Los primeros síntomas del Ophidascaris robertsi aparecieron en 2021 cuando la afectada de 64 años tuvo que ingresar en el hospital por primera vez tras semanas de dolor en el abdomen y diarrea además de tos seca y fiebre. El neurocirujano que la atendió en el momento -y que posteriormente le extraería el parásito-, el Dr. Hari Priya Bandi, acudió al Dr. Sanjaya Senanayak para encontrar en él la ayuda necesaria como para identificar qué le ocurría a la mujer, pero no sería hasta 2022 cuando la aparición de nuevos síntomas como olvido y depresión desvelaron ciertas anomalías que debían requerir cirugía después de una resonancia magnética.
La primera respuesta ante este hallazgo fue una reunión entre todo el equipo médico para tratar de averiguar la clase de parásito -en este caso de lombriz- y qué tratamiento debería necesitar la paciente con el objeto de no perjudicar en ningún momento cualquier tipo de órganos.
“Simplemente buscamos los libros de texto y buscamos los diferentes tipos de lombrices intestinales que podrían causar invasión y enfermedades neurológicas”, reveló el Dr. Sanjaya. Pero la búsqueda fue en vano, así que tuvieron que acudir a otros expertos.
El primer caso mundial del parásito en humanos
Una vez dicha búsqueda no determinó nada, el siguiente paso fue el envío de este gusano a un laboratorio científico de CSIRO, con experiencia en parásitos. Ahí fue cuando se le puso nombre y apellidos: Ophidascaris robertsi.
Este gusano se encuentra, por lo general, en las pitones dando la casualidad que la paciente afectada residía en la zona de un lago donde habitaban las denominadas “pitones de alfombra”. Si bien no tenía contacto directo con ellas, la recolección de pastos nativos que posteriormente serían cocinados sería causa suficiente para la transmisión de esos parásitos. Una de las hipótesis barajadas por los expertos ha explicado que podría ser que la pitón los depusiera en la hierba a través de sus heces.
Se tuvo que tener especial cuidado con el tratamiento
Al tratarse del primer caso de parásitos en humanos era importante llevar especial cautela al ser tratada -también por otras larvas-. El porqué residiría en la posible inflamación de los órganos cuando, al administrar el medicamento, las larvas mueren, lo que acarrearía determinadas consecuencias en órganos esenciales como el cerebro. “La paciente se está recuperando bien y todavía está siendo monitoreada regularmente”, dijo Senanayake.
Según la CDC, tres cuartas partes de las enfermedades infecciosas en las personas provienen de animales.
“Ha habido unas 30 nuevas infecciones en el mundo en los últimos 30 años. De las infecciones emergentes a nivel mundial, alrededor del 75% son zoonóticas, lo que significa que ha habido transmisión del mundo animal al mundo humano. Esto incluye los coronavirus.”, explicó el doctor. Aunque habría que remarcar una diferencia esencial con respecto al Covid-19: este tipo de parásito no es transmisible entre personas, por lo que no habría ningún tipo de riesgo de pandemia.
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