El primer día, fueron decenas de millas. Una semana después, volvieron a reunirse en el mismo lugar. Y así durante meses. Convocados por organizaciones sociales sin vinculación con el Gobierno de Gaza, los palestinos se dirigieron desarmados a la valla fronteriza con Israel en 2018 para exigir sus derechos y negar que estuvieran condenados a vivir en una prisión de 360 kilómetros cuadrados. Lo llamaron la Marcha del Retorno.
Fueron recibidos con fuego real. Disparos de fusil. Balas explosivas. Balas de caucho. Gases lacrimógenos. 223 palestinos fueron eliminados entre marzo de 2018 y diciembre de 2019. 46 de ellos tenían menos de 18 años. Ocho mil sufrieron heridas de bala que para muchos supusieron la amputación de miembros.
Una encuesta de abril de 2018 reveló que el 83% de los israelíes judíos (en Israel es habitual que en los sondeos se ofrezcan los datos separados de judíos y árabes) apoyaba la decisión del Ejército israelí de abrir fuego contra los manifestantes.
Las manifestaciones eran también un mensaje al mundo. Esta vez, nadie podía acusarles de utilizar la violencia para defender sus derechos. El Ejército israelí los consideró a todos una amenaza terrorista contra la seguridad del país. «Las IDF (siglas en inglés de las Fuerzas Armadas) tienen balas suficientes para todos», dijo el ministro de Seguridad.
La aplicación de la máxima violencia serviría como elemento disuasorio para hacer frente a los palestinos. Esa es una de las ideas presentes en los gobiernos y la sociedad israelíes desde hace décadas. Las concesiones políticas eran impensables. Eso contribuyó a aumentar las ideas extremistas hasta que en diciembre de 2022 se formó el Gobierno más ultraderechista de la historia del país con varios integrantes que hacen gala de sus ideas racistas.
Cuatro años después de la Marcha del Retorno, Hamás ha derruido esas premisas con un asalto por tierra a decenas de localidades israelíes cercanas a la frontera. La presunción de que los palestinos ya estaban derrotados –neutralizados en Cisjordania con la colaboración del Gobierno de Mahmud Abás y encerrados en Gaza– ha sido sustituida por un shock vivido por toda la sociedad israelí.
Al igual que en la guerra de Yom Kippur en 1973, el país ha sufrido un colapso de su sistema de inteligencia, que se vio sorprendido por un ataque preparado durante meses y ejecutado por centenares de combatientes de las milicias de Hamás. Israel creía saber todo lo que ocurría en Gaza gracias a la vigilancia electrónica ya una red masiva de confidentes. También pensaba que el sistema de defensa antiaérea llamado Cúpula de Hierro era prácticamente infalible. El establishment militar y político había sido dado por derrotados a los palestinos.
La política de seguridad del Estado siempre ha consistido en «gestionar el conflicto», denunciando la organización pacifista Breaking the Silence, fundada por exmilitares israelíes. Garantiza supuestamente la tranquilidad a través de la disuasión y de operaciones militares específicas. «Todo son palabras en clave que ocultan la realidad de los bombardeos de Gaza hasta dejarla destruida. Siempre se justifica diciendo que se ataca a terroristas, y sin embargo siempre acaban con un alto número de bajas civiles. Entre esos episodios de violencia, hacemos la vida imposible a los habitantes de Gaza, y luego nos sorprendemos cuando todo estalla por los aires».
El patrón se repetirá ahora con una previsible represalia por tierra en Gaza iniciada el sábado con una nueva campaña de bombardeos que tuvo su imagen más significativa con la demolición con misiles de un edificio de viviendas de once plantas. Sus habitantes huyeron momentos antes al notar el impacto de un proyectil sin carga explosiva con el que los militares israelíes avisaron de que el edificio será destruido en pocos minutos.
Otros ataques tendrán menos testigos, como el que tuvo lugar en la localidad sureña de Khan Yunis. Nueve niños de la misma familia murieron en la destrucción de su casa desde el aire.
