El término aleuromancia es conocido por pocos ya que lo habitual es que se tienda a pensar que sólo existen los procedimientos de adivinación más extendidos, tales como la quiromancia o lectura de las líneas de la mano, o las tiradas de tarot, entre otros. Pero los métodos empleados a lo largo de la historia para predecir el futuro son variadísimos y un buen puñado de ellos son tan curiosos que hasta resultan sorprendentes. Seguir leyendo Aleuromancia, adivinación con harina
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Cómo leer el Tarot
Todos aquellos que alguna vez han sentido curiosidad por leer el Tarot se habrán preguntado: «Pero, ¿cómo funciona?. Y es que estas «cartas de sabiduría» han estado siempre rodeadas de misterio. Un misterio que despierta no sólo nuestra curiosidad sino nuestro asombro ante la riqueza y sugerencia de sus imágenes. Seguir leyendo Cómo leer el Tarot
Propiedades del Aguamarina, tesoro del mar
Cuenta una leyenda griega que el dios Neptuno, en un gesto de generosidad, regaló a las sirenas una bella piedra de color azul turquesa, el aguamarina, que las diosas del mar guardaron como si de un tesoro se tratase. Esta piedra, que también aparece en forma de cristal, ha sido tradicionalmente el amuleto de la gente de mar, marinos y pescadores, dándoles protección frente a las tormentas y al océano enfurecido. Seguir leyendo Propiedades del Aguamarina, tesoro del mar
Cristalomancia, adivinacion con cristales
¿Qué es la cristalomancia?
Hablemos de cristalomancia… Imagina que cada cristal es como un pequeño ser que vibra con su propia frecuencia dependiendo de su naturaleza. Desde el punto de vista esotérico, se dice que esta vibración puede conectar con distintos aspectos espirituales de nuestra vida. Es como tener un GPS para nuestra vida. Y no solo eso, también nos aconsejan y nos muestran el camino a seguir para tener una vida más plena. Seguir leyendo Cristalomancia, adivinacion con cristales
Leer los posos del cafe
¿Qué es leer los posos del café?
Quizás los más escépticos, en cuanto a predecir el futuro, piensen que es imposible leer los posos del café, o simplemente al interpretar las cartas, o verlo en una bola de cristal. Quizás todas estas artes adivinatorias tengan algo de psicología, de querer creer y de hacer creer, o quizás no se trate tanto de decir cosas concretas como de contar el camino que puede tomar nuestro futuro. Seguir leyendo Leer los posos del cafe
Interpretar las lineas de la mano
¿Qué se lee en las líneas de la mano?
Hay quienes piensan que las líneas de la mano reflejan cosas pasadas, presentes y futuras y que, de esta manera, en ellas se puede leer nuestro destino. Popularmente, la quiromancia, precisamente, está relacionada con esta arte adivinatoria pues se centra en el estudio de las palmas de las manos y de sus líneas para intentar averiguar algo sobre la persona que las muestra. Es lo que conocemos como «leer las manos«. Seguir leyendo Interpretar las lineas de la mano
Métodos para predecir el futuro
Aunque estamos acostumbrados a recurrir al tarot, a la lectura de manos o a la interpretación de los posos del café para averiguar qué nos depara el futuro, lo cierto es que hay una gran cantidad de métodos para predecir el futuro que tienen milenios de antigüedad. Algunos han llegado a nuestros tiempos con fuerza, mientras otros son practicados por una minoría.
Curiosos métodos para predecir el futuro
Algunos de los métodos para predecir el futuro más curiosos son: Seguir leyendo Métodos para predecir el futuro
Si tienes cuatro líneas en tu muñeca… hay un mensaje inquietante para ti
Creas o no en la quiromancia, no podrás reprimir el gesto de estirar tu brazo dominante y advertir la presencia o no de estas cuatro líneas en la muñeca. Se trata de las líneas Rascette o más popularmente conocidas como «líneas de pulsera«. Son diferentes en cada individuo en número y longitud. Los expertos aseguran que pueden tener varios significados relacionados con la salud, su prosperidad y fama.
