Antes del famoso pozo del tesoro de Oak Island, sucesos peculiares ya rodeaban a la isla del roble.
El pozo de Oak Island
La historia es conocida entre los amantes del misterio: una tarde de otoño de 1795, el joven granjero Daniel McInnes junto con sus dos amigos Jack Smith y Anthony Vaughan, llegaron a orillas de Oak Island (la isla del roble) en Nueva Escocia, Canadá. Ahí descubrieron un roble con marcas de cuerdas y a su lado una depresión que comenzaron a excavar dando inicio al mito del inalcanzable pozo del tesoro. Pero ¿qué provocó que tres campesinos llegaran a una desolada y fría isla a excavar un pozo en medio de la nada?
Actualmente los habitantes de Lunenburg, el pueblo más próximo, aseguran que toda esa zona costera repleta de islas, es extraña. Por las noches aparecen luces misteriosas que salen del suelo y flotan entre los árboles como fuegos fatuos. No es un suceso moderno; según los relatos lleva siglos sucediendo y es parte del folclore paranormal canadiense.
Dos misteriosas luces en la Isla del Roble fueron el preludio de la extraña desaparición de dos pescadores
Tradicionalmente se cuenta que Daniel navegaba con sus amigos investigando la desaparición de dos pescadores cuando vio dos de esas luces en la isla. Por eso habría convencido a sus amigos de cazar a los fantasmas, llegando al misterioso pozo. Sin embargo la primera vez que se habló de esa versión, se contó de manera muy diferente. Su autoría se le debe al editor David MacDonald , quien publicó en enero de 1965, un artículo sobre la isla en la revista del Club Rotario Internacional “The Rotarian”.
MacDonald, que vivía cerca de la isla, narra que los muchachos habían desembarcado ahí para cazar animales por diversión. Luego de descubrir el pozo e iniciar la excavación solos, el trabajo se complicó y fueron al pueblo en busca de ayuda. MacDonald cuenta que nadie les quiso ayudar porque decían que la isla “estaba embrujada por los espectros de dos pescadores que desaparecieron ahí en 1720 mientras investigaban las extrañas luces”.
Cuando el artículo se publicó en el Reader’s Digest, la historia adquirió tal relevancia que se ha puesto sin éxito identidad a los pescadores mencionados por MacDonald. Pero nunca dio más pistas de esa única frase; no se sabe más que de unos pescadores que investigando luces, desaparecieron.
No es la única historia de fantasmas vinculada a la isla y su tesoro. En 1950 la folclorista Dra. Helen Creighton, publicó en el libro “Folclore de Lunenburg” que una persona de Bluerocks le había contado que la única forma de obtener el tesoro era cantando el himno “Doxology” ofreciendo plegarias a Dios. Eso lo había intentado Josh, el tío del entrevistado, pero como no se sabía el himno, se le apareció un perro de ojos brillantes que se desvaneció frente a él junto con una caja decorada con dos lujosos cuchillos españoles. Aquel sería el origen de Black Shuck, el perro negro de ojos brillantes que hoy aseguran, custodia el tesoro de Oak Island (y de otras islas más).
Al can fantasma se suma la entrevista de la señora Charlotte Adams, realizada el 27 de abril de 1976. Su difunto esposo Jack habría trabajado intentando desenterrar el pozo entre 1939 y 1945; en ese entonces la pareja vivía en la isla. Lo que originalmente sería una entrevista para saber lo encontrado en aquella excavación resultó en una aterradora historia.
– Solo dios sabe que era eso – dijo ante el micrófono.
Charlotte contó que en ese entonces su hija Peggy tenía 4 o 5 años y temían hablarle de la isla y lo que se decía de ella por su edad. Una mañana la niña jugaba en la nieve cuando gritó haber visto una multitud de hombres desembarcando en la isla. La niña decía que llevaban un traje elegante rojo con un pantalón de rayas. Charlotte alertó a su marido y aunque Jack fue a revisar, no había siquiera huellas de desembarco alguno. Lo mismo volvió a ocurrir en Pascua cuando llorando, Peggy dijo haber visto tres hombres sentados junto al pozo, uno con un parche en el ojo.
Años después, Charlotte miraba pálida la exhibición de un museo en la ciudad de Halifax. Ahí, un maniquí vestido de saco rojo y pantalón de rayas mostraba la indumentaria típica de los militares británicos que desembarcaron en aquellas islas canadienses durante el siglo XVIII.
El mítico tesoro de la Isla del Roble, está rodeado de sombras, luces flotantes, perros espectrales y pescadores fantasmas. Espectros que, según las investigaciones, acompañaban la isla mucho antes de que Daniel McInnes excavara los primeros 10 metros del pozo del tesoro.
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