Fuente – La debilidad cíclica y estructural (aparte de moral) – El territorio del Lince
Ya es oficial: Europa reconoce el desplome del euro como moneda de transacciones financieras internacionales. Lo adelanté en la entrega anterior, pero la cosa es tan notoria que todo el mundo se ha lanzado sobre el árbol caído. Muchas fotitos en el país 404, muchas tonterías dichas (como la inefable fanática verde alemana, otra vez ella) pero el Banco Central Europeo ha tenido que alertar sobre ello al decir que «es posible que la economía europea ya haya entrado en recesión».
Y en ninguna parte se refleja mejor todo eso que en el euro, que está «en el nivel más bajo registrado de los últimos 12 años». Eso significa que «los inversores pueden evitar los activos de riesgo en Europa, lo que puede favorecer al dólar». Según los vampiros del BCE, «la eurozona es la economía que está perdiendo impulso de crecimiento al ritmo más rápido, donde la economía estadounidense ha seguido aguantando».
Los datos son los que son: el índice de gestores de compras (PMI) de las manufacturas solo salva a Grecia -que es el único país que crece según este índice-, a Francia, un poco, a España y a Italia, con reservas estos dos países. Este índice mide el nivel de actividad del sector privado, la práctica totalidad del sector manufacturero en Occidente donde lo estatal es casi inexistente. El resto de los famosos 27 países del zombi europeo están «en territorio de contracción» con uno que se lleva la palma, Alemania, que se sitúa en el nivel más bajo de todos los tiempos con el 39’6%. O lo que es lo mismo: Europa está en estos momentos muy cerca de las cifras de la crisis de 2008, con un 43’4 de media. Y bajando.
Por dar un par de datos contrapuestos de los «enemigos» de Occidente, en China este índice es del 50’2, teniendo en cuenta que aquí lo privado y lo público van casi a la par. Se considera que el índice 50 indica el crecimiento económico del país, por lo que eso de «China se derrumba» en lo que viene insistiendo el estercolero Occidental no es más que otra de sus prodigiosas mentiras alienantes, intentando ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero quien se lleva la palma es Rusia, con el 54’5. Bien, Occidente, bien, las sanciones están funcionando.
La conclusión de lo que ocurre en Europa: «Con excepción de la gran recesión de 2008/2009, los precios de producción nunca han disminuido a un ritmo más rápido que el actual promedio de tres meses». Una pregunta tonta, de las mías: si el los precios de producción están disminuyendo ¿cómo es que los consumidores no lo notamos? Pues, entre otras cosas, por la obsesión con los neonazis del país 404, antes conocido como Ucrania. Porque el dinero va ahí y no a la población.
Esto es lo que está cosechando el zombi europeo con su irracional postura sobre el país 404, antes conocido como Ucrania, y su vasallaje hacia EEUU.
En este ámbito de bajada continua, a la Comisión Europea y el Parlamento Europeo solo se les está ocurriendo debatir sobre la «reducción de la dependencia de China». En ello están estos días, con el tema de los coches eléctricos chinos como telón de fondo porque dicen que «las tecnologías centrales hay que protegerlas». Y eso pese a que China está a años luz de la UE en este aspecto porque, como apunta un apesadumbrado «Financial Times» (una de las biblias del capitalismo), «Los vehículos eléctricos de China amenazan con dejar a Europa en el polvo».
Mientras tanto, junto a la decadencia económica está la degeneración absoluta del Occidente colectivo, que lleva a extremos patéticos e insultantes. Con motivo del homenaje del Parlamento de Canadá a un nazi notorio, se están multiplicando los intentos de blanqueo y normalización del fascismo en Europa. Aún más. Lo penúltimo es esto. Lo pongo traducido para que se vea mejor. El original está aquí. Os demostrará cuál es el nivel intelectual del estercolero propagandístico occidental y sus famosos «valores democráticos», si es que tenéis estómago para aguantar tanta sarta de «valores». Un consejo para quienes leéis esta página: cuando la «clase política «comienza a hablar de «valores» deberíais saber que estáis (estamos) en problemas porque no hay compromiso posible en su defensa, solo cruzadas en su nombre. Esa es la esencia occidental.
Da igual que alguien tan poco sospechoso como Polonia haya dicho lo contrario, que el tipo de Canadá es un genocida porque la unidad en la que se alistó era de aniquilamiento, no de combate, y demás. O que lo mismo haya dicho Israel. No ha habido nazismo, Hitler y sus secuaces eran angelitos que intentaron salvar al mundo del comunismo y en el Occidente colectivo de hoy «no se puede gritar sobre ‘nazis’ reales o imaginarios» (sic). Por lo tanto, no hay evidencias de casi nada y cuando se rasgan las vestiduras con los judíos, por ejemplo, hay que documentarse bien porque eso es, como en el caso del nazi homenajeado, «una declaración que no parece tener más sustancia que la acusación de Rusia» (sic).
El «no todos los nazis son malos» ya fue implementado por Occidente tras la derrota nazi en la II Guerra Mundial. EEUU, Canadá y muchos otros países aceptaron, trasladaron, protegieron a los nazis. Eran vitales en la lucha contra el comunismo. Alemania los integró en todos los puestos de responsabilidad, por lo que no es extraño que entre los entusiastas aplaudidores del nazi en el parlamento canadiense estuviera el embajador alemán en ese país (también lo hicieron el resto de embajadores de los países del fantasmagórico G-7). Por lo tanto, ahora se sigue en la misma estela. Nada ha cambiado. La rehabilitación del nazismo es un hecho, y se hace de forma abierta.
Tan abierta que esta gente loca y abyecta dice abiertamente que «enviar armas a Ucrania es la forma más barata de hacer la guerra a Rusia». Primero lo dijo un senador estadounidense, la penúltima en decir lo mismo ha sido la ministra de Defensa de los Países Bajos. Cientos de miles de muertos del país 404 es un precio de ganga para el Occidente colectivo y sus «valores democráticos». Está claro, además, que las mujeres son igual de imbéciles, y de nazis, que los hombres.
Este es el nivel de Occidente, hoy y siempre. Lo sorprendente es cómo en muchas partes del mundo, especialmente en América Latina, todavía sigue habiendo una fijación enfermiza con este Occidente. Por eso solo su derrota y destrucción salvará a la humanidad. Aunque, bien mirado, es el mismo Occidente quien se está destruyendo. En realidad, su comportamiento es el de un heroinómano al que ya nadie puede ayudar. Ni siquiera él mismo. Como decía Lou Reed en su «Heroin», Occidente ha tomado la gran decisión con el chute del país 404 por medio: va a anular su vida.
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