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Cafeomancia, leer el futuro en los posos del café
¿Qué es la cafeomancia?
La cafeomancia es otra de esas artes adivinatorias que se basa en la interpretación de las figuras que se forman en los fondos de las tazas de café como consecuencia de los posos, borras o restos que quedan del café molido que queda tras haber bebido una de esos ricos y humeantes cafecitos.
Pero ¿cómo pueden esos posos formar esas figuras y así predecir nuestro futuro inmediato o lejano si simplemente nos limitamos a tomar la taza y beberla?… quizás sea cuestión de energía, o puede que se establezca un vínculo creado por la persona que quiere saber como consecuencia de su estado de ansiedad por conocer esa pregunta que hace.
Y es entonces donde la intuición y la visión del lector de estos posos cuando debe actuar, pues basándose en sus experiencias deberá saber ver e interpretar esas figuras predictorias. Seguir leyendo Cafeomancia, leer el futuro en los posos del café
Si tienes cuatro líneas en tu muñeca… hay un mensaje inquietante para ti
Josep Guijarro
Creas o no en la quiromancia, no podrás reprimir el gesto de estirar tu brazo dominante y advertir la presencia o no de estas cuatro líneas en la muñeca. Se trata de las líneas Rascette o más popularmente conocidas como “líneas de pulsera”. Son diferentes en cada individuo en número y longitud. Los expertos aseguran que pueden tener varios significados relacionados con la salud, su prosperidad y fama.
Desde la más remota antigüedad, la quiromancia ha intentado adivinar el futuro -tradicionalmente la buenaventura– de una persona mediante las líneas y relieves de la palma de su mano. Se cuenta que Aristóteles encontró un libro escrito sobre el estudio de las manos, en un templo dedicado a Hermes.
Aristóteles encontró un libro escrito sobre el estudio de las manos, en un templo dedicado a Hermes
Con el paso de los siglos, la técnica y la intuición ha podido conseguir un perfil psicológico y fisiológico de las personas mediante la observación detenida de siete rasgos concretos de la palma de su mano. No vamos a entrar en ellos porque no hay evidencias científicasconcluyentes que vinculen los rasgos de las palmas de las manos con el provenir de una persona. ¿Es que todas las víctimas de un accidente aéreo tenían cortada la línea de la vida por el mismo lugar?
Otra cosa es la quirología, que estudiando el potencial físico, psicológico y genético que encierra el estudio de las manos ha conseguido relacionar las manos de un individuo con su personalidad y su herencia.
De hecho, quiromancia y quirología se separan definitivamente en el siglo XIX cuando un oficial del ejército napoleónico empieza a estudiar las manos desde un punto de vista científico.
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«Cosas que nunca te has preguntado sobre la bibliomancia»
1.- ¿Qué es? La bibliomancia consiste en abrir al azar un libro cualquiera, formulando o no una pregunta, leer el primer párrafo que aparezca teniendo la mente abierta para escuchar los mensajes e interpretar las posibles respuestas.
2.- ¿De dónde proviene palabra Bibliomancia? proviene del griego Biblion, “libro”; y Manteia, “adivinar”. Su significado es bastante claro y no requiere mayores precisiones.
3.- ¿Cuáles son las instrucciones para practicar la Bibliomancia? Basta tomar un libro cualquiera, abrir una página al azar, leerla e interpretarla adaptando su contenido al problema o situación que deseamos consultar.
4.- ¿Por qué se abre una página y no otra? La respuesta es la misma que responderíamos a otras cuestiones, como ¿por qué sacó una carta del Tarot y no otra? o ¿por qué se dispusieron así las monedas del i-ching y no de otra forma? Por sincronicidad o también lo podríamos explicar en términos de la ley de la atracción.
