En lo profundo de la provincia de Pichincha, en Ecuador, se erigen las pirámides de Cochasquí, un enigma arqueológico que ha intrigado a investigadores y viajeros durante décadas. Estas estructuras antiguas, diseminadas en una vasta meseta de aproximadamente 25 kilómetros cuadrados, representan uno de los tesoros más valiosos de la historia pre-incaica de Sudamérica. Aunque en un principio fueron eclipsadas por las majestuosas pirámides de la civilización mesoamericana, las pirámides de Cochasquí revelan un patrón de asentamiento sorprendentemente único y una cultura que merece un lugar destacado en el panorama arqueológico mundial.
Un descubrimiento fascinante
El descubrimiento de las pirámides de Cochasquí se remonta a la década de 1960, cuando un grupo de arqueólogos y exploradores empezaron a estudiar una serie de pequeñas colinas dispersas en el paisaje ecuatoriano. Lo que en principio parecía ser una simple formación geológica, pronto reveló su verdadera naturaleza histórica. Bajo la supervisión del arqueólogo Mejía Xesspe, el sitio comenzó a ser excavado meticulosamente, sacando a la luz un complejo sistema de pirámides, plazas, calzadas y cementerios que abarcan una extensión impresionante.
Vieron la luz un total de quince pirámides y veintiún montículos funerarios que se extendían en un total de 83,9 hectáreas. ¿Quién y para qué las había construido?
La ubicación de las pirámides de Cochasquí -además, es estratégica. Se encuentran a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar, en una meseta de los Andes ecuatorianos, cerca del valle de Los Chillos. Este área no solo ofrecía ventajas defensivas naturales sino también tierras fértiles para el cultivo, lo que sugiere que la civilización que las construyó tenía un profundo conocimiento del entorno y la agricultura.
Una civilización pre-incaica única
Uno de los aspectos más notables de las pirámides de Cochasquí es la singularidad de su patrón de asentamiento. A diferencia de las civilizaciones mesoamericanas como los aztecas o los mayas, que construían ciudades densamente pobladas y ciudades-estado, Cochasquí presenta un diseño disperso y descentralizado.
Las estructuras están distribuidas en varios complejos, cada uno compuesto por varias pirámides más pequeñas y otras edificaciones. Algunas de las pirámides son más altas que otras, lo que sugiere una jerarquía o posiblemente diferentes funciones para cada una. El propósito exacto de estos complejos sigue siendo un misterio, pero algunos arqueólogos teorizan que podrían haber sido utilizados para fines ceremoniales, astronómicos o agrícolas.
Los investigadores han atribuido su construcción a la cultura Quitu-Cara, que poseía una desarrollada organización social, tecnológica y científica. Esta civilización habitó en una vasta región que se extendía desde la costa hasta la Amazonía y desde el norte de la provincia de Pichincha, hasta la región sur de Colombia.
En busca de respuestas
El enigma de las pirámides de Cochasquí ha llevado a muchos arqueólogos e investigadores a intentar desentrañar el significado detrás de estas estructuras que fueron edificadas entre 850 a. C. y 1550 d. C.. La falta de escritura en la civilización pre-incaica complica aún más la tarea, ya que la mayoría de las pistas se basan en evidencia arqueológica y hallazgos en el área.
Las pirámides podrían ser un centro ceremonial para celebrar eventos astronómicos
Algunos expertos sugieren que las pirámides de Cochasquí podrían haber sido utilizadas como centros ceremoniales o sitios religiosos, donde las comunidades pre-incaicas realizaban rituales para honrar a sus deidades o celebrar eventos astronómicos significativos, como equinoccios y solsticios. La orientación cuidadosa de las pirámides en relación con los puntos cardinales refuerza esta teoría, sugiriendo que las civilizaciones antiguas tenían un profundo conocimiento astronómico.
Destacan las aportaciones, en este sentido, del astrónomo ruso Valentín Yurevitch, quien en 1986 ejecutó estudios de arqueo-astronomía y afirmó que Cochasquí era un sitio ideal para observar los astros y las constelaciones que influyen en la Tierra.
Algunos investigadores también han sugerido que las pirámides de Cochasquí podrían haber servido como puntos de referencia para el comercio y la navegación en la región. La ubicación estratégica de estos complejos podría haber permitido a los antiguos comerciantes orientarse y navegar por la meseta y el valle circundante.
Otra teoría intrigante es que las pirámides estaban estrechamente relacionadas con la agricultura. La presencia de terrazas agrícolas en las laderas cercanas y la distribución de los complejos piramidales sugieren que podrían haber sido parte de un sistema de cultivo y riego bien planificado. Los antiguos habitantes de Cochasquí podrían haber utilizado estos complejos como centros de almacenamiento y distribución de alimentos.
El legado de Cochasquí
El sitio arqueológico de Cochasquí es un tesoro invaluable que ofrece una ventana única hacia la antigua civilización pre-incaica de Ecuador. Sus pirámides son una joya arqueológica que desafía las expectativas y abre nuevos horizontes en la comprensión de las civilizaciones pre-incaicas en Sudamérica. Su diseño único y misterioso patrón de asentamiento siguen fascinando a arqueólogos e investigadores de todo el mundo. Aunque el enigma de Cochasquí puede nunca resolverse por completo, su mera existencia es un recordatorio del rico legado histórico que nos dejaron las antiguas culturas de Ecuador y de todo el continente sudamericano.
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