Cliente—Reservas y Custodia de Valores’, que establecía reglas de negociación para los siguientes procesos: El vendedor no puede sustituir otros valores por los sujetos a este acuerdo y, por lo tanto, debe mantener los valores del comprador segregados en todo momento, a menos que en este acuerdo el comprador otorgue al vendedor el derecho de sustituir otros valores«. En otras palabras, a la Corporación de Compensación de Valores del Gobierno estadounidense “se le permitió sustituir valores por los valores físicos destruidos durante el ataque”. Sin embargo, había más. La Corporación de Compensación de Valores del Gobierno estadounidense emitió un memorando a raíz de los ataques en que decía que “los sustitutos de garantía pueden y deben hacerse con respecto a la garantía con vencimiento inmediato”. En otras palabras, los bonos encubiertos fueron destruidos y sus tenedores recibieron nuevamente papel nuevo. En efecto, todo el sistema fraudulento fue reiniciado parcialmente, refinanciado y blanqueado. Pero el asunto aún es más grave. Después de este memorando, la Corporación de Compensación de Valores del Gobierno estadounidense emitió otro memorando, esta vez autorizando y ampliando lo que se denomina liquidaciones de corredores ciegos, en que un “corredor ciego” es un mecanismo para transacciones entre intermediarios que mantiene el anonimato de ambas partes en la negociación. El corredor actúa como agente de las transacciones de los principales: “Las únicas transacciones de reporto realizadas por corredores ciegos deben ser aquellas realizadas en apoyo directo de los esfuerzos de limpieza y reconciliación. Ahora se debe ejecutar un nuevo negocio de intermediación ciega“.

En ese momento, la Reserva Federal y la Corporación de Compensación de Valores del Gobierno estadounidense habían creado un entorno de liquidación totalmente desprovisto de controles e informes, en el que podía sustituir los supuestos valores ilegales por valores gubernamentales nuevos y válidos, y no tener que registrar de dónde procedían los valores defectuosos o a dónde iban los nuevos valores, todo porque se había eliminado el papel de los principales corredores de valores estadounidenses. Son dignas de reflexión las implicaciones de esta conclusión, ya que ni siquiera Heidner, a pesar de toda su cuidadosa investigación, parece comprender las implicaciones más amplias de sus comentarios sobre la estructura de los grupos de poder en la sombra, y lo que indican los ataques del 11 de septiembre de 2001 que puede estar sucediendo dentro de ella. Incluso Heidner aunque es muy consciente de la profunda relación de los ataques con la estructura financiera encubierta habilitada por la distensión de la posguerra con la Internacional Nazi y la utilización del botín de la Operación Golden Lily, considera que las implicaciones no son otras que si el componente estadounidense de esta estructura tiene que sustituir valores estadounidenses fraudulentos por los legítimos, entonces está bajo la presión de las diversas facciones para hacerlo. Pero, ¿por qué estaría bajo tanta presión? Una posible respuesta podría residir en el hecho de que las agencias del gobierno estadounidense que investigaban el fraude financiero, que entonces era demasiado grande para ocultarlo fácilmente, estaban comenzando a descubrir otro aspecto del sistema oculto, a saber, el robo absoluto de lingotes de oro. Heidner expresa este punto de la siguiente manera: «El presidente George HW Bush (el Bush padre) había iniciado una serie de operaciones encubiertas relacionadas para apoderarse de ciertos sectores de la economía soviética, y diez años más tarde, en 2001, estos programas finalmente habían regresado para atormentar a los políticos estadounidenses. La mayoría de estos programas, si no todos, parecen haberse salido de los límites de la ley. Como resultado, las agencias de investigación de Gran Bretaña, Suiza, Rusia, Kazajstán y Filipinas presionaron al Congreso y al Departamento de Justicia de los Estados Unidos para que abrieran las cuentas en los bancos que se usaban para financiar estas actividades encubiertas, que se consideraban actividades delictivas. en tribunales extranjeros. Alan Greenspan, el Departamento del Tesoro y los bancos clave en los Estados Unidos y Europa estaban siendo demandados por fijar el precio del oro o por ventas ilegales de oro, que parecían tener sus orígenes en el botín de guerra encubierto utilizado para librar la guerra (Segunda Guerra Mundial). Al mismo tiempo, las demandas presentadas por los sobrevivientes del Holocausto, las víctimas del régimen de Marcos en Filipinas y el Congreso de los Estados Unidos bajo la influencia de cabilderos pro-israelíes estaban presionando al cártel bancario suizo para que abriera sus registros de lingotes al escrutinio público. La divulgación completa por parte de estos bancos durante una investigación habría resultado en una gran exposición de la complicidad del gobierno de Estados Unidos en algunos de los mayores fraudes financieros de la década de 1980 y principios de la de 1990, así como 50 años de robo de lingotes de oro por parte de numerosas agencias gubernamentales de Estados Unidos y Gran Bretaña«.