5.- ¿Los resultados de la bibliomancia son producto del azar? El mundo es una trama de líneas infinitas. Todo resuena, como en una orquesta. Es la sincronicidad, algo que está por debajo de la lógica y une las cosas. Como dice Alejandro Jodorowsky, “si no existe el azar, todo es un milagro”.
6.- ¿Recordamos qué era eso de la sincronicidad? La palabra “sincronicidad” la utilizamos en cuanto nos sobreviene una casualidad poco usual, como, recibir una llamada de alguien a quien, justamente, íbamos a llamar; o pensar en alguien que hace mucho no vemos y con quien nos cruzamos al día siguiente en la calle. También cuando leemos un libro y, de pronto, empezamos a ver cosas relacionas con el contenido de la lectura. Todos hemos sentido alguna vez esa extraña sensación de que algo nos une a los acontecimientos que nos rodean, sin explicación lógica…
7.- ¿Hay algún libro que haya sido muy utilizado por los bibliomantes? La Biblia ha sido el libro preferido, aunque en la actualidad nada impide que se utilicen también otros libros con los que el interesado tenga cierta afinidad.
8.- ¿Cuándo y dónde comenzó a utilizarse? En el Imperio Romano y en la Edad Media practicaban un método de adivinación o predicción del futuro conocido por “Sortes Virgilianae”, que consistía en que una persona formulaba una consulta sobre su futuro y, acto seguido, seleccionaba al azar un pasaje de la Eneida de Virgilio (70 a.C-19 a.C). El pasaje se leía y se interpretaba como respuesta a la consulta. El prestigio del que gozaba Virgilio en aquella época era tal que se le consideraba un mago y un profeta, extendiendo su profecía a su obra cumbre: la Eneida.
9.- ¿Cuáles son sus métodos más utilizados? Hay un método indirecto que consiste en la apertura del libro sin intervención humana. Se solía dejar el libro a la intemperie, abierto a la mitad exacta, para que el viento se encargase de pasar las páginas. Otro método consistía en arrojar el libro o dejarlo caer y realizar la exégesis sobre las páginas donde había quedado abierto.
10.- ¿El otro método es el directo? Sí. El bibliomante, se dejaba guiar y abría el libro en las páginas adecuadas. También podía pedir al interesado que él mismo abriera el libro.
Es como leer una entrada al azar de este blog o de cualquier otro, la sincronicidad se encargará de que resulte significativo- por aportar nueva información- para el momento personal que estés viviendo.
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Paco Bou
planosinfin.com
«Las claves del Tarot como viaje del alma» Diana López Iriarte.
Tuvo lugar en Madrid el 21 de Abril 2016.
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www.dianalopeziriarte.com
Mindalia Televisión
domi PERO, DESPUÉS DE TODO… ¿SIRVE PARA ALGO EL TAROT?
Alguna vez he escrito que tal vez hubiera sido cálidamente acogedor apoltronarme en el marco (ya que en algún momento de irresponsabilidad social decidí dedicar mi vida a la Parapsicología y disciplinas afines) de una “metapsíquica científica” o, también, en una “ovnilogía académica”, para nombrar sólo dos de mis pasiones. Mediáticamente cuando menos, un parapsicólogo que discurra entre estadísticas y gráficos computadorizados, es, cuando menos, más digerible para la “opinión publicada” –como decía un viejo periodista argentino, que no la “pública”- que aquél que disfruta de sahumerios, velas y, cuando no, las inefables cartas de Tarot.
Y bueno, sí. Me divierte jugar con las matemáticas, amo mi computadora, pero experimento algo visceral cuando estoy rodeado de mis sahumerios, mis velas… y mis cartas de Tarot. Y si bien las sensaciones son importantes para mí, para no parecer un sibarita del intelecto simplemente, dedicado más a disfrutar los qué en lugar de preguntarme los porqué y los cómo , me decidí a escribir este artículo para explicar porqué el Tarot es, a mi modesto saber y entender, algo más que –como supone cierta “inteligentzia” periodística que confunde comentarios incisivos con sarcasmos pedantes- una credulidad ingenua sin fundamento racional. Pues sostengo que lo tiene, y mucho. Y ese es el espíritu de esta nota.
