No queremos tener hijos/as, tampoco queremos a los inmigrantes y los pocos niños que nacen son seleccionados por IA, conclusión: …
maestroviejo
La población más joven está optando cada vez más por no ejercer la maternidad y la paternidad, lo cual tendrá consecuencias a largo plazo. La precariedad laboral y las dificultades para la conciliación serían dos de las mayores causas. ¿Qué podría hacerse al respecto?
La encuesta Merck «Generación Z y millennials: ¿entra la maternidad en sus planes?» ya lo revelaba hace tres años: 8 de cada 10 mujeres millennials (nacidas entre 1981 y 1995) quieren ser madres en un plazo de 3 a 5 años, frente a 6 de cada 10 mujeres de la Generación Z (1995 y 2012). Otro estudio de opinión más reciente elaborado por The Times señala que solo el 55% de ambas generaciones planean tener descendencia. La razón más frecuente para optar por no traer criaturas al mundo se centra en el deseo de tener más tiempo para dedicarlo a su propia vida.
¿Qué está pasando para que cada vez menos personas de los denominados países desarrollados decidan embarcarse en la maternidad y la paternidad? Una de las razones puede relacionarse con el retraso de buena parte de la población más joven en alcanzar los supuestos objetivos que se esperan de cada etapa vital: conseguir un empleo estable o una casa en propiedad se han convertido en proyectos de difícil alcance, y sin cierta seguridad económica muchas personas no quieren embarcarse en el matrimonio o la procreación. Parece complicado pensar en criar a un hijo o una hija con un sueldo precario, sin una red de apoyo que garantice la conciliación o teniendo que priorizar, sobre todo en el caso de las mujeres, la maternidad frente a la realización laboral. El feminismo ha contribuido a la libertad de decisión, pues ha ayudado a dejar a un lado los mandatos sociales, sobre todo para ellas, y a poder tomar una decisión con más conciencia. Y es que, en un tema tan importante, querer y poder tienen que combinarse de forma óptima.
Una de las grandes razones de la caída del deseo de tener hijos entre las personas más jóvenes es la falta de conciliación laboral
Pero también podría hacerse una segunda lectura de la falta de motivación por inclinarse hacia la natalidad. Vivimos un momento en el que los valores y los objetivos de vida están cambiando para muchas personas. Si afrontar la inestabilidad en diferentes ámbitos de la vida resulta complejo, sumar la incertidumbre de traer un ser humano al mundo añade estrés a la ecuación. Además, el concepto de familia se ha ampliado. Tener descendencia ya no se contempla como la única opción para formar una, sino que existen múltiples composiciones, que van desde la convivencia con animales, con amistades cercanas o la adhesión a una comunidad afín.
No obstante, las cifras de una natalidad cada vez más baja plantean algunas preguntas con respecto al futuro. ¿Será sostenible una sociedad donde prevalezcan las personas ancianas? ¿Qué puede suponer eso? Las consecuencias son varias, más allá del factor económico. Un incremento de la población envejecida supone un descenso de las contribuciones derivadas del trabajo y eso afectaría a las arcas públicas. Pero no es el único ámbito que puede verse afectado. La creatividad y la innovación también pueden verse afectadas, pues habitualmente es la gente menor de 35 – 40 años la que opta por emprender y buscar nuevos caminos.
Lo que es evidente es que la visión de natalidad está cambiando. Y que si no se produce el relevo generacional que garantiza una composición equilibrada de la demografía, el tipo de sociedad que tendremos será muy diferente al actual. El gasto en dependencia, pensiones y sanidad tendría que incrementarse; la educación no tendría un papel tan relevante; incluso los valores predominantes cambiarían, como suelen cambiar cuando la tradición tiene un peso importante.
¿Se puede hacer algo al respecto? Sí, se pueden dar facilidades por parte de las empresas y el Estado para que la conciliación sea una realidad y para que económicamente la maternidad y la paternidad sean más sostenibles. También sería recomendable facilitar los trámites de adopción, tanto nacionales como internacionales, para evitar que estos procesos se conviertan en dilatados laberintos burocráticos.
La procreación biológica está lejos de ser la única opción para que en un hogar exista un espacio de cuidados hacia un nuevo miembro; pero lo más importante es que optar por dar vida, o por cuidar una ya existente, tiene que venir acompañada de varios elementos: la disponibilidad, la desenvoltura y la viabilidad son algunos de ellos.