En realidad, sin embargo, lo que habría sido revelado por tal exposición no habría sido la complicidad del gobierno de los Estados Unidos, sino algo mucho más extenso y mucho más profundo, a saber, los propios grupos de poder en la sombra, su red, recursos y métodos. Desde el punto de vista de dichos grupos, no se estaba fijando el precio del oro ni robando lingotes, sino que estaba librando una guerra y sus lealtades se debían a sí mismos, y no a las naciones anfitrionas, ya sean el Reino Unido o los Estados Unidos. Pero, ¿cuál era, precisamente, el verdadero “delito” que había que encubrir, además del “robo de lingotes de oro” y la “fijación del precio del oro? la respuesta sería la operación encubierta más grande de todos los tiempos, que consistió en el colapso económico diseñado de una superpotencia mundial: la Unión Soviética. Heidner y otros han documentado una operación encubierta llamada Proyecto Hammer, un plan que muchos creen que fue formulado por el Director de la CIA del presidente Ronald Reagan, William Casey. Este proyecto era nada menos que una “operación encubierta de miles de millones de dólares” que involucraba inversiones protegidas del tercer mundo e incluía cuatro componentes: Una era el robo de todos los lingotes de oro de la Unión Soviética, otra era la desestabilización del rublo soviético, un tercer componente era la financiación del golpe de estado de los generales de la KGB de agosto de 1991 contra el primer ministro soviético Mikhail Gorbachev; y por último, pero no menos importante, tenemos la corporativización y posterior toma de control por parte de agentes de la oligarquía financiera occidental de industrias clave de energía y defensa rusas. El grupo dentro de la administración de George HW Bush que ejecutó esta operación encubierta de cuatro niveles se llamó a sí mismo Vulcan Group, utilizando el botín de guerra por todo el oro rehipotecado representado por el acuerdo con el presidente nacionalista chino Chiang Kai-Shek, en China, el botín de la Operación Golden Lily japonesa y, por supuesto, el dinero de los nazis blanqueado después de la guerra a través de los bancos occidentales, un «botín de guerra invisible para la supervisión del Congreso estadounidense«. La clave de la operación fue un grupo de consultoría con sede en Suiza llamado grupo Riggs-Valmet, establecido por el presidente estadounidense George HW Bush. La clave de esta operación fueron cuatro oligarcas rusos: Mikhail Khordokovsky, quien fue uno de los principales oligarcas rusos posteriormente arrestados y encarcelados por el presidente Vladimir Putin, Alexander Konanykhine, Boris Beresovsky y Roman Abramovich. Fue Khordokovsky quien fue “responsable de establecer la principal organización financiera para hacerse cargo de las industrias rusas de petróleo y gas, así como de sacar dinero del país”. Para posibilitar esta vasta guerra encubierta, el presidente Bush aparentemente estuvo detrás de la emisión de bonos secretos por valor de $240 mil millones de dólares para financiar la operación.

Como primera fase de esta operación, el presidente George HW Bush “autorizó al empresario estadounidense Leo Wanta y otros a desestabilizar el rublo y facilitar el robo del tesoro soviético/ruso. Esto resultaría en el drenaje del tesoro ruso de entre 2000 y 3000 toneladas de lingotes de oro”. Los lingotes tuvieron que ser robados porque el plan para desestabilizar el rublo dependía de la incapacidad de los soviéticos para volver a estabilizarlo mediante el uso de los lingotes de oro. Una vez que los lingotes fueron literalmente robados del tesoro soviético, comenzó el asalto al rublo, y Occidente comenzó a devolver dinero a Rusia en una compra masiva de las industrias energéticas rusas, mientras se montaba el golpe falso contra Gorbachov que trajo a Boris Yeltsin al poder, quienes, como el presidente Nursultan Nazarbayev de Kazajstán, estaban en vinculados al Vulcan Group de Bush. Dado que la constitución soviética requería dos de cada tres votos para disolverla, y dado que ambos hombres y sus oligarcas de las finanzas ocultas eran completos títeres de Occidente, el resultado era predecible. El golpe en realidad parece haber tomado mucho tiempo, ya que Yeltsin discutió el golpe con Bush durante su visita a los Estados Unidos en junio de 1991. Ese mismo verano, Yeltsin cenó «discretamente» con el Presidente de la Cámara de la Reserva Federal de Nueva York, Gerald Corrigan, mientras que el resto de la misión de Moscú cenó con Gorbachov. Corrigan, a su vez, estuvo involucrado en la desestabilización planificada del rublo, junto con el notorio especulador de divisas George Soros y con Ronald Lauder, un heredero de la herencia de Este Lauder, así como con el NM Rothschild Continuation Trust, de la familia Rothschild, y el Bank of New York. El Bank of New York es la conexión que más fácilmente identifica los ataques del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center como una operación de guerra encubierta contra el centro financiero mundial, una operación diseñada para encubrir el sistema oculto de finanzas y sus actividades, y para mantener su integridad frente a las crecientes presiones para exponerlo, ya que el Bank of New York, a pesar de que no tenía instalaciones físicas en el World Trade Center y era uno de los principales bancos de Nueva York que no estuvo directamente afectado por los ataques, fue, sin embargo, el único importante Banco de la ciudad de Nueva York cuyas operaciones se vieron gravemente interrumpidas el 11 de septiembre de 2001. De hecho, durante la semana posterior al 11 de septiembre, el Wall Street Journal informó que se avisó que el Bank of New York estaba atrasado «en pagos de $100 mil millones«. Pero eso no es todo.

