Hoy es 20 de marzo. Es el día en el que oficialmente empieza la primavera, al menos en el hemisferio norte. Daremos simbólicamente fin al frío del invierno y abrazaremos la llegada del buen tiempo.
Puede que el comienzo de año sea oficialmente en enero, pero emocionalmente no es difícil sentir que ocurre, en realidad, con el principio de esta estación. La primavera es el momento que vinculamos a la siembra y, con ello, a los nuevos inicios. Culturalmente, los meses primaverales han estado vinculados a muchísimas tradiciones, fiestas y celebraciones, que a su vez lo estaban con este punto. Se festejaba el florecimiento de los campos y el potencial futuro de todas esas cosechas.
Todavía ahora, que nuestro calendario no está tan conectado con el de la naturaleza como podía estarlo en el pasado, la primavera sigue siendo la estación favorita de mucha gente. Se podrían buscar muchos argumentos sobre por qué amamos la primavera y justificar así esa preferencia. Aumentan las horas de luz, las temperaturas son suaves y la naturaleza se vuelve a llenar de vida, lo que la dota de un cierto optimismo. Incluso, se podría hasta hacer el cálculo estadístico de que en primavera se vive con más seguridad. La ciencia dice que el crimen cae cuando llega esta estación: sus más horas de luz implican una reducción de los robos del 27%.
La primavera es el momento que vinculamos a la siembra y, con ello, a los nuevos inicios
También –algo que, eso sí, las personas alérgicas no acabarán de comprar como argumento– en primavera se vive mejor, puesto que la estación tiene un impacto positivo en la salud física y mental. El mejor tiempo aumenta la actividad física, puesto que nos hace pasar más tiempo fuera y nos empuja al movimiento. Si salir a dar un largo paseo en medio del invierno no resulta siempre tentador, un día primaveral lo hace potencialmente mucho más atractivo.
Por lo que respecta a la salud mental, se habla de que se produce también una mejora del estado de ánimo conectado con este contexto primaveral. Es algo, eso sí, que la subida de las temperaturas por el cambio climático podría estar poniendo en peligro. Lo bueno de la primavera –frente al más duro verano– está en que las temperaturas no son abrumadoras, sino lo suficientemente suaves como para poder disfrutarlas sin sentir que el exceso de calor sobrepasa.
La sabiduría popular dice que la primavera es la estación del amor, aquella en la que la gente se enamora más. Los psicólogos de Grupo Laberinto Psicoterapia para la Salud, María Victoria Sánchez y Ángel Fernández, reconocen a Informativos Telecinco que es muy difícil sacar datos concluyentes sobre la relación entre las estaciones y el amor. «No obstante podemos apuntar distintos factores biológicos y sociales que interactúan haciendo que se incrementen las relaciones sociales en la época primaveral», explican.
Todos los cambios que llegan con la primavera impactan en el cuerpo humano y tienen como efecto derivado un aumento de la sociabilidad. Al pasar más tiempo fuera suben las interacciones sociales y la posibilidad de encontrar pareja. Y suman: «El cuerpo es más sensible a los estímulos ambientales y a las sensaciones placenteras». El uso de aplicaciones como Tinder sube un 20% en esta estación, de hecho.
Igualmente, se puede encontrar un vínculo entre la primavera y los procesos creativos, ya que este es un tiempo propicio. La primavera empuja a la creatividad. O al menos eso defienden sus entusiastas.
La primavera, en peligro
En resumidas cuentas, pocas personas dudarían del poder de la primavera y de su elevada popularidad entre la ciudadanía. Se ama el tiempo primaveral y todo lo que supone.
Según la AEMET, el pasado invierno fue el más cálido de la serie histórica en España
Sin embargo, la primavera –y todas esas razones por las que se ama tanto– están en cierto peligro: la estación puede ser uno de los daños colaterales del incremento de las temperaturas. De hecho, ese cambio que simboliza el día exacto en el que cambiamos de estación es más simbólico que nunca, puesto que las temperaturas de invierno se han ido volviendo mucho más suaves de lo que eran en el pasado. Según la AEMET, el pasado invierno fue el más cálido de la serie histórica en España. Se podría decir que media España no ha tenido invierno. Está ya atrapada en un bucle de sequía que antes no esperábamos tanto hasta el verano.
A medida que la emergencia climática va haciendo las cosas más y más abruptas, van desdibujándose las estaciones intermedias, el otoño y la primavera. Ya casi se podría decir que nunca es primavera, puesto que su excesivo buen tiempo la está haciendo demasiado veraniega. Estos días más calurosos y más soleados pueden agravar problemas como la sequía o afectar desde a la agricultura hasta la industria del turismo, pasando por muchas otras áreas entre medias.