Dos nuevos estudios sobre el misterioso síndrome de La Habana no encontraron causa física alguna.
Crédito: UCSF Health.
Desde 2016, más de mil empleados del gobierno de Estados Unidos desplegados internacionalmente han reportado escuchar sonidos intrusivos y sentir presión en la cabeza, seguidos de síntomas como intensos dolores de cabeza, mareos y disfunción cognitiva. Desde que los empleados federales estacionados en La Habana, Cuba, informaron por primera vez estos incidentes de salud anómalos (AHIs, por sus siglas en inglés), el «síndrome de La Habana» se ha convertido en el término preferido por los medios para describir la condición.
Ahora, investigadores liderados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han informado que no han encontrado diferencias significativas en las exploraciones cerebrales u otros análisis biológicos entre las personas con síndrome de La Habana y los controles sanos.
Aunque los resultados proporcionan poco entendimiento sobre una posible explicación biológica para los síntomas, los autores enfatizan que hay múltiples factores a considerar al interpretar estos hallazgos.
El síndrome de La Habana hace referencia a un conjunto de signos y síntomas declarados inicialmente por el personal de las embajadas de EE.UU. y Canadá en Cuba, que se remonta a finales de 2016; y posteriormente en algunos otros países. En 2021 se hallaron casos del síndrome en trabajadores de la embajada y espías en otros países como Austria, Alemania y los propios EE.UU. Foto: El Hotel Nacional de La Habana, una de las localizaciones en las que fueron declarados los síntomas.
«La falta de evidencia de una diferencia detectable por resonancia magnética entre individuos que lo padecieron y los de control, no excluye que un evento adverso que afecte al cerebro haya ocurrido en el momento del AHI», dijo Carlo Pierpaoli, neurocientífico del NIH y primer autor de uno de los estudios.
«Es posible que las personas con un AHI estén experimentando los resultados de un evento que condujo a sus síntomas, pero la lesión no produjo los cambios de neuroimagen a largo plazo que se observan típicamente después de un trauma grave o un derrame cerebral», añadió. «Esperamos que estos resultados alivien las preocupaciones sobre la asociación de AHI con cambios neurodegenerativos graves en el cerebro».
Causa externa desconocida
Los investigadores estudiaron diferentes tipos de exploraciones por resonancia magnética para medir el volumen, la estructura y la función cerebral en 81 participantes que experimentaron el síndrome de La Habana y los compararon con 48 controles sanos, 29 de los cuales tenían asignaciones laborales similares aunque no reportaron AHIs.
En un estudio separado, 86 participantes con AHIs y 30 controles con asignaciones laborales similares se sometieron a diversos exámenes, incluidas pruebas de biomarcadores sanguíneos y evaluaciones clínicas, auditivas, de equilibrio, visuales y neuropsicológicas.
Se utilizaron múltiples métodos y modelos para examinar los datos, incluyendo rasgos observables como una selección de características bioquímicas. El equipo esperaba descubrir cambios clínicos significativos que pudieran correlacionarse con los resultados de neuroimagen.
«Nuestro objetivo era realizar evaluaciones exhaustivas, objetivas y reproducibles para ver si podíamos identificar diferencias estructurales cerebrales o biológicas en personas que informaron AHIs», explicó Leighton Chan, científico de salud pública y director científico interino del NIH.
Las exploraciones por resonancia magnética se realizaron aproximadamente 80 días después del inicio de los síntomas, con algunos participantes escaneados tan pronto como 14 días después del informe. A pesar de sus métodos exhaustivos, el equipo no encontró anormalidades de imagen consistentes que distinguieran a aquellos con AHIs de los controles sanos.
Una investigación publicada en 2019 que comparaba una muestra más pequeña de personas que informaron AHIs con controles encontró diferencias significativas en los volúmenes de materia blanca y una conectividad funcional reducida en regiones auditivas y visuales del cerebro.
Aunque esta última investigación no respaldó esos hallazgos, encontró que las personas con síndrome de La Habana informaron más problemas de equilibrio y niveles más altos de fatiga, depresión y trastorno de estrés postraumático en comparación con el grupo de control.
«Los síntomas de estrés postraumático y del estado de ánimo reportados no son sorprendentes dadas las preocupaciones continuas de muchos de los participantes», señaló Louis French, neuropsicólogo del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed. «A menudo, estas personas han tenido interrupciones significativas en sus vidas y continúan teniendo preocupaciones sobre su salud y su futuro. Este nivel de estrés puede tener impactos negativos significativos en el proceso de recuperación».
En términos de síntomas reportados, el 41 por ciento de los participantes afectados por AHIs cumplían con los criterios para trastornos neurológicos funcionales (FND) —condiciones de debilidad e impedimentos sensoriales derivados de una función cerebral anormal, a menudo relacionados con estrés, depresión y ansiedad—. Muchos de estos participantes también experimentaron síntomas como mareos, vértigo e inestabilidad.
Los autores de los estudios sugieren que si los síntomas del síndrome de La Habana fueron causados por un factor externo, es posible que ya no sean detectables con las pruebas y tamaños de muestra actuales.
«Aunque no identificamos diferencias significativas en los participantes con AHIs, es importante reconocer que estos síntomas son muy reales, causan interrupciones significativas en la vida de quienes los padecen y pueden ser bastante prolongados, incapacitantes y difíciles de tratar», concluyó Chan.
Los estudios han sido publicados en JAMA, aquí y aquí.
Fuente: NIH/SciAl. Edición: MP.
Misterio del síndrome de La Habana se profundiza tras análisis de resonancia magnética