Viaje del presidente de España, Pedro Sánchez a Arabia Saudí, «una muestra más de la hipocresía que impera en Occidente», respecto a las relaciones con estados teocráticos, en función de lo que dice el amigo americano o anglosajón. «La democracia y los derechos humanos brillan por su ausencia en Arabia Saudí, anteponiendo objetivos económicos y geopolíticos». Según explica Lorenzo Ramírez, periodista económico.
El gobierno español hace negocio con los saudíes. El periodista Ramírez sostiene que la sociedad pública española especializada en construcción naval, civil y militar, Navantia, una de las claves que explica porqué Sánchez eluda cualquier referencia sobre la carencia de estos derechos humanos. Además, de suministrar armamento a Arabia Saudí, sin olvidar la entrada de Telefónica. De hecho, en febrero hubo una reunión en Madrid en la sede de Telefónica con una delegación del grupo Saudi Telecom para acercar posturas, «para que la sangre no llegue al río, una sangre que si riega los campos de los países en los que Bin Salmán patrocina el terrorismo».
El rescate energético de España a Marruecos: «Sánchez no cede el Sáhara Occidental porque quiera, sino porque se lo ordenan». La cúpula de la OTAN lo ordena para controlar el área del norte de áfrica. El periodista afirma que la idea es congraciarse con Marruecos para no perder su nivel de influencia en la zona, con vista a la creación del puerto naval militar en Dajla, un enclave que será determinante en materia energética. De ser así, Marruecos necesitará gas y se lo dará España, de ahí que los envíos se hayan disparado un 60%. ¿A qué intereses responden los políticos españoles? La crisis entre Argelia y España puede tener repercusiones a largo plazo, en la configuración del abastecimiento energético de Europa, «cuando nos echaremos la mano a la cabeza viendo como hemos perdido otra oportunidad».
Renuncia fake de Wall Street a los criterios ESG: ¿una crisis creada para exigir dinero público? Reflexiona Ramírez. «Las dos terceras partes de las energías primarias dependen de los hidrocarburos», por lo que los países necesitan acceso para mantener un nivel mínimo de vida de sus sociedades, teniendo en cuenta que necesitan un actividad económica con ingresos fiscales. Ahora se dan cuenta de que para cumplir los ESG, hay que dejar de dar préstamos y bonos. Un arrebato anti ESG, la gran trampa: el ESG hay que hacerlo rentable, pero ¿con dinero público? «Todo el mundo intenta sacar tajada de la tarta climática, pero con el dinero de los demás».