En el rico tapiz de la historia antigua del mundo, se encuentra una isla misteriosa llena de rituales y reverencia: Okinoshima. Ubicada entre las islas de Kyushu y Honshu en Japón, la isla Okinoshima tiene una tradición que va más allá de lo común: los hombres pueden visitar la isla, pero solo si primero se desnudan.
La isla de Okinoshima, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha sido considerada un lugar sagrado desde el siglo IV, la era de la dinastía Yamato. Al servir como centro fundamental para las relaciones diplomáticas y comerciales con la Península de Corea y China, ha sido testigo de una mezcla de culturas, oraciones y rituales.
Desnudarse para honrar a lo Divino
La tradición de que los hombres se desnuden antes de poner un pie en Okinoshima es mucho más que un ritual excéntrico; Está profundamente arraigado en la espiritualidad sintoísta, que ve este acto como un ritual de purificación. El ritual purificador, conocido como «Misogi», consiste en que los hombres se desnuden por completo para limpiarse de impurezas antes de presentarse a la deidad de la isla, una diosa llamada Munakata Okitsugu-Mikoto.
Los visitantes de la isla traían una gran cantidad de ofrendas, incluidos espejos, espadas y cuentas, que se arrojaban al mar como ofrenda ritual a la deidad. Hoy en día, se han recuperado del mar más de 80.000 artefactos, lo que presenta una historia tangible de las tradiciones sagradas que allí se practican.
Presencia femenina: un asunto prohibido
Curiosamente, a las mujeres se les ha prohibido visitar la isla durante siglos, una tradición que se cree que se basa en la antigua creencia de la impureza menstrual y la necesidad de proteger la pureza de los rituales realizados en la isla. El razonamiento exacto sigue siendo objeto de especulación y está plagado de diversas interpretaciones y cuentos del folclore.
Visitando Okinoshima
Las visitas modernas a Okinoshima están muy restringidas, no sólo para preservar la santidad del lugar sino también para proteger su hábitat ambiental. Anualmente, sólo se permite la visita a un puñado de hombres, elegidos del santuario Munakata Taisha. Se les permite rezar allí, pero están sujetos a un voto sagrado de secreto y se les prohíbe revelar detalles de su peregrinación.
Cualquiera que desee sumergirse en la historia mística de Okinoshima tendrá que bastar con una visita a la isla de Oshima, hogar del santuario Munakata Taisha dedicado a la diosa que gobierna Okinoshima, donde podrá aprender más sobre la intrigante historia de la isla de Okinoshima.
Imagen de portada: Los hombres que visitan la isla de Okinoshima deben estar desnudos. Fuente: Kapawtord / Adobe Stock.
Autor Joanna Gillán
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