La construcción del mito de Hiperbórea

Recreación de HiperbóreaRecreación de Hiperbórea

Los antiguos griegos decían que, al norte de Grecia, en un punto muy lejano que estaba incluso más allá del viento del norte (más allá del Bóreas); existía un país perfecto iluminado por un sol continuo seis meses al año habitado por un grupo de humanos excelsos e inmortales: los hiperbóreos.

Existen relatos con una ubicación complicada, pues las referencias tampoco han podido establecerse correctamente. Por ejemplo, Hecateo de Mileto la ubicó en el siglo VI a.C. entre el océano y los montes Rifeos; unas montañas que, según los griegos, tenían cuevas de donde nacía el viento del norte y en donde vivían los grifos que custodiaban oro dentro de ellas. Sin embargo, los cartógrafos las han cambiado de lugar a lo largo de los años sin saber a ciencia cierta cuales eran dichas montañas. Poco importa, pues en 1890 el mapa del mundo según las narraciones de Pomponio Mela, muestra esa cadena de montañas en algún punto entre Rusia y Noruega, con la ciudad de Hiperbórea detrás.

Mapamundi de Pomponio Mela
Mapamundi de Pomponio Mela

Llegar a hiperbórea no era un camino fácil pues habría que cruzar las tierras de los arimaspos, habitantes de las montañas que dominaban caballos salvajes y que los bestiarios medievales ilustraban con un solo ojo. La lógica aseguraba que si los hiperbóreos vivían detrás del viento y el sol era continuo, vivían en un paradisiaco lugar con un clima primaveral eterno; pero nada más. No había más relevancia en aquel sitio que su lejana ubicación.

Hiperbórea habría pasado desapercibida si no fuera por la construcción de relatos nacionalistas, a partir del romanticismo

Junto con miles de otros lugares legendarios y mitos geográficos, Hiperbórea habría pasado desapercibida si no fuera porqué a partir del romanticismo, la construcción de relatos nacionalistas por parte de quienes alguna vez llamaron bárbaros, pondrían aquel sitio como el origen del ser humano.  Fue el filólogo Rowland Jones el personaje que en 1771 aseguró que el primer lenguaje universal era el celta y esto permitió posteriormente afirmar (sin muchas pruebas) que la cuna de la civilización estuvo en el norte.

Surgió un falso mito en el siglo XIX que aseguraba que cuánto más frío era un sitio, más se favorecía la “civilización”

Pero el norte no era un sitio primaveral paradisiaco; por eso surgió un falso mito conocido como el mito polar, que en el siglo XIX aseguraba que mientras más frío era un sitio, más se favorecía la “civilización” pues se tenía más tiempo de pensar dentro de casa. Según el mito, las tierras templadas de Asia, provocan la pérdida de capacidad mental y finalmente las tierras cálidas del sur son exclusivas de razas inferiores (un hecho completamente falso). Prueba de este pensamiento descabellado es William F. Warren, rector de la Universidad de Boston que en 1885 aseguraba que, en vez de evolución, ocurrió una involución donde los sabios y hermosos habitantes del paraíso terrenal del norte se volvieron inferiores al emigrar al sur.

Así se justificó desde la academia el racismo que mantenía la esclavitud humana y la segregación racial en Norteamérica y que sostenía el imperialismo decimonónico en Europa. Por eso no sorprende que algunos imperios europeos comenzaran a situar hiperbórea en su territorio o en sitios idóneos para controlar. Karl Penka lo situó en Escandinavia, Otto Schrader en Ucrania y los ingleses en la India. La misma Madame Blavatsky influyó en la teoría de un continente con una raza perfecta que iba desde Groelandia hasta Kamchatka, Rusia (cercana a Japón).

Madame Blavatsky, una gran escritora y ocultista
Madame Blavatsky, una gran escritora y ocultista

Así se forjó la ficción de la cuna de la civilización en medio de un ambiente gélido donde una “raza superior” con ciertas cualidades físicas se habría desarrollado esplendorosamente. Este mito, se fusionaría más adelante con la isla de Thule (que Olaus Magnus colocó debajo de Islandia en su “Charta marina” de 1539). Y que entraría a los círculos esotéricos alemanes de principios de siglo XX que se codeaban al poder.

Por eso Thule y los hiperbóreos serían relevantes en los círculos esotéricos de la Alemania nazi. Porque reflejaban el pensamiento racista del estado desde sus fundamentos mitológicos y descubrir el punto exacto de esas tierras, era vital en el discurso supremacista de unos humanos mejores que otros. Esto recuerda que muchas de esas tierras legendarias (pasando por la Atlántidael Dorado o Utopía) ocultan detrás de sus historias mucho más que simples lugares mágicos perdidos en el tiempo.

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