La NASA y la agencia India de investigación espacial se interesaron por unas pinturas rupestres que muestran seres de semblante extraterrestre
Algunos seres pintados en los abrigos de Charama parecen Entidades no humanas
Las pinturas rupestres de Charama no son como las pinturas prehistóricas que todos conocemos, son representaciones muy distintas a las de Lascaux, en Francia o a las de Altamira, en España. Sí, hay escenas de caza y de vida en comunidad, pero lo que distingue a Charama del resto, es que sus pinturas muestran figuras de aspecto humanoide, platillos volantes y seres con «escafandra», como el Gran Dios Marciano de Tassili, en Argelia. Podríamos pensar que se trata de gente que vivió en la zona hace unos 10.000 años, pero en realidad, se parecen más a las representaciones actuales de los extraterrestres.
«Esto podría significar que los humanos de tiempos remotos veían —o imaginaban— seres que provenían de otros planetas. Necesitamos una investigación detallada. Nuestro departamento no tiene expertos en esta esfera», comentó el arqueólogo local Jagdeo Ram Bhagat.
El arqueólogo se dirigió entonces a la NASA y a la Agencia India de Investigación Espacial para que le ayudaran a descifrar si las pinturas prehistóricas podían estar representando seres de otros mundos.
Dicho y hecho. En 2018, la NASA envió un equipo para recolectar algunos materiales. Sin embargo, nunca se supo nada de ellos, al menos en público. Esto solo ha alimentado a las teóricos de la conspiración en la India que sostienen que la NASA no quiere que el público sepa nada sobre visitas alienígenas.
Fueron descubiertas en 2014, a unos 130 kilómetros de Raipur, en el distrito de Kanker, en el estado indio de Chhattisgarh. Si bien hay representaciones de dos mil años de antigüedad, la gran mayoría de ellas fueron pintadas hace diez mil años, una cronología que encaja con otros enigmáticos enclaves y leyendas de dioses venidos del espacio.
Bhagat reparó que «entre las antiguas leyendas destaca la de los Rohela, o “gente de pequeñas dimensiones”, que hacen referencia a criaturas que descendían de los cielos mediante artefactos circulares para llevarse a personas del pueblo para nunca más ser vistas».
¿Eran ovnis? Nadie puede afirmarlo con rotundidad. En cualquier caso, llama la atención que algunos símbolos de las cuevas de Charama encajen milimétricamente con otros separados por 14.000 kilómetros de distancia. Me refiero a estas dos pinturas con 13 vectores que convergen hacia un punto central. Uno está situado en Caxingó, Piauí (Brasil) mientras que el otro está en Bhopal, Madhya Pradesh (India).
Los escépticos sugieren que existen diseños incorporados a nuestra biología. Los llaman “fenómenos entópticos” y serían señales que llegan a nuestro cerebro procedentes del interior del ojo a causa de frotarlo o, algunos patrones, podrían ser causados por estados de trance, sustancias enteógenas o migrañas.
Lo que hace de Charama un lugar aún más interesantes es su proximidad a Hoshangabad, en Madhya Pradesh, otro conjunto de cuevas en las que se han observado pinturas similares. Distan entre ellas 250 kilómetros de distancia y, sin embargo, los «extraterrestres» de Hoshangabad tienen ojos grandes y descomunales en comparación con sus cabezas, aunque nada tienen que ver con las imágenes recientemente difundidas en las redes sociales que son una creación con IA (Inteligencia Artificial) como sucedió con los UAP medusa, del año pasado.
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