Se extraña mucho a David Foster Wallace, profesor y escritor estadounidense reconocido por La broma infinita, un libro que, de acuerdo con la revista Time, es una de las cien mejores novelas en lengua inglesa del período comprendido entre 1923 y 2006.
Un filósofo nato, una compasión real, elegante y de baja intensidad, un tipo normal que, desde un cierto registro muy bajo de la atención, más sutil que las ideas e, incluso, las emociones: intentó hacer las paces con el mundo o que el mundo hiciera las paces con él. Esa sería una definición de crisis existencial, cuando cuadros de depresión severa presentes en ti te convierten en un problema. ¿Haber sentido este dolor fue para Foster lo que era sentir el mundo o sentirlo como una posible salida del dolor? Se suicidaría lamentablemente en 2008, habiendo convivido con la melancolía que lo sobrevivió como un vínculo abierto.
La ficción trata sobre lo que es ser un jodido ser humano, una idea de este escritor que buscó estar menos dentro de sí mismo, la ilusión de una suma importancia indistinguible de las crisis diarias o la desilusión crónica. Como la también filósofa y mística Simone Weil, quizá Foster pensó que había un problema en ese solipsismo, en esa “auto-adoración” que refuerza la soledad o hace imposible creer que efectivamente el mundo puede darnos a luz.
Al igual que Albert Camus, como otro filósofo de absurdo, Foster debió pensar que si la vida no tiene sentido, sería bueno al menos beneficiarnos entre todas y todos aquellos lastimados por esta lucidez sin forma o respuestas. Invocar juntos una compasión existencial.
El ensayo de 2005 Esto es agua: algunas reflexiones, expresadas en una ocasión importante, sobre cómo vivir una vida compasiva, escrito solo tres años antes de su muerte, es una confirmación del poder y debilidad de Foster sobre sí mismo. Logró salir de sí de manera destructiva con el suicidio y de manera constructiva con ensayos como este.
Quizá en este texto cerca de la muerte, su autor por fin encontró que la coincidencia entre poder y debilidad, certeza e incertidumbre, incluso felicidad y dolor, es algo no manifiesto, pero que se vuelve un camino bello y hacia ninguna parte cuando uno se identifica no con uno, sino con la vida, con el misterio de estarla viviendo. En Pijamasurf les compartimos algunos fragmentos en español de este bello trabajo que Foster nos regaló:
Es inimaginablemente difícil hacer esto, permanecer consciente y vivo en el mundo adulto día tras día. Lo que significa que otro gran cliché resulta ser cierto: tu educación ES realmente el trabajo de tu vida. Y comienza: ahora
Porque hay algo más que es extraño pero cierto: en las trincheras cotidianas de la vida adulta, en realidad no existe el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar. Todo el mundo adora. La única opción que tenemos es qué adorar. Y la razón de peso para tal vez elegir algún tipo de dios o cosa de tipo espiritual para adorar, ya sea JC o Alá, ya sea YHWH o la Diosa Madre Wiccan, o las Cuatro Nobles Verdades, o algún conjunto inviolable de principios éticos, es que Casi cualquier otra cosa que adores te comerá vivo. Si adoras el dinero y las cosas, si es en ellos donde encuentras el verdadero significado de la vida, entonces nunca tendrás suficiente, nunca sentirás que tienes suficiente. Es la verdad. Adora tu cuerpo, tu belleza y tu atractivo sexual y siempre te sentirás feo. Y cuando el tiempo y la edad empiecen a mostrarse, morirás un millón de muertes antes de que finalmente te lamenten. En cierto nivel, todos ya sabemos estas cosas. Ha sido codificado como mitos, proverbios, clichés, epigramas, parábolas; el esqueleto de toda gran historia. El truco consiste en mantener la verdad al frente en la conciencia diaria.
El tipo de libertad realmente importante implica atención, conciencia, disciplina, esfuerzo y ser capaz de preocuparse verdaderamente por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en innumerables formas insignificantes y poco atractivas, todos los días. Esa es la verdadera libertad. Eso es enseñar a pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la «carrera de ratas»: la sensación constante y persistente de haber tenido y perdido algo infinito.
Sé que esto probablemente no suene divertido, alegre o grandiosamente inspirador. Lo que es, hasta donde puedo ver, es la verdad con un montón de tonterías retóricas eliminadas. Evidentemente, puedes pensar en ello como quieras. Pero, por favor, no lo descarte como un sermón de la Dra. Laura que señala con el dedo. Nada de esto tiene que ver con la moralidad, la religión, el dogma o las grandes cuestiones sofisticadas de la vida después de la muerte. La Verdad con V mayúscula trata sobre la vida antes de la muerte. Se trata de llegar a los 30, o quizá a los 50, sin querer pegarse un tiro en la cabeza. Se trata de una simple conciencia: conciencia de lo que es tan real y esencial, tan oculto a plena vista a nuestro alrededor, que tenemos que recordarnos una y otra vez:
Esto es agua, esto es agua.
Mundo y persona estamos en el mismo problema. Estamos juntos y el dolor es indistinguible, así como la luz y la salida.
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