La convención demócrata parecia un acto protocolario al más puro estilo gringo, hasta que la candidata Kamala Harris cerró el sarao con un discurso de clausura en favor de las guerras imperialistas. “Como comandante en jefe, me aseguraré de que Estados Unidos siempre tenga la fuerza de combate más poderosa y letal del mundo”, dijo.
¿Contra quién luchará esa fuerza letal? A diferencia del errático Trump, Harris no dejó lugar a dudas, refiriéndose a China, Rusia, Corea del norte e Irán, los mismos países a los que el gobierno que comparte con Biden ha apuntado en un nuevo documento que describe la estrategia de Estados Unidos en caso de una futura guerra nuclear mundial.
Como cualquier discurso pronunciado por un político imperialista estadounidense, el de Harris estuvo dirigido a dos audiencias, que son la verdadera base del Partido Demócrata: Wall Street y la inteligencia militar.
El antiguo secretario de Defensa y director de la CIA, Leon Panetta, estaba presente, y no sólo como espectador, junto a tres dirigentes del aparato de inteligencia militar, que antes eran republicanos, pero que ahora ocupan escaños como demócratas en la Cámara de Representantes.
Harris se comprometió a continuar con la política exterior militarista que ha compartido con Biden para defender los intereses del imperialismo estadounidense.
Los medios de intoxicación han destacado la breve referencia de Harris al sufrimiento de la población palestina de Gaza, pero el discurso reiteró categóricamente su compromiso de proporcionar ayuda militar ilimitada a Israel: “Siempre defenderé el derecho de Israel a defenderse y siempre me aseguraré de que Israel tenga la capacidad de defenderse”, dijo.
En otras palabras, todas las bombas que sean necesarias para seguir asesinando a los palestinos, tanto en Gaza como en Cisjordania, por no hablar de los demás compromisos bélicos de Israel contra Líbano, Yemen, Irán y otros países de Oriente Medio.
Naturalmente, un discurso de campaña tiene que entretener a los electores con las falsas promesas de siempre: mejorar el nivel de vida, fortalecer la red de seguridad social y defender los derechos democráticos, como el derecho al aborto.
No obstante, el colosal gasto requerido para las guerras imperialistas es imposible conjugar con el mantenimiento de cualquier clase de programas sociales, como la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, cupones de alimentos y Head Start.
Hace sesenta años, durante la guerra de Vietnam, el presidente demócrata Lyndon Johnson intentó lo mismo, combinar “armas y mantequilla”, pero los trabajadores nunca vieron la mantequilla encima de la tostada. Kamala Harris ni siquiera lo intentará. Sus promesas de mejora social son una cínica retórica electoral que será abandonada el 6 de noviembre, si no antes.
Kamala Harris hace un llamamiento a favor de las guerras imperialistas