Lugares desconocidos de Tokio: el templo Fukagawa Fudo-do y su deidad colérica

El templo Narita-san Fukagawa Fudo-do en la ciudad de Tokio, Japón, también conocido por el nombre más breve Fukagawa Fudodo, es uno de los más curiosos y poco conocidos por los planificadores de viajes. Ubicado en Fukugawa, vecindario Monzen-Nakacho, y a unos pasos de la estación de metro del mismo nombre, en los márgenes orientales del río Sumida, este recinto sorprende por su extraña deidad central de rostro monstruoso:

¿Quién es Acala o Fudo Myo-o, la mirada penetrante, los colmillos salientes y la terrible intensidad entre llamas de cólera en el camino del budismo esotérico o budismo tántrico?

Se trata del más importante de los cinco “vidyarāja”, “myo-o”, reyes de la sabiduría o señores de la luz con apariencia amenazante que ofrece, por cualquier medio, liberar a los seres y servir como “dharmapala” o protector de las enseñanzas de los Budas. Una deidad aliada de los viajeros espirituales y de aquellos renacidos en los infiernos o “Narakas”.

Fudo Myo-o o el inamovible permanece sentado sobre una formación rocosa que representa su firmeza y desde donde mira todos los impedimentos, todas las impurezas, todos los efectos del sufrimiento por el apego, la ira y la ignorancia que se reciclan una y otra vez como nuestro mundo. Ofrece una cuerda para asir a los fieles, la espada de la sabiduría de los Budas y un despertar violento a la naturaleza de las cosas. Una llama feroz en la oscuridad que revela y consume todos los obstáculos que no vemos hacia la iluminación.

Acala adquirió popularidad en la India durante los siglos VIII y IX, siendo probablemente una versión budista de Shiva, la deidad puránica de la destrucción y la reencarnación, aunque también puede tratarse de una apropiación del dios del fuego Agni, divinidad en los Vedas. Hoy en día la devoción a Fudo Myo-o persiste sobre todo en el país del sol naciente, vía la secta budista “Shingon” o “Shingon shū” fundada por Kūkai, un monje y poeta.

Si se le considera una deidad, sería entonces un acólito del Buda Vairocana, aunque es más apropiado reverenciarlo como su manifestación iracunda. La palabra “Vairocana” puede traducirse desde el sánscrito como “del sol”, “solar» o “brillante”, el Adi-Buda o Buda primigenio venerado en toda Asia oriental. No siendo un maestro histórico, se trata de la naturaleza sin ilusión de todos los seres o el cuerpo supremo del vacío y la iluminación.

Lo que no tiene creación y se origina de sí mismo, la realidad última de la que no se puede hablar, comparable al concepto de Brahman “nirguṇa” o sin características. De acuerdo con la doctrina conocida como “trikaya” o de los tres cuerpos, sistematizada en el siglo III de la era común por la escuela idealista “Yogacara”, importante para el budismo Shingon: el “nirmāṇakāya” o cuerpo de transformación que son los Budas históricos, revelados como grandes maestros universales, y el “sambhogakāya o cuerpo de disfrute, su trascendencia fuera del ciclo de reencarnaciones, tienen un “dharmakāya”, cuerpo cósmico o cuerpo no manifiesto. Se trata de la naturaleza incognoscible de todo lo que llega a existir, el vacío entre estados y seres. En palabras del Mahāvairocana Tantra, texto anterior al siglo VI:

Debajo del señor del mantra o Vairocana,

en dirección a Nairṛti, el suroeste,

está Acala, el sirviente del Tathāgata o Buda:

sostiene una espada de sabiduría y una soga,

el cabello de la parte superior de su cabeza cuelga sobre su hombro izquierdo,

y con un ojo mira fijamente.

Impresionantemente iracundo,

su cuerpo está envuelto en llamas feroces,

y descansa sobre una roca.

Su rostro está marcado con un ceño fruncido como olas en el agua,

y tiene la figura de un joven corpulento.

Esta manifestación colérica de Buda es el centro del templo Fukagawa Fudodo, no solo sorprendente por su arquitectura que mezcla aspectos modernos con salones más tradicionales, sino por su ritual diario de purificación con fuego conocido como “goma”.

Al acceder a su interior, uno se encuentra primero con una figura de Acala, de quinientos años de antigüedad, conocida como “Onegai Fudoson”, una de las estatuas de madera más grandes de todo Japón, sacada de una sola pieza de alcanfor de Amakusa.

En el interior del salón principal, en el que no se pueden hacer fotos, destaca el “pasillo de la oración”, un pasadizo que pasa directamente por debajo de la imagen principal del salón y guarda cerca de diez mil “gorinto” o pequeñas estupas o pagodas funerarias budistas con la imagen de Fudo-Myoo. En las inmediaciones del templo es posible purificarse con agua, incienso, además de comprar amuletos e imágenes de Budas y deidades japonesas.

Los monjes de la secta Shingon recitan sutras y suenan poderosos tambores “taiko” y caracolas en honor de la iracunda deidad budista. Pareciera una recreación del universo o Saṃsāra, de la ruidosa creación perdida en la eternidad pacífica sin comienzo, una y otra tan distintas, una y otra una misma realidad que el fuego y la intensidad destruyen y revelan.

Los salones del templo Fukagawa Fudo-do abren de 08:00 a 18:00 horas, son bienvenidos los extranjeros y la entrada es totalmente gratuita. El ritual goma dura una media hora y suele celebrarse diariamente a las 9:00, 11:00, 13:00, 15:00 y 17:00 horas. En Pijama Surf les recomendamos visitar este espacio poco conocido si viajan al país del sol naciente.

Imagen de portada: Akira Kurosawa, Reflejos de cine.

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