No he de ser redundante con aquello de que un tema nunca es absurdo o serio por sí mismo, sino por el método –o la falta de él- con que es encarado su análisis. Y es un paradigma que, para la conciencia colectiva, ciertos temas son de suyo execrables del pensamiento científico más porque “aparentan” superstición o irracionalidad –o, a veces, por la que muestran sus afamados cultores- que porque necesariamente no la tengan. Incidentalmente, uno puede especular (aún corriendo el riesgo de transformar esto en un bizantino monólogo) que si de “pensamiento mágico” estamos hablando, aparece éste más en el estudiante universitario que aprende y repite como un sonsonete el axioma enseñado por su docto profesor (quizás sin pasar nunca por la verificabilidad del mismo) que el chamán que afanosamente recolecta ciertas hierbas en la luna propicia para probar la receta de aquél brebaje que en el último solsticio de invierno le enseñara su antecesor en la tribu. De forma que, a continuación, esbozaré mis especulaciones respecto a cuáles son los fundamentos operativos del Tarot.
La “adivinación” a través de las cartas no es un proceso incognoscible. Las cartas por sí mismas nunca “dicen” nada, en el sentido de “dictarnos” algún conocimiento. Son, a los efectos prácticos, trozos de cartón pintado. Es el agrupamiento de símbolos que encierran los que disparan algo en nosotros. Pues cada uno de sus personajes, eventos y situaciones descriptos tanto en arcanos mayores o menores, los que nos remiten a sucesivos arquetipos del Inconsciente. Es decir, entelequias psicológicas, engramas genéticos que, en la memoria racial y colectiva, codifican determinadas respuestas asociables a determinados estímulos.
En algún otro lugar me he referido extensamente a Arquetipos e Inconsciente Colectivo de la humanidad. Baste reseñar para el lego que un arquetipo es como el ladrillo psíquico de nuestra personalidad, pero un ladrillo que no pertenece a la superestructura levantada a lo largo de nuestra vida en función de las vivencias, sino que forma parte del fundamento basal del edificio de nuestra vida. A través de los siglos y los milenios, la repetición en el plano individual y colectivo de determinadas experiencias críticas ha marcado a fuego la genética de nuestra especie, y esos “recuerdos ancestrales” , transmitiéndose de generación en generación (especialmente cuando son olvidados o soterrados por la cultura imperante) aflorando como símbolos y signos que de lo colectivo, lo mitológico, se reflejan en el macrocosmos de nuestras experiencias cotidianas.
El Arlequín, Bufón o Loco, aquél que transgrede el “establishment”, destructivo en su irresponsabilidad pero motivador en sus pasiones; el Sabio, que avanza lenta y serenamente detrás de objetivos claros, apoyándose en el cayado de las experiencias e iluminando su camino con la luz de la Razón; laRueda de la Fortuna, repitiendo los ciclos del ser a través de los tiempos; el sufrimiento expiatorio del Ahorcado; la Luna, expresando la consciencia sólo como un reflejo del inconsciente, todos símbolos emblemáticos, profundos en sabiduría, que encierran, en conjunto, las claves de nuestra naturaleza mortal. Personajes que representan el drama de la existencia humana, codificaciones fácilmente recordables de facetas de nuestro diamante interior, tallado a través de los evos por clivajes extraños en manos de un Ser superior.
