El sacerdote colombiano Fernando Cárdenas es autor de varios libros sobre angelología –la rama de la teología que estudia a los ángeles– y es un gran divulgador, tanto en medios como en redes sociales –con casi 35.000 seguidores en YouTube y 15.000 en Facebook–, de los aspectos que caracterizan la lucha espiritual entre el cristianismo y el demonio. De hecho, en uno de sus últimos vídeos virales denunciaba cómo la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos fue un espectáculo «abiertamente satánico» y no sólo una tramoya woke.
–¿A qué se refiere con su aseveración?
–Fue algo abiertamente satánico porque fue un ataque frontal, directo, de parte de este ángel caído, que es Satanás, al misterio central de nuestra fe, que es la Eucaristía. Esa exaltación de lo erótico y de la ideología de género es, como diría Pablo VI, una grieta, en este caso, de seducciones ideológicas, que este enemigo usa contra la Iglesia de Cristo. El arzobispo Fulton Sheen, entre otros, menciona que lo característico del demonio es tomar lo que es de Dios y querer imitarlo para burlarse de ello.
–¿Y eso es lo que ocurrió?
–En los Juegos Olímpicos, donde hay un deseo de entrar en una sana competencia y crear un espacio de comunión entre deportistas de distintos países, llega el demonio para destruir esa comunión y burlarse de ella. En este caso, ha tomado el misterio central de nuestra fe, que es la Eucaristía signo de comunión fraterna. Y el demonio hace esto para burlarse de Dios y ponerse en el lugar de Dios, orientando esos deseos de convivencia, no hacia Dios, sino hacia uno mismo. Y para eso se sirve de su ideología de género y otras seducciones ideológicas, que ha venido implantando en las sociedades contemporáneas.
–¿Cuáles fueron los principales símbolos satánicos que se expusieron en la ceremonia?
–No sólo estuvo la burla de la Cena, sino también caballos y jinetes apocalípticos, un becerro de oro que pretendía ser representación de Zeus, en el rapto a Europa, etc. Hubo muchos símbolos satánicos porque se trataba de todo un ritual, una liturgia satánica, que se ha venido presentando y celebrando en diferentes ocasiones. Vuelvo a Fulton Sheen, quien decía que lo demoníaco se caracteriza por la desnudez -algo que claramente se vio no sólo en la parte blasfema y sacrílega de la Última Cena-, por la violencia -con los ritos alusivos a la revolución francesa-, y por una mentalidad esquizofrénica o la pérdida de la identidad -que se presentó en la ideología de género puesta en escena durante la inauguración-.
–¿Y se desarrolló algún tipo de liturgia?
–Así es. La liturgia satánica tiene los siguientes tres rasgos: Primero, yo hago lo que yo quiero. En palabras de un «sacerdote» satánico, en esto consiste lo propio de lo diabólico: «Hacer lo que cada uno quiere». Se contó con todo un escenario dispuesto para ello, sin tener en cuenta los sentimientos religiosos de millones de cristianos y católicos. De hecho, los símbolos que se atacaron fueron todos cristianos: Notre Dame, la Eucaristía y el cuerpo humano, creado a imagen y semejanza de Dios. No se usaron otros simbolismos de otras religiones, así que el intento fue claro: ofender, atacar, burlarse del cristianismo. Segundo, el culto a la desnudez y la inmodestia. Sobre este aspecto, los hechos hablan por sí solos. Y quiero hacer notar que esto no es de poca monta: la teología del cuerpo de san Juan Pablo II nos recuerda la belleza y grandeza del cuerpo humano.
–¿Y el tercer elemento?
–La exaltación del «Non serviam» de Satanás en contraposición del «Fiat» de María. «Prefiero reinar en el infierno que servir en el cielo», son palabras que John Milton pone en boca del demonio en su obra Paraíso perdido. La ceremonia de apertura de los Juegos fue una exaltación al «yo reino», «yo hago lo que quiero aunque millones de personas sean ofendidas», «yo hago todo aquello que me haga a mí feliz, aun en detrimento de los demás y de si lo que hago es bueno o verdadero». Nunca antes se había visto que todo un escenario mundial acogiera con tanta convicción esta liturgia a Satanás. Y, además, ampliamente difundido y trasmitido por la televisión, lo que permitió que llegara a millones de hogares.
–¿Tiene eso algo que ver con la masonería?
–La masonería fue artífice de la Revolución Francesa, totalmente anticatólica. Durante la Revolución Francesa –que fue ensalzada durante la actuación del grupo de heavy metal Gojira, en el momento del show en el que apareció María Antonieta decapitada y chorros de sangre al aire–, las iglesias católicas fueron profanadas, y en ellas se celebraban juicios sumarios con condenas a muerte a los católicos y a «los enemigos de la Revolución». Eso se hacía con una liturgia sacrílega y erótica en la que prostitutas y mujeres casi desnudas se subían al altar (en Notre Dame se derribó la estatua de la Virgen para erigir ahí el «monumento humano») mientras otras mujeres danzaban y simulaban ofrendas a la «diosa razón». También los sacerdotes se veían obligados a jurar la Constitución Civil del Clero. Hay mucha resonancia con la ceremonia de apertura. Porque la masonería es otra de las grietas que ha perpetrado Satanás en su intento de destruir todo lo cristiano.
