Un estudio en 25 marcas de coches conectados confirma que recopilan demasiados datos personales de los propietarios. Se calcula que en dos años se llegará a una flota a nivel mundial de 400 millones de vehículos conectados.
Los coches conectados son «terribles en concepto de privacidad y seguridad». La alerta la hace un estudio publicado recientemente por la Fundación Mozilla. El informe se ha realizado tras examinar las políticas de privacidad de hasta 25 marcas de coches conectados, especialmente de Estados Unidos, pero también de la Unión Europea. Los datos incluyen información demográfica y detalles tan personales como el origen étnico o incluso aspectos de la vida sexual de los propietarios de los vehículos. El estudio destaca que las marcas de estos vehículos recopilan demasiados datos personales, que un 84% comparte o vende los datos de los propietarios y que un 92% otorga a los conductores poco o ningún control sobre sus datos personales. A pesar de que todas las marcas suspenden, las que tienen menos mala puntuación son Renault, Dacia y BMW, respectivamente, y, en cambio, la que saca el peor resultado es Tesla. Ante esta situación, Mozilla concluye que «son la peor categoría oficial de productos para la privacidad nunca revisada por la fundación».
Actualmente, ya hay una flota de más de 300 millones de vehículos conectados a escala mundial, y se calcula que en dos años, según la plataforma alemana Statista, se llegará a los 400 millones. Se prevé que esa cifra se incremente en un 114 % hasta el 2035.
Pero ¿qué se entiende como coche conectado? Se trata de aquellos vehículos «que proporcionan acceso a internet o a interactuar con dispositivos móviles, pero también los que permiten comunicarse con otros vehículos, con la infraestructura de tráfico o con peatones, con el objetivo de mejorar la seguridad y el tráfico», explica Eduard Blasi, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). En este sentido, el experto puntualiza que determinados datos procesados por los vehículos y combinados entre sí permiten establecer «patrones de conducta», como, por ejemplo, la manera de conducir a raíz de determinados datos, como la forma de frenar, de acelerar o el nivel de desgaste de los neumáticos. «Son datos de interés y relevantes para la propia compañía y, por supuesto, también podrían serlo para terceras empresas, como las aseguradoras», matiza Blasi.
Pero la intromisión en la privacidad de este tipo de vehículos no acaba aquí. Una parte de ellos también dispone de cámaras tanto en el interior como en el exterior. «Estas cámaras, diseñadas para funciones de seguridad y comodidad, como la prevención de distracciones o somnolencia y la asistencia en emergencias, también recopilan datos sobre los ocupantes del vehículo y su comportamiento», alerta el profesor de la UOC.
Hay que encontrar un equilibrio efectivo entre la tecnología y la ética en la automoción
Ante todos estos aspectos y el informe de Mozilla, Blasi subraya que hay que encontrar un equilibrio efectivo entre la tecnología y la ética en la automoción. Este equilibrio, según el experto, debe abordarse a partir de dos principios capitales en la protección de datos. El primero, la «privacidad por defecto», que es la que tiene que garantizarse desde un inicio al usuario. Este debe tener un nivel máximo de garantías en cuanto a sus datos y compartir cualquier información de forma consciente y voluntaria. El segundo punto es la «privacidad desde el diseño». En este sentido, debe instarse a que los adelantos tecnológicos se desarrollen en paralelo a la normativa de protección de datos, de forma que otorguen al usuario el pleno control sobre sus datos.
Consejos para los usuarios
Mientras este equilibrio no llega, ¿qué pueden hacer los conductores que tengan coches conectados? Lo más importante, según Blasi, es tomar conciencia del riesgo que hay en este tipo de vehículos: «No son solo un medio de transporte cómodo e inteligente, sino también un recopilador de nuestros datos». Es por eso por lo que recomienda revisar minuciosamente los términos y condiciones o las cookies de las páginas web, y solo facilitar los datos o aceptar funcionalidades que realmente aporten un valor. «Merece la pena hacer una doble revisión y no aceptarlo directamente», insiste.
El objetivo de reducir el número de situaciones trágicas de los usuarios en las carreteras no puede alcanzarse a expensas de su privacidad
El segundo consejo es que no se acepten términos ni condiciones de uso que no se entiendan. «Es fundamental cuestionar si ciertos datos son realmente indispensables para los servicios que se ofrecen, y evitar compartir información cuya finalidad no esté clara o no parezca relevante», apunta.
Blasi avisa de que el objetivo de reducir el número de situaciones trágicas de los usuarios en las carreteras no puede alcanzarse a expensas de su privacidad. «Debe ponerse el foco en el avance y, sobre todo, en la seguridad del conductor, pero simultáneamente hay que garantizar que sus datos personales no sean comprometidos o utilizados indebidamente», concluye.