El termino tibetano “thukdam” o “tukdam” de manera general se refiere a entrar en meditación, aunque también se trata de una palabra honorífica que se dice de maestros espirituales del budismo tántrico que consiguen permanecer en este estado post-mortem.
Quienes siguen meditando en el bardo o en la intersección entre morir y renacer tienen la oportunidad de mirar la vacuidad sin los obstáculos del yo. Para quienes aseguran que es posible para algunos monjes clínicamente muertos alcanzar la iluminación, esto tendría como evidencia cierto cese parcial del proceso de descomposición o una momificación no artificial.
En todo el Himalaya y el Centro de Asia, se han descubierto cadáveres de monjes aparentemente en tukdam, a veces guardados en el interior de estatuas meditadoras. Especialistas budistas y no budistas se han interesado en el estudio de estas momias y de monjes vivos que se preparan para imitarlas el día de su muerte. Se supone que algunos de estos restos humanos permanecen tensos, con la piel brillante y con una rara calidez en el corazón.
Resulta muy interesante la noticia de un estudio del Museo Drents, institución neerlandesa parte del Centro Médico Meander de Amersfoort, sobre una momia budista supuestamente en tukdam. Se trata de un individuo chino de casi mil años que está siendo analizado con un escáner de tomografía. Fue honrado poco antes con distintas ceremonias religiosas.
Ya se habían estudiado casos como el del maestro Rangjung Rigpe Dorje, el XVI Karmapa, quien permaneció en estado de tukdam durante tres días en su cama de hospital. El doctor Ranulfo Sánchez, cirujano del Hospital Americano Sion, se dio cuenta de que, hasta setenta y dos horas después de su muerte, la zona alrededor de su corazón aún seguía caliente, sin mayor explicación. En palabras de Barry Kerzin, monje y médico del Dalai Lama:
Tuve el privilegio de cuidar a algunos meditadores que se encontraban en estado de tukdam. El estado de tukdam es una meditación muy profunda en la que el meditador se mantiene en perfecta quietud durante días o semanas.
Si la persona es capaz de permanecer en este estado durante más de tres semanas, lo que rara vez ocurre, su cuerpo se va encogiendo poco a poco y, al final, lo único que queda de la persona es el pelo, las uñas y la ropa. Si el meditador puede permanecer en este estado meditativo, puede convertirse en un buda. Al alcanzar un nivel espiritual tan elevado, el meditador también ayudará a los demás y todas las personas que lo rodean sentirán una profunda sensación de alegría.
Sin embargo, la momia china analizada por el Museo Drents es el primer caso de una investigación de este tipo en Occidente sobre un ejemplar tan antiguo de este extraño fenómeno. De acuerdo con quienes la tienen en su cuidado, entre ellos, el experto en arte y cultura budista Erik Bruijn, esta se remonta tan atrás como el año 1100 antes de la era común.
Este cadáver está contenido en una estatua budista que le sirve de relicario. Esta forma parte de la exposición MUMIAVIAG, Mundo de las Momias, un trabajo de curaduría del Museo de Historia Natural de Hungría. Al escanear la estatua, se confirmó la presencia de un ser humano y la sustitución de sus órganos internos por trozos de papel podridos e impresos con caracteres chinos, desmintiéndose, por tanto, una momificación solo natural.
Are Heggelman, uno de los investigadores del Museo Drents, ha llevado a cabo estudios de ADN a partir del material óseo de este cadáver honrado durante siglos. Se esperan la publicación dé nueva información, pero, sin duda, se trata de un caso interesante sobre una anomalía biológica que ha acercado al budismo de Asia y a la comunidad científica europea.
Imagen de portada: estatua que contiene a la momia en supuesto tukdam, Centro Médico Meander.
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