El Deutsche Bank, que se encontraba dentro del World Trade Center y fue totalmente destruido, no reportó tal aumento en el saldo de su cuenta, y JP Morgan, el otro de los dos únicos bancos de compensación que utilizaban el mismo centro comercial y de comunicaciones, no informó tal aumento en el saldo de su cuenta. Nadie ha preguntado públicamente: ¿por qué estos otros dos bancos no sufrieron graves trastornos, mientras que el Bank of New York, que no sufrió daños estructurales, parecía incapaz de operar? El problema era que las instalaciones de comunicaciones del Bank of New York estaban ubicadas en Utica, NY, y, por lo tanto, no estaban cerca del bajo Manhattan en absoluto. Entonces, ¿por qué fue el único de todos los principales bancos de Nueva York que tuvo tales dificultades para liquidar? La respuesta de Heidner es escalofriante: «En un escenario informado de medias verdades y especulaciones de los analistas de la Reserva Federal, la revisión de los informes de las consecuencias financieras del 11 de septiembre de 2001 sugieren que las interrupciones en el sistema financiero de Estados Unidos no fueron tan generalizadas como los informes de la Reserva Federal harían creer al público, pero había que hacer que el público percibiera una necesidad generalizada de declarar una emergencia financiera nacional, suspendiendo las disposiciones clave de la Reserva Federal, la Ley de Reserva y llevar la ‘tasa especial de diez años’ a casi cero. Asimismo, ciertas figuras clave desconocidas en la Reserva Federal pueden haber ‘conspirado’ con figuras clave desconocidas en el Bank of New York para crear una situación en la que $240 mil millones en valores fuera de balance creados en 1991 como parte de una operación encubierta oficial para derrocar a la Unión Soviética, podrían borrarse sin reconocer públicamente su existencia. Estos valores, originalmente administrados por la empresa Cantor Fitzgerald, quedaron limpios y liquidados después del 11 de septiembre de 2001 a través del Bank of New York. La burbuja del saldo de la cuenta de $100 mil millones reportada por el Wall Street Journal como experimentada en el Bank of New York fue el final de una operación de tres días, cuando estos valores se trasladaron de fuera del balance general al balance general«.

