La atención es el “patito feo” de las funciones cognitivas. Nos preocupamos por mejorar la memoria y nos preguntamos cómo ser más inteligentes mientas nos olvidamos de la concentración. Sin embargo, la atención son los cimientos sobre los que se erigen el pensamiento, el lenguaje y la memoria.
Sin atención, simplemente nos resultaría imposible seguir el hilo de un discurso, responder de manera coherente o resolver problemas. Y, sin embargo, como alertara Daniel Goleman en su libro “Focus”, estamos perdiendo esa capacidad, socavada por la inmediatez de la tecnología y la tendencia a la multitarea.
Por tanto, si te cuesta mantenerte concentrado durante largos periodos de tiempo, debes saber que no eres el único.
La atención, ese tesoro que a menudo descuidamos
Nuestra capacidad para prestar atención a las tareas es un componente clave de la vida cotidiana, pero mantenerla es particularmente difícil cuando una actividad nos resulta aburrida, repetitiva o larga. En esos casos, es habitual distraerse, lo cual provoca lapsos de atención.
Y ya sabemos que cuando una tarea no es particularmente interesante, cualquier cosa puede atrapar nuestra atención, desde la bocina de un coche hasta vídeos de gatitos en Internet, pensar en la lista de la compra o rememorar la última discusión de pareja.
Por suerte, la mayoría de los fallos de atención no tienen grandes repercusiones más allá de olvidarnos de reenviar un correo electrónico o comprar algo en el supermercado. Sin embargo, otros lapsos pueden tener repercusiones graves, como que un cirujano se salte un paso en una operación quirúrgica o que nos olvidemos el horno encendido al salir de casa.
A pesar de ello, mantenerse concentrado es más fácil de decir que de hacer, ya que nuestra atención fluctúa bastante a lo largo de la jornada. La atención sostenida es precisamente la que nos permite mantenernos concentrados en una actividad durante cierto periodo de tiempo, ya sea una película, conversación o trabajo.
Y no es “solamente la capacidad mental para poner la mirada en uno o varios aspectos de la realidad y prescindir de los restantes, sino el tomar posesión por parte de la mente, de forma clara y vívida, de uno entre los que parecen simultáneamente varios posibles objetos del pensamiento”, como escribiera Williams James. Por tanto, es importante que la protejamos y desarrollemos.
¿Cómo mejorar la atención sostenida planteándose objetivos?
Mantenernos enfocados durante largos periodos de tiempo en tareas que no resultan particularmente estimulantes puede ser un desafío, sobre todo en los tiempos que corren. Pero un grupo de psicólogos de la Universidad de Texas y Oregón han dado con un pequeño truco muy eficaz.
Reclutaron a más de 100 personas para que realizaran una serie de tareas repetitivas durante aproximadamente 25 minutos. A un grupo simplemente les pidieron que respondieran lo más rápido posible en cada prueba (alrededor de 200 en total), pero a otro grupo les dieron objetivos específicos, como mantener su tiempo de reacción por debajo de los 450 milisegundos.
Así apreciaron que el grupo con objetivos específicos alcanzaba mejores resultados. Al mejorar la atención sostenida, las metas también reducían las fallas atencionales. Por tanto, la recomendación de estos investigadores es clara: establecer objetivos específicos puede ayudarnos a concentrarnos, minimizar la distracción y reducir los errores.
Sin embargo, cualquier objetivo no vale. Estos psicólogos también constataron que dificultar demasiado las metas no ayuda a las personas a mantenerse más concentradas. Es necesario plantearnos objetivos viables que no añadan una tensión o ansiedad adicional pues el aumento de cortisol induce un estado de hipervigilancia que termina afectando la atención sostenida y conduce a una mayor distracción por la información irrelevante, como demostró otro estudio desarrollado en la Universidad de Nimega.
Para mantenerte concentrado, lo ideal es que establezcas metas específicas, que sean viables y realistas. Puedes hacer un ejercicio sencillo pero muy eficaz: descomponer la actividad en tareas más pequeñas, cada una con un objetivo específico. De esta manera te sentirás más motivado y podrás avanzar distrayéndote menos.
Por ejemplo, si estás escribiendo un informe, divídelo por secciones y establece diferentes lapsos de tiempo para terminar cada una. Lo ideal es que tomes un descanso entre la consecución de un objetivo y otro para aclarar la mente y volver a la actividad que estabas haciendo con las pilas recargadas. A fin de cuentas, para mejorar la atención sostenida no solo hay que concentrarse, sino también saber relajarse.
En cualquier caso, recuerda que la atención sostenida es una función cognitiva que se entrena. Si cada día lees algunas páginas de un libro sin distracciones o ves una película sin coger el móvil en la mano, estarás educando tu atención para que se mantenga focalizada en una sola tarea, de manera que las distracciones dejarán de ser un problema.
Referencias Bibliográficas:
Strayer, D. L. et. Al. (2023) Effects of goal-setting on sustained attention and attention lapses. Attention, Perception, & Psychophysics; 10.3758.
Henckens, M. et. Al. (2012) Time-dependent effects of cortisol on selective attention and emotional interference: a functional MRI study. Front Integr Neurosci; 6: 66.
¿Cómo mejorar la atención sostenida con un simple ejercicio?