Una noticia difundida ayer por la agencia Reuters lleva agua al molino de una opinión tan generalizada como errónea. Se títula “El yuan contra el dólar” y parece un capítulo más de la guerra en ciernes entre Estados Unidos y China.
La noticia dice que a partir de hoy, lunes, cualquiera podrá comprar acciones de empresas chinas, entre ellas las de los monopolios Alibaba y Tencent, y pagar en yuanes en la bolsa de Hong Kong. Las acciones cotizarán simultáneamente en yuanes y dólares de Hong Kong.
Inicialmente esta iniciativa va enfocada a los inversores extranjeros que posean yuanes, aunque posteriormente los inversores de China continental podrán hacer lo mismo.
Evidentemente es una señal de que China quiere internacionalizar su moneda. Con el tiempo la medida se ampliará a otros tipos de valores, como la deuda pública.
Hay otras novedades que refuerzan el papel del yuan en el mercado internacional. Por ejemplo, recientemente Pakistán efectuó su primer pago por la importación de crudo ruso en yuanes, lo que supone otro paso adelante.
Pero es dudoso que el capital financiero internacional se interese por una iniciativa china que no acaba de abrir las puertas de par en par. A diferencia del dólar, el yuan sigue muy atado a la política económica del gobierno de Pekín.
No es casualidad que el dólar esté omnipresente en los mercados internacionales: Estados Unidos es el mercado de destino de una gran parte de las exportaciones mundiales. Se paga y se vende en dólares. Se dice que “China es la fábrica del mundo”, pero olvidan añadir que quien compra la producción es Estados Unidos.
Lo mismo ocurre con los mercados financieros, la banca, los seguros y las bolsas internacionales, que operan en dólares y están absolutamente dominados por los capitales occidentales. China no tiene una bolsa del tamaño de Wall Street.
A fecha de hoy, la cuota del yuan en el mercado mundial es del 2,29 por cien. No puede competir con el dólar y, sobre todo, no debería hacerlo, es decir, no debería repetir los errores del dólar.
El capital ya tiene una moneda fiduciaria y otra más no le aportaría ningún beneficio. La cuestión sería muy diferente si el yuan se vinculara al oro, es decir, si dejara de ser una moneda puramente fiduciaria. Pero en tal caso ya no sería como el dólar.