El misterio del desarrollo embrionario ha cautivado durante siglos tanto a científicos como filósofos. Comprender cómo una única célula se transforma en un ser humano completo es un desafío fascinante a la par que complejo. Para algunos grupos sociales, la calificación de ser humano es un estatus moral que se adquiere desde la misma concepción del embrión, por lo que desentrañar los misterios de la reproducción y el desarrollo han sido históricamente prohibitivos para la biología.
Sin embargo, en los últimos años, los avances en bioingeniería y células madre han permitido la creación de una herramienta revolucionaria: los modelos embrionarios sintéticos. Se trata de estructuras en 3D que imitan el desarrollo temprano de los embriones. Y aunque no son embriones completos ni viables, han abierto una ventana sin precedentes hacia los primeros momentos de la vida. Hace unas semanas se anunciaron los primeros embriones sintéticos humanos, que hasta el momento tan solo se habían producido con células de ratón. Al recrear procesos biológicos clave, estos modelos ofrecen a los científicos la oportunidad de observar y comprender mejor los eventos cruciales que dan forma a los seres vivos. No obstante, también arrojan unas profundas implicaciones éticas. ¿Dónde se sitúan estos modelos en la escala que va desde la herramienta de laboratorio hasta el embrión real?
En el año 2021, el grupo liderado por el científico Jacob Hanna del Instituto Weizmann de Israel logró cultivar por primera vez embriones de ratón ex utero, fuera del útero animal. Utilizando técnicas de cultivo especiales, se observó que los embriones se desarrollaban desde las primeras etapas hasta la formación de órganos importantes. De esta manera, lograron mimetizar el desarrollo embrionario durante seis de los casi veinte días que conforman la gestación del ratón. Al final de esa etapa, se formaron células nerviosas y otros tejidos de manera similar a como ocurre durante el desarrollo en el útero. Este modelo inicial permite estudiar procesos clave que ocurren durante etapas difíciles de acceder, como la implantación. Ya no es necesario utilizar un vientre animal para recrear algunas etapas del desarrollo embrionario en el laboratorio.
Hace un mes, cuatro equipos de científicos lograron desarrollar modelos sintéticos humanos sin la necesidad de óvulos ni espermatozoides
Sin embargo, los científicos no se detuvieron ahí y fueron un paso más allá. ¿Sería posible recapitular el desarrollo, no solo sin útero, sino también sin óvulo ni espermatozoide? Esto es lo que publicaron los grupos de Hanna y Zernicka-Goetz en el año 2022. Ambos grupos lograron cultivar células madre de ratón al agregarlas y reprogramarlas para que adquieran el comportamiento de un embrión de ratón, desarrollando tejidos similares al cardíaco o nervioso.
En biología, se espera que a base de esfuerzo y financiación los modelos realizados con ratón eventualmente se adapten de manera similar a las células humanas. Lo sorprendente es que esto haya ocurrido tan pronto. Hace apenas un mes, cuatro equipos de científicos lograron desarrollar modelos sintéticos humanos sin la necesidad de óvulos ni espermatozoides, capaces de crecer hasta 14 días en el laboratorio. Ahora el desafío consiste en lograr que estos modelos sean reproducibles por otros científicos y con una mayor eficiencia que la actual. Así ha sido una carrera contrarreloj hacia el desarrollo de estos embriones sintéticos humanos, una herramienta biológica para los científicos y a la vez un cúmulo de interrogantes sin respuesta para los filósofos.
Entre el ser y no ser
La comunidad científica parece tener una convicción sólida de que estos modelos humanos nunca se desarrollarían como un embrión incluso si se implantaran en un útero. Sin embargo, es cierto que no se puede conocer con absoluta certeza, ya que este experimento no se ha llevado a cabo y, además, se considera que no debería realizarse nunca. No obstante, mediante experimentos similares con modelos embrionarios de ratón, se puede afirmar que sus equivalentes en roedores no son viables.
Aun así, estas herramientas han planteado cuestiones importantes que no podemos abandonar a su suerte. Una de las preguntas más intrigantes se refiere a los tejidos que se forman in vitro. ¿Qué ocurre con las estructuras nerviosas que pueden desarrollarse? El debate sobre cuándo interrumpir un embarazo ha estado mayoritariamente centrado en la formación del sistema nervioso. Surge entonces la pregunta de si deberíamos permitir la producción de embriones sintéticos con esta capacidad. De manera similar, podemos plantear esta pregunta en relación con el aspecto reproductivo y la formación de células sexuales, que aunque inmaduras, tienen el potencial de fecundar. Siguiendo la misma línea de razonamiento, es inevitable plantear la pregunta sobre hasta qué día se pueden cultivar estos embriones sintéticos. La legislación actual prohíbe su cultivo más allá de los 14 días para los embriones naturales, pero cada vez más científicos abogan por una extensión de al menos una semana adicional. Este debate plantea consideraciones éticas y científicas complejas, y es necesario un análisis exhaustivo antes de tomar decisiones al respecto.
Además, todo esto plantea consecuencias éticas y filosóficas significativas al desvincular la noción de embrión de la fertilización, especialmente ahora que los modelos sintéticos no requieren óvulo, espermatozoide o útero para su desarrollo. Estamos siendo testigos, con cautela, de una representación de embriones humanos en el laboratorio, con la incógnita sobre qué aspectos de estos modelos son realmente idénticos a los de un embrión natural. Es necesario abordar estos dilemas con prudencia, considerando las implicaciones éticas, sociales y científicas que conlleva este avance. Es cierto que no será fácil resolver todas estas cuestiones y alcanzar un consenso en cuanto a las respuestas que puedan satisfacer las interrogantes planteadas por los embriones sintéticos. Actualmente, se vislumbra la posibilidad de un comité de expertos que tome decisiones sobre la legislación en torno a estos modelos, lo cual refleja la necesidad de abordar este tema de manera responsable y con el aporte de diferentes perspectivas. La búsqueda de respuestas y la creación de un marco normativo adecuado serán elementos cruciales para abordar los desafíos de un campo que apenas está en sus primeros pasos.