«No tengo ganas de hacer nada»: causas y estrategias de afrontamiento

En ocasiones, vivimos épocas caracterizadas por una mezcla de agotamiento y apatía. Sentimos poca energía, desánimo y desmotivación. Descubre en el siguiente texto a qué puede deberse.
«No tengo ganas de hacer nada»: causas y estrategias de afrontamiento

Hay épocas en las que uno no siente ganas de hacer nada, los ánimos se van por las alcantarillas y ni el cuerpo ni la mente parecen estar en armonía. Todo pesa, todo agota y cualquier tarea se vuelve una montaña. Si bien es frecuente que esta experiencia sea algo puntual y con los días recuperar la motivación, el problema llega cuando esa «costra» de malestar no desaparece.

Factores como el estrés bajan a mínimo la motivación. Sin embargo, existen otras condiciones físicas y psicológicas subyacentes en este tipo de estados. La depresión o los traumas no curados acompañan con frecuencia tales cuadros conductuales y emocionales. Conocer las causas ayuda a saber cómo actuar. Profundicemos en este tema, a continuación.

A menudo, el cansancio emocional es más incapacitante que el agotamiento físico.

¿Qué significa no tener ganas de hacer nada?

¿Quién no ha dicho alguna vez: «Últimamente no tengo ganas de hacer nada»? Es algo que escuchamos con frecuencia y, hasta nosotros mismos, lo vivimos en piel propia más de una vez. Ahora bien, es necesario matizar con precisión lo que implica esta experiencia.

No tener ganas de nada evidencia un estado psicofísico que va más allá del agotamiento corporal: aparece un desgaste emocional o mental. En la mayoría de los casos, se trata de situaciones puntuales resueltas con los días, tras darnos un descanso o solventar aquello que nos preocupa. Sin embargo, es posible que se cronifique en el tiempo.

Cuando la falta de motivación, desánimo y cansancio duran más de dos semanas, quizás son síntomas de algún problema de salud o trastorno psicológico. Las siguientes son características que acompañan a estas sensaciones:

  • Desesperanza.
  • Pesadez muscular.
  • Irritabilidad y mal humor.
  • Dificultad para reflexionar.
  • Tendencia a la procrastinación.
  • Desánimo para empezar el día.
  • Agotamiento y nada de energía.
  • Falta de iniciativa y motivación.
  • Inconvenientes para toma decisiones.
  • Necesidad de dormir más de la cuenta.
  • Desinterés por el ocio o actividades sociales.
  • No hay rendimiento en el trabajo o los estudios.
  • Anhedonia o incapacidad para experimentar placer.


¿A qué puede deberse esa falta de ganas?

No tener ganas de hacer nada es un problema cuando nuestras responsabilidades son muchas y no podemos detenernos. El trabajo, las tareas del hogar, la familia o las metas que deseamos alcanzar la vida se requiere movimiento y acción. Pero, a veces, fallan las fuerzas y los ánimos. En estas situaciones es necesario saber qué causas hay detrás. Las analizamos.

Problemas de salud

Los estados de desánimo, apatía y cansancio son frecuentes en pacientes con alteraciones en la tiroides. La revista Frontiers in Physiology  destaca en un artículo que hay mujeres que, a raíz de vivencias adversas, desarrollan en algún momento alteraciones en el eje hipotálamo-pituitario-tiroideo.

Descartar problemas en este sentido es esencial cuando nos encontramos con pacientes desmotivados y cansados. No obstante, hay otros factores a considerar en el aspecto fisiológico; se trata de los listados enseguida:

  • Migrañas.
  • Fibromialgia.
  • Alteraciones hormonales.
  • Síndrome de fatiga crónica.
  • Un sistema inmunitario debilitado.
  • Insomnio y otros trastornos del sueño.
  • La mala alimentación y falta de nutrientes.

El aburrimiento y el peso de la rutina

Quizás en temporadas nos faltan motivadores, ilusiones y metas emocionantes. El peso de la rutina y el aburrimiento son como el óxido para el cerebro. El ser humano necesita estímulos en su día a día para hallar ese impulso con el cual, seguir moviéndose, trazando sueños y objetivos. Si esto falla, llega el malestar y el desánimo.

Estrés crónico y no tener ganas de hacer nada

A veces, pasamos por alto el efecto que tiene en nuestra salud física y mental ese estrés que no regulamos, el que nos sobrepasa. Estudios como los publicados en Future Science comentan sus efectos. Los circuitos neuroendocrinos que se activan pueden alterar múltiples procesos, afectando a nuestro sistema inmunitario, la salud cardiovascular, etc.

Procuremos, en la medida de lo posible, que esos estados de preocupación, de tensión y de angustia sean lo más puntuales y limitados en el tiempo. Usemos adecuadas estrategias de afrontamiento.

El peso de los problemas no resueltos

Uno no tiene ganas de hacer nada cuando hay exceso de problemas y no sabe cómo abordarlos. Por ejemplo, las desavenencias con la pareja se mezclan con la falta de trabajo o con las malas condiciones laborales. A ello se le añade la frustración por los sueños no cumplidos, por la falta de tiempo para uno mismo y la sombra constante de la incertidumbre.