Y Heidner continua: «Al reducir la ‘tasa especial de diez años’ a casi cero, la Reserva Federal aumentó estructuralmente el número de fallas en la liquidación de refinanciamiento. Bajo el paraguas de este aumento estadístico creado artificialmente de fallas, el alto nivel de fallas debido al lavado de los $ 240 mil millones pudo procesarse sin ser notado. La tapadera de esta burbuja se encuentra en las notas a pie de página de los informes anuales y trimestrales del Bank of New York, que informan que el Bank of New York adquirió más de $330 mil millones en negocios de valores comerciales de US Trust entre junio y octubre de 2001, aunque dos fuentes informaron que los activos bajo el control de US Trust en 2000 ascendían a unos 86.000 millones de dólares«. Dicho de manera sucinta, no había una emergencia financiera real, aparte de la necesidad de crear una emergencia lo suficientemente grande de un tipo diferente, para eliminar completamente los valores falsos de los libros y reemplazarlos con papel nuevo. Fue un ejemplo de prestidigitación. En el nivel más profundo, el 11 de septiembre de 2001 fue supuestamente obra de los grupos de poder en la sombra y de sus principales componentes estructurales. Y en cuanto a la operación de preludio del 11 de septiembre, tenemos el colapso de la Unión Soviética, que culminó en 1991, y que la autora y periodista estadounidense cuyo trabajo se centró en el crimen, el asesinato político y el terrorismo, Claire Sterling, lo expresó mejor: «La capacidad de tres o cuatro personajes para montar una operación tan planetaria, su extraordinario impacto en lo que todavía era una superpotencia mundial y su singular inmunidad de principio a fin sugiere la mano guía de no solo una, sino varias agencias de inteligencia”. Dicho de otra manera, fue el acto de un estado extraterritorial internacional contra uno de sus países..Lo que ahora hemos descubierto es un vasto fondo para operaciones encubiertas, un fondo oculto que involucra miles de millones de dólares en valores y lingotes robados y rehipotecados, uno basado en la permanencia del fraude financiero y el terrorismo como sus principios operativos. de acuerdo con la cultura del poder total. Pero en el fondo flota una pregunta sin resolver, a saber, que la escala del fraude financiero implicado en los escándalos de los bonos al portador es de billones, no de miles de millones de dólares. En otras palabras, algo más acecha en la cartera, algo que aún no se ha contabilizado.

En el escenario del 11 de septiembre de 2001 descrito hasta ahora, aún no hemos abordado las tecnologías implicadas en algunos aspectos de la operación. Al hacerlo, como descubriremos, es posible que se revelen otros jugadores ocultos. Pero algunos aspectos de este lado tecnológico de la ecuación financiera, y su conexión con las operaciones encubiertas, pueden deducirse al mirar hacia atrás, una vez más, a la Operación Northwoods, el plan del Pentágono de la década de 1960 para cometer ataques terroristas de bandera falsa contra los propios estadounidenses para justificar una invasión de Cuba. Una vez más, Richard Cottrell nos da pistas: «Northwoods incluyó una maliciosamente cínica operación Truco sucio, un complot para culpar a Castro si el avión espacial Mercury de 1962 que transportaba a John Glenn se estrellaba. Esto se lograría mediante la fabricación de varias pruebas que probarían la interferencia electrónica por parte de los cubanos. Compuesta por el general de brigada Bill Craig y enviada el 2 de febrero de 1962 a su jefe, el general Edward Lansdale, quien supervisó el largo programa de desestabilización cubano llamado Operación Mangosta«. Con la mención de las operaciones encubiertas basadas en el espacio o conectadas al espacio, ahora estamos entrando en el aspecto tecnológico de la civilización y los grupos de poder en la sombra, y a la invención y el uso operativo de las tecnologías para la negación plausible. Para este tipo de operaciones y tecnologías, de hecho se necesitarían billones de dólares en fondos totalmente imposibles de rastrear. De hecho, en los primeros años de la Guerra Fría, e incluso hasta el día de hoy, hay indicadores de que Occidente pudo haber cometido un sabotaje sobre los esfuerzos espaciales soviéticos, y por “alguien más” contra el bloque soviético y el propio Occidente. Pero primero, antes de aventurarnos en el espacio exterior, primero debemos controlar la Tierra, como dijo Nikola Tesla. «Ciertos secretos científicos clave«, con estas palabras del escritor y editor estadounidense especializado en ufología, teoría de la conspiración, la Seguridad Nacional de los Estados Unidos y la Guerra Fría, Richard Dolan, y el análisis realizado antes, llegamos ahora al punto en el que debemos retomar el argumento. Anteriormente observamos que los arreglos financieros examinados sugerían una especie de “aparato de seguridad nacional estadounidense que se volvió internacional”, uno que comprendía los siguientes sectores: En primer lugar, el componente financiero, es decir, los bancos central y principal. En segundo lugar, el componente corporativo, es decir, las corporaciones que realizan la investigación. En tercer lugar, el componente de inteligencia y operaciones encubiertas, representado por la fuerte presencia de figuras como Ed Lansdale en las actividades financieras descritas anteriormente. Y en cuarto lugar, el componente militar.

