Todos aquellos que alguna vez han sentido curiosidad por leer el Tarot se habrán preguntado: «Pero, ¿cómo funciona?. Y es que estas «cartas de sabiduría» han estado siempre rodeadas de misterio. Un misterio que despierta no sólo nuestra curiosidad sino nuestro asombro ante la riqueza y sugerencia de sus imágenes.
El Tarot se comunica a través de un lenguaje simbólico. Los Arcanos Mayores representan arquetipos, conceptos que se repiten una y otra vez a través del tiempo independientemente de su origen cultural o religioso. Sus símbolos reflejan temas universales tales como la justicia, el sacrificio, la voluntad o la autorrealización. En su aspecto mitológico cada Arcano es la imagen de aquellos antiguos dioses en los que la gente veía representada la naturaleza y comportamiento humanos.
Volviendo a la pregunta del principio, la respuesta seguro que decepcionará a más de uno. Si lo que se busca es una «predicción» de acontecimientos concretos, con fecha, hora y demás, la respuesta es NO. En cambio, si lo que se busca es «solucionar» una determinada situación entonces podría decirse que sí. Y me explico:
En ocasiones, cuando nos vemos superados por la circunstancias y somos incapaces de manejarnos en determinadas situaciones en nuestra vida, sentimos la necesidad de que alguien nos proporcione algún tipo de ayuda. Ahí es donde el Tarot puede sernos muy útil. Utilizado adecuadamente, es una herramienta muy útil para destapar aquello que está oculto, aquello que no podemos ver, la llave y el origen del problema.
Al arrojar luz sobre la situación y ver con más claridad lo que ocurre, se facilita un cambio de actitud en el individuo. Al cambiar las ideas que tenemos sobre las cosas, las cosas cambian. El Tarot nos muestra la situación desde otra perspectiva, nos da opciones. Somo nosotros lo que, en última instancia, elegimos.
¿Y por qué salen unas cartas determinadas y otra no? Carl G. Jung, un psicoanalista del siglo pasado apasionado de estos temas y que estudió en profundidad para intentar comprender su funcionamiento, basaba su explicación en su teoría de la «sincronicidad«.
Nada ocurre por casualidad. Es más, la casualidad no existe. Cuando se trabaja con el Tarot y se elige una carta, lo que está operando en ese momento es la ley de la sincronicidad. La carta elegida es justo la que necesitamos en ese momento. Es la carta que posee la respuesta justa a nuestra pregunta, aquella que nos revelará lo que nos «hace falta» saber.
En conclusión, el Tarot no es tanto un instrumento de predicción como de comprensión. Compresión de nuestras propias motivaciones, de nuestros deseos ocultos, de todo aquello que no podemos percibir pero que está ahí. El simple hecho de que comprendamos nos libera, nos hace más conscientes y más capaces de no ser presos de ese destino que creemos está escrito en piedra.