En #AEMETBlog hablamos sobre la modificación artificial del tiempo. https://t.co/781Db1OSz0
— AEMET (@AEMET_Esp) April 10, 2023
El pasado 10 de abril la página web de la Agencia Estatal de Metereología publicaba un artículo titulado «Algunas consideraciones sobre la modificación artificial del tiempo». En dicho artículo se señala que más de 50 países -España entre ellos- llevan a cabo actividades sobre modificación artificial del clima, cuyo estado se recoge en los informes periódicos realizados por el Comité de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Y si bien se presenta esta práctica como un proceder beneficioso, que busca aumentar las precipitaciones, reducir el tamaño del granizo o dispersar la niebla, en él se reconoce expresamente que:
Algunas actuaciones y campos de investigación se dirigen en sentido contrario, a la supresión de precipitación.
Después de la temporada de fumigación brutal que llevamos sufriendo en la Península, y que está bloqueando los frentes lluviosos que podrían aliviar la previsión de una primavera de sequía, parece que «alguien» ha dado la orden de ir reconociendo veladamente lo que ya resulta innegable, transmitiendo, eso sí, una imagen benéfica y provechosa de lo que constituye un crimen contra los ecosistemas y contra el ciudadano: nos dicen que los químicos empleados son inocuos, que se usan cantidades mínimas -¿por qué esa precaución, si son inocuos?- y que la legislación no permitiría otra cosa (y todos sabemos que los gobiernos son puntillosos cumplidores de la misma, confinamientos ilegales, contratos a dedo, prevaricaciones varias, menores tuteladas prostituidas, manipulaciones del censo, evasión de capitales, fraudes electorales, subvenciones partidistas, recalificaciones ilícitas, malversaciones millonarias, falsedades documentales, EREs, «Mediadores» y otras «menudencias» aparte).
Todo el artículo habla de actuación sobre las nubes, cuando vemos estelas químicas cruzar el cielo cuando está despejado, por lo que tiene más sentido hablar de que se está impidiendo la condensación de nubes naturales, sustituidas por una neblina blancuzca que tamiza la luz solar. Las intenciones son otras que las que el artículo reconoce, eso es obvio. Como es obvio que la manipulación de los ciclos naturales pueden acabar teniendo consecuencias impredecibles.
En abril de 2020, en pleno secuestro domiciliario de la población -enferma, hipocondriaca o sana, eso no importaba- el BOE anunció que se fumigaría mediante aerosoles diatomita, yoduro de plata y «sustancias biocidas» (el solo nombre es para echarse a temblar) para matar el virus indemostrado.
«… se autoriza a las unidades señaladas en el párrafo anterior (unidades NBQ de las Fuerzas Armadas y UME) a la utilización de procedimientos de desinfección aérea, a través de las técnicas de nebulización, termonebulización y micronebulización para la ejecución de las referidas labores de desinfección».
Si la versión oficial está tan cerca de la verdad como en lo referido al Covid lo único que podemos deducir es que un abanico de mentiras está -de nuevo- ocultando una realidad inconfesable con la misma tenacidad con que las líneas que dibujan los «chemtrails» en el cielo ocultan el límpido y luminoso azul del que disfrutaron nuestros abuelos.
Nos han mentido en todo, con insolente desfachatez, y esto no es la excepción. Han buscado ridiculizar a todos los que hemos señalado que esto no es normal ni admisible, en particular a los agricultores, cuyo modo de vida depende de la observación de los cielos y la previsión climática. Pero, señalamientos aparte, esto nos afecta a todos: lo que vierten en los cielos acaba en nuestros pulmones, en las cosechas, en frutas, verduras y en la tierra, y al final en nuestro organismo.
Ojalá la intoxicación que estámos sufriendo fuera solo la informativa.
(posesodegerasa)