Algunos cambios llegan solos, pero la mayoría de las transformaciones verdaderamente significativas en nuestra vida son el resultado de nuestras decisiones o, en algunos casos, de no tomar decisiones. De hecho, muchas veces la distancia que nos separa de una realidad insatisfactoria y el cambio que deseamos es tan solo una decisión. Pero no siempre nos atrevemos a tomarla.
No obstante, no tomar una decisión es una decisión en sí misma y muchas veces conlleva riesgos increíbles ya que ponemos nuestro destino en manos del azar, dejando que sean las circunstancias o los demás quienes decidan en nuestro lugar. En ese caso, es probable que en vez de acercarnos a lo que deseamos, nos alejemos cada vez más del cambio necesario. De hecho, desear un cambio y no tomar decisiones para lograrlo nos sumirá en un estado pasivo que terminará bloqueándonos y desgastándonos a nivel físico y emocional.
Los 3 riesgos de no tomar decisiones
1. No consigues lo que quieres
Si no te decides, es probable que pierdas la ocasión. El universo tampoco no conspira contra ti, pero trabaja no obstante a tu favor, lo cual significa que si quieres un cambio, eres el máximo responsable de hacerlo en realidad. Cuando no tomas decisiones simplemente dejas la vida pasar y desaprovechas oportunidades que podrían haber usado a tu favor para ir construyendo la vida que deseas.
2. Te quedas atrapado en el miedo
En realidad, lo que nos asusta no es tomar decisiones, sino equivocarnos al decidir. Nadie quiere tomar una decisión equivocada, ¡pero tarde o temprano sucederá! La única forma de superar el miedo a tomar decisiones es precisamente decidir. Por supuesto, es importante sopesar las consecuencias de tus decisiones, en particular aquellas vitales, pero no puedes dejar que el miedo gobierne porque todo cambio que valga la pena supone correr riesgos.
3. Pierdes tu tiempo
Quizá esa decisión no te lleve directamente al punto donde quieres estar, pero al menos te pondrás en movimiento. No decidir a menudo implica permanecer estancado en el mismo punto, sopesando continuamente pros y contras sin lograr avanzar. Eso te hará perder un tiempo precioso que podrías emplear en trazar una estrategia para seguir avanzando y lograr el cambio que deseas. En cada decisión influyen muchísimos factores, no siempre es posible analizarlos o preverlos todos. Pensar demasiado puede conducirte a una parálisis por análisis que te haga perder tiempo, que es lo más valioso que tenemos en la vida.
Piedra a piedra se construyeron las pirámides
Tomar decisiones para cambiar suele ser un proceso ambivalente: algo deseado y temido a la vez. Por un lado necesita hacer algo distinto para salir de ese estado de insatisfacción, pero por otro sigues aferrado a la zona de confort y te inquieta la incertidumbre.
Es normal que cuando vislumbremos cierta incertidumbre en el horizonte, evitemos decidir. Esperamos que surja más información que nos dé confianza para elegir. Queremos tener la certeza de que la elección que estamos a punto de tomar es la correcta. Creemos que el tiempo despejará la niebla trayendo un cielo más despejado.
A veces vale la pena esperar. Por supuesto. Pero es muy poco probable que el tiempo despeje todas las incógnitas porque siempre habrá incógnitas y posibilidades que escapen de nuestro control. Toda decisión entraña una dosis de riesgo y otra de incertidumbre. Si evitamos tomar decisiones por miedo a equivocarnos, el destino elegirá en nuestro lugar, conduciéndonos por derroteros que probablemente no son los que desearíamos.
Debemos recordar que no decidir, ya es una decisión en sí mismo. Y a menudo esa decisión implica quedarnos atados a una realidad insatisfactoria, tóxica e incluso dañina para nosotros, simplemente porque nos da miedo dar el siguiente paso. Esa verdad nos incomoda porque significa que elegimos quedarnos en un punto del camino en el que no estamos a gusto debido a que nos falta el valor para ir a por lo que deseamos.
Tomar decisiones no es fácil. Pero cuanto más lo dilata, más espacio dejarás a la entropía oa las otras personas para que decidan por ti. No es necesario lanzarnos al vacío sin paracaídas, pero debemos comenzar a dar un paso a la vez.
Te ayudará a recordar que las pirámides estaban formadas por rocas “insignificantes”, pero cuando se juntaron dieron vida a una obra majestuosa para las generaciones venideras. Paso a paso, las decisiones que tomas todos los días contribuirán a llevarte al sitio donde quieres estar en el futuro.
Nuestras vidas están moldeadas por las innumerables decisiones que tomamos – o no – a diario. Cada acción implica una decisión de no hacer otra cosa. Cada pequeña decisión puesta en práctica ha ido moldeando nuestra vida, conduciéndonos al punto en el que nos encontramos. Si quieres un cambio, tendrás que seguir tomando esas decisiones que te acerquen a tu nuevo objetivo.
Cuanto te sientas perdido o tengas miedo, recuerda que el viaje (las decisiones que tomas a cada paso) se convierte en el medio para validar lo que quieres y corregir el rumbo si es necesario. No puedes controlarlo todo, pero puedes acumular probabilidad a tu favor para lograr el cambio que deseas.
El cambio que tanto deseas se encuentra detrás de las decisiones que no tomas