De forma tal que las figuras que nos muestran las cartas no son el aleatorio producto de una mente desequilibrada o el afán iluminista de algún mercachifle de la alta Edad Media. Sus figuras, sus colores, cada uno de sus, en ocasiones, insólitos elementos asociados (las letras en el Carro, el número preciso de “lágrimas” que derrama el Sol o el pequeño pájaro negro a un costado de la Estrella, así como el Diablo sacando la lengua o tomando una espada sin empuñadura) tienen una interpretación precisa. Y, evocativamente, su contemplación meditativa (¿qué otra cosa hacemos cuando, con un cierto vacío expectante en nuestro tórax, observamos en silencio las cartas tratando de encontrar una respuesta a nuestras preguntas?) actúa en nuestro inconsciente, porque, precisamente, en nuestro inconsciente encuentra un eco, que es como decir, el retorno a la fuente de sus orígenes: el arquetipo dibujado en la carta no es más que, después de todo, un reflejo degradado del Arquetipo que duerme en las sombras de los lejanos recovecos de nuestra psiquis más profunda.
Y allí, en el Inconsciente, casi a caballito (es un decir meramente descriptivo, aclaro) entre el Inconsciente Personal y el Inconsciente Colectivo, se encuentra la Potencialidad Parapsicológica, es decir, la capacidad innata, latente en todos y cada uno de nosotros, de producir, voluntaria o involuntariamente, fenómenos parapsicológicos. Y esa asociación de ideas, de imágenes, esa correspondencia psicoide entre el dibujo en el mundo material y la pulsión despertada en lo mental detona esa Potencialidad.
Y en esa circunstancia y ese contexto, afloran ciertos fenómenos parapsicológicos.
Como el de la clarividencia, el conocimiento sin el uso de los sentidos físicos, de información en tiempo presente. Y le contamos al consultante “la otra historia” de su realidad, hoy.
O cuando esa clarividencia se ambienta en tiempos pasados (retrocognición o postcognición) o futuros (premonición o precognición) y hablamos de lo que ha sucedido (y nadie ha venido a contárnoslo) o lo que podrá suceder –obsérvese, ya veremos porqué, que he escrito “podrá suceder” y no “sucederá”- en el futuro.
Pero también es posible que, en ese instante de recogimiento, una misma imagen mental esté presente en dos psiquis simultáneamente; las del consultante y la mía, y hablaré, entonces de telepatía.
Para, finalmente, no olvidar que si en Parapsicología llamamos psicoquinesia a las “modificaciones que el psiquismo hace en un sistema físico en evolución” todo el proceso de barajado de las cartas conforma un sistema cerrado en evolución, y nuestra acción, inconsciente, puede canalizar una psicoquinesia que haga que, después de todo, no sea tan “azarosa” la disposición final de esas cartas.
Por supuesto, es posible que algún lector cuestione la validez de los fenómenos parapsicológicos aquí mencionados. Si es así, lo siento; tal ignorancia (no lo digo en un sentido ofensivo, sino en el estricto del diccionario) es problema suyo, no mío.
El segundo aspecto digno de ser considerado tiene que ver con lo que podemos esperar del Tarot. Soy consciente que pocas, muy pocas personas, acuden al mismo con la actitud espiritual e intelectual menester, esto es, haciendo de la entrevista una forma de adoptar, con tiempo, actitudes y caminos constructivos ante la vida, manteniendo en claro su discernimiento del absoluto libre albedrío que le compete con respecto a su futuro. Muchos son los que acuden al Tarot como último, desesperado intento de salvataje en la tormenta en que están naufragando sus vidas. Muchos, también, creen que las cartas reflejan un destino inexorable del que nadie, ni tirios ni troyanos, puede escapar. Y esbozar algunos razonamientos respecto a qué podemos esperar (y qué no) del Tarot es tan importante como aprender a echar correctamente las cartas.
