Un obra de Joshua Reynolds, titulada ‘La muerte del cardenal Beaufort’, ocultó durante 200 años un demonio, hasta que su restauración lo ha revelado
La muerte del cardenal Beaufort, pintado en 1789
La restauración del cuadro del artista británico Joshua Reynolds, titulado La muerte del cardenal Beaufort, y pintado en 1789, ha puesto al descubierto un perturbador demonio.
Este diablo pálido, de ojos oscuros, redondeados e inquietantes colmillos, acecha a un hombre sobre su lecho de muerte. Su presencia había permanecido oculta más de dos siglos hasta que ahora National Trust ha restaurado la pintura.
Reynolds fue uno de los más importantes e influyentes pintores ingleses del siglo XVIII, promotor del «Gran estilo» en pintura, que dependía de la idealización de lo imperfecto. Fue uno de los primeros miembros de la Royal Society of Arts y reconocido como caballero por el rey Jorge III, en 1769.
Muchos de los trabajos del retratista eran encargos. En el caso de La muerte del cardenal Beaufort fue la Galería Shakespeare quien pagó por un cuadro que retratara una escena de una novela del célebre William Shakespeare.
La escena inmortaliza al rey Enrique VI, acompañado por dos lores, que asisten al último hálito de vida del tío abuelo del monarca, el cardenal Beaufort. En el texto que figura en la segunda parte del drama El rey Enrique VI, el monarca implora “¡Oh! Derrota al demonio entrometido y ocupado” para que Dios conceda a Beaufort una muerte tranquila.
Es por ello que justo detrás del cardenal, en una zona oscura y cubierto por muchas capas de pintura, se escondía el rostro de un inquietante demonio con dos grandes colmillos.
John Chu, curador nacional de fotografía y escultura del National Trust explicó que, si bien en los textos se escribía sobre demonios y espíritus malignos, su representación visual se consideraba “demasiado” para la época.
Por esa razón, cuando Reynolds murió, otros artistas ocultaron la figura con capas de pintura y barniz.
“Si bien en la literatura se consideraba aceptable introducir la idea de un demonio como algo en la mente de una persona, incluirlo visualmente en una pintura le daba una forma demasiado física” –remata Chu.
La Galería Shakespeare, en el Pall Mall de Londres, reprodujo la pintura en grabados y se puede comprobar como sólo la primera tirada mostraba al demonio. La segunda, que se remonta a 1792, con el artista ya muerto, hay un intento de eliminarlo de la plancha de impresión.
Expertos en pintura han confirmado que varias personas añadieron hasta seis capas de barniz en la obra de arte para ocultar al maligno.
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