“Cada cosa tiene dos asas: una, por la que es llevadera, la otra, por la que no lo es. Si tu hermano actúa injustamente contigo, no lo tomes por el lado del agravio, pues es el asa no llevadera. Si lo tomas por el otro lado y piensas que es tu hermano, la persona que creció a tu lado, entonces lo tomarás por el buen lado, que te lo tornará soportable”, recomienda el Equiridion, un manual que recoge las enseñanzas del filósofo estoico Epicteto y que ha llegado a nuestros días gracias al discípulo Lucio Flavio Arriano.
Epicteto hacía referencia a esa tendencia tan humana a enfadarnos y frustrarnos cuando las cosas no salen como deseábamos, pero también nos invita a ver el otro lado para encontrar lo positivo o, al menos, aquello que haga la situación más tolerable, de manera que podamos mitigar el daño que nos causa. ¿Cómo lograrlo?
Enfocarnos en lo que podemos controlar: nuestra percepción de las situaciones
Epicteto, fiel a los principios estoicos, pensaba que solo nos atañe aquello que depende de nosotros. “En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros, otras no. De nosotros dependen nuestras opiniones, movimientos, deseos, inclinaciones y aversiones; en una palabra: todas nuestras acciones. Las cosas que no dependen de nosotros son todo aquello que no es nuestra propia acción”.
Este filósofo estaba convencido de que para encontrar el equilibrio y la paz interior, la eudaimonía, debemos enfocarnos en aquello que depende de nosotros, lo cual significa: la manera en que interpretamos los acontecimientos. Podemos enfocarnos en lo negativo y maximizar aquello que nos daña o, al contrario, podemos intentar buscar lo positivo o aquello que podemos aprovechar para mitigar las consecuencias del problema.
Viktor Frankl coincidía con esa visión estoica. El psiquiatra que estuvo prisionero en los campos de concentración nazis afirmó: “cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos […] Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias – para decidir su propio camino”.
No te lo tomes como algo personal
El mundo no conspira contra ti, si no conspiras contra el mundo. Para Epicteto el mal no existía – al menos tal y como lo entendemos nosotros. Afirmaba que “así como no se coloca un blanco para desacertarlo, de igual manera no se genera en el mundo una naturaleza del mal”. El filósofo prefería dar el beneficio de la duda a dejar que la ira o la frustración lo desgastaran por dentro.
Recomendaba: “cuando alguien te maltrate o hable mal de ti, persuádete que él cree que está obligado a ello. No es entonces posible que él se adhiera a lo que a ti te parece, sino a sus pensamientos, de manera tal que si tiene un parecer erróneo es sólo él quien se hiere pues sólo él es quien se equivoca […] Si te sirves bien de esta regla, soportarás pacientemente a quienes hablen mal de ti; pues a cada injuria, no dejarás de decir: “él cree tener razón”.
Epicteto hacía referencia a que todos los actos siempre están motivados, aunque a veces no conozcamos o compartamos esas razones. Por tanto, es mejor que no nos tomemos las cosas demasiado a pecho, pues de esta manera nos dañarán más.
En cambio, asumir que muchas veces las personas no hacen mal a propósito o que simplemente se han dejado llevar por las circunstancias nos permite adoptar la distancia psicológica necesaria para evitar que sus comportamientos, actitudes o palabras nos dañen más de lo debido.
No realices juicios de valor
Por último, Epicteto nos alertaba de lo erróneo de muchas de nuestras interpretaciones. Nuestro pensamiento a menudo se apresura a sacar conclusiones y realizar juicios de valor, muchas veces empujado más por las emociones que por la razón.
“Si alguien ‘se baña temprano’. No dices que hace mal al ‘bañarse tan pronto’, sino que ‘se baña antes de cierta hora’. Si alguien “bebe” mucho vino. No dices que hace mal en ‘beber’, sino que ‘bebe’. Pues si no conoces lo que lo motiva a ‘beber’, ¿cómo sabes que hace mal? Razonando siempre de este modo no darás cabida a tus fantasías”, recomendaba el filósofo.
Al eliminar los juicios de valor, sobre todo cuando no conocemos los motivos que llevan a una persona a actuar de determinada manera, nos ahorramos muchas frustraciones y aligeramos nuestro corazón del rencor. Asumir una actitud más objetiva en nuestra relación con los demás nos ahorrará muchos conflictos y sinsabores, permitiéndonos proteger nuestro equilibrio emocional.
Fuente:
Arriano, L. F. (2013) Equiridion, o manual de Epicteto. CreateSpace Independent Publishing.
Las asas del sentido, el consejo de Epicteto para afrontar los problemas