Es tan vieja como la humanidad misma la discusión respecto a si existe el albedrío, si cada ser humano se encuentra frente al futuro como ante una página en blanco, o si toda está inexorablemente escrito en ella: la voluntad de elegir frente al determinismo tiene tantos adeptos como detractores. Y un ejercicio del razonamiento nos enfrenta a algunas paradojas: mientras por un lado yo puedo elegir entre, por ejemplo, seguir tipeando estas líneas o detenerme e ir a prepararme un café (a propósito, es una buena idea; ya regreso)…
… lo cual alentaría la ilusión que soy dueño del destino, no he podido elegir en mi vida, por caso, cuándo nacer, dónde hacerlo, en el seno de qué familia. Esto es parte de mi historia, que no es más que destino corriendo en un sentido negativo. Podemos ir más allá y preguntarnos hasta qué punto lo que llamamos “libre elección” es tal, como en el caso de optar entre el bien y el mal en mi conducta. Si he crecido en un marco de buenos ejemplos familiares o sociales, donde frecuentemente he visto en mí o en otros las favorables consecuencias de la honestidad y el recto accionar, o por el contrario mi infancia y adolescencia han transcurrido en un lumpen donde los malos hábitos, la infidelidad, la mentira eran moneda corriente, con el concepto de obtener pequeñas y cotidianas ventajas de cada desliz hecho con astucia; ¿puede ser entonces realmente tan libre mi elección?. Con razón Smiles escribió: “mucha gente no delinque no por virtud, sino por el temor de ser descubierta”. Yo, mucho antes de saber siquiera que este caballero existía, escribí alguna vez:“mucha gente es buena porque no tiene el coraje de ser mala y arriesgarse a las consecuencias.”
Creo, de todas formas, que el estudio del Esoterismo, como en tantos otros ámbitos, arroja un poco de luz sobre esta cuestión: existe tanto el determinismo como el albedrío. Hay cosas que podemos elegir, y otras en las cuáles sólo matizar sus efectos. Para describirlo gráficamente, mi vida es como una barca navegando por el río. Puedo dejarme arrastrar por la corriente (quizás velozmente a destino, quizás contra unas rocas que asoman) o puedo, a fuerza de remo y transpiración, acercarme a una orilla, a otra, anclar en el medio o remar en contra de la corriente. Pero este es el río de mi vida, y dentro de él, y sólo de él, me desenvuelvo.
Así que, parafraseando a Schrödinger y su gato, sostengo que el Tarot no muestra el futuro, sino hacia dónde llevan al consultante las tendencias dominantes, que es lo mismo que decir qué ha de ocurrir (agradable o desagradable) si él no hace nada por evitarlo. El viejo ejemplo: un señor, la noche antes de volar de Washington a Londres, sueña que su avión cae a poco de despegar y él fallece. A la mañana, asustado, cancela su reserva. El avión despega y cae. Todos mueren, menos él, que se quedó en su hotel. ¿Hubo o no hubo determinismo?. Depende de la lectura. No lo hubo cuando atendemos al hecho que el soñante no murió como su premonición parecía indicarle. Sí la hubo –para los demás-. Y esto transforma al Tarot en un arma formidable para construir nuestras vidas: no, como dicen sus detractores (ninguno de los cuales, creo, se dedicó algún tiempo a estudiarlo) un entretenimiento para espíritus débiles ansiosos de una guía paternalista que les ayude a superar su ansiedad frente a lo desconocido, no. Porque al Tarot, como filosofía esotérica que es, poco le interesa si su marido le mete los cuernos con la rubia platinada del edificio contiguo, o si su jefe le sonríe en estos días porque en secreto paladea el momento de anunciarle que por ahora (y unos cuantos años más) sus servicios son prescindibles; o si su suegra es la bruja maléfica que todos sabemos. Esas necesidades urgentes de todos los días le son indiferentes a una disciplina para la cual lo único significativo es su crecimiento espiritual. Pero así como usted no tendrá mucho ánimo de hablar de cosas espirituales si venció el alquiler y están por lanzarlo a la calle, o sus hijos andan con un calzado que ya no sabe cómo y con qué pegar para que las suelas permanezcan en su lugar, la filosofía subyacente al Tarot es pragmática: sólo a través de superar sus obstáculos cotidianos tendrá usted tiempo –y ganas- de preguntarse por las cosas del espíritu. Y si llegado el momento (y dadas las condiciones) no lo hace, problema suyo, amigo o amiga mía: su karma tomará debida nota de ello. Porque una persona que ignore los fundamentos espirituales de nuestra vida cotidiana, o que asfixiada por las angustias de todos los días no pueda reparar en esos mecanismos, es digna de consideración y de ayuda. Pero una persona que, habiendo tenido la oportunidad, desprecia (¿debería quizás haber escrito de-precia?) tales asuntos, es absolutamente responsable de las consecuencias, y a llorar a la iglesia más cercana.
