Nadie es responsable de nuestras heridas
excepto nuestra propia mente condicionada.
Y si duele tanto (el odio, los resentimientos)
y nos roba tanto (las relaciones tan valiosas, la paz, la gratitud);
Cabe preguntarse por qué nos aferramos tanto a ese ladrón.
Qué beneficios obtenemos de él.
Y ahí es donde aparece ese personaje, el yo separado,
autoprotegiéndose de alguna manera.
Quizás nos sirve como chantaje emocional
al generar la culpa en la otra persona, el castigo que necesitamos infligir,
un castigo sin fecha de caducidad, que nos permite pedir y pedir,
sin que la deuda nunca se acabe de saldar.
O quizás es la excusa perfecta para tener a alguien fuera,
responsable de todos nuestros «fracasos».
Para que duelan menos.
Aunque duela más.
O quizás es el relato victimista que nos permite llamar la atención de otras personas,
que nos cuiden y nos quieran.
Si sientes algún tipo de odio o resentimiento,
te invitamos a mirar en los supuestos beneficios
que ese dolor tan profundo, ese ladrón de vida y relaciones,
te proporciona.
Y si llegas a la conclusión de que lo que más te interesa, para respirar en libertad,
es deshacerte de este secuestrador (el odio, el resentimiento),
pero resulta tan difícil ya, después de tanto tiempo,
tan parte ya de tu vida,
tan parte ya del propio «yo»,
si te preguntas cómo hacerlo,
aquí va una propuesta.
Un recurso que sin duda funciona es conectar con el amor en nuestro interior
y, desde esa mirada, ver lo mejor de la otra persona,
ver su «luz».
Y también su lucha por la supervivencia.
«Sé amable con quien quiera que te cruces
porque está librando una gran batalla».
Cada instante que conectas con el amor (esa fuente interna)
surge una nueva oportunidad,
un «empezar de nuevo» natural y automático.
http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2023/10/los-beneficios-del-odio.html