Un estudio del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de Nueva York apunta a que la erosión y el viento crearon una protoesfinge que trabajaron los egipcios
Matemáticos de la de la Universidad de Nueva York juegan a ser arqueólogos y deducen que la icónica Esfinge de Giza, en Egipto, no fue construida por los seres humanos. Me explico. No es que el trabajo de Samuel Boury, Scott Weady y Leif Ristroph sostenga que los extraterrestres esculpieran la gigantesca formación geológica con cuerpo de león (y rostro de Kefrén) que preside la meseta de Giza, sino que se trata de una estructura “natural”.
El autor principal del estudio, Leif Ristroph, que es profesor asociado del Instituto Courant de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Nueva York, cree que la escultura de 19 metros de altura, por 73 de longitud y veinte de ancho fue modelada por el viento.
Aunque lo parezca no es una idea nueva. En los años ochenta, el geólogo planetario Ronald Greeley utilizó túneles de viento para comprender cómo la erosión eólica podía esculpir estructuras en los desiertos, los llamados yardangs, como estas que visité el año pasado en el Desierto Blanco de Egipto.
Según detallan en la revista revisada por pares Physical Review Fluids, los matemáticos recrearon las condiciones que se dieron hace 4.500 años en la meseta de Gizá. Modelaron montículos de arcilla que simulaba la piedra caliza y utilizaron corrientes de agua para imitar el efecto del viento del desierto.
El experimento revela que formas sorprendentemente similares a la Esfinge podrían surgir de materiales erosionados por flujos rápidos.
El material más resistente adquirió una apariencia similar a la cabeza de un león, y el resto pareció cincelarse en forma de un cuello, de las características patas de un león y de lo que podría parecer una espalda arqueada.
Posteriormente, los antiguos egipcios habrían terminado de modelar la escultura y añadido los detalles que la han hecho tan reconocible durante milenios.
Pero, a pesar del impacto internacional de la noticia hay muchas objeciones.
La primera y más importante es que los yardangs son formaciones de arena compacta, no de piedra caliza, mucho más dura y menos moldeable.
La segunda es que la esfinge ha pasado gran parte de su existencia cubierta por las arenas del desierto y, por lo tanto, a cubierto del viento.
La tercera es que se utilizó agua para simular al viento y es el agua, precisamente, el actor principal de la teoría formulada por el geólogo Robert Schoch. Me explicaré de nuevo.
En su libro Escrito en las Rocas, asegura que la Esfinge fue construida en dos secuencias: primero fue esculpida en la piedra pero no terminada, y luego se remodeló y remató en tiempos de Kefrén. Esa primera «protoesfinge» habría sido erosionada por las grandes precipitaciones que debieron ocurrir en torno al 5000 a. de C. o quizá antes.
Sabemos que las huellas que las lluvias torrenciales dejaron en la piedra son muy anteriores al III milenio a.C. en la que se ha datado el monumento, por esa circunstancia la teoría de Schoch fue rechazada por los arqueológos. Ahora, de forma indirecta, volvería a darle la razón el trabajo de los matemáticos de la Universidad de Nueva York.
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