Por eso es necesario aclararle al consultante que, en el caso de aparecer una mala noticia, esto no es necesariamente lo que, sí o sí, ha de ocurrir, sino lo que ha de ocurrir si no se hace a tiempo lo necesario para evitarlo. Y por ello, también, toda entrevista de Tarot debe profundizar las “alternativas” o “situaciones bisagra” que pongan en manos del consultante la decisión de qué caminos tomar. Pues el Tarot es un semáforo que nos advierte que debemos frenar antes del próximo cruce, porque existe el riesgo de un accidente. Si hacemos caso omiso del semáforo y apretamos el acelerador a fondo justo cuando está llegando un camión al cruce por nuestra derecha y no lo vemos, la responsabilidad de las consecuencias (¿adivinen qué?) es nuestra.
Por la misma razón, creo que toda mala noticia que aparezca expresada en los símbolos de las cartas debe ser dicha al consultante pues, si por prurito no lo hacemos, le quitamos de las manos la única posibilidad que tenía de hacer algo para evitarlo.
Finalmente, no creo que la razón de ser de una entrevista de Tarot sea deslumbrar a nuestro consultante con nuestras capacidades, la exactitud de nuestros aciertos o cómo somos capaces de saber de él lo que él ya sabía (una verdadera pérdida de tiempo y dinero, debo decir). Mucho menos, valernos de ello para inspirar una actitud reverencial en el consultante hacia nosotros, aconsejándole qué debe hacer, cuándo y cómo. Que hayamos desarrollado nuestras percepciones para profundizar intuitivamente en una situación no es sinónimo que hayamos ampliado nuestro sentido común para recomendar qué hacer, especialmente cuando uno descubre que un consejo es lo que uno haría de estar en esa circunstancia, pero ocurre que uno no es el consultante ni está en su circunstancia. Sí, en todo caso, ampliar su cosmovisión de la situación, enriquecer su evaluación con información accesoria, ayudarle a distinguir lo importante de lo urgente (ya que no son sinónimos) e, indirectamente, alimentar en él el sentimiento de que existen maneras correctas de ser y de hacer las cosas, aún cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor. Si usted descubre cómo el Tarot le ayuda a lograr esto, ¿no cree que es quizás más de lo que pueden prometerle las pitonisas de avisos clasificados?.
Un comentario final, que tiene que ver con el grado de aciertos esperable. El Tarot es un arte, no una ciencia, y menos exacta. Depende de muchos (e imponderables) factores: astrológicos, de salud física y mental, de “feeling” con quien viene a consulta, de lo que cenamos anoche… El porcentaje de aciertos ha de ser alto, pero nunca es total. Desconfíe, entonces, de quienes se autopromocionan como infalibles, y tampoco sea demasiado cruel con su buena tarotista que alguna vez erró un pronóstico, aunque ese yerro le haya costado a usted algunos pesos (o dólares, o lo que fuere) en la consulta: los metereólogos erran más, y los llaman científicos. Y, cada año, en cada país, con fondos privados o públicos, se invierten millones de dólares en “encuestas de opinión” o de “boca de urna”, que entre gráficos y estadísticas pronostican desde un resultado electoral hasta la evolución macroreconómica… con la misma habilidad con que después explican porqué sus resultados no se cumplieron. Y todos contentos.