Hygge, ikigai, koselig o nunchi son ttérminos que en los últimos años han alcanzado gran popularidad, y que reflejan filosofías de vida y códigos de conducta social enfocados a conseguir vidas más felices y sociedades más armoniosas. En un mundo cada vez más globalizado estos principios, que se han forjado en culturas muy diversas y conforme a sus particularidades, se hacen visibles y en algunos casos exportables a cualquier rincón del planeta. Desde la inmensidad de África, territorio de contrastes y realidades múltiples, nos llega el Ubuntu, sin duda alguna la más popular, que no la única, de las propuestas de vida procedentes de un continente forzado a convivir con las mayores crudezas y adversidades. De hecho, parte de la notoriedad actual del Ubuntu radica en haber sido un pilar que ayudó al proceso de superación y reconciliación tras décadas de vigencia de la infame segregación racial del apartheid.
INTERDEPENDENCIA Y COMPASIÓN
Originaria de las culturas bantúes del sur del continente, la filosofía ética y humanista del Ubuntu toma su nombre de la lengua zulú y xhosa, traduciéndose aproximadamente como «humanidad hacia los demás» o «soy porque nosotros somos«, lo que revela el protagonismo que otorga a la interdependencia y a la conexión entre las personas. Tal es así que no se concibe el bienestar y la felicidad, la plenitud personal y social, si la compasión, la empatía y la cooperación para lograr un espacio de convivencia armonioso y justo no están presentes en todo lo que se hace.
Sus raíces se pueden rastrear en las tradiciones orales y en las prácticas comunitarias de las culturas africanas, que se construyen desde la hermosa creencia, certeza para ellos, de que la identidad y el bienestar individuales están intrínsecamente ligados al bienestar colectivo, algo que se resume en una máxima tan popular y transcultural como la que proclama el juntos somos más fuertes. Tal y como asevera la activista social y autora Mungi Ngomane, “El ubuntu rechaza la idea de que una persona pueda hacerse a sí misma, porque todos estamos interconectados. No debemos dejarnos engañar por el mito del individuo autosuficiente, porque ningún ser humano vive aislado del mundo”
Aún a riego de simplificar en exceso, en el ubuntu se identifican al menos cinco principios o valores esenciales, muy sencillos de entender pero que parecen insalvables en una sociedad fallida construida desde el individualismo y el culto al ego:
- La empatía, o la cualidad de ponerse en el lugar de los demás y comprender sus emociones y perspectivas, que, a su vez requiere de estar presente y observar con atención.
- La cooperación, que cristaliza en el hecho de trabajar juntos, de unir esfuerzos en metas comunes que promuevan el bienestar colectivo en lugar de competir.
- El compartir, de manera que los recursos y conocimientos se distribuyan de manera equitativa y justa dentro de la comunidad de la que formamos parte, ya sea nuestro vecindario, grupo de amigos, familia, compañeros de trabajo, etc.
- El respeto, que nos invita a tratar a los demás con dignidad y consideración, independientemente de sus diferencias individuales.
- Y la humildad, que nos conduce a reconocer nuestras limitaciones y aceptar la sabiduría y las contribuciones de los demás.
En el mundo actual esta filosofía se ha aplicado a contextos como la resolución de conflictos, el liderazgo, la educación y la política. Como ya comentamos líneas arriba, en Sudáfrica fue fundamental en la transición hacia la democracia y la reconciliación nacional después del apartheid. Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu utilizaron sus principios para promover la justicia, la equidad y la sanación en una sociedad profundamente dividida, con grandes heridas abiertas. El camino de la venganza y el revanchismo pudo ser evitado gracias a un profundo trabajo de concienciación sobre lo ocurrido y construcción del perdón desde ese conocimiento profundo de los hechos. De esta manera, el ubuntu ofrece un marco ético para la cooperación y la solidaridad entre naciones y comunidades, al enfatizar la importancia de la responsabilidad compartida y la interdependencia en la búsqueda de soluciones sostenibles y equitativas. De ahí que haya sido adoptada por organizaciones internacionales y movimientos sociales que buscan abordar problemas globales, como la pobreza, la desigualdad e, incluso, el cambio climático.