Nada de eso importará a los que clamen venganza. Uno de ellos es Ariel Kallner, diputado del Likud, el partido del primer ministro Netanyahu, que llamó al sábado «el día de nuestro Pearl Harbor». Su respuesta fue reclamar una violencia indiscriminada contra los palestinos. En otras palabras, la limpieza étnica. «Ahora mismo, un objetivo: ¡Nakba! Una Nakba que supere a la Nakba del 48. ¡Nakba en Gaza y una Nakba contra cualquiera que se atreva a unirse!».
La Nakba es la catástrofe que sufrió la población civil palestina que fue expulsada de sus hogares en la guerra de 1948. Una catástrofe que la mayoría de la población israelí niega que existiera.
Las imágenes de este último conflicto bélico son terribles. Para los israelíes, son inauditas. El número de muertos ha ascendido a 700, según los medios de comunicación del país. Es la mayor cifra registrada en un solo día en su historia, incluidas las guerras. El Gobierno ha identificado hasta el domingo a 26 militares y 34 policías entre los fallecidos. 250 de las víctimas fueron asesinadas en un festival rave que había reunido a unas 3.000 personas en el desierto del Neguev a unos 25 kilómetros de la frontera.
Más de un centenar de civiles y militares israelíes, según un primer recuento hecho por el Gobierno, fueron capturados por los miembros de Hamás y trasladados a Gaza, donde se han convertido en rehenes con vistas probablemente a un futuro intercambio de prisioneros. Entre ellos, hay una anciana de 85 años, niños y una vez inmigrantes tailandeses. Su vida corre serio peligro en caso de un asalto masivo del Ejército.
Para los palestinos, los hechos son una repetición de una situación que han vivido muchas veces. Sufrirán la destrucción de su infraestructura civil y un número altísimo de muertos y heridos. El Ministerio de Sanidad de Gaza ha informado de la muerte de 413 palestinos, la mayoría en los bombardeos israelíes. Además, el ejército israelí dice haber eliminado a 400 de los agresores.
El asalto de Hamás tiene también una lectura internacional. El Gobierno norteamericano lleva tiempo intentando conseguir la paz entre Israel y Arabia Saudita, a pesar de las difíciles relaciones de Joe Biden con Binyamín Netanyahu y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán. Los saudíes reclaman a cambio algunos pasos a favor del reconocimiento de los derechos palestinos, pero sin considerarlos una prioridad. Para los Emiratos Árabes, la decisión estratégica de mantener relaciones con Israel ya ha sido tomada.
Son acuerdos de regímenes autoritarios rechazados por las sociedades de Arabia Saudí y Emiratos, que poco pueden decir al respecto, al igual que lo que ha ocurrido en Marruecos.
Las expectativas de la Casa Blanca eran muy altas. «La región de Oriente Medio se encuentra hoy más tranquila de lo que ha estado en las últimas dos décadas», dijo hace una semana Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional.
Ahora, Hamás ha conseguido en 24 horas que a todo el mundo le quede claro que la paz en Oriente Medio no podrá hacerse olvidando a los palestinos y encerrándoles en la cárcel de Gaza.
https://www.eldiario.es/internacional/israel-sufre-trauma-gaza-soporta-decadas_1_10580500.html
Hezbolá se incorpora a la guerra de Gaza mientras prosiguen los combates en las calles del sur de Israel
Las milicias libanesas de Hezbolá se han sumado al conflicto abierto entre Hamás e Israel con una serie de ataques contra posiciones israelíes en la zona fronteriza de las granjas de Shebaa, mientras las milicias del movimiento palestino y los militares israelíes siguen combatiendo en al menos siete puntos del sur de Israel tras la primera noche de la guerra que comenzó este pasado sábado con el ataque masivo lanzado desde la Franja de Gaza.
El ala militar de Hamás, las Brigadas Ezzedin al Qassam, han confirmado que sus efectivos, que ayer protagonizaron una incursión de envergadura sin precedentes en territorio israelí, siguen enzarzados en combates contra el Ejército en siete localidades a lo largo de la frontera entre Israel y en el enclave, entre ellas Ofakim, Sderot, Yad Mordechai, Kfar Aza, Be’eri, Yeted y Kissufim.
Sderot ha sido uno de los principales focos de conflicto de esta pasada noche después de que al menos una decena de milicianos se hiciera con el control de una comisaría de la ciudad. Tras horas de enfrentamientos, la Policía israelí ha acabado con todos sus ocupantes y demolido el lugar.
