Los anti-consejos de Jung para vivir mejor

“¿Quién puede dudar de que la vida es el don de los dioses, pero que vivir bien es el don de la filosofía?”, se preguntaba Séneca. Vivir debería ser algo tan natural como respirar y, sin embargo, muchas veces la vida se nos hace cuesta arriba, como si fuera un acertijo a ser resuelto, en vez de una realidad a ser experimentada.

Cuando perdemos los puntos cardinales, es natural que busquemos algo a lo cual asirnos. Muchas veces intentamos encontrar esos asideros en gurús de la espiritualidad o del Crecimiento Personal, coaches y, por supuesto, psicólogos. Cuando ya era un psicoanalista establecido, una de sus pacientes preguntó a Jung cómo debía vivir. Su respuesta fue tan inusual como sabia e iluminadora.

Se vive como se puede

El 15 de diciembre de 1933, Jung escribió una breve carta en la que explicaba a una mujer cómo debía vivir.

Tus preguntas no tienen respuesta porque quieres saber cómo se debe vivir. Se vive como se puede. No existe un método único y definido, prescrito o adecuado. Si eso es lo que quieres, será mejor que te unas a la Iglesia Católica, donde te dicen qué debes hacer. Además, esa manera encaja con la forma promedio de la humanidad en general.

“Pero si quieres seguir tu camino individual, será el camino que tú misma crees, que nunca está prescrito, no conoces de antemano y simplemente surge por sí mismo cuando pones un pie delante del otro.

“Si siempre haces lo siguiente que hay que hacer, irás con mayor seguridad y confianza por el camino que dicta tu inconsciente. En ese caso, obviamente, no sirve de nada especular sobre cómo deberíamos vivir. También sabrás que no puedes saberlo, solo haz serenamente lo siguiente y más necesario.

“Mientras creas que aún no sabes cómo hacerlo, tendrás demasiado dinero para gastar en especulaciones inútiles. Pero si haces con convicción lo siguiente y más necesario, siempre estarás haciendo algo significativo y previsto por el destino”.

Mirar dentro, planificar fuera

Jung se refería, entre otras cosas, a la necesidad de buscar las respuestas en nuestro interior, en vez de seguir el camino preestablecido por los demás. Como también advirtiera Nietzsche: “nadie puede construirte el puente sobre el cual tú, y sólo tú, debes cruzar el río de la vida”.

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Y para eso, es necesario que confíes más en ti, en tu instinto y en tus decisiones. Un coach o un psicólogo podrán ayudarte a ver con mayor claridad el camino. Por supuesto. Pero solo tú puedes recorrerlo y solo tú puedes saber qué es mejor para ti.

Escucha a los demás. Fíjate en su camino. Toma nota de sus errores y aciertos. Pero asegúrate de trazar tu propia senda.

Para lograrlo, necesitas conectar con tu “yo” más profundo, de manera que puedas comprender lo que necesitas en cada etapa de la vida. No siempre recorrerás ese camino con paso firme y decidido. A veces dudarás y querrás volver sobre tus pasos. Pero en eso consiste precisamente vivir. Buscar respuestas en los demás es querer negar la incertidumbre intrínseca a la vida, aferrándose a una sensación ilusoria de control.

Vivir es dar un paso a la vez

Jung también brindaba otro sabio consejo: dar un paso a la vez. Muchas veces los acontecimientos vitales nos superan y nos sentimos completamente desorientados ante la inmensidad de la tarea. En ese estado, somos particularmente vulnerables emocionalmente y podemos aferramos a un clavo ardiente con tal de exorcizar la angustia y la incertidumbre.

Jung nos aconseja hacer un alto para preguntarnos qué es lo próximo que debemos hacer e ir en esa dirección. El camino irá apareciendo con cada paso que demos. A fin de cuentas, el primer paso no te lleva donde quieres ir, pero te saca de donde estás.

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¿Y cómo puedes saber lo que debes hacer? Para Jung era sencillo: hay que prestar más atención al inconsciente, lo que se traduciría en conectar más con nuestra intuición.

Se trata, en el fondo, de hacer más cosas que nos motiven y nos hagan sentir vivos. Haz más cosas que te hagan sentir como tú. No será siempre lo que te haga feliz, sino lo que sientes que tienes que hacer en cada momento, de manera auténtica.

Tómate el tiempo que necesites para identificar las acciones incongruentes en tu vida (aquellas que no se alinean con quién quieres ser) y recalibra tus pasos. Uno de los primeros actos para ordenar la propia vida consiste en reconocer cuánto tiempo tienes realmente y analizar si lo estás invirtiendo bien.

La belleza de la vida como proceso y ordenación reflexiva consiste en que podemos actuar con confianza, según lo que este momento nos que seamos, aprovechando al máximo este capítulo, sabiendo que inevitablemente se convertirá en otro.

Vivir bien no es hacer todas las cosas, sino involucrarnos plenamente en aquellas cosas que se alinean con nuestros valores e intenciones. Es administrar bien nuestro espacio de tiempo, sin saber a ciencia cierta qué viene o si vendrá, pero honrando el presente, de manera que lo que venga sea mejor.

Vivir es decidir activamente que, si tenemos la suerte de leer el próximo capítulo, podremos sentirnos satisfechos con lo que hicimos en las páginas anteriores. Ni más, ni menos. Y para eso no necesitas más manual de instrucciones que tu brújula interior. “La vida de cada uno de nosotros se limita al momento presente, y eso es todo lo que tenemos”, como dijera Marco Aurelio.

Fuente:

Jung, C. G. (2015) C.G. Jung Letters. Vol. I 1906-1950. Nueva York: Routledge.

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