Si tienes un hijo pequeño, es probable que te hayas dado cuenta de que a veces habla solo mientras juega. A los adultos nos resulta difícil comprender por qué lo hacen y a menudo incluso nos preocupamos. Algunos van un paso más allá e incluso reprenden a los niños diciéndoles que “hablar solos es de locos”, de manera que terminan cohibiendo ese diálogo.
Sin embargo, en la etapa preescolar es bastante común que algunos niños hablen solos, un hábito que no es preocupante, siempre que no esté acompañado de otros comportamientos inusuales. De hecho, investigadores de la George Mason University han demostrado que los niños de 5 años realizan mejor las tareas cuando hablan en voz alta consigo mismos, que cuando lo hacen en silencio.
Es habitual que los niños hablen solos
Los niños pequeños suelen hablar consigo mismos mientras están ensimismados en una actividad. Lo hacen mientras dibujan, pero también cuando juegan o realizan los deberes escolares.
Estos psicólogos comprobaron que el 78% de los niños (incluidos los pequeños con autismo) se desempeñaban mejor e incluso obtenían mejores resultados en lo que estaban haciendo cuando hablaban solos que cuando guardaban silencio. No obstante, también apreciaron que los niños diagnosticados con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) solían hablar más consigo mismos.
¿Por qué? Probablemente porque estos pequeños necesitan más dirección y control para realizar las tareas, de manera que externalizan su diálogo interior como una estrategia para ayudarse.
De hecho, estos psicólogos afirman que ese monólogo consigo mismos es beneficioso y que no es conveniente que los padres o maestros intenten limitarlo. Más bien, podrían aprovecharlo como una ventana hacia la mente infantil, para comprender mejor qué y cómo piensan los pequeños. Podemos utilizar ese discurso para entender su proceso de autorregulación, motivación, emociones o las estrategias que emplean.
¿Por qué los niños hablan solos? Todo lo que aprenden a través de ese monólogo
Hablar solos es una tendencia perfectamente normal en los niños de entre 2 y 5 años. Cuando los pequeños comienzan a hablar solos, van mejorando sus habilidades de comunicación con los demás. Exploran el mundo y el lenguaje de la misma manera en que aprenden a caminar; o sea, van practicando y se guían a sí mismos mientras realizan ciertas actividades.
En esa etapa, comienzan a usar el lenguaje como forma de pensamiento. Los niños utilizan el habla externa en el período de transición, que es crítico para su desarrollo. De hecho, es fundamental para que aprendan a autocorregirse cuando no hay nadie que les diga si lo están haciendo bien o mal, de forma que comienzan a ejercitar el autocontrol y la autoevaluación.
Cuando estos dos procesos de comunicación se fusionan, llega un punto en el que el niño no necesita hablar en voz alta y ese autocontrol se desplaza a su diálogo interno; es decir, comienza a regularse mediante el pensamiento.
Mucho más que un proceso cognitivo
También es habitual que los niños hablen solos mientras están jugando o que se dirijan a los juguetes. Esta estrategia los ayuda a sincronizar las diferentes áreas del cerebro. De hecho, permite que los pequeños vayan dando un sentido al mundo que los rodea y los anima a comenzar a ponerse en el lugar de los demás.
Ese tipo de diálogo mejora su imaginación y empatía, sobre todo cuando están solos y conversan con sus juguetes, ya que tienen que convertirse en oyentes y hablantes, creando un diálogo que tenga sentido en ambas direcciones. Eso ayuda a los niños a asumir diferentes roles y comprender mejor sus funciones siendo, por ejemplo, maestro y alumno a la vez.
También se escucha a sí mismo, siendo más consciente de lo que dice.
Por otra parte, les permite adquirir más vocabulario y estructurar mejor las frases ya que tienen prisa para elaborar la respuesta, sino que pueden tomarse todo el tiempo del mundo para construir su discurso. Al mismo tiempo, van aprendiendo a usar el turno de palabra ya que es imposible que los personajes que han creado se interrumpan. Así los pequeños aprenden la importancia de escuchar y ser escuchado.
A la larga, hablar consigo mismo ayuda a los niños a ser más creativos, generar nuevas ideas para conversar con los demás y ser más empáticos. Incluso les permite modelar la resolución de conflictos, buscar soluciones y ser más flexibles.
¿Cuándo preocuparse?
En sentido general, hablar en voz alta con uno mismo no es necesariamente algo preocupante. Lo más probable es que los niños lo superen con el tiempo, a medida que ese lenguaje se internaliza y se transforma en pensamiento.
De hecho, debemos tener presente que muchos adultos resuelven problemas o hacen tareas hablando solos en voz alta, por lo que se trata de una herramienta eficaz a cualquier edad de la edad.
Sin embargo, existen algunas señales que podrían dar la voz de alarma indicando que algo no anda bien.
- Si ocurre de repente o su frecuencia se intensifica, sobre todo después de un evento traumático, como la muerte de una mascota.
- Si el niño se aísla socialmente.
- Si el diálogo se vuelve repetitivo.
- Si repite las palabras de otras personas, en cuyo caso se trataría de ecolalia.
En esos casos, sería mejor contactar a un psicólogo para que valore si es una respuesta normal o es necesario intervenir.
Fuentes:
Winsler, A. et. Al. (2007) Should I let them talk?’: Private speech and task performance among preschool children with and without behavior problems. Early Childhood Research Quarterly; 22(2): 215-231.
Berk, L. E. (1985) Why children talk to themselves. Young Children; 40(5): 46–52.
Los niños que hablan solos mientras juegan desarrollan su inteligencia