Qué hacer con mi vida?
Dónde poner la atención? Aquí y ahora, hoy.
En el grupo de estudio pueden salir cuestiones como ésta, o similares.
El día es cálidamente claro,
luces y sombras, nubes y claros, suaves en ambos casos.
Las gaviotas, golondrinas y tórtolas planean en el aire
en una danza libre.
El abanico de la vida se despliega en un arcoiris de propuestas.
A veces llueven cosas en sus manos que le pasa a alguien
«que pueda sacarle mejor partido».
A alguien que le interese algo más que a ella.
Cuando estás en proceso de disolución (y siempre lo estás)
sabes que no hay nada que te vayas a llevar contigo.
Ni siquiera a ti misma.
Y brota el no-miedo.
Las preocupaciones se disuelven.
Nada que perder, nada que tener.
En el grupo de estudio a menudo surge la investigación del miedo a la muerte
como un tema recurrente.
En algunos casos, el miedo a no-ser, a desaparecer en la nada.
Y entonces aparecen tablas de salvación en el naufragio, como el alma inmortal,
o la reencarnación, otras vidas.
Perpetuarse, aferrarse
a algún personaje nuevo, de la manera que sea.
Qué sabemos -dice.
A ella le aburre perder el tiempo en especulaciones.
Sólo sabe que en esta vida, en esta experiencia humana que transita, aquí y ahora,
sus limitadas degustaciones de la muerte son
puras disoluciones.
«Como agua vertida en agua».
No más.
Y no menos.
El descanso amoroso y definitivo.
La fusión final
y definitiva.
El proceso no aparece de repente.
La ola no se disuelve de repente.
Cuando nace la ola (dadas las causas y condiciones)
ya está en marcha el proceso de disolución.
Aquí y ahora, aun cuando parezcas danzar en la cresta de la ola,
ya estás disolviéndote en el océano,
agua vertida en agua.
Nada que retener.
Nadie
a quien retener.
http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2023/06/sobre-la-vida-y-la-muerte.html