Constatar que tu pareja ha cambiado es difícil, aceptarlo aún más

Mi pareja ha cambiado

¿La persona que te acompañaba de fiesta hasta las tantas de la noche ahora prefiere quedarse tumbada en el sofá bebiendo una infusión de manzanilla? ¿Ese aventurero que soñaba con recorrer medio mundo ahora le da pereza hasta planificar un viaje corto? ¿La persona que quería revolucionar el mundo ahora se aferra a la rutina?

Todos cambiamos.

El pelo se vuelve gris. La cintura se ensancha. Las carnes ceden. Lo que antes era tolerable se vuelve insoportable. Y viceversa. Asumir que tu pareja ha cambiado puede ser difícil. Aceptarlo, lo es aún más. Pero es el único camino si queréis seguir creciendo juntos.

¿Realmente conoces a tu pareja?

En realidad, no nos casamos tanto con la persona como con la versión que nos hemos formado de ella en nuestra mente. Y lo mismo le ocurre al otro, obviamente. Cuando damos el “sí, quiero” y nos prometemos amor eterno, en verdad nos estamos comprometiendo con una instantánea (muchas veces matizada por el enamoramiento, que nos vuelve ciegos a los defectos).

Por supuesto, es difícil que una persona amable, enamorada y detallista se convierta en un troglodita, pero lo cierto es que no sabemos a ciencia cierta quién será dentro de 10 o 20 años (así como tampoco sabemos quién seremos nosotros). La gente cambia. Y, por ende, las relaciones. Si no estamos atentos a esas transformaciones, podemos perder el hilo y descubrir un buen día que son dos auténticos desconocidos viviendo bajo el mismo techo.

La personalidad es mucho más maleable de lo que la propia Psicología reconocía en sus inicios. Un estudio realizado en las universidades de Houston, Tubinga e Illinois reveló que a medida que pasa el tiempo vamos ganando estabilidad emocional y nos volvemos más responsables y amables (aunque siempre existen excepciones que van en la dirección opuesta).

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Obviamente, esos cambios son graduales, no ocurren de la noche a la mañana. El problema es que con vidas tan agitadas y agendas tan llenas, no siempre tenemos tiempo para prestarle atención a esas transformaciones y tomarle la temperatura a la relación. Como resultado, cuando nos damos cuenta del cambio no comprendemos cuándo o cómo se ha producido y solo nos queda decir: “mi pareja ha cambiado mucho, ¿qué diablos pasó?”.

Transformaciones del corazón: ¿cómo afrontar los cambios en la relación?

Todas las relaciones cambian a medida que van atravesando distintas fases a lo largo del tiempo. La primera etapa es de luna de miel o enamoramiento, donde todo parece perfecto y caminamos sobre las nubes. Luego, en la segunda fase, se instala la realidad y empezamos a notar las cosas que nos molestan del otro. Muchas parejas se rompen en ese punto.

Las que logran superarlo se adentran en una fase de deconstrucción en la que comienzan a comprender que el mito del amor romántico no basta para seguir adelante y se disponen a comprometerse para crecer juntos mirando en la misma dirección. Para ello hay solo un secreto: comunicación, comunicación y más comunicación.

La comunicación siempre ha sido (y seguirá siendo) la clave para mitigar los sentimientos negativos que puede generar el cambio en la relación de pareja. Cada persona debe sentirse libre para hablar sobre las transformaciones que está experimentando, pero también sobre los cambios que percibe en el otro y la manera en que todo eso está influyendo en la relación.

A esos cambios “naturales” en la personalidad se suman las transformaciones en los roles sociales. Una persona que de repente pierda el trabajo y se vea obligada a encargarse de las tareas domésticas o, al contrario, que deba asumir todo el peso económico del hogar, puede verse luchando por asumir esos nuevos roles y responsabilidades, buscando cómo encajarlos en la nueva identidad que está creando. Si la pareja no se mantiene atenta a esas luchas internas del otro, es probable que el resultado “final” termine tomándola por sorpresa.

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Para evitar llegar al punto de no retorno en el que os sintáis ajenos el uno al otro, hay que abordar esos cambios con una actitud curiosa y una mentalidad de aprendizaje. No se trata de juzgar al otro ni de querer anclarlo a su “yo” del pasado, sino de comprender quién es esa persona ahora.

Por supuesto, quizá llegue el punto en el que sea necesario preguntarse: ¿puedo aceptar ese cambio?

Si el cambio es demasiado drástico, si tu pareja se ha convertido prácticamente en otra persona, hasta el punto que te hace sentir incómodo o incluso te genera malestar, hay que hablarlo. Las relaciones románticas, aunque tengan sus altibajos, no deberían convertirse en una fuente de conflictos latentes e insatisfacción sino en un espacio generador de seguridad emocional.

Debemos aceptar aquellos cambios con los que podamos vivir, que no vayan en contra de nuestro bienestar o nuestros principios. Es probable que le hayas dado tu “sí, quiero” a una persona y que la nueva persona que tienes a tu lado haya cambiado. Esa es precisamente la magia del amor: renovar tus votos cada día. Volver a elegirle, ahora más consciente de sus virtudes y defectos. Siempre que esa persona esté dispuesta a hacer lo mismo contigo. Obviamente.

Fuentes:

Hope, a. (2022) Watching a Partner Change Is Hard. Accepting It Can Be Harder. En: The New York Times.

Harris, M. A. et. Al. (2016) Personality Stability From Age 14 to Age 77 Years. Psychology of Aging; 31(8): 862–874.

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