REFLEXIÓN: TÚ YA NO TIENES MUCHOS AÑOS PARA VIVIR

La vida es un camino efímero, una secuencia de momentos que se entrelazan en un tapiz de experiencias y emociones. En medio de las prisas y las preocupaciones que llenan nuestras vidas, a menudo olvidamos que el tiempo es un recurso irremplazable, y cada día que pasa nos acerca un poco más al final de nuestro viaje. En esta reflexión, nos adentramos en las sabias palabras que resuenan en el mensaje: «Tú ya no tienes muchos años para vivir» del filosofo Li Yutang. En estas palabras, encontramos un recordatorio profundo de la fugacidad de la existencia y la importancia de abrazar cada momento con gratitud y sabiduría.

Li Yutang (1895- 1976), fue un destacado filósofo, escritor y poeta chino del siglo XX, se ganó un lugar en la historia por su habilidad para transmitir sabiduría profunda de manera accesible, el cual lo convirtió en una figura influyente, tanto dentro como fuera de China. Li Yutang no solo contribuyó a la riqueza del pensamiento filosófico chino, sino que también tocó los corazones de quienes buscaban una comprensión más profunda de la vida y la naturaleza humana. Su legado perdura a través de sus obras, que siguen inspirando y desafiando a las personas a explorar nuevas dimensiones del pensamiento y la existencia.

Tú Ya No Tienes Muchos Años Para Vivir

Tu ya no tienes muchos años para vivir, y además no podrás llevarte nada cuando te vayas, por lo cual debes ser ahorrativo, pero sin sacrificar tu bienestar. Gasta el dinero que deba ser gastado, disfruta lo que deba ser disfrutado, y dona lo que te sea posible. No te preocupes por lo que pasará cuando te hayas ido, porque cuando te vuelvas polvo, no sentirás si te alaban o te critican, si te visitan al cementerio o te olvidan.

El tiempo para disfrutar la vida es este momento, y los bienes que tan difícilmente ganaste debes gozarlos. No te preocupes mucho por tus hijos, porque ellos tendrán su propio destino y encontrarán su propio camino. Cuida, en especial a tus nietos, ámalos, consiéntelos, y también trata de disfrutarlos mientras puedas. La vida debe tener más cosas que trabajar desde la cuna hasta la tumba. Despiértate diariamente a disfrutar un día más de vida sin peleas con nadie ni rencores.

No esperes mucho de tus hijos. Los hijos, aunque se preocupen por sus padres, también estarán continuamente ocupados con sus trabajos, sus compromisos y con su propia vida. Muchos hijos que no se preocupan de sus padres, pelearán por sus bienes aun cuando todavía estén vivos, y desearán que pronto dejen esta vida para poder heredar sus propiedades y riqueza. Si ya tienes 65 años o más, no intercambies tu salud por riqueza trabajando en exceso, ya que estarás cavando tu temprana sepultura.

De mil hectáreas sembradas de arroz, solo puedes consumir 1/2 taza diaria, y de mil mansiones, solo necesitas un espacio de 8 metros cuadrados para descansar en las noches, así que, si tienes alimento y algo de dinero para tus necesidades, no necesitas más. Trata de vivir feliz, pues solo tienes una vida. No te compares con otros midiendo tu fama, tu dinero o tu status social, o ufanándote por ver los hijos de quién tienen más éxito, y en lugar de eso, reta a tus hijos a que logren felicidad, salud, gozo, y calidad de vida.

Acepta las cosas que no puedes cambiar, pues si te preocupas demasiado, puedes estropear tu salud. Crea tu propio bienestar y encuentra tu propia felicidad, haciendo cosas que te diviertan y alegren diariamente. Un día sin felicidad, es un día que pierdes. Teniendo buen ánimo, la enfermedad se curará, pero teniendo un espíritu alegre, la enfermedad se curará más rápido, o nunca se acercará. Con buen carácter, adecuado ejercicio, alimentos sanos, y un consumo razonable de vitaminas y minerales, tendrás vida saludable y placentera.

Pero sobre todo, aprende a apreciar la bondad en todo, en la familia y amigos, pues ellos te harán sentir joven, reviviendo los buenos momentos, y los pasajes interesantes de tu vida. Dicen que, en la vida quien pierde el techo, gana las estrellas y así es. El tiempo y las oportunidades son como el agua de un río, que nunca podrás tocarla dos veces, porque ya pasó y nunca pasará de nuevo.

Aprovecha cada minuto de tu vida y no rechaces las oportunidades de conocer el mundo y disfrutar las cosas buenas de la vida, pues es posible que nunca se te vuelvan a presentar. Nunca te fijes en la apariencia, porque ésta cambia con el tiempo. No busques a la persona perfecta, porque ésta no existe. Busca si lo deseas, a alguien que te valore como persona, y si no la hallas, disfruta tu soledad que es mucho mejor que una mala compañía.

Cree en Dios, cualquiera que sea el concepto que tengas de él, y trata de gozar la vida que es muy corta, disfrutando la familia y los amigos, pues te irás tarde o temprano de este mundo, y nadie te dará las gracias. Que la salud y el bienestar te acompañen siempre.

Cada uno de nosotros, en nuestra singularidad, enfrenta la misma realidad, que el reloj sigue avanzando sin pausa, y el regalo del tiempo es un tesoro que merece ser valorado. Al abrazar esta comprensión, nos invitan a vivir con autenticidad y a hacer elecciones conscientes que enriquezcan nuestra experiencia. El desapego equilibrado, la gratitud por lo que tenemos y la capacidad de vivir en el presente son lecciones que podemos extraer de estas palabras. En lugar de vivir sumidos en la ansiedad por el mañana o aferrados al pasado, podemos descubrir una profunda libertad al encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades y deseos.

Abracemos cada momento con gratitud, viviendo con la certeza de que aunque el tiempo fluye incesante, la esencia de lo que somos perdura a través de nuestras acciones, elecciones y las impresiones que dejamos en los corazones de quienes tocamos. Aprovechemos este instante para celebrar la vida y encontrar significado en cada latido del corazón.

«El legado que dejamos no se mide en años, sino en los momentos que compartimos y las huellas que dejamos. Vivamos con pasión, amor y propósito, abrazando cada día como un capítulo valioso».

Por Aleja Bama

Fuente: “La importancia de vivir» de Lin Yutang

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