Corren malos vientos para la energía eólica

Apesar del aumento de la capacidad de aerogeneradores instalados, en los últimos años la producción de energía eólica en Europa se ha estancado o incluso disminuido. Esta paradoja tiene cuatro causas principales: los aerogeneradores se desgastan rápidamente, las mejores fuentes de viento ya están ocupadas, el efecto estela, es decir la reducción de la velocidad del viento detrás del primer aerogenerador y, finalmente, que en los últimos años en Europa el viento sopla muy poco.

El sector eólico está pasando por un mal momento, a pesar de las presiones políticas de la Unión Europea para aumentar la producción de energía renovable. El objetivo de Bruselas es que la energía eólica represente el 43 por cien del consumo de electricidad para 2030, frente al 17 por cien actual. ¿Cómo lograr lo imposible? Una de las ideas es instalar aerogeneradores en el mar…

Ya no es necesario invocar el calentamiento global; para Europa lo realmente importante es liberarse de la dependencia del gas importado de Rusia.

Pero las industrias verdes siguen instaladas en el cuento de la lechera. El año pasado los cuatro principales fabricantes occidentales de turbinas eólicas (Vestas, General Electric, Siemens Energy y Nordex) tuvieron ventas de más de 41.000 millones de euros, pero perdieron más de 5.000 millones de euros.

A fines de junio Gamesa advirtió que sus turbinas tienen defectos de diseño “mucho peores de lo que creía posible”. Los motivos son fáciles de entender: los fabricantes de equipos están compitiendo para construir turbinas más eficientes… pero menos fiables.

El año pasado General Electric perdió de 2.240 millones de dólares en su división de energías renovables, en parte por el mismo motivo que Gamesza: las reparaciones de unas turbinas defectuosas. En Dinamarca Vestas tuvo problemas similares.

Las consecuencias han sido inmediatas: las empresas chinas de la energía eólica, como Goldwind, Envision y Mingyang, se están aprovechando de las deficiencias de sus competidores occidentales para ganar terreno.

Una segunda consecuencia: la matriz de Gamesa (Siemens Energy) ha caído en bolsa espectacularmente. En un solo día las acciones perdieron más de una tercera parte de su cotización en la bolsa de Frankfurt, o sea, que se esfumaron 6.000 millones de euros.

El holding anuncia que puede solucionar los problemas técnicos, pero que la factura superará los mil millones de euros.

También ha anunciado 2.900 recortes de empleo en todo el mundo en su filial de aerogeneradores, al tiempo que quiere aumentar la capacidad de producción de sus parques marinos.

Los aerogeneradores no sólo tienen problemas técnicos sino que padece algo consustancial a las industrias verdes: una pésima planificación política, agudizada por los confinamientos impuestos durante la pandemia, que han roto las cadenas de suministros y han aumentado los precios de las materias primas.

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