Aunque la Policía de Sderot no ha ofrecido cifras de los agentes muertos en la comisaría, las fuerzas de seguridad israelíes han confirmado al menos 56 fallecidos entre sus filas durante el primer día de enfrentamientos: 30 policías y 26 militares, entre ellos el comandante de la brigada Nahal, el coronel Yonatan Steinberg, de 42 años, en el paso de Kerem Shalom, cerca de la doble frontera con Gaza y Egipto.
El capítulo general de víctimas deja por ahora 350 fallecidos y 1.864 heridos en Israel, a los que hay que sumar 313 fallecidos y 1.990 heridos en la Franja de Gaza, de acuerdo con los últimos balances actualizados de los respectivos Ministerios de Sanidad israelí y del enclave palestino. El Ejército israelí ha informado de al menos 400 milicianos muertos desde el principio de los combates, extremo no confirmado por los palestinos.
Queda por dilucidar exactamente cuántos israelíes se encuentran ahora en manos de las milicias palestinas tras la ola de secuestros que acompañó a la incursión. Fuerzas de seguridad israelíes deslizaron ayer cifras que rondaban el medio centenar, pero un portavoz de las milicias palestinas ha indicado que la cifra real es “mucho mayor” que las estimaciones ofrecidas por Israel.
En cualquier caso, el portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, ha asegurado que los militares tienen intención de evacuar a los residentes de todas las localidades fronterizas con Gaza en un plazo máximo de 24 horas, entre súplicas de ayuda de la población que lleva desde el sábado escondida en refugios o atrincherada en sus domicilios. “Tenemos a terroristas campando a sus anchas por nuestro kibutz”, ha declarado por teléfono esta mañana al diario ‘Haaretz’ un residente de Kfar Aza. “El Ejército tiene que enviar tropas inmediatamente”.
A ello hay que añadir la operación de contraataque lanzada por Israel sobre la Franja de Gaza que se ha centrado particularmente en las últimas horas en objetivos de altos responsables de Hamás, entre ellos su jefe de Inteligencia, cuya residencia en el enclave ha sido alcanzada por un misil. Además, Israel ha atacado sucursales y arsenales de Yihad Islámica.
HEZBOLÁ BOMBARDEA “POR SOLIDARIDAD” POSICIONES ISRAELÍES
Mientras tanto, y como ya temía este pasado sábado Naciones Unidas, la guerra en Gaza se ha extendido a Líbano con el ataque lanzado desde allí por las milicias de Hezbolá contra posiciones israelíes en las granjas de Shebaa; una serie de disparos de mortero efectuados como gesto de “solidaridad”, en palabras del partido-milicia chií.
Según su comunicado, las milicias de Hezbolá han anunciado que ha atacado tres sitios militares israelíes en la disputada región del Monte Dov, en los que las Fuerzas de Defensa de Israel no han notificado ningún herido, ha informado el periódico ‘The Times of Israel’.
Concretamente, Hezbolá ha atacado “tres posiciones del enemigo sionista en las granjas ocupadas de Shebaa en Radar, Zebdine y Roueissat el Aalam, utilizando numerosos proyectiles de artillería y cohetes guiados”, de acuerdo con la nota de Hezbolá recogida por el ‘L’Orient le Jour’.
El ataque ha tenido lugar “en solidaridad con la victoriosa resistencia palestina y el heroico pueblo palestino”, y ha formado parte del “camino a la liberación de la tierra libanesa ocupada”, de acuerdo con el texto.
Los bombardeos han sido confirmados por la fuerza de la ONU en Líbano, la FINUL, en máxima alerta desde ayer, concretamente “varios cohetes disparados desde el sudeste del Líbano hacia territorio ocupado por Israel en el área general de Kafr Chouba, y fuego de artillería desde Israel hacia el Líbano en respuesta”.
En respuesta, el Ejército israelí ha anunciado poco después que ha efectuado un ataque con aviones no tripulados contra la “infraestructura de Hezbolá” en la zona y, según una fuente militar, el lugar era una tienda de campaña que la formación instaló en territorio israelí hace meses.