Aun teniendo raíces africanas, lo cierto es que sus principios empáticos, compasivos y colaborativos son extrapolables hoy en día a cualquier cultura y sociedad. Su código ético y de conducta puede ser perfectamente abrazado por cualquiera de las grandes religiones, así como por la filosofía humanista o escuelas psicológicas como la emocional y la comunitaria, esta última centrada en lograr que los individuos y las comunidades trabajen juntos para promover el bienestar y enfrentar problemas sociales.
Existen algunos estudios sociológicos y psicológicos que avalan su utilidad en asuntos tan diversos como el tratamiento y gestión social de enfermedades como el SIDA o la reducción de las tasas de delincuencia. De hecho, como apunta Ngomane, “el ubuntu nos anima a unirnos para celebrar lo bueno, pero también para apoyarnos cuando estamos mal” Y es que al contrario que otras propuestas de crecimiento y mejora personal en las que se trabaja el individuo para lograr frutos individuales, el énfasis del Ubuntu está en que nuestra mejora depende de nuestra contribución activa a la mejora de los demás. Cierto es que el voluntariado y el altruismo figuran siempre en los listados de hábitos que la psicología positiva señala como ingredientes clave para tener vidas más plenas y felices, pero en el Ubuntu ocupan un lugar predominante. Sin embargo, no debemos equivocar el mensaje. No se trata de olvidarnos de nosotros, descuidarnos y vaciarnos, ya que en ese caso no tendremos nada que dar ni hacer por los demás. Nuestros mejores frutos los daremos si previamente cuidamos de nosotros mismos.
LECCIONES PARA UNA VIDA CON SENTIDO
Mungi Ngomane, en su libro Ubuntu, lecciones de sabiduría africana para vivir mejor (Grijalbo 2020), nos describe hasta 14 lecciones derivadas de dicha filosofía. Ngomane es nieta de Desmond Tutu, arzobispo y Premio Nobel de la Paz, figura que junto a Mandela aplicó los principios del ubuntu en la Sudáfrica post apartheid. Sin duda conoce como nadie sus principios, que personalmente promueve en el proyecto enfocado a la paz social Juventud Ubuntu. Estas son siete de esas lecciones recogida en su obra.
Búscate en los demás.
Si somos capaces de vernos a nosotros mismos en los otros, nuestra existencia será más plena, más amable y más consciente. Si miramos a los demás y nos vemos reflejados en ellos, inevitablemente los trataremos mejor.
La unión hace la fuerza
El ubuntu rechaza la idea de que un ser humano pueda hacerse enteramente a sí mismo porque ninguna persona existe aislada de su entorno. Recuerda: “yo soy porque tú eres”. Y no solo eso; el ubuntu va más allá y resalta el increíble poder del que nos beneficiamos si decidimos trabajar en equipo.
Ponte en el lugar del otro
¿A quién no le gustaría tener la razón o saber que es lo correcto en una situación complicada? A todos nos complace pensar que tenemos las respuestas, que somos objetivos cuando emitimos un juicio. Cuestiona tu propia piel.
Adopta siempre la perspectiva más amplia.
Optar por una visión más amplia de la vida puede ser un reto incluso mayor que ponemos en el lugar del otro. El ubuntu nos enseña que debemos observar el mundo desde todas las perspectivas, desde todos los ángulos posibles. Hacerlo nos permite comprender toda la complejidad de una situación concreta.
Ten dignidad y respeto por ti mismo y por los demás.
El respeto, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, es quizá el principio más importante del ubuntu. Es muy sencillo. Si un individuo se respeta a sí mismo, es probable que extienda ese mismo respeto hacia los demás. (…) Esto implica cuidar de nosotros mismos, aprendiendo a poner límites que respeten nuestras posibilidades. De donde no hay no se puede sacar.
Cree en el bien que todos llevamos dentro.
Todos los días pasan cosas horribles que hacen del mundo un lugar complicado en el que vivir. Las buenas acciones, en cambio, son muchísimas más y apenas oímos hablar de ellas. Todos los días, en todas partes, se producen millones de pequeños (¡y a veces grandes!) actos de amor, devoción, altruismo y unidad que celebran y revelan la verdadera esencia del ser humano.
Ríete de todo.
A todos nos encanta reír. Nos sentimos mejor. La risa es buena para el corazón, reduce los niveles de estrés y estimula la producción de las hormonas que nos hacen sentir bien. También crea vínculos. Cuando haces reír a alguien, las corazas desaparecen y se establece una nueva conexión. Es la esencia del ubuntu.
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