– ¿Qué implicaciones espirituales tiene celebrar una liturgia satánica en un acto así? Por decirlo de algún modo: ¿se le otorga a Satanás algún tipo de poder o se le entrega algo?
– Para responder, me baso en la experiencia de monseñor Stephan Rossetti, sacerdote exorcista de los Estados Unidos, quien dice que en lugares en los que ha ido a bendecir y liberar hogares, escuelas, etc., se ha encontrado con la presencia del demonio allí donde se ha ofendido a Dios con pecados graves. Una de las manifestaciones comunes que ha tenido es la presencia de demonios frente a la televisión de la casa o del local que estaba siendo bendecido. Monseñor Rossetti comenta que esto se debe a que la persona que habitaba en esa casa veía malos contenidos, como pornografía. Este exorcista dice que hoy día se ha normalizado en nuestros hogares ver desnudos y programas de violencia. Y si bien es cierto que esto no ocasiona una posesión, sí es cierto que esto trae consecuencias de división y violencia en el hogar.
– Ya hemos visto actuaciones satánicas en las últimas ediciones de Eurovisión (sobre todo en la última), en la famosa inauguración del Túnel de San Gotardo, en actuaciones multitudinarias en EE UU… ¿Hay un empeño «institucional» por extender el culto al demonio? Y de ser así, ¿quién está detrás?
– San Pablo, en la carta a los Efesios, nos dice que «nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas». Y estos espíritus del mal tienen, tristemente, agentes que les sirven a ellos y que están trabajando para extender su culto. En este sentido. cabe mencionar a Carlos Marx y su relación con lo satánico, la masonería, los Illuminati y ahora con el World Economic Forum de Klaus Schwab. Todo esto son, como he dicho, grietas que pone el demonio, y por ello no hay que perder de vista contra quién es realmente nuestra lucha, quién realmente es nuestro enemigo.
–¿Qué pueden hacer los católicos, como ciudadanos, ante estos intentos de extender el satanismo? ¿Y desde el plano espiritual?
–Las dos preguntas van unidas y están relacionadas, porque no podemos separar nuestra vida de fe de nuestra vida «civil». Esa es una de las causas por las que se presentan este tipo de ofensas: porque olvidamos que nuestra fe nos anima a vivir acorde con ella. Dicho esto, hay que saber que el demonio, Satanás, es una criatura y debe obedecer a Dios. Dios impone límites a la actuación del demonio y permite su actuación, aunque nos parezca a veces extraño de entender, para sacar algo bueno. Yo espero que de esta ofensa contra la Eucaristía que se ha hecho en los Juegos Olímpicos salga una mayor devoción y amor por Nuestro Señor presente realmente en el Sacramento; que se incentiven los momentos ante Él y surja un deseo de estar con el Señor y acompañarlo. Asimismo, creo que puede surgir la conciencia de la fuerza que tenemos como católicos.
–¿A qué se refiere?
–Mire usted cómo ya el Comité Olímpico ha retirado el vídeo blasfemo de la inauguración y ha salido a pedir disculpas. Es un momento para tomar conciencia de que, actuando de acuerdo a nuestra fe y movidos por el amor a Dios y con su gracia y ayuda, podemos lograr cambios importantes a nivel civil. Aunque es cierto que las disculpas han dejado mucho que desear y que es necesario seguir insistiendo en manifestar nuestro rechazo a la manera en cómo se burló nuestra fe y exigir respeto por nuestras creencias. Además, también es momento para darnos cuenta de que estamos ante una batalla espiritual fuerte y que solos no podemos enfrentarla.
–¿Y qué armas se pueden emplear?
–Recurramos a la vida de gracia, confesión frecuente, comunión, el rezo del rosario y, muy importante, la invocación de San Miguel arcángel y de nuestros ángeles custodios para resistir a esta batalla contra Satanás y los demonios. También el uso de los sacramentales que tienen gran eficacia: agua bendita, sal y aceite benditos.
–¿Qué es lo que yo no le he preguntado y considera necesario añadir?
–Al demonio le gusta llamar la atención. Esto que ha ocurrido en los Juegos Olímpicos espero que nos lleve a fijar nuestra mirada en quién ha sido el vencedor del demonio, y no en quién es el derrotado. Lo importante es poner nuestros ojos hacia Cristo y no quedarnos solamente en una polémica más de estos tiempos, sino ver una oportunidad para acercarnos a Dios. En plena competencia olímpica, Satanás le planteó una guerra a Dios, y salió derrotado el demonio. Volvamos a Dios, a su Hijo, Jesús. Así que minémoslos a ellos y a su amor presentes en la Eucaristía.
El Debate