¿Cómo negarlo? A veces la vida es demasiado complicada y nuestra mente, como mecanismo de defensa, nos pide detenernos. La sensación de cansancio es solo un aviso para darnos tiempo, pensar y tomar decisiones.

Agotamiento, un signo de los trastornos depresivos

El cansancio y la desmotivación son dos características recurrentes de los trastornos depresivos. Desde Frontiers in Immunology nos dan una explicación de esta causa. Es común que la depresión curse con una activación inflamatoria del sistema inmunitario que impacta en el propio sistema nervioso central.

Ello explica la sensación de pesadez, los dolores musculares y ese agotamiento que no desaparece, aunque hayamos dormido diez horas seguidas. No obstante, tengamos en cuenta que hay más criterios para saber si estamos o no ante un trastorno depresivo.

  • Desesperanza.
  • Baja autoestima.
  • Alteraciones en el sueño.
  • Pensamientos negativos.
  • Ideación suicida o autolítica.
  • Alteraciones en la alimentación.
  • Incapacidad para resolver problemas.
  • Anhedonia o incapacidad para sentir placer.

En esas épocas en que no tenemos ganas de hacer nada, es de gran utilidad darnos unos días de descanso y de desconexión. Las técnicas artísticas, como pintar o escribir son catárticas.

Los traumas no resueltos

Muchos de nosotros lidiamos con alguna experiencia traumática: pérdidas, rupturas emocionales, accidentes, agresiones o ser testigos de algún hecho violento, por mencionar algunas. En la mayoría de los casos, somos capaces de superar esos sucesos. Bien es cierto que no se olvidan, pero aprendemos a vivir con ese recuerdo sin que el peso de las emociones negativas condicione en exceso.

No obstante, hay quien no puede. Sobre todo, si esas vivencias estresantes sucedieron en la infancia, cuando menos recursos de afrontamiento teníamos a mano. Es importante saber que la mecánica neurobiológica de los traumas es profunda y lesiva, logrando que la mente y el cuerpo se vean afectados.

Un ejemplo ilustrativo es lo que señalan en un estudio difundido por Archives of General Psychiatrylos traumas de infancia elevan el riesgo de desarrollar el síndrome de fatiga crónica.



¿Cómo puedo abordar esa falta de energía y motivación?

Si llevamos tiempo sin ganas de hacer nada lo más indicado es empezar con un chequeo médico; el primer paso es descartar problemas en este ámbito. En caso de no encontrar afectaciones de salud, como una alteración en la tiroides, es momento de tomar conciencia de un aspecto clave: poner en marcha cambios para recuperar la energía y el bienestar.

Un paso esencial para iniciar dicho cambio es comprometernos con nosotros mismos. A veces, ponemos más la mirada en el exterior que en las propias necesidades. Es momento de practicar el autocuidado y para ello conviene aplicar lo siguiente:

  • Márcate nuevas metas y propósitos.
  • Aprende técnicas de resolución de problemas.
  • Aprende técnicas de relajación y respiración profunda.
  • Integra en tu día a día recursos para manejar el estrés.
  • Mejora tu enfoque mental y racionaliza tus pensamientos negativos.
  • Organiza tus rutinas de manera que tengas varias horas para disfrutar del ocio.
  • Haz pequeños cambios en tu vida. Apúntate a algún curso, conoce gente nueva.
  • Disfruta de las terapias artísticas. La pintura y la escritura son maravillosos ejercicios catárticos.
  • Toma conciencia de aquellas actividades o personas que te traen más estrés que bienestar.
  • Date un tiempo de descanso y de desconexión. Es hora de escucharte, de saber qué quieres en tu vida.
  • Aplica la activación conductual. Aunque tu mente te diga «no tengo ganas de nada», ponte en movimiento y sal a pasear. A menudo, cuando el cuerpo entra en marcha, la mente cambia.

Las mejores terapias psicológicas frente al desánimo

En caso de que nuestro desánimo y falta de energía no desaparezcan, es momento de solicitar ayuda experta. Veamos qué modelos terapéuticos contribuyen a superar estos cuadros.

  • La terapia breve estratégica centrada en soluciones permite identificar lo que nos sucede, para después potenciar nuestras fortalezas y alcanzar nuevas metas. Es un recurso muy efectivo.
  • La terapia cognitivo-conductual. Es el enfoque más utilizado y el que mayor evidencia científica dispone. Trabaja nuestros pensamientos negativos y creencias limitantes, para integrar conductas más saludables.
  • Terapia de aceptación y compromiso. Este modelo colabora en que entendamos que la vida no es fácil, que la adversidad existe y que hay que aceptarla. A su vez, aporta herramientas para clarificar valores y empoderarnos para seguir adelante.

No dudemos en pedir apoyo profesional si esos estados de desánimo y falta de energía emborronan lo que somos. Todos merecemos disfrutar de vivir y ser seres activos capaces de luchar por lo que desean para tener la vida que merecen.

https://lamenteesmaravillosa.com/no-tengo-ganas-de-hacer-nada-causas-y-estrategias-de-afrontamiento/

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