Los efectos psicológicos de la migración en adultos son diversos y, muchas veces, tienen que ver con la motivación para dejar atrás el país de origen. Este fenómeno es impulsado por el deseo intrínseco de optar a mejores oportunidades laborales, pero también por factores sociales, como la violencia, las guerras y la falta arraigada de progreso.
Asimismo, la condición en la que llega el inmigrante al lugar de destino suele impactar en su salud mental. Aquellos no autorizados, los refugiados y solicitantes de asilo, con frecuencia arrastran numerosos traumas. Son condiciones psicológicas que, de no atenderse, se alargan en el tiempo. Continúa la lectura y profundiza en estos hechos sociales.
«Nadie se va de casa a menos que casa sea la boca de un tiburón».
– Warsan Shire –
¿Cuáles son los efectos psicológicos de la migración en adultos?
Uno de los fenómenos más complejos de la actualidad es la migración. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Hacettepe, en Turquía, señalan que, como sociedad, deberíamos poner más el foco en esta realidad. Es inmenso el impacto en la salud mental de la persona que emigra en contra de su voluntad, entendida esta obligación de una forma amplia.
Por otro lado, libros como The next great migration (2020), de Sonia Shah, destacan que en las próximas décadas y, debido al cambio climático, emigrar será mucho más común. Es algo que ya vemos en el reino animal. Es pertinente preparase en todos los niveles y, en especial, en el psicológico. Arrancar las raíces del hogar para trasladarse a un escenario y cultura diferente puede ser muy duro.
A continuación, mira cuáles suelen ser los efectos psicológicos de la migración en adultos.
1. El duelo del migrante
Si hay un fenómeno universal en el ser humano es la migración: todos nuestros antepasados lejanos fueron nómadas; buena parte de lo que somos ahora como especie, responde a sus grandes viajes migratorios. Sin embargo, por muy recurrente que sea, no siempre estamos preparados para emigrar. Dicho paso se alza como el cambio más complejo y desafiante por el que puede pasar una persona.
Un efecto repetitivo es el duelo del migrante y el dolor emocional que se deriva de todo lo que dejamos atrás. A fin de cuentas, nos desprendemos de nuestro país, de un hogar, de una familia, de unas pertenencias y de una historia personal. Esta experiencia conlleva lidiar con muchas emociones difíciles.
2. Los traumas son otra secuela de emigrar
La Universidad de Neuchâtel, en Suiza, profundizó en la investigación sobre traumas y migración. Una reflexión derivada de sus conclusiones es que la persona que emigra podría llegar con más de un trauma y, a su vez, desarrollar otros en el país en que se establece. Esto es suele ocurrir entre los refugiados, por ejemplo. El hecho de arribar a un escenario de acogida no hace más fácil ese proceso.
Por término medio, el origen de estos eventos complejos se debe a los motivos que enseguida listamos:
- Miedo a ser expulsados.
- Traumas por separación.
- Traumas por pérdidas personales.
- Abusos sexuales y/o violencia sufrida.
- El dolor por la posible discriminación.
- Vivir sucesos dramáticos (conflictos bélicos).
- Hechos vinculados a las dificultades de adaptación.
En caso de no recibir asistencia psicológica, la persona obligada a emigrar llevará consigo el peso de un estrés postraumático no tratado durante años.
3. El efecto de la aculturación
Se entiende por aculturación el cambio que experimenta una persona o grupo al entrar en contacto con una cultura diferente. Una transformación que tendría distintas secuelas como estrés, conflicto emocional, alteración en la identidad, costumbres y formas de vida, así como la pérdida del orgullo étnico. Todo ello puede ser doloroso
Es un ámbito multidimensional en el que la persona que emigra debe adaptarse a diversos procesos complejos y estresantes. La mayoría de las veces deben asimilar algo más que un idioma diferente.
4. Efectos de la discriminación, el racismo y la xenofobia
Uno de los efectos psicológicos de la migración en el adulto deriva de la discriminación cotidiana. En muchos casos, es «inevitable» y nadie está preparado para estas dinámicas lesivas. Lo experimentarán sobre todo en el trabajo y en multitud de escenarios sociales.
Ese odio al diferente (xenofobia) alimentado por el racismo, dificulta siempre el proceso de inclusión y pondría en peligro la salud mental del inmigrante. Los trastornos del estado de ánimo son los más frecuentes.
5. Trastornos psicosomáticos
Los trastornos psicosomáticos son síntomas físicos causados o exacerbados por factores psicológicos. Cuando una persona sufre situaciones de estrés mantenido en el tiempo, es posible que desarrolle esta afección. Son estados en que el cerebro, ante una alerta, sufrimiento y malestar emocional persistente, manifiesta estos problemas en forma de dolencias varias. Algunos ejemplos son los siguientes:
- Úlceras.
- Mareos.
- Alergias.
- Cefaleas.
- Hipertensión.
- Problemas de memoria.
- Dolor musculoesquelético.
- Alteraciones en la menstruación.
- Problemas digestivos e intestinales.
- Eczema, acné, urticaria, alopecia, etc.
6. Crisis existencial
Los cambios profundos ponen en jaque nuestras creencias, perspectivas y hasta el sentido que tenemos del mundo y de nosotros mismos. De este modo, uno de los efectos psicológicos de la migración en adultos es sufrir una crisis existencial profunda. Son experiencias en que los pensamientos se acumulan, las dudas no cesan y las emociones complicadas se entremezclan casi a cada instante.
Por lo general, una crisis existencial asociada a la migración se manifiesta con una falta constante de sentido. Además, es habitual experimentar síntomas como los que enseguida comentamos:
- Apatía.
- Insomnio.
- Sensación de vacío.
- Inestabilidad emocional.
- Problemas para tomar decisiones.
- Percepción de no entender qué utilidad tiene lo que hacemos.
Es necesario un mejor compromiso cívico y ético para evitar conductas de discriminación y racismo. De lo contrario, es inmensa la merma mental de las personas que se ven obligadas a migrar.
7. Depresión mayor
Emigrar es un proceso que no termina al llegar al país de acogida. En la mayoría de los casos, la integración y la búsqueda de oportunidades laborales trae consigo nuevos desafíos mentales. De esta manera, al sufrimiento inherente por dejar el hogar se le añade el desafío de la adaptación y, todo ello, conduce a un trastorno depresivo.
En los migrantes tienden a producirse depresiones mayores o graves. En ciertos casos, estas conducen a conductas como la adicción al alcohol.
¿Cómo podemos intervenir en los casos de migración en adultos?
Ignorar las necesidades psicológicas y emocionales de la población migrante solo nos empobrece. Se trata de un fenómeno multidimensional que forma parte de nuestro ADN como sociedad y con tendencia a multiplicarse. Desde las competencias como sociedad y los principales organismos, sería apropiado desarrollar programas para la salud mental de dichos colectivos. ¿Algunas estrategias? Toma nota:
- Disponer de servicios sociales y culturales competentes (como traductores).
- Comprender las necesidades y las realidades específicas de cada inmigrante.
- Aportar una asistencia psicológica apoyada también con intervenciones médicas si es necesario.
- Los psicólogos y trabajadores sociales deben asociarse con las organizaciones comunitarias para estar más cerca de esta población.
Para concluir, migrar es a menudo un proceso traumático que se intensifica al llegar a los países diana. En caso de no asistir a los inmigrantes, llevarán consigo durante años un malestar que condicionará por completo su existencia. Seamos más sensibles ante una realidad que todos podemos vivir en piel propia (o que ya vivimos).
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