El origen del amarillo indio, ¿un color fabricado con la orina de vacas que solo comen hojas de mango?

India es un país, entre otras cosas, conocido por sus brillantes colores: el naranja, el amarillo mango, mostaza cúrcuma, son particularmente distintivos. Los vestidos de las mujeres, los rostros pintados con bendiciones de pigmentos -la famosa tilaka– el polvo en los caminos, el sol bajo en los horizontes, son imágenes casi eternas.  Y entre otras cosas, India es el origen de muchos pigmentos que han sido utilizados en la historia de la pintura. 

El amarillo indio, un pigmento mostaza profundo y luminoso, ha cautivado durante mucho tiempo a los artistas con su vibrante tono y resplandor. Las historias de los pigmentos son fascinantes porque conectan civilizaciones, dinamizan el comercio y el desarrollo cultural e incluso están ligados a mitos y extrañas creencias. Pero sin duda la historia del amarillo indio es una de las más fascinantes y complejas.

Los orígenes del amarillo indio se remontan a la India del siglo XV, donde se conocía como piuri o purree. El pigmento, con su tono amarillo-naranja único y excepcional luminiscencia, rápidamente se convirtió en un favorito entre los artistas, especialmente en las pinturas en miniatura Rajput-Mughal. También se usaba para teñir telas de algodón y para colorear paredes, convirtiéndose en una parte integral de la expresión artística y cultural india.

Durante años, el origen de este brillante pigmento estuvo envuelto en misterio. No fue hasta el siglo XIX que se descubrió la que aparentemente era su fuente, y sorprendió al mundo del arte. El pigmento se obtenía supuestamente de la orina de vacas alimentadas exclusivamente con hojas de mango. Esta dieta severa hacía que las vacas produjeran una orina escasa y concentrada, que luego se recolectaba, secaba y procesaba en bolas duras de pigmento amarillo. La principal fuente de esta teoría fue propugnada por J.F.L. Mérimée, secretario del Colegio Real de Bellas Artes de París:

Un sabio naturalista que ha viajado por la India me ha dicho que este pigmento es elaborado en Calcuta por un inglés que oculta cuidadosamente sus procedimientos; pero nuestro sabio ha descubierto que la materia colorante de esta laca se extrae de un arbusto llamado memecylon tinctorium, cuyas hojas son usadas por los indios para teñir de amarillo. Juzgando por el olor a orina de vaca que despide este pigmento, es probable que esa orina sea empleada para extraer la tintura de mémécylon.

Finalmente, la práctica fue considerada inhumana y se prohibió supuestamente a principios del siglo XX, lo que llevó a la desaparición del pigmento del mercado. Actualmente se cuestiona el origen del pigmento y algunos consideran otras alternativas.

El uso de orina de vaca en la producción de amarillo indio generó importantes preocupaciones éticas, especialmente dado el estatus sagrado de las vacas en la cultura hindú. El proceso de forzar a las vacas a subsistir con una dieta que perjudicaba su salud planteó preguntas sobre la intersección del arte, el comercio y la moralidad. A pesar de sus orígenes controvertidos, el amarillo indio desempeñó un papel crucial en la escena artística global, particularmente durante el período Mughal y en el arte europeo del siglo XIX. Los brillantes tonos que producía aparecieron particularmente en las obras de maestros europeos como JMW Turner y Vincent van Gogh

A pesar de su uso generalizado, los detalles exactos de la producción del Amarillo Indio y las razones de su desaparición siguen siendo en parte un misterio. Algunos investigadores han cuestionado la autenticidad de los relatos que describen su producción, y los registros legales de la supuesta prohibición son elusivos. Sin embargo, análisis científicos modernos han confirmado la presencia de compuestos clave en muestras históricas, lo que otorga credibilidad a las historias sobre sus orígenes.

Hoy en día, el amarillo indio ya no existe en su forma original, sustituido por alternativas sintéticas que buscan replicar su tono distintivo. La historia del amarillo Indio sirve como un recordatorio de que los colores no son solo pigmentos en una paleta, sino artefactos culturales, profundamente entrelazados con las historias, economías y moralidades de las sociedades que los producen. Desde los debates éticos en torno a la producción del Amarillo Indio hasta su papel en el mercado mundial del arte, la historia de este pigmento es un testimonio del poder del color para reflejar y dar forma a la experiencia humana.

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