También notamos que la gran magnitud del fraude financiero y la falsificación a escala industrial implicaba un desarrollo tecnológico que requería dichos fondos, más allá de las necesidades dictadas por la creación de un sistema oculto de financiación y un “fondo para actividades de operaciones encubiertas«. Además, también se observan tres “facciones” principales dentro de esta estructura: Por un lado, una facción estadounidense, representado por la interface entre la estructura de seguridad nacional corporativa, financiera, militar y de operaciones encubiertas de inteligencia que hemos visto en juego. En segundo lugar una facción fascista y nazi europeo-internacional de la posguerra, profundamente entrelazado con la Europa empresarial y financiera y, como se ha indicado en otra parte, con la clandestinidad criminal o el narcotráfico mafioso. En tercer lugar, una élite asiática de la posguerra, compuesta en gran parte por el mismo nexo de relaciones entre la familia imperial japonesa, las élites políticas y corporativas de Japón y una clandestinidad criminal. La presencia de todas estas facciones y la necesidad durante la Guerra Fría de contener y hacer retroceder al comunismo, crearon una cultura de operaciones encubiertas regida por cuatro principios, cada uno de los cuales constituyó una etapa en la derrota del comunismo, a saber, contención, confrontación, retroceso y derrota. Sin embargo, también hemos argumentado que es esta cultura de operaciones encubiertas la que, en parte, promovió diversos tipos de tecnologías, unas tecnologías mediante las cuales librar una guerra encubierta con negación plausible de la misma, a través de la manipulación de sistemas geofísicos naturales. desde el clima, pasando por las líneas de falla en las zonas de choque de placas tectónicas, hasta la mente humana. Estas tecnologías implicaban una metodología inusualmente interdisciplinar para su uso en operaciones reales como, por ejemplo, en la ocurrencia de cualquier desastre natural, como un tsunami, un terremoto o una tormenta de clima severo, ¿hubo antecedentes tecnológicos, como transmisiones de frecuencia extremadamente baja, actividad inusual del sistema HAARP u otros calentadores ionosféricos, o pruebas nucleares? En el caso particular de los terremotos, ¿qué tan profundo o superficial fue el epicentro y qué tan aguda fue la onda P inicial? Por otro lado, ¿hubo actividad inusual en el mercado de acciones, bonos o divisas en el área, país o región afectada antes del evento? ¿O, de manera similar, o en conjunto con ello, hubo una actividad política intensificada o inusual antes del evento en cuestión? En cualquier caso, ¿quién estaba detrás de la actividad?, o ¿alguna nación ha hecho declaraciones públicas en el sentido de que tales eventos estaban planificados? Tengamos en cuenta la implicación en una actividad inusual, ya sea monetaria o, lo que es más importante, una actividad política, porque ahora, finalmente, llegamos a lo que el escritor y editor estadounidense especializado en ufología, teorías de la conspiración, la Seguridad Nacional de los Estados Unidos y la Guerra Fría, Richard M. Dolan, y muchos otros, creen que es el tema central que impulsa la formación durante la posguerra de los grupos de poder en la sombra: los ovnis. Pero aquí nuevamente, los comienzos de esa gran expansión de las operaciones encubiertas de la posguerra y la capacidad de las tecnologías ocultas pueden haber tenido un comienzo rudimentario mucho antes, un comienzo «coincidente» con el surgimiento de las tecnologías transformadoras del mundo del genial Nikola Tesla. Pero todo esto requiere de otro artículo para explicarlo.

Se puede descargar el artículo en PDF:  Existe un vasto sistema financiero oculto a nivel mundial

Fuentes:

  • Joseph P. Farrell – Covert Wars and Breakaway Civilizations The Secret Space Program, Celestial Psyops and  Hidden Conflicts
  • Sterling y Peggy Seagrave – Gold Warriors: America’s Secret Recovery of Yamashita’s Gold,
  • Richard Hammer – The Vatican Connection
  • EP Heidner – Daño Colateral
  • Joseph P. Farrell – LBJ and the Conspiracy to Kill Kennedy: A Coalescence of Interests
  • Daniele Ganser – Los ejércitos secretos de la OTAN: Operation Gladio and Terrorism in Western Europe
  • Anthony Pirie – Operación Bernhard
  • Adolf Burger – The Devil’s Workshop: A Memoir of the Nazi Counterfeiting Operation
  • Joseph P. Farrell – Japan: Connecting Some Dots, Part One: the Strange Case of the Bearer Bonds
  • James E. Byrnes – El mito de las estafas de inversión de los bancos principales
  • Craig Cpoetas – Nadie sabe la verdad sobre los bonos de $300 mil millones del supuesto desplome
  • Guy Lawson – Octopus: Sam Israel, The Secret Market and Wall Street’s Wildest Con
  • Cheri Seymour – El último círculo
  • Kenn Thomas y Jim Keith – El pulpo
  • Jim Marrs – Crossfire: the Plot that Killed Kennedy
  • William Engdahl – Full Spectrum Dominance: Totalitarian Democracy in the New World Order
  • https://oldcivilizations.wordpress.com/2023/04/11/existe-un-vasto-sistema-financiero-oculto-